A/N: ¡Hola! Esta es mi primera historia que publico en FF. Espero que sean justos conmigo y que les guste :D

PRECAUCIÓN: Esto es slash: relación chico/chico, si no te gusta, no sé que haces acá.

DISCLAIMER: Ningún personaje que reconozcas es mio, sino de la maravillosa J.K Rowling, la cual me hizo feliz diciendo que se arrepintió de hacer a Ron y Hermione una pareja. ¡FREMIONE! La canción pertenece a Green Day.

1

Pociones.

(Canción: Wake me up when september ends)

Here comes the rain again

Falling from the stars

Drenched in my pain again

Becoming who we are.


"¿Ya te vas, Lunático?" – preguntó Sirius, quien estaba recostado en el sillón frente al fuego de la Sala Común, exhausto luego de un largo partido de ajedrez.

"Tengo que ir a repasar Pociones con un… prefecto de Ravenclaw."

Antes de que algunos de sus tres amigos pudiera decir algo sobre Michael Skeeter o lo mucho que estaba repasando Pociones en las últimas semanas, Remus salió rápidamente de la Sala Común y en pocos minutos llegó a la biblioteca.

La razón por la cual estaba actuando tan extraño era porque en las últimas tres semanas había empezado una relación secreta con Michael. Se juntaban en la biblioteca y simulaban que estudiaban cuando en verdad estaban sosteniendo sus manos bajo la mesa o también se juntaban en los armarios de escobas para… besarse, entre otras cosas.

Remus no tenía problema con su condición sexual. Sus amigos lo sabían y cuando el rumor empezó a expandirse por la escuela, Remus no se preocupó. Aparentemente, Severus Snape escuchó a Sirius y James hablando sobre el tema e hizo que la chica más chismera del colegio lo rumoreara. El que sí tenía problemas con su sexualidad era Michael. Era un chico bastante popular, incluso se lo consideraba el chico más guapo de Hogwarts, luego de Sirius Black, por supuesto. Había tenido bastantes romances con varias chicas pero nunca lo satisficieron y cuando Remus Lupin apenas rozó sus labios en su mejilla, el prefecto de Ravenclaw sabía que era lo que sí lo satisfacía.

Michael era alto, con cabello castaño claro y facciones elegantes. Su cuerpo era musculoso dado al Quidditch, ya que era bateador, como Sirius, en el equipo de Rawenclaw. Lo que más le gustaba a Remus, sin embargo, eran sus ojos. Eran de color verde esmeralda y brillaban cuando estaba contento. Y siempre que estaba con Remus, sus ojos brillaban.

Remus encontró a Michael en la parte más oculta de la biblioteca, donde se encontraban últimamente. Aquella zona estaba llena de libros muggles, incluyendo las grandes obras de William Shakespeare.

"Perdón por llegar tarde, Sirius me retuvo un tiempo, quiso jugar un partido de ajedrez."

"Mmm..." - murmuró Michael. - "¿No podías decirle que tenías algo que hacer?"

Remus suspiró. Michael insistía en que Remus no debía pasar demasiado tiempo con Sirius. Cuando el licántropo le preguntó porqué, su respuesta fue simple:"Él te mira como yo lo hago. Él gusta de ti." Ante esto, Remus se había reído y lo había negado totalmente. Sirius era su mejor amigo hace ya siete años y nunca había demostrado tener otro interés en él.

Sin embargo, siempre que Remus mencionaba a su mejor amigo, Michael parecía ponerse celoso y no había forma de quitarlo de ese estado por unos buenos minutos. Remus ya estaba acostumbrado a esto, así que ni se inmutó.

Estuvieron un largo rato callados, ambos leyendo un libro sin entrelazar sus dedos. El aire podría cortarse con un cuchillo y la situación se transformó aún más tensa cuando apareció Sirius con el Mapa del Merodeador en la mano derecha y su varita en la otra.

Cuando subió la mirada y se encontró con los ojos dorados de Remus, su cara se iluminó y sonrió, ignorando a Michael.

"¡Remus! Te estuve buscando por todo el colegio, James tiene una idea increíble para una nueva…" - Sirius fue interrumpido cuando Michael se aclaró la garganta. Remus cerró los ojos y trató de tranquilizarse.

"Disculpa, Black. Pero Rem y yo estamos… estudiando."

Los ojos de Sirius se oscurecieron por un segundo pero rápidamente fue remplazado por el usual brillo que aclaraba que tenía una buena broma en mente.

"Disculpa, Skeeter. Pero necesitaría a mi amigo por un momento." – Michael iba a contestarle pero Remus cerró su libro y tomó su bolso.

"Te veré luego, Mike."

Michael no contestó y Remus se volteó y comenzó a seguir a Sirius. Una vez fuera de la biblioteca, Sirius frunció el ceño y sin mirar a Remus a los ojos, preguntó:

"¿Por qué te dijo Rem? ¿Y por qué le dijiste Mike?" – Remus tragó saliva. Era ahora o nunca.

"Sirius, en la Sala Común necesito decirte algo. A ti, a James y a Pete."

"De acuerdo."

No emitieron ni un solo sonido hasta llegar a la Sala Común. Una vez dentro, encontraron rápidamente a James y Peter. Ambos estaban en su usual lugar, frente a la chimenea, haciendo tarea. Sin embargo, cuando vieron a Remus y Sirius, dejaron sus plumas encima de los pergaminos y casi al mismo tiempo, fruncieron el ceño. Claramente, la expresión en el rostro de sus dos amigos significaba que había que cancelar la broma, ya que algo había sucedido o estaría por suceder.

Sirius se sentó en el suelo a los pies del sillón donde estaba James, ambos se miraron y el chico con anteojos pudo ver en los ojos de su mejor amigo que había algo que le preocupaba.

Remus se aclaró la garganta y los tres merodeadores restantes lo miraron. Estaba pálido. Algo sucedió con Sirius y Remus. Y Sirius está devastado, ya que él lo…, pensó James hasta que Remus lo interrumpió.

"Necesito confesarles algo. Y necesito que no se lo cuenten a nadie." – Remus suspiró. – "Estoy viéndome con un chico. Más bien con… Michael Skeeter."

La reacción de los tres fue diferente, James sonrió, confirmando sus sospechas. Peter abrió los ojos como platos y tenía la boca abierta, imitando a un pez. Pero la reacción de Sirius, esa, fue la que más le extrañó a Remus. Su rostro enrojeció, cerró los ojos, apretó sus labios en una firme línea y clavó sus uñas en la palma de su mano con tanta fuerza, que sus nudillos se pusieron blancos y empezó a sangrarle la mano donde sus dedos hacían presión.

James estaba a punto de felicitar a su amigo cuando, de repente, Sirius se puso de pie y, empujando a una muy asustada niña de primer año, subió las escaleras hacia los dormitorios de los chicos de séptimo año.