Prólogo

Estimada Isabela Swan

Nos complace comunicarle que para el próximo curso la NYU ha tenido en cuenta la solicitud de su beca y esta ha sido concedida para la licenciatura de literatura.

Durante los siguientes cuatro años, gozara de nuestras instalaciones asi como de una subvención de 10000 dólares al año para sus gastos en material escolar, alojamiento y alimentación.

Recibirá mas información en próximas circulares.

Un cordial saludo.

Director de NYU

No me podía estar pasando esto a mí. Yo, esa persona que rezaba para que los sueños se hiciesen realidad y nunca llegaban, parecían que me rodeaban y al final nunca me tocaban, pues no, hoy era el día en el que por fin podía decir "los sueños se hacen realidad2 y tenia en mi mano la prueba mas clara de ello.

Llevaba casi 18 años de vida dedicándome en cuerpo y alma a estudiar, para que en un futuro, una de las mejores universidades del mundo pudiese fijarse en mi solicitud y simplemente se plantease aceptarme.

Y no podía ser otra que la Universidad de Nueva York, cuna de numerosas personalidades de diferentes ámbitos reconocidas mundialmente con premios destacadísimos. Aparte de estar situada en la capital del mundo, Nueva Cork. Ese sitio que solo verlo por la televisión te ponía la piel de punta. Y todo aquello me esperaba allí.

Echaría de menos contadas cosas. Mi familia, esa que se había estado esforzando desde el minuto en el que yo exprese el deseo en voz alta. Habían sido años de verdaderos esfuerzos por su parte, de plena confianza en mi, para recaudar un pequeño colchón para que en el momento en el que yo tuviese que partir, pudiese disponer de esos pequeños ahorros. Mis padres, Charlie y Renee, trabajadores e clase media, mi padre policia y mi madre profesora de infantil. Mas complicado fue cuando nacieron los gemelos, de 12 años cada uno, Seth y Jacob, y a pesar de eso, nunca desistieron en intentar hacer mi sueño realidad. Seria a las únicas personas que extrañaría. No tenia amigos, mi infancia había estado bañada de letras y libros. Puedo decir que destaque en mi clase, básicamente porque no tenia otras distracciones. Y no me arrepiento, soy una niña feliz, y con esta carta en mis manos, una niña feliz que trabajando, ha conseguido su mayor aspiración en la vida. Extrañaría también a mi ciudad, Madrid, extrañaría España, hablar español, extrañaría la alegría que se respiraba en la calle, la gente que te saludaba como si fueses cualquier conocido, el sol que se te pegaba a la piel… todo, pero estaba segura que en los próximos cuatro años, me seguiría esforzando para volver algún día a mi tierras como la persona de provecho para la que había trabajado tanto.

Y ahora tocaba presentar todos los tramites: embajadas, permisos, billetes, residencias… Cosas sin ninguna importancia sabiendo para el fin propuesto. Dentro de una semana era mi cumpleaños, y por primera vez en mi cumpleaños, seria yo la que portase nuevas y buenas noticias.

-Antes de partir la tarta quiero daros una noticia- dije levantándome y repartiendo un sobre a cada uno. Me había molestado en fotocopiar mi carta para cada uno de la familia. –No lo abráis todavía, esperad que lo tengan todos- dije dándole la ultima carta a mi padre. –Ahora, ya podéis abrirla-. Me fije en cada cambio de expresión que se formaba en la cara de cada uno. La primera en entenderlo fue mi madre, que empezó a intentar calmar sus sollozos poniéndose la mano en la boca. Luego los gemelos, que a un tiempo casa instantáneo pasaban sus miradas entre ellos, la carta y yo. Y luego estaba mi padre, que aprecia que leía un escrito en chino.

-¡Me voy a Nueva York!- grite sin poder evitar ni un segundo mas callarme lo que me llevaba comiendo desde hace 7 días exactos.

-¡Lo conseguiste Bells!- me dijo Jake tirándose a mis brazos seguido de Seth. –Te echaremos de menos, pero cuando tus libros sena los mas vendidos del mundo y nos hagas ricos, no nos separaremos de ti-.

-Cariño estoy muy orgulloso de ti- dijo mi padre abrazándome.

-¿Estas segura verdad corazón?-me pregunto mi madre acunándome entre sus brazos.

-Llevo preparándome para esto toda mi vida mama, claro que estoy preparada-.

-Tenemos que empezar a preparar todo. ¿Cuándo piensas irte?-.

-Quiero irme un poco antes para adaptarme a todo el ambiente, ya sabes-.

-¿Sabes como vivirás?-.

-Pues creo que compartiré piso con dos personas. Un piso de la universidad. Comeré en el comedor supongo y me buscare un trabajo de media jornada para pagarme ciertas cosas que no den con la beca-.

-Nada de trabajar señorita. Vas allí a estudiar y disfrutar. El dinero saldrá de nuestro trabajo-.

-¡No! Ni hablar, me niego. Ya habéis trabajado para que yo pueda irme, ahora me toca a mi. Y se a lo que voy papa, solo es de medie jornada, me vendrá hasta bien, ya veras-.

Quedamos en que me iria el 31 de agosto, para llegar allí el 1 de septiembre, 15 días antes de que empezasen las clases. Fue un mes de papeleos increíbles: que si ir al banco para sacar dinero, para meter, para cambiar, para crear, que si el consulado, que si permiso, que si preguntas, a la agencia de viajes para que me explicasen un poco el recorrido, sacar billetes… pero en todos los lados tuvieron el mismo detalle, el mismo que me hacia orgullo de ser de donde era, en todos se preocuparon por mi y por mis miles de gestiones, preguntando el porque y felicitándome por mis logros.

Apenas llevaba dos maletas, mi ropa no era muy abundante y habría tiempo de comprar por allí, pero mi colección de libros y discos no podía faltar en mi viaje, que era de lo que se componía casi en su totalidad la otra maleta. Una mochila de mano con mi portátil, mi ipod, un libro, mis billetes, algo de dinero y el móvil completaban mi equipaje.

-Cuídate, y llámanos cuando llegues, y cuando te instales. Cuéntanos como te adaptas, si no quieres seguir allí nos llamas y te compramos el viaje de vuelta, ¿entendido?- me decía mi madre mientras me abrazaba y repartía besos por toda mi cara.

-Ten cuidado, estudia y disfruta mucho. Te quiero cariño- se despidió de mí mi padre.

-Aunque nos dejes solos te queremos y te vamos a echar de menos. Te prometemos que les vamos a intentar convencer para hacerte una visita pronto- me dijo Seth mientras ambos se abrazaban a mi cintura y yo les devolvía el abrazo.

-Prometo comunicarme seguido y que estudiare mucho para que os sintáis orgullosos. Os quiero- dije recogiendo los billetes que me daba la azafata y dándome la vuelta para darles una ultima despedida con la mano.

Monte en el avión y decidí que la mejor forma de pasar el viaje seria dormir. Cogi los cascos y me puse la música. Solo me levante cuando pasaron la comida y un aperitivo, así que mi viaje se paso bastante rápido.

Señores pasajeros les informamos que en 5 minutos aterrizaremos en el aeropuerto JFK de Nueva York la temperatura ambiente es de 20 grados y la hora local son las 16:00. Esperemos que hayan disfrutado del viaje y volverles a ver pronto. Por favor abróchese los cinturones y no se los quiten hasta que se apaguen las luces que tienes encima de sus cabezas. Muchas gracias y feliz estancia.

Repitieron el mensaje de nuevo en ingles y en francés. Una de las cosas que mas nerviosa me ponía era mi ingles, porque aunque sabia que tenia un buen nivel, certificado con cursos y diplomas, jamás había salido al extranjero a probarlo, y me inquietaba bastante. Vi como aterrizábamos y la lucecita se apagaba. Retire mi cinturón, cogi mi maleta de mano y me dispuse a salir de esa caja de metal donde había estado enterrada 12 horas. Después de esperar una kilométrica cola en la zona de inmigración, pude recoger mis dos maletas y salir a la calida calle de la ciudad de Nueva York. No fue nada complicado pedir un taxi, porque lo raro no era ver uno, si no ver un coche particular por aquella estrecha acera. Fue mi primer contacto con el ingles y lo supere bastante bien, o por lo menos el señor me entendió a la primera. Tras un trayecto de un cuarto de hora llegue a mi destino. Tras pagar y sacar las maletas del maletero gire mi alce mi cabeza para ver el cartel con el que llevaba soñando desde que tengo memoria.

NYU

Nueva York me espera.