¡Hola gente bonita! ^^

Hoy les traigo un nuevo Fic que tenía guardado hace muuucho tiempo, antes que Sasuke matara a Itachi. Pero lo quiero compartir con ustedes porque me gustó la idea de éste fic. Básicamente es cómo la venganza fluye por las venas de los Uchiha's y sus sentimientos.

Cualquier duda me escriben.

Desde ya, disculpen si tengo mala ortografía o si está mal redactado, háganmelo saber :)

Aclaraciones:

* La Guerra no pasó, no existió.

* No existe la Alianza.

*Sasuke no mató a Danzou.

* Más adelante verán que determinados sucesos tampoco pasaron.

Advertencias: +16. Lenguaje obsceno. Violencia. Lime.

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino ni Itachi ni Neji hubiesen muerto -.-


Prólogo:

Cuando la vio en aquella Aldea, supo que debía mantenerse escondido. Tuvo una "especie" de curiosidad, y comenzó a observarla. En aquel poblado, una epidemia se había hecho presente y al parecer, habían pedido ayuda a Konoha y la enviaron a ella. Solamente había bastado un par de días para que encontrara la cura y una inmunidad ante ésta. Se podría decir que estaba un poco sorprendido.

Nunca la dejó de mirarla, de estudiarla. Él fue el único testigo que vio su destreza en el laboratorio, tragándose montones de libros para poder salvar a aquella gente que ni siquiera conocía. Ella, sin darse cuenta, tenía actitudes, o tics, que le causaban nerviosismo. Le provocaban una oleada de calor en el cuerpo. Su manera de morderse el labio era lo que más le gustaba. Simplemente…

La encontró fascinante.

Los habitantes la invitaron a que se quedara unos días más, como cortesía por haberles salvado la vida. Su ex compañera había aceptado luego de varias súplicas, y él internamente, lo agradeció. Se olvidó de su venganza, de todo. En ese momento lo único que existía era ella.

Se había obsesionado.

El día en que la dueña de ojos jades decidió marcharse, lo invadió un sentimiento de soledad. Él sabía que era estúpido, que lo que sentía no tenía sentido, pero, muy en el fondo, él siempre supo que la amaba desde que eran Gennin. Ella era la única que lo amaba de verdad. Y por eso, cuando se había alejado lo suficiente de aquella Aldea, decidió probar si era digna de estar con él.

Y se abalanzó hacia ella.

-o-o-o-o-o-o-o-

Cerró sus ojos con lentitud, su cuerpo tenía múltiples golpes y fracturas. Estaba muy cansada, pero aún tenía algo de fuerzas para continuar viva. O tal vez, estaba muerta y ése era su infierno.

Había sido capturada luego de una pelea con su antiguo amor, Sasuke. El muy maldito la tenía en esa sucia celda desde hacía un mes o tal vez más, ya ni siquiera lograba distinguir cuando era de día o de noche. Apenas la alimentaban, era obvio que la querían mantener débil. A él, no lo vio en todo ese tiempo que estuvo ahí, pero tuvo contacto con su equipo. Suigetsu le llevaba la comida, Jugo hacia guardia de vez en cuando y, Karin, le curaba algunas heridas y trataba de darle fuerzas para continuar, aunque tenían alguna que otra pequeña discusión, la pelirosa sabía que trataba de animarla, vagamente le recordó a Ino.

"Ino.."

Como extrañaba a sus amigos, a su familia. Estaba más que segura que la estaban buscando, ya que cuando la capturaron, se encontraba en una Aldea, curando una epidemia. No se rendiría, permanecería viva y escaparía, podía escuchar las palabras de aliento que le estarían dando sus seres queridos. Aunque…

¿Escapar? ¿Mantenerse con vida?

¡Que lindo era soñar!

Conocía poco ese lugar, pero cuando la llevaban para que se bañe, observaba el lugar con detenimiento tratando de buscar una salida. Se encontraba en una prisión antigua de Orochimaru, había sacado esa conclusión porque era subterránea, en ese sector eran 20 celdas, y la única salida era una puerta de metal, pero lo que más le sorprendió era que ella, era la única prisionera.

"¿Para que rayos me quieres Uchiha?"

Cientos de veces se preguntó eso e incluso interrogó a sus compañeros pero nadie le decía nada, ¿Qué era lo que quería? ¿Tenerla como cebo para poder llevar a Naruto hasta él? Si era por eso, no era necesario. Solamente tenía que parase frente a Konoha. El rubio lo estaba esperando desde hace tiempo. Escuchó como la puerta de su "habitación" se abría, observó con sus ojos esmeraldas cómo la figura de Sasuke se hacía presente por primera vez y se acercaba a ella.

-Veo que aún sigues con vida Sa-ku-ra.- su voz fría y llena de burla le penetró los oídos.

-¿Qué es lo que quieres de mi Sasuke?- susurró entrecortadamente.

-Quería probar…- se detuvo y la observó. Tenía su pelo algo enmarañado que le llegaba más o menos por debajo de los hombros, sus vestiduras se encontraban destrozadas dejando ver gran parte de su cuerpo. Cerró los ojos, no debía aflojar ahora.- Quería probar que eras la indicada. Y lo eres, felicitaciones.-

-¿La indicada?- preguntó confusa frunciendo el ceño al no entender. Abrió sus ojos como platos con sorpresa y terror, Sasuke se estaba sacando la ropa quedando sólo con su pantalón.- ¿Qué planeas hacer conmigo?- No pudo evitar que su voz saliera temblorosa debido al pánico.

El pelinegro no respondió. Se acercó lentamente hacia ella, mientras que la pelirosa que estaba en una cama, trataba de retroceder más pero la pared se lo impedía. Sasuke gateo hacía ella, la sujetó de su muñecas con una mano, provocándole con gruñido de dolor a Sakura. Con su otra mano, comenzó a manosearla, sin hacerle caso a sus lamentos ni a sus lágrimas, ni a sus gritos.

Sacó un kunai y rompió su pantalón al igual que sus bragas, sus besos dieron un recorrido hasta llegar a su parte más intima, lamió y succionó hasta que sintió como ella se arqueaba al llegar al orgasmo. Se bajo los pantalones junto con sus bóxer y la penetró lentamente, hasta que ella estuviese cómoda para luego seguir moviéndose, hasta que ambos llegaron al orgasmo.

Sasuke apenas terminó se vistió y se fue, dejando a una llorosa Sakura. No se dio vuelta cuando ella lo insultó, cuando ella le gritó que lo odiaba, ni cuando ella llamaba a gritos a Naruto. Salió por aquella pesada puerta de metal susurrando un "Perdóname Sakura".

Y las semanas siguieron pasando, Sasuke iba todas las noches y se despedía con un lamento, a veces se quedaba a dormir con ella, la abrazaba por la cintura hasta que se calmara. Ella casi ni fuerzas tenía para continuar, pero un día, luego semanas "violándola"-ya que ella disfrutaba en contra de su voluntad-, el pelinegro se acercó hasta ella dejándole ropa, ya que andaba cubierta por una manta.

-Cámbiate Sakura. Konoha ya descubrió donde te encuentras.- la mirada perdida de la pelirosa se ilumino.

-¿Me dejarás ir?- su voz ronca salió apenas en un susurro.

-En unas horas estarán aquí.- dijo mientras se acercaba hasta ella y depositaba un beso en su mejilla, lo que hizo que un escalofrío le recorriera la espalda a ella. Se acercó hasta su oído y le susurró.- Nos volveremos a ver Sa-ku-ra.-


Capítulo 1: El tiempo.

Caminó a paso lento, no había dormido en toda la noche debido al pesado trabajo que tenía. Sabía de antemano, que ser Hokage era un puesto duro y ardúo. Pero había conseguido su sueño. Aunque había aceptado porque no había más postulantes, Tsunade había muerto en la invasión contra Pain, estuvo en coma por un par de semanas y luego partió hacia el más allá. Cuando le ofrecieron ser Hokage, se había negado porque no se consideraba "apto" para el puesto al no haber podido sacar de la oscuridad a su amigo.

Quiso reír ante aquello, luego de lo que le había hecho a su querida amiga, era obvio que lo habían perdido. Y esta vez, para siempre. No había perdón, ni piedad. Su mirada se volvió opaca mientras revisaba unos archivos. Danzou había muerto, por lo tanto ahora se encontraba revisando expedientes, entre otras cosas, demasiado secretas. Sacó con sumo cuidado una carpeta, comenzó a leer y ensanchó los ojos. El nombre de ese documento era:

"Uchiha Itachi"


Era una cálida mañana, en una casa bastante amplia, despertaba una pelirosa. Con mucha pereza se levantó de la cama y abrió las cortinas de su habitación para luego entrar al baño y tomar una ducha.

Cuando salió se apresuró a cambiarse, se colocó una calza (malla o como la llamen) que le llegaba hasta por encima de la rodilla de color negra, una falda roja oscura algo corta, una musculosa de red ajustada al cuerpo que le llegaba arriba del ombligo, un pequeño chaleco de igual color que la falda, que le llegaba a la mísma altura que la musculosa y unas sandalias ninja. Se hizo una coleta dejando unos mechones rebeldes y salió de su habitación.

Comenzó a preparar el desayuno ya escuchando como sonaban los despertadores de su casa. Hoy era un gran día, su hija Hikari se había recibido de Genin y le presentarían a su sensei, apostaba a que ni siquiera se imaginaba quien iba a ser su mentor. Le esperaba un largo camino de entrenamiento y misiones a su pequeña.

Suspiro recordando su gran entrenamiento, a pesar de estar de 4 meses de embarazo, se había esforzado mucho, porque sabían que se acercaba una guerra y ella deseaba proteger a sus hijos. Entrenó con Kurenai, Anko y aprendió el Chidori.

Con Kurenai aprendió jutsus como Ikebana en Imeeji Surui que consiste en dispersarse en miles de pétalos, que rodean el lugar. Una vez los pétalos cubren el cuerpo del oponente, hace que sienta dificultad para respirar y mover sus músculos. El enemigo, totalmente vulnerable, entra rápidamente en estado crítico y muere por problemas anatómicos. Y Kanashibari no Jutsu, que es una técnica de parálisis. Es un Gejutsu el cual consiste en paralizar al enemigo afectando mentalmente la parte del cerebro encargada del funcionamiento de los músculos motores. Con Anko aprendió el Jutsu Katon. Fue algo muy complicado ya que por el embarazo su chakra salía irregular.

Ella aún seguía entrenando, esforzándose para que sus pequeños no corran peligro, pero le iba a hacer imposible, ambos habían tomado el camino de ser ninja.

La sacaron de sus pensamientos unos gritos, suspiró derrotada al saber que su mañana no sería tranquila. Vio como entraba Hikari, su pequeña de 11 años. Tenía el lacio, aunque el flequillo era algo alborotado y lo llevaba a un lado, su pelo negro azulado que le llegaba a media espalda, la piel blanca y las facciones de Sasuke. Pero con respecto al carácter y al color de ojos, eran iguales que al de ella. Traía puesto un Kimono de color rosa con toques en rojo y, le llegaba 6 dedos por encima de la rodilla, las mangas eran largas, el obi era negro y debajo de este traía una calza negra hasta las rodillas.

-¡Oka-san!- gritó en tono de berrinche la pelinegra para luego colocar sus manos en la cintura.- ¡Sanosuke dice que soy débil y que me tocará un sensei mediocre porque soy mediocre!- de sus ojos se asomaban pequeñas lágrimas. Era muy vulnerable ante las palabras de su hermano.

-Solo dije la verdad.- entró con voz calmada el pelinegro con su porte tranquilo e indiferente sentándose en una de las sillas.- Buenos días Oka-san.- saludo respetuosamente.

Ese era su otro hijo, Sanosuke, el mayor de los dos, eran mellizos. Él era la copia de Sasuke, su carácter, su cuerpo y facciones, eran iguales a las de su padre aunque su cabello no era rebelde sino lacio. A veces esas semejanzas le causaban cierto dolor al verlo, le recordaba mucho a él. Aunque últimamente, debido a los entrenamientos y misiones que tenía, debajo de sus orbes se asomaban pequeñas ojeras, y sobre todo, comenzaba a dejarse el cabello largo, ahora lo tenía atado a una coleta baja. Haciéndole recordar al tío de éste. Uchiha Itachi.

-Sano-chan, discúlpate con tu hermana en este momento- dijo con vos autoritaria sirviéndole café a su hijo y leche a su pequeña.

Sanosuke chasqueo la lengua y observó a su hermana que le hacía pucherito poniendo ojitos de perro mojado y haciendo temblar su labio. Frunció el ceño y bufó con evidente molestia

-Lo siento.-

Hikari sonrió al igual que Sakura, la pelinegra por su logro y su madre porque a diferencia de Sasuke, él si dejaba su orgullo de lado para disculparse con su hermana o con ella. Pero obviamente, nunca con otras personas.

-Tks. Molestas.- masculló por lo bajo y ya acabado su desayuno se levantó y se dirigió a su habitación.

-Es un amargado, no sé como puede ser mi hermano Oka-san.- frunció el ceño mientras terminaba su arroz.

Sakura sonrío, ambos eran muy diferentes y usualmente peleaban por cualquier bobería. El pelinegro casi siempre llamaba a su hermana molestia o niñita débil. Y esas simples palabras, la afectaban mucho y terminaba llorando.

-Sano-chan tiene el mismo carácter y vocabulario que tu padre Hikari-chan.- comentó suavemente.

Los ojos jade de la pequeña se iluminaron, su madre jamás hablaba de su padre. Las veces que había contado cosas sobre él, fue cuando tenía ocho años, los compañeros de academia eran crueles, y se burlaban de ella porque no tenía padre, y siempre llegaba llorando a la casa. Entonces un día cuando llegó, otra vez con lágrimas en los ojos, su madre que se encontraba cocinando le dijo:

-Tu padre se llama Sasuke, es un ninja muy poderoso que desciende de un clan casi extinto, tiene un carácter frío y es de pocas palabras. Él… Y él los quiere mucho.-

Hikari sonrío, se levantó, saludó a su madre y partió hacia la academia. La pelirosa bebió un poco de jugo y lavo los trastes. Suspiró, tomo su porta kunai colocándoselo en la cintura, se puso el chaleco Jonin y partió ella también ya que hoy le asignaban a su primer equipo de Gennin.

Sanosuke desde la ventana de su habitación observo como su madre se marchaba y lo saludaba a lo cual el simplemente sonrío de medio lado. Había escuchado la conversación entre su hermana y ella. Apretó los dientes con furia y frunció el ceño, él odiaba a su padre. Hikari siempre deseaba saber sobre él, a cada rato preguntando por él. El pelinegro solamente una vez preguntó por su padre, fue cuando tenía 6 años, su madre le dijo lo mismo que a Hikari, había quedado inconforme pero al fin y al cabo, feliz. Pero ese cariño que sentía por su padre se fue por el caño cuando en la noche, oyó como su madre lloraba desconsoladamente.

Nunca más volvió a preguntar ni nada que lo involucrara. A su madre le dolía, y él odiaba verla llorar y hacía todo lo posible para que este orgullosa de él, para que no pensara en Sasuke. Aunque dudaba que no lo hiciera, ya que a veces la pelirosa se le quedaba viendo de manera triste.

-Hn-

Se colocó su banda en el cuello, mañana eran las pruebas ANBU y él iba a presentarse. Era Jonin desde hacía un año, se lo consideraba el ninja más poderoso de su generación. Pero era gracias a su Kekkei Gengkai, el famoso Sharingan. Lo había despertado a los 5 años cuando un Chunin "sin querer" había errado y un par de kunais se dirigían a su hermana. Él corrió hacia ella y rápidamente los agarró con sus manos. Su madre le explicó, que al ver a un querido en peligro hizo que su Sharingan despertara. Y desde ese momento, entrenó y entrenó.

Para defender a su familia.

Y para ello, tuvo que indagar en la historia para saber de dónde provenía su poderoso Sharingan y cómo funcionaba. De ahí se enteró que era del Clan Uchiha, el Clan más poderoso y extinto, casi extinto, mejor dicho. Aprendió su historia y sus técnicas. Todo a escondidas de su madre, claro. Ya que ésta, por algún extraño motivo, quería que su Kekkei Gengkai permaneciera oculto de los habitantes de la Aldea.

Cerró sus ojos con molestia. Los habitantes de la aldea –la mayoría- los odiaban, a su madre, a su hermana y a él. Recordaba que en su infancia cuando tenía alrededor de siete años, unos chicos algo mayores que él, habían llamado a su madre "traidora bastarda" y "prostituta traidora". Sonrió con arrogancia al recordar el terror que sintieron cuando se abalanzó hacia ellos causándoles múltiples fracturas.

Observó la fotografía que se encontraba en su mesita de noche que mostraba a su figura a seguir. Lo que nadie se esperaba, es que él, había desarrollado un fanatismo hacia Itachi, su tío. No era estúpido, el antiguo compañero de su madre era un Uchiha y se llamaba Sasuke. Idiota no era. Soltó una blasfemia, su padre era un traidor ya que estaba en el libro Bingo. Y al poseer una inteligencia y madurez mayor que los chicos de su edad, no se quería ni imaginar cómo ni en qué situación fueron concebidos él y su hermana.

Él no era ignorante.

Su padre pagaría. Cada una de las lágrimas de su madre derramadas por él, por su sufrimiento, por la baja autoestima que tenía Hikari cuando era pequeña, por la falta de la figura paterna, por el odio y miedo que le tenían las personas. Abrió sus ojos mientras el Megenkyo Sharingan giraba con furia y una sonrisa macabra se asomaba en sus labios.

Él mismo lo mataría…


¿Qué les pareció? :3