Lazos
Nota: Este fic vera de una manera más cercana la amistad de Claudia y Alessa justo cuando ella después reencarna en Heather. Pensé que sería interesante porque ellas fueron muy unidas en la infancia (incluso hasta considerarse hermanas) solo se tenían la una a la otra y por cosas del destino en Silent Hill 3 deben enfrentarse…quería centrarme en como tomarían este conflicto después de haber sido tan amigas. Además tratara de ver como Heather va recuperando sus recuerdos como Alessa paulatinamente.
Otro punto que debo aclarar es la referencia al dios del culto como una mujer…Creo que lo saben pero lo aclararé igual xD, en Silent Hill 3 se refieren a dios como "God" hasta ahí no hay problema, pero cuando hablan de este dios y en las pinturas de la iglesia se refieren a ese ser como "She" y cuando usan un pronombre personal en función de objeto le dicen "Her" y claramente la representación en las pinturas es una mujer pelirroja, así que por eso quise mantener esa esencia dejando dios como diosa y cuando se trate de adjetivos serán en su forma femenina. Bueno ojalá les guste n_n!
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Capitulo 1
La angustia de Heather se agigantaba cada vez más al igual que el extraño e inusual aspecto que absorbía el centro comercial. Todo estaba desierto, parecía que cada persona había sido tragada por la tierra o como si se evaporaron junto con el aire, siendo reemplazados por criaturas que sólo una mente inestable y delirante podría dar a luz.
Sin embargo, mientras la joven avanzaba por aquel corredor de aspecto frío, sintió algo de esperanza al ver otro ser humano esperando al final del pasillo. Era una mujer de cabellos rubios platinados, permanecía de pie con una notable actitud rígida, su expresión no se inmutaba ni siquiera a la presencia de la joven, eso era algo aún más extraño, considerando la existencia de esos monstruos rondando el lugar. Heather esperaba verla tan desconcertada como ella lo estaba, en cambio sólo veía su pálido e inalterable rostro resaltado aún más con sus oscuras vestimentas.
A pesar de la estática estatua que aparentaba ser esta mujer, la joven no dudo en preguntarle que estaba sucediendo y sobre todo acerca de aquellos monstruos, lo único que recibió por respuesta fueron palabras que parecían acertijos religiosos: "Han venido a presenciar el principio, el renacimiento del paraíso, destruido por el género humano.". Frases que aparentemente no tenían relación con lo que sucedía, pero realmente lo explicaban todo y aún así la propia ingenuidad de la joven la cegaba. Aquellas extrañas oraciones provenientes de aquella misteriosa mujer seguían… y parecían no tener fin, para Heather ya eran como un laberinto y sólo desencadenaron un abrumador dolor de cabeza que incluso la hizo perder su postura.
La mujer de platinada cabellera había desaparecido de la vista nublada por el dolor de Heather. Un extraño sentimiento se apoderaba de la joven, por un momento muy profundamente en su ser, un vago sentimiento casi ajeno viajó por su mente, como si alguien más estuviera residiendo en su cabeza, esa "presencia" se cuestionó con extrañeza.
"¿Eres realmente tú…Claudia? Has cambiado…pero siento que…Siento que hay algo más…algo mal en ti" Su pensamiento le decía que ese dolor tan repentino y esa "pregunta" fueron a causa del encuentro con la mujer envuelta en ropajes oscuros. No era la primera vez que experimentaba esa sensación de ser alguien más, los espejos le mostraban una imagen que también se sentía ajena a su persona, como si esa reflexión era una impostora de su verdadero yo, ciertas visiones se posaban en su cabeza, mostrándole una vida que parecía un sueño que había vivido antes.
Volviendo en sí, Heather sólo ignoró aquel extraño paraje que su mente le había jugado y en cambio, el deseo de salir de ese sitio, tomó lugar. Se dirigió a un ascensor, el cual era el único que parecía funcionar y aparentemente, ser la única salida. Sus pasos sólo eran controlados por una fuerza que la atraía como un imán, el elevador comenzó a descender a una velocidad que no era propia de estas máquinas, parecía no detenerse hasta que inesperadamente las puertas que se abrían mostraban un lugar oscuro, nuevamente como una marioneta avanzó hacia este desconocido espacio.
Bruscamente unas pesadas rejas se cerraron a sus espaldas y la pesadilla emergía ante sus ojos. Rejas oxidadas y bañadas en sangre, aquella celda disfrazada de elevador sólo bajaba, unas criaturas de movimientos errantes y sin rostro, le mostraban finalmente aquel macabro espectáculo que quería olvidar con desesperación pero inevitablemente yacía en su subconsciente, ahora su mundo de sufrimiento y pesadilla comenzaba a despertar con lentitud de aquel sueño de felicidad que la joven al fin había encontrado con su padre en estos últimos 17 años. Desafortunadamente la chica ignoraba en su ser consciente lo que ocurría muy dentro de sí misma, convenciéndose de que todo era sólo un sueño. El elevador estaba descendiendo, su cuerpo y equilibrio imitaron a la máquina, debido a que la confusión no la dejaba mantenerse en pie. Su cerebro parecía realizar lo mismo, miles de conjeturas erosionaban su razón lógica, quería desesperadamente encontrar una explicación a todo esto, pensó en las actividades que había realizado el día de hoy, ¿acaso había hecho algo y eso la había dirigido a esta extraña situación? La palabra extraña se encogía al tratar de describir la verdadera proporción de lo que ocurría. El elevador seguía su decadente movimiento, parecía que en cualquier momento sus estructuras se desplomarían sobre ella y el ruido oxidado no la ayudaba a calmarse de ninguna manera. Un objeto de metal se ubicaba en el piso, lo tomó y cerró sus ojos, fuertemente dejó que su temperamento tomara el control de su mano, la cual arrojó con violencia esa pieza metálica que impactó en las moribundas rejas del elevador. Era evidente que toda su vida había sido gobernada por su ígneo temperamento. Algo de alivio sintió al enfocar su ira en aquel reciente movimiento, el molestoso ruido de las partes oxidadas cesaron, la maquina se había detenido, las rejas se elevaban dándole el paso libre para salir de allí.
No lo pensó dos veces y rápidamente sus pasos la sacaron de la claustrofóbica máquina, sin embargo la esperanza de ver el sitio luciendo sus normales paredes y lleno de gente se desvaneció. La decadencia corroía los muros aplastando todo sentimiento de plenitud que la chica pudiera tener.
-¡¿Qué demonios está pasando? ¡¿Qué hice para terminar en este lugar?
Sus palabras eran puras declaraciones de caos e ingenuidad, si tan solo supiera que ella tenía que ver con esto más de lo que se imaginaba.
Al caminar se encontró por varios corredores, no sabía hacia donde avanzar, se sintió extraña en la intemperie de los pasillos hasta que se dio cuenta que a su lado había una puerta y decidió entrar.
Un símbolo de extrañas características estaba dibujado en aquel pequeño cuarto, lo inspeccionó, observándolo con curiosidad, sus ojos viajaban por los detalles circulares del rojo dibujo, mientras más lo miraba, unas extrañas imágenes se mostraron ante su mente, viajando como ráfagas gráficas. Muchas de ellas eran nuevas pero se sentían tan familiares, dentro de esos recuerdos apareció la cara de la mujer vestida de negro que vio antes, pero la vio cuando ésta era una niña y sus celestes ojos se cerraban un poco para dirigirle una infantil sonrisa.
Heather inhaló de sorpresa, nunca había experimentado tal nitidez en esas visiones. El rostro de la niña que había visto era sin duda el de esa mujer en el pasillo, pero ¿por qué no la había visto antes? ¿Por qué ahora? ¿Acaso todo esto estaba planeado para que sucediera tal cual?
Movió su cabeza de un lado a otro como queriendo sacar todas las cosas que estaba viviendo, las visiones, los recuerdos, esa extraña voz dentro de su mente…eran demasiadas emociones en un día.
Su corazón se empezó a acelerar por la inestabilidad del momento y su cerebro volvía a repasar aquellos bizarros recuerdos.
-No lo sé… ¿Porqué sentí esa exagerada esperanza al ver a esa mujer?, sé que quería ver si había otra persona con vida aparte de esos monstruos, pero esto fue muy distinto...era como sí me reencontrara con alguien a quién no veía hace mucho tiempo, quizás hasta sentí… ¿A-alegría? – no quiso analizar mucho la última palabra, prefirió escaparse ante tan confuso puzzle.
La incredulidad causada por el paisaje que carcomía la habitación, la sangre, el óxido y las paredes demacradas provocaron en el centro de su pecho una extraña sensación de haber estado atrapada en este lugar durante mucho tiempo.
"Fueron siete años"…esa voz interna volvía a surgir, liberando una batalla con su dualidad desconocida y olvidada, una voz que pertenecía a su verdadero ser, Alessa Gillespie, quien era enteramente ignorada por Heather.
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Los pies descalzos de la sacerdotisa avanzaban calmadamente por el desolado centro comercial, su rostro estaba quieto, pero su alma se enredaba al saber que su querida amiga, a la que consideró su hermana, no la recordaba, hasta mostró indiferencia al escuchar su nombre. Por un momento pensó que Alessa ni siquiera sería capaz de recordar en un futuro.
Su caminar se detuvo súbitamente.
"No, no puedo permitir que simples pensamientos ahuyenten la salvación que tanto necesitamos" Comentaba en su mente, mientras recobraba la fuerza de su esperanza, Claudia tenía su ser encandilado por la fe, este momento era crucial y no dejaría que la debilidad que tuvo alguna vez cuando pequeña, la devorase ahora. Había permitido por mucho tiempo que eso pasara, especialmente en frente de su padre, ahora le demostraría a él y a su querida hermana que la salvación para toda la humanidad estaba cerca, ella lo hacía por ellos, por el mundo, le enseñaría a su padre que su diosa era misericordiosa y permitiría al género humano ser perdonado por sus pecados, al fin todos disfrutarían del paraíso eternamente y no sólo los elegidos. Le entregaría finalmente, a su querida amiga el alivio, el bienestar, la paz, la felicidad que nunca tuvo.
La sacerdotisa estaba pensando fríamente ahora. La madre de dios necesitaba más tiempo para que despertara…era lógico, le costaría trabajo recordarlo todo con precisión. Sabía que era cruel la forma de despertarla, pero debía hacerlo por ella, por toda la humanidad. Ahora se encaminaba hacía el próximo paso de crueldad para traerla de vuelta: quitarle la vida al querido padre adoptivo de su santa Alessa.
