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Capítulo I : Piros Vs Helios
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Abrió los ojos, otra vez ...
Una vez más volvía a tener ese sueño, todo su cuerpo gritaba de dolor, no podía entenderlo, desde pequeña le perseguía ese sueño, ese terrible ... y a la vez enigmático sueño. Miró a su alrededor, todo era tan cálido, la belleza estaba presente en cada lujoso objeto que la rodeaba ... sin embargo, un oscuro frío inundaba su corazón ... esa soledad que le habia acompañado desde pequeña, sin unos padres que la protegieran, se había acostumbrado a vivir siendo dueña de cada paso que daba, de cada sentimiento de cariño que rara vez logró tener .
Mil y una veces se lo habían explicado en su infancia, sus padres estaban ... muertos, ellos eran los causantes de la guerra que surcaba por cada recoveco del este mundo, su mundo. Ellos habían terminado con la poca paz que reinaba en Ecúmene, la tierra conocida.
Se levantó de la cama y se dirigió hacia el alto espejo que reflejaba toda su figura, todos decían que nadie más podría representar mejor a la pureza, belleza, inocencia y a la vez sensualidad y astucia. Podía ver ante sí a una muchacha que empezaba a convertirse en mujer, apenas cumplidos los 20 años, con piel canela, un castaño cabello que le recorría hasta su cintura y unos ojos color miel, esos ojos que a tantas personas había cautivado, mas para ella eran el reflejo de su alma, por eso tenía miedo a tenerlos demasiado abiertos hacia los demás, no le gustaba que la juzgaran. Con esos ojos llenos de incertidumbre le preguntó al reflejo ... ¿quién eres?
- Selene, ese es tú nombre - le respondió el reflejo.
Aunque era una buena técnica para conocerse a sí misma, se alejó del espejo. Necesitaba aire puro, por ello salió a la terraza; sus ojos se llenaron de satisfacción al ver que empezaba a amanecer tras los valles lejanos, todo ante ella era vida, miles de distintas especies de vegetación se repartían por todo el país que alcanzaba a ver, flores, mariposas jugueteando con sus pétalos, centenares de árboles y lagos se extendían como si quisieran inundar todo con su esplendor. Era tan maravillosa su tierra, Helios, una de las dos partes en las que se había dividido Ecúmene tras la guerra, sabios e instructores le habían enseñado su pasado desde el principio . Cerró los ojos y empezó a recordar ...
--------------------------------------------------------Regreso al pasado-----------------------------------------------------------
- Te preguntarás Selene porqué estás aquí, la razón por la que eres una persona tan importante para todos nosotros y el por qué de la separación de Ecúmene en dos mundos – mientras explicaba, Atros, el jefe del clan de los sabios , no podía dejar escapar una sonrisa al ver la atónita mirada de una niña de 8 años delante suya – En la creación del ser humano, sólo un hombre y una mujer habitaban la tierra, Aron y Nora. Dotados con fuerza y el poder del fuego para él ; y con sabiduría y el poder del hielo para ella.
- ¡Anda, si digo Nora al revés sale Aron! – se dio cuenta Selene.
- Muy bien Selenita, veo que mantienes la inteligencia de tu madre, Aron y Nora eran complementarios, lo que no tenía uno lo tenia otro, por eso el motivo de sus nombres.
- Bueno, por donde íbamos ... um, ya sé. Por meros instintos aprendieron a sobrevivir, convivieron entre ellos ayudándose, se dedicaron a aprender uno del otro. Para ellos todo era nuevo, pero mucho más el conocer a otro humano tan parecido y a la vez tan distinto de ellos mismos. Más el tiempo hizo mella en sus corazones y el orgullo y el deseo de poder dominar todo ganó la batalla de su amistad, pues no dejaron lugar al amor. Sin embargo, antes de arrasar con todo engendraron dos progenitores, los cuales bajo la ira de sus padres siguieron la cadena de la vida y crearon decenas de descendientes ... todo era perfecto, hasta que Nora y Aron decidieron acabar con su unión.
Nora convenció a todas las mujeres para defenderla y unirse a su propio bando para poder destruir el que Aron llevaba tiempo construyendo, con todos los hombres que habitaban Ecúmene. Una vez conseguida la separación se declaró la guerra, y durante un largo año derramaron sangre por una causa perdida ... Todo terminó con el acuerdo de que ningún hombre o mujer sobrepasaría los límites de su respectivo bando. De esta forma se crearon las dos partes, Piros y Helios , tú mundo, en el que sólo mujeres habitan y desde pequeñas son instruidas mediante sacerdotisas para desarrollar el poder del hielo, poder que si no me equivoco tú dominas a la perfección a pesar de tu corta edad - Selene empezó a sonrojarse - es normal procediendo de tan míticos padres, expertos en el arte de la guerra. Y el mundo contra el que estáis enfrentadas desde que todo empezó, Piros, sólo hombres con su poder del fuego habitan en él...
- Pero Atros¿qué ocurrió con mis padres? Sigo sin entender ... – preguntó Selene .
- No dejes que la impaciencia te gane. Quería dejar para el final lo que más te interesa.
Tus padres no sé si por casualidad o como algo inevitable se perdieron en el bosque Páramos, en una de sus misiones de espías, todos les dieron por muertos con el paso del tiempo, desconociendo que habían quedado atrapados en aquel lugar ... El tiempo hizo que se encontraran, más antes de matarse como sus respectivas leyes les obligaban, decidieron ser audaces y conocer al enemigo, lo que no sabían es que terminarían dejándose llevar por sus instintos, de esa forma fue como te tuvieron a ti.
- Me hubiese gustado conocerles...
- Quizás eso no hubiese sido lo adecuado ... continuaré con la historia.
Con el tiempo, sin esperarlo un día hallaron la salida de aquel bosque y en vez de seguir una vida juntos, decidieron llevarla por separado para algún día cuando se arreglara todo, volver a estar juntos. Así, tu madre marchó contigo pues una niña sólo obtendría la muerte en Piros con tu padre . Ilusos no sabían que fue la peor decisión de sus vidas, pues no se necesitó mas de un mes para que sacerdotisas y sacerdotes llenaran de odio los respectivos corazones de tus padres, así con ellos como marionetas, estalló de nuevo la guerra que finalizó con la muerte de tus padres ...
- ¿Cómo murieron papá y mamá? Por favor, dígamelo – se interesó entre lágrimas Selene.
- No es fácil para mi decírtelo, pero has de saber la verdad. Ellos dos se asesinaron el uno al otro, descargaron todo su odio mediante un ataque explosivo con sus respectivos poderes que arrasó con las colinas de Ealamar, lugar al cual te llevaré algún día, cuando estés preparada, para que puedas ver con tus propios ojos lo que es la destrucción.
- ...aunque no quiera hablar más de mi pasado, sólo deseo saber dos cosas más – dijo Selene .
- Pregunta lo que quieras pequeña .
- Lo primero es ... si sólo mujeres u hombres habitan cada bando¿ por qué nuestros sirvientes son hombres ?.
- Bueno, bueno, ese un motivo más por el que se ansía venganza entre sendos bandos, en Helios los esclavos son hombres, no poseen ningún derecho ni libertad, representan lo que le ocurriría a alguien de Piros si llegara a los territorios de Helios. Más no pienses que tu país es cruel, en Piros por supuesto que también hay esclavas, por el mismo motivo.
- Vaya, eso no me gusta, no se debe tratar mal a nadie por su procedencia... – resaltó Selene.
- Cuando seas mayor entenderás que la esclavitud quizás sea necesaria para procurar la guerra, pero puede estar de tu mano cambiarlo o no.
- Mmmm, ay! Tenía otra pregunta ... ¿Por qué soy importante en toda esta historia¿Por qué se me ha dado un trato especial desde que nací y vivo en este palacio, mientras que muchas mujeres viven abajo, en el valle?.
- Verás, sé que esto quizás te impresione, pero ... tú eres la elegida, la que será representante de Helios para cuando vuelva a declararse la guerra, que intuyo, será pronto. Tú posees unos dones extraordinarios en el arte de la guerra, como tus padres. Tienes el poder del hielo de tu madre y sus virtudes de belleza, inteligencia y bondad. Así pues serás la encargada de ... matar al elegido de Piros .
- ¿Por qué yo?.
- Porque a Ores, ese es su nombre, lo han educado para acabar contigo, has de saber que lo único que puede matar a una mujer de hielo es un hombre de fuego, por eso somos medio-inmortales, podemos vivir hasta los 500 años, no obstante sólo el bando contrario es capaz de volvernos mortales y acabar con nuestra vida mediante su respectivo poder.
- ¿ No se pueden ... – le costaba pronunciar tan cruel palabra, sólo mencionarla le producía escalofríos - "matar" mujeres y hombres entre si ?
- No, sólo de una forma eso sería posible, más eso has de descubrirlo por ti misma, pequeñita.
Si Ores y tú sobrevivís supondrá un fin al que todos tememos; y no hemos luchado tanto tiempo por mantener Helios y Piros separados para que alguno de los dos acabe con nuestra guerra – una lágrima consiguió escaparse de los ojos de Atros, a pesar de la furia que habia reflejado su rostro mientras hablaba.
- No te preocupes , no dejaré que eso ocurra. Lo haré por todos y por ti, no quiero que llores más Atritos – sabía que esa forma de llamarlo hacía reír a Atros. Selene no sabía por qué había hecho esa promesa, pero si sabía que la cumpliría, pues Atros había sido la única persona más parecida a lo que pudo ser un padre para ella y le llenaba de satisfacción ser consciente de que podía evitar mas sufrimiento en su corazón , no lo permitiría.
Así Atros marchó a su lugar, Mídale, templo flotante que se encontraba entre los dos países, donde sabios como él se mantenían imparciales y se dedicaban a ayudar a ambos bandos ... para asegurar la guerra. Más Atros guardaba con una sonrisa en final de esta historia, pues el sabía como terminaría todo ...
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El corazón de Selene empezó a latir con fuerza, años atrás temblaba con sólo imaginarse lo que sería tener que enfrentarse a Ores, pero el tiempo le había enseñado a ser fuerte. Quizás alguna vez tuvo miedo a matar, pero si él era el arma que amenazaba con el fin de su país ... le destruiría.
Era un día especial, pues saldría de ese lujoso palacio, que para ella no era más que una cárcel, para acudir a la academia de entrenamiento intensivo situado en Mídales. Lucharía por esforzarse al máximo y ser la mejor guerrera, pues deseaba poder declarar ya la guerra y acabar por fin con todo, quería acabar con la agonía que habitaba su corazón.
Lo que ella no sabía es que aquel lugar sería el camino hacia su perdición.
Vestida con sus mejores galas montó en Erios, su pegaso, el cual había sido su mascota desde pequeña y fiel compañero. Ignorando el enfado de las sacerdotisas que deseaban que Selene se dirigiese en el carruaje con sus guardianes para asegurar su protección. El viaje hacia el templo Mídale fue realmente corto para ella pues disfrutaba volando a lomos de su veloz Erios, respirando la fresca brisa que le recorría, se sentía libre.
Una vez allí, con una amplia sonrisa le esperaba en la puerta Atros, le había echado de menos en todos esos años transcurridos, ya que apenas se habían visto más que en fugaces visitas de Atros en las que éste le enseñaba más cosas de su pasado.
- Selene, tan bella como siempre, nunca borres esa sonrisa de tu rostro, por favor.
- Por favor Atros, no es para tanto – le dijo Selene sacándole la lengua, sin evitar sonrojarse.
Selene corrió a abrazar a Atros, quien le correspondió, ni él mismo podía negar que ella también había sido como una hija para él.
-Ejem, ejem – carraspeó Rottres haciendo que se separasen.
-Ahh, hola Rottres¿todo bien? – saludó Selene con sarcasmo. Nunca había congeniado con él, su intuición siempre le había asegurado que no era alguien de fiar, poco le importaba que fuera la mano derecha de Atros, ella sabía que por sus ojos sólo había superficialidad y que siempre se había decantado por defender Piros, aún sabiendo que como sabio debía ser imparcial.
- Esperemos que tu fama de dominio del hielo sea cierta, no creas que con dos truquitos de magia podrás superar las pruebas de valor y fuerza que aquí te esperan Selene, veremos si no eres más que habladurías – dijo Rottres entre risas.
Antes de que Selene dijera algo de lo que se pudiese arrepentir, pues estaba prohibido faltar siquiera al respeto a una persona con tanto poder, un sabio como Rottres, Atros intervino :
- Seremos testigos de lo que Selene es capaz, no hay que dudar de sus capacidades Rottres – dijo Atros mientras guiñaba con un ojo a Selene – bueno, no perdamos más tiempo, adelante Selene, seas bienvenida a Mídale.
Selene se preguntó mientras avanzaba hacia la puerta si estaría en el cielo, era consciente de que así no era, pero el templo Mídales era tan ... no sabía describirlo, situado en lo más alto flotando entre nubes, siempre le cautivó el no saber como un terreno tan grande podía flotar así en el aire, como si desafiara a la gravedad. Se colocó delante de la antigua puerta dorada del templo y se dispuso a entrar.
- Allá vamos Selene – dijo para sus adentros.
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Ores respiró fuerte, no sería fácil la misión que le habían encomendado, pero era una gran estrategia para ganar la batalla. Tendría que ir a Mídales, allí conocería a la "famosita y súper poderosa" Selene, bah, tonterías, mucha fachada le parecía a él . Disfrutaba imaginándose como sería estar esos dos meses junto a ella, haciéndose pasar por uno de tantos monjes que se dedicaban a instruir a hombres y mujeres, por separado por supuesto, para prepararlos para la guerra. Sería un dulce entretenimiento conseguir que Selene depositara toda su confianza sobre él sin saber que él mismo sería quien la mataría en su debido momento. Tendría que ser amable y hacerse su mejor amigo para poder conocer sus debilidades y utilizarlas en su contra ... Cómo le iba a costar, si cada segundo disfrutaba imaginándose mil formas de asesinarla ... estando dormida en su cama, llevándosela a un lugar apartado y arrojarla a los abismos. Se rió, le encantaba con sólo pensarlo, pero volvió a la realidad y borró la sonrisa que había aparecido en su rostro, le habían prohibido terminalmente matarla antes de la guerra, así que debía ser paciente.
- ¡Maldita sea! – exclamó Ores – no sé si podré aguantarme.
Y así, llegó a Mídales montado en Leis, su dragón negro, lo adoraba, además de veloz sólo a él obedecía y era muy eficaz a la hora de eliminar enemigos. Nadie había osado a impedirle a Ores llevarse a su pequeñito, había ordenado que se le diera un hogar y cuidado en Mídales mientras él realizaba su misión.
Una vez en su cuarto dentro del santuario de monjes, se metió dentro de la enorme toga que debía llevar como instructor, no le gustaba ocultarse bajo tantas telas, siempre había sido envidiado por sus penetrantes ojos azules y pelo azabache acompañado de un buen físico, pero ahora eso no importaba. Estaba impaciente por empezar a disfrutar de su propio espectáculo. Adelante Ores, vamos a conocer a tu próxima presa, Selene.
