hola gente xD se me ocurrio algo muy loco hoy y quise darle una oportunida... ojala sea una buena historia.
les cuento de que se trata para que no se asusten cuando lean al ver el giro de las cosas xD
Pansy nunca fue a Hogwarts, es más vive en Francia y Draco ahora está con Astoria Greengrass (su esposa oficial para J.K) Pansy y Draco nunca se han visto en sus vidas, aunque sus padres sí son amigos desde el colegio (Hogwarts) pero como pansy se fue de Londres desde niña, nunca tuvo la oportunidad de conocer a Draco. Bueno, espero les guste. Este capitulo es como una introduccion... xfa dejen reviews para ver si sigo! pa ver si la idea es buena xD...
Draco Malfoy, el chico que todas hemos aprendido a amar, por su frialdad, por su gris mirada, por su musculoso cuerpo, por su hermoso rostro, por su piel pálida como la nieve, por sus cabellos rubios… por ser el chico malo… por ser rico tal vez.
Cualquier chica podría caer rendida a sus pies, los pies que calzan siempre zapatos de marca, zapatos caros. Astoria Greengrass no era la excepción, y como las demás chicas estaba "templada del rubio".
Todas lo deseaban, pero solo ella lo tenía; todas lo querían, pero ya estaba tomado, ya tenía dueña o mejor dicho, Draco ya era el dueño de una mujer.
Astoria y Draco se conocieron en el colegio, ella iba a Ravenclaw, pero siendo la hermana de Daphne Greengrass quien estaba en Slytherin, se hizo "amiga" cariñosa del rubio y logró entrar en su frío corazón. Digamos que van saliendo un par de años y que están discutiendo un posible casamiento. Aún no se han comprometido, porque Astoria está aún terminando su último año en Hogwarts, y Draco aún se está recuperando de la última batalla entre Voldemort y Potter.
El rubio hace medio año que ya no está en el colegio y está trabajando en el Ministerio, junto con su padre Lucius, por obligación, claro está.
La familia Greengrass era de sangre limpia, como la familia de Draco y por eso había aceptado el noviazgo. Astoria quería comprometerse con Draco ni bien termine el colegio y Draco lo único que quería era no romper con la tradición familiar de casarse con una sangre pura. Él la encontraba simpática, de buen cuerpo… pero nada más… la veía como a un juguete, alguien con quien pasar el rato, alguien con quien no se podía discutir un tema interesante. No la amaba ni tenía las intenciones de hacerlo, ni siquiera la quería… era solo una persona más para él.
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-madre, he de irme pronto- la fría y elegante voz del rubio de ojos grises se escuchó en la habitación de su madre.
-hijo, ¿tan pronto?- le preguntó Narcisa, quien odiaba ver a su hijo tan joven partir.
-sí madre, debo estar en el ministerio de Francia en 8 horas y quiero encontrar un lugar en donde acomodarme y todo eso…ya sabes- respondió Draco, su mirada parecía estar perdida y eso la asustada a Narcisa. Luego de la guerra Draco parecía un ser sin alma, un cuerpo vacio, como si hubiera sido besado por los dementores.
-claro hijo, como tú ordenes- le dijo Narcisa. Luego de su esposo, Draco era el hombre de la casa.
-adiós madre- le dije Draco desde lejos, ni siquiera acercándose a ella para darle un abrazo amigable.
-¿no te despedirás de tu madre como se debe?- le preguntó Narcisa molesta y resentida por la conducta de su hijo. No es su culpa pensó ella.
-lo siento madre- se corrigió Draco y se acercó a ella para besarle la mano, pero Narcisa fue más rápida y lo encerró en un tierno abrazo, un abrazo que Draco no respondió.
-cuídate hijo, y escribe pronto- le gritó Narcisa, al verlo partir por la chimenea.
Viajar en tren era lo último que quería Draco, pero en el mundo mágico no hay aviones y Draco no tenía el humor para tomar uno muggle, así que se tuvo que resignar a pasar las siguientes cuatro horas sentado al costado de una señora que olía un poco mal.
Cuando por fin llegó a Paris, se alojó en la casa de un familiar, su tío Poltius, quién era el hermano mayor de su madre.
La razón por la que Draco estaba en Paris, era porque tenía que hacerle un favor a su padre, bueno era un mandamiento. Debía entregarle unos papeles muy importantes al ministro en persona. Su estadía sería de un par de días, máximo tres, dependiendo de la respuesta del ministro.
Pansy despertó de un largo sueño, estirándose para botar la flojera. Un día más de vida pensó. Miró por la ventana de su mansión (bueno, la mansión de sus padres) y pudo observar el sol recién saliendo en todo su esplendor: debía ir a trabajar.
Pansy trabajaba (para su disgusto) como la secretaria principal del ministro francés. Este era un amigo muy cercano a sus padres y les prometió darle una oportunidad a la joven Parkinson quien recién tenía medio año de haber salido del colegio de Hechicería Beauxtons.
Ella había pasado 7 años de su vida en Francia. Nativa de Londres, tuvo que aprender prácticamente a la fuerza y en tiempo record el francés, porque a su padre le habían cambiado de puesto y debía trasladarse a París. Nunca llegó a estudiar en Hogwarts, como ella hubiese querido, pero no se quejaba de estar rodeada de franceses muy lindos. Además el instituto Beauxtons era muy bueno y salió hecha una señorita muy inteligente, que dominaba sobretodo el arte de las Pociones.
Su trabajo en el Ministerio no era el empleo soñado para ella, pero la mantenía activa porque ella odiaba tener que quedarse en su casa y ser inútil, como su madre, quien solo se preocupaba por tomar el té en la tarde y por tener la casa arreglada. Ese no era el destino de Pansy y ella lo sabía perfectamente. Ella quería tener su propia tienda de pociones, en la que venderían pociones originales (hechas por sí misma) y todo tipo de utensilios para hacerlas. También vendería libros, calderos, guías prácticas para las pociones más fáciles… etc. Su sueño era tener la tienda más famosa en Francia (ya que no había buenas tiendas ahí, la mayoría de los alumnos compraban sus ingredientes en Londres o en Italia) y tener la oportunidad de expandirse por toda Europa.
Ese era su sueño, pero sabía que debía empezar de cero… tener su propio dinero y trabajar como secretaria era una buena manera de empezar.
Para los que se preguntan si Pansy tiene o no enamorado, debo decir que por el momento está soltera. Como verán Pansy asusta a los hombres con su independencia, con su inteligencia, con su viveza. Ella misma se califica como una persona fuera de lo común, como la aguja en el pajar que no puede encontrar a alguien compatible con ella. Aunque los franceses sean simpáticos (muy simpáticos) siente que ninguno está a su nivel, que ninguno es suficiente para ella. No piensa casarse, al menos no por el momento, así que rechazará a cualquier tonto que le pida matrimonio en la primera cita. Ya están advertidos.
-Pans, es hora de ir al trabajo- le gritó su madre desde abajo.
-rayos, ni siquiera he tomado desayuno- se dijo Pansy bajando las escaleras.
-buenos días madre, padre- les saludó Pansy. Sus padres la vieron con aprobación al ver su atuendo.
-buenos días dormilona- le dijo su madre, dándole un beso en la mejilla.
-basta madre- le dijo Pansy, limpiándose el lugar de su mejilla que había sido atacado por su madre.
-que renegona- le dijo su padre, Thomas Parkinson.
-lo siento padre. Ya estoy lista- le avisó, muy segura de sí misma y siempre con la frente en alto.
-entonces vamos, no querrás llegar tarde- le dijo Thomas.
Ambos, padre e hija salieron y montaron el carro mágico que adueñaba su padre, rumbo al trabajo.
