En el recinto reinaba una paz etérea, tan misteriosa como sus habitantes, quienes se deslizaban por entre las estancias haciendo que su presencia fuese suave como el viento entre las copas de los árboles, todo en una calma constante según las ordenes de su rey, quien incluso con el asunto escabroso que traía entre manos, conservaba la calma, aunque podía notarse una pesadez en el ambiente cerca de donde pasaba, seguido por el príncipe heredero quien traía un gesto de molestia que contrario a su padre no hacia el mínimo esfuerzo por ocultar.
-Retírense, asegúrense que nadie nos moleste.
Los guardias dedicaron un saludo respetuoso, formaron una fila y se marcharon. En la mayoría de las ocasiones Thranduil subía a su trono, viendo desde ese lugar elevado como lo era su rango, a quienes pedían una audiencia o para su infortunio llegaban hasta sus tierras, pero ahora se trataba de su propio hijo por lo cual permaneció a su altura, clavando una mirada de lo mas severa en él.
-así que deseas marcharte-su voz tenía el siseo típico de cuando usaba todo su poder de voluntad para contener su ira.
-no lo deseo, voy a marcharme padre, es una decisión que he tomado.
-vaya, me había olvidado que Legolas Greenleaf era libre de tomar sus propias decisiones, sin duda que así seria-comenzó a caminar alrededor del salón-de hecho es justo decir que esa es tu obligación, cuando te conviertas en rey, pero veras la corona aún esta sobre mi cabeza y tú bajo mis ordenes.
El joven elfo no se contuvo más, avanzó hacia su padre encarándolo.
-Siento mucho que te desagrade la idea, pero no pienso ceder, me iré y si es necesario, renunciare a ese derecho.
El monarca sonrío viéndole sin inmutarse.
-Eso no es algo que te sea permitido hacer, es tu deber el ocupar mi sitio llegado el momento, no permitiré que tu debilidad de carácter por una elfa me fastidie.
-¿Hablas de mí, o de ti mismo padre?-Aquello si había logrado molestarlo, se acerco para tomarle de las ropas.
-Escucha bien porque voy a decirlo una sola vez, tu eres mi sucesor, heredero al trono y tienes una obligación con tu pueblo, tus deseos personales por lo tanto no son importantes, sobre ti recae el peso de la corona.
-No me importa, esa corona es importante y valiosa para ti, pero yo he decidido no ser el tirano sobre el trono, me iré aún si quieres desconocerme como tu hijo, honestamente me harías un favor.
Thranduil levantó la mano para darle un golpe, aunque se contuvo y en ningún momento la mirada del príncipe dejo de retarlo.
-Desde pequeño haz tenido esta clase de rabietas, pero esta vez llegaste demasiado lejos, estas ofendiendo a tú padre y mas grave aún a tu rey.
-yo...
-¡Silencio!, no puedes hacer lo que desees, quizá seas hábil para la batalla, pero aún no sabes nada del mundo; yo también he tomado una decisión, desde ahora se terminaron las expediciones, te vas a quedar en palacio donde perteneces, y vas a dejar de comportarte como un salvaje, ¿esta claro?.
Sus gritos resonaron por la habitación, pero la expresión de molestia no desapareció del rostro del joven, a pesar de nunca antes haber visto a su padre tan molesto, el siempre cedía a sus caprichos, quizá era mejor ir con cuidado esta vez.
-como ordenes, padre-inclino la cabeza y se dio la vuelta dispuesto a retirarse.
-Aguarda, entrégame tus armas.
Se detuvo de golpe, tomando las dagas, el arco y las flechas, las cuales coloco sobre sus manos, le parecía increíble que lo tratara de esa manera; finalmente abrió la puerta. Su padre le había seguido.
-Escolten al príncipe a su habitación, tiene prohibido abandonarla bajo ningún concepto.
-¿No preferirías mandarme a una celda?.
-Lo tomaré en cuenta al decidir tu castigo y el de Tauriel.
-padre, ella no tiene que...
-Todo dependerá de tu comportamiento.
Legolas estaba furioso, pero por esta ocasión accedería, mientras encontraba la manera de salirse con la suya como siempre lo hacía.
Mas tarde el rey caminaba por sus aposentos, aún estaba furioso, esa forma de ser de su hijo lo exasperaba demasiado, era rebelde y salvaje, tan contrario a lo que debía ser alguien de su estatus, pero lo que mas le preocupaba es que era impulsivo y demasiado joven para el siquiera tratar de entender las cosas.
Le dolía la cabeza por lo cual se quito la corona, esta tenía algunos brotes ya que estaban al inicio del verano y mientras la sostenía entre sus manos suspiró al pensar en las palabras de Legolas quien no entendía todo lo que representaba ni el alto precio que se debía pagar por ella, no la apreciaba porque desde su nacimiento era algo que por derecho le pertenecía, pero no todos los elfos en el trono, corrían con la misma suerte.
Jamás había abandonado su casa, el lugar donde naciera y creciera, protegido por las restricciones de su padre en cuanto a con quienes tratar y con numerosas lecciones que lo mantendrían ocupado de las dañinas horas de ocio; alejado como en una esfera de cristal a través de la cual podía ver tan lejano el resto del mundo, con miles de preguntas almacenándose en su cabeza. Era por ello que el viaje le parecía tan excitante, le recordaba el inicio de una de esas aventuras que relataba el libro que encontrara en su infancia que hablaba de tierras remotas, héroes y peligros, aunque claro estaba que el no tendría ese tipo de experiencias, su padre era alguien muy reservado, en si ya era bastante inusual el que lo llevara a sus viajes, nunca hablaba de ellos, pero cuando salía tardaba semanas e incluso meses, por lo que cuando le ordenó empacar lo necesario para varios días, se emociono, aunque se guardo sus expresiones de esto para sus adentros, desde pequeño le habían inculcado que el ser demasiado expresivo no era propio de la clase élfica.
Pero sus ojos tenían aquel brillo de quien esta ansioso por contemplar nuevos paisajes, de atesorar tantos recuerdos y eso era algo que no podía controlar.
-Hijo mío, este será un momento importante, espero que te comportes debidamente.
-Así lo haré padre.
Eso fue lo único que le dijo su padre durante el camino, él estaba deseando preguntarle tantas cosas, quería saber a donde iban y porque lo hacían, ¿que esperaba de el?, eran tantas las dudas que tenia, pero conocía a su padre lo suficiente para saber que le diría lo que necesitaba saber en el momento adecuado, además pronto el paisaje que los rodeo comenzó a llamar su atención, en casa habían bosques ciertamente, pero estos eran completamente diferentes, los grandes arboles se mostraban imponentes a su alrededor, llenando con esa brisa aromática sus sentidos, los colores eran tan intensos, las hojas eran arrastradas hasta caer sobre sus ropas, con formas y colores que solo había podido contemplar en los libros, las grandes raíces que sobresalían de la tierra formaban siluetas intrincadas, habría deseado salir a todo galope para poder vislumbrar el resto de todas aquellas maravillas, pero tuvo que conformarse con seguir el paso calmo, hasta llegar a un claro del bosque, aparentemente desolado, aunque tuvo esa sensación de estar siendo observado desde diferentes ángulos y demasiado meticulosamente, sin embargo al poco tiempo emergió de entre las sombras del bosque un guardia que tras intercambiar saludos susurrantes con su padre, les indico con una señal que lo siguieran, el joven elfo pudo ver entre las hojas el brillo inconfundible de las puntas de flecha, de varias de ellas realmente.
El guardia les indico que desmontaran, cuando lo hicieron siguieron un sendero que los llevo mas adentro y fue allí, detrás de una tupida enramada que finalmente logro vislumbrar ese reino de ensueño, todo parecía estar perfectamente armonizado con la madre naturaleza, el bosque daba cobijo a cada ornamentada residencia, pero el castillo, este era en suma medida esplendoroso, de una magnificencia tal que no habrían palabras para describirlo que le hicieran justicia.
-Hijo mío, hay asuntos que debo atender, este guardia te guiara hasta una de las habitaciones de invitados, esta noche habrá una celebración así que te sugiero te prepares como es debido, dentro de mi equipaje encontraras un paquete y allí esta lo que deberás usar.
-Entiendo padre, se hará como digas.
Inclino respetuosamente la cabeza y se retiro a la habitación, aunque con franqueza lo que menos deseaba era estar entre cuatro paredes por muy elegantes que estas fueran, ahora que finalmente conocía el mundo, deseaba recorrerlo palmo a palmo, pero esas ideas solo se conservaban en sus adentros, pues el desobedecer las ordenes de su padre era algo impensable y habían traído suficiente equipaje por lo que estaba seguro ya tendría tiempo de conocer todas esas maravillas; por el momento debía buscar por aquel paquete y prepararse, quizá su padre volviese pronto y se molestaría si el tardaba mas de lo necesario.
Las ropas le parecieron de lo mas extrañas, las alpargatas y las botas eran solo un poco mas ornamentadas de lo que solía usar, pero la túnica, esta era muy distinta, habían diversos detalles como hojas y elaboradas enredaderas en un tenue dorado que resaltaba del fondo plateado que brillaba con el mínimo rastro de luz como una noche estrellada, la tela era exquisita pero al probársela noto que era muy ceñida al cuerpo lo que lo hizo sentirse algo extraño, pero sonrió divertido, quizá su padre pasaba tanto tiempo fuera que había olvidado la talla de sus ropas, además el resto parecía estar bien así que no le tomo demasiada importancia, se trenzo el cabello en una forma algo intrincada, para poder colocar en el las diversas joyas que acompañaban el conjunto, le parecían algo innecesario pero nunca había estado en ningún evento con otros elfos, usar aquello sin duda que era lo adecuado, pensaba en ello mientras miraba su imagen frente al espejo, cuando alguien toco a la puerta, atendió y se encontró con el mismo guardia, el cual le indico que su padre había ordenado que se dirigiera al salón principal, así lo hizo sin poder evitar el echar un vistazo a todo cuanto podía en el rápido trayecto hacia la fiesta, cuando llego quedo maravillado por aquel recinto, estaba decorado con lámparas de las que parecían flotar pequeñas luces, la elegancia se notaba hasta en el mínimo detalle y se percato que para su sorpresa su vestuario no resultaría el mas llamativo, aunque se sintió algo cohibido ante la multitud, numerosos elfos de todas las edades recorrían el recinto comiendo y charlando animadamente, con elegantes copas de cristal deslizándose entre sus dedos. Seria agradable conocer a alguien, pero le habían enseñado a no hablar con nadie a menos que se dirigieran a el primero y a no comer nada que no se le hubiese ofrecido, de manera que su presencia se limito a recorrer el lugar en silencio esperando el arribo de su padre.
Eryan siempre tuvo muy claros cada uno de sus objetivos, por ello no había dudado en usar las pocas influencias que aun conservaba y cobrar todos los favores, haciendo uso de los últimos recursos de lo que antaño había sido una fortuna, para conseguir una audiencia y llegar hasta él, con el orgullo lacerado y postrándose hasta esa presencia, la sombra negra sobre el trono.
-Eryan Greenleaf-el aludido le reverencio para luego levantarse ante su señal-ha sido muy descortés el llegar sin invitación y muy osado, créeme que el hecho de compartir lazos sanguíneos no te exime de quedarte sin esa orgullosa cabeza tuya.
-Es solo que estoy preocupado por su actual situación mi señor Leav, me enteré con gran pesar que su última esposa sufrió un desagradable accidente.
El rey sonrió de medio lado, sabía que esa visita no era sin motivos, aunque le resultó risible que fuese precisamente él quien lo acechará en busca de un lugar preferencial en la corte, después de todo el no tenía hijas.
-Me parece que el asunto requiere de cierta privacidad-indico a los guardias que se retirarán y una vez solos volvió a reír-no veo el porque tu interés en ello, ya que no tienes nada que ofrecerme.
-Bueno he llegado aquí preocupado por su situación y la de los nuestros.
-Querrás decir de los tuyos, esta claro que no soy tan ingenuo como para creer que vienes aquí sin buscar esperar obtener algo a cambio.
-Mas bien, lo que me ha traído aquí es el ofrecerle una solución a su dilema.
-¿de que hablas?.
-Bueno está claro que en su posición necesitará pronto tener compañía en el trono, además de cumplir con otras obligaciones.
-Eso es algo inevitable, necesario.
-Sin embargo al unirse a una elfa, también lo hará con su familia y de esa manera su poder quedaría dividido, mas aún con la llegada .de un heredero; pero esto no pasaría si fuera nuestra sangre la que lo acompañara.
-Eso seria lo ideal, pero infortunadamente no hay elfas con las cuales emparentar.
-Y sin embargo no es la única manera, por tanto le ofrezco a mi hijo.
El rey soltó una carcajada, pero el semblante serio en su visitante no cambio.
-Eres increíble, dime ¿por que motivo cambiaría la oportunidad de establecer una alianza favorable y placentera para quedarme con un varón?.
-Hasta ahora sus alianzas no han dado buenos resultados, las sospechas están sobre usted y además un hombre es mucho mas resistente para sus exigencias en la alcoba.
-Suena razonable, y ahora me dirás que el va a proporcionarme un heredero.
-Por supuesto, el no es un elfo cualquiera, es algo especial.
El rey se recargo aún mas en su trono, analizando la situación, si lo que decía era cierto, seria la solución perfecta.
-No me desposaría con él, ni seria mi consorte, de tal manera que no tendrías poder alguno, pero esto seguramente ya lo sabes, ¿entonces que es lo que quieres?.
-que lo tome bajo su protección, solo pido el que mi presencia vuelva a ser admitida en la corte, creo que es lo justo.
Leav tenia que admitir que ese viejo tramposo tenia habilidad para negociar y después de dos esposas muertas durante el parto y el accidente de la última, no era mal momento para un cambio.
-Tendré que pensarlo, ¿en donde esta esa maravilla tuya?.
-En el salón, estoy seguro que le reconocerá enseguida.
El joven elfo comenzaba a sentirse muy inquieto, nunca había estado solo por tanto tiempo en un lugar desconocido, de pronto le pareció abrumadora la vorágine de personas a su alrededor, pero fue entonces cuando escucho esa melodía y observo a los danzantes reunirse al centro del salón, deslizándose entre las notas, era algo que traía una tranquilidad absoluta, era un espectáculo digno de contemplar, cosa que hubiera seguido haciendo de no haber sido tomado del brazo con fuerza y arrastrado a una habitación contigua, aquel hombre era imponente, lo tenia apresado contra la pared, sus ropas tenían los detalles mas elaborados que hubiese visto nunca, sus joyas eran realmente inigualables, su apariencia contrastaba con la temible mirada que estaba sobre si; lo había dejado estático, jamás tuvo la cercanía de otro ser por lo que no sabía como reaccionar y solo ofreció algo de resistencia cuando el otro le tomo con fuerza de la barbilla para obligarlo a verle.
-Bien podría cambiar a una chica por ti, eres una verdadera belleza-le sonrió, lo cual hizo que lo recorriera un escalofrío-vamos primo, ven conmigo, tu padre nos esta esperando.
Podía recordar a la perfección el camino que hiciera desde la habitación siguiendo al guardia, pero no así el que recorriera arrastrado por el otro elfo, aunque el ver a su padre finalmente le dio seguridad y fue tan deprisa a su lado como sus buenas maneras le permitían, tan impresionado había estado por aquel encuentro que no se percato de que aquel elfo era quien estaba a la cabeza de la mesa, con esa corona cuyas astas apuntaban amenazantes al firmamento, esperaba tan solo que pronto volvieran a casa, y esta idea lo aparto del discurso del rey hasta que este puso una mano sobre su hombro.
-...he tomado la decisión de hacerlo mi protegido, como bien sabrán no he podido tener un heredero hasta ahora, pero con las guerras que se aproximan seria irresponsable no tomar previsiones, por lo cual lo preparare para que llegado el momento sea quien tome mi sitio, claro esta en el terrible caso de que no consiga una esposa que me de un heredero, así pues levanten sus copas y brindemos por mi protegido Thranduil Greenleaf.
