Prohibido tocar

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El color favorito de Gaara era el negro.

El negro de la noche, el negro de la oscuridad, el negro del cabello de Hinata.

Ohh….como le encantaba el cabello de ella, el cómo caía por su espalda hasta sus caderas y se movía en un dulce vaivén mientras caminaba por la casa. Mechón tras mechón. Y ni que decir de sus oscuras pestañas y como estas ocultaban sus ojos cuando sus miradas se cruzaban e intentaba en vano ocultar su incomodidad.

– Gaara-kun– llamaba Hinata haciendo un leve movimiento con su mano para llamar su atención.

– Ah- reacciono el pelirrojo volviendo a la realidad.

– Estas en las nubes – esbozo una tímida sonrisa – tu desayuno se enfría – dijo señalando un sándwich y un jugo en la mesa.

– Gracias – respondió él secamente, tratando de disimular lo que acababa de suceder y caminando a la mesa.

Ya casi era una rutina perderse en sus pensamientos mientras la miraba. En la cocina, en la sala, en la calle, donde sea que estuviera siempre pasaba y era incómodo, muy incómodo. Ella solía sonrojarse y bajar la mirada, otras veces simplemente sonreía nerviosa y volteaba la cara.

"Probablemente veo en ella la madre que nunca tuve" se decía a veces mentalmente. Es decir, vivian juntos desde hacía unos años, lo atendía y cuidaba a diario. Era natural sentir algún apego hacia ella. "Apego mas no deseo".

Suspiró y rasco su nuca mientras mascaba la mordida resiente que le había dado al sándwich.

Él era bueno ocultando sus sentimientos y emociones, pero con ella era imposible.

"Debe ser porque no tengo novia"

No. Sabía de sobra que eso era mentira. Había salido con chicas antes y solo las había comparado con Hinata, como si ella fuera la valla a pasar. Y se sentía mal. Por compararlas, por usarlas de pantalla, por engañarse a sí mismo, por desearla, por traicionar a… ¡NO! ... No había traicionado a nadie…"Aun''… ¡Que no!

"Mierda"

Volvió a suspirar.

No podía ponerse así por una mujer y sucumbir a sus deseos. ¡Vamos! ¡Era Gaara! el chico malo, frio y sin sentimientos; no podía caer así por una mujer y menos por ella. Tenía que haber una razón, una buena razón y estar enam… (Palabra prohibida) no era una.

"Solo es calentura de la edad" pensaba desmereciendo a la morena. Sus largas piernas que parecían nunca terminar. Una cintura pequeña que hacia resaltar sus caderas y sus pechos…redondos…voluptuosos…"deliciosos". Su cuello largo exponía su pálida piel de porcelana y hacia contraste perfecto con su cabellera azabache. Y su rostro, su pequeño y dulce rostro. Sus ojos de un color peculiar y sus largas pestañas eran lo más resaltante; de ahí seguía su una nariz recta y sus labios…pequeños…carmesís…"jugosos".

¡Joder! Era endemoniadamente hermosa y sexy y la deseaba con cada fibra de su ser.

– Voy al baño – aviso el pelirrojo mientras se ponía de pie y se amarraba su polera en la cintura.

– Se te va a hacer tarde para el colegio – advirtió Hinata.

– Ya lo sé.

Bueno, no es como si tener una erección fuera sucumbir. Pero el entrar rápidamente al baño y masturbarse pensando en ella, sí.

No era la primera vez que pasaba esto y aunque siempre decía que sería la última, volvía a caer.

"Es la esposa de mi hermano"

Esa era la única escusa valida.

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Lo que el amor hace, el mismo lo escusa.

-Moliere-


Hace siete años que no escribo nada, espero que les guste.