Disclaimer: todos los personajes pertenecen al señor George R. R. Martin (y algo a la HBO, supongo).
Esta historia participa en la actividad de 155 palabras del mes de julio del foro Alas Negras, Palabras Negras (el primer y mejor foro en español de Canción de Hielo y Fuego).
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El salvaje escenario que se extendía a sus pies era una extraña variedad de arte, de naturaleza mustia, y como la más fina de las poesías, derramaba sensibilidad y le cantaba a la musa.
Los ojos pétreos de la madre, inmóviles pero furiosos, incluso asustados, se clavaban en ella, expectantes a lo que pudiese suceder. Sansa se pasó la lengua por los labios, divertida, porque se había ido como un pájaro con las alas rotas, y ahora el águila azul de los Arryn planeaba a su lado.
El hijo, exangüe, con el escarlata de tapiz, seguía sentado en el Trono con los brazos rendidos, el rostro lívido e infantil lucía perplejo. Le recordaba a su hermano.
Levantó dos dedos y la señaló. Un chasquido metálico de armaduras en movimiento se propagó por el salón. De rodillas, pusilánime, le recordaba a ella.
—Mi más sentido pésame, Cersei. Ni siquiera tuve que ensuciarme las manos. ¿Lo ves?
