Siempre se tiene tiempo, eso es algo que llevo oyendo toda mi vida. Me lo han dicho mis padres, mis profesores, mis amigos, a veces me da la sensación de que me lo dice hasta mi gato. Pero ahora, viendo hechizos volar de un lado a otro por toda la sala que hasta ayer estaba tan llena de color, que hasta ayer, estaba tan viva.

Y ahora está muerta, muerta como los cadáveres que adornan los suelos.

Todo esta en ruinas, las vidrieras están rotas, el que antaño era un techo abovedado en el que se reflejaba el cielo ya no existe, y no me extrañaría que algún hechizo destruyera las paredes.

El olor a sangre, a azufre y a óxido lo inunda todo.

Y aquí estoy yo, en medio de la batalla que se libra entre el bien y el mal, viendo a mis conocidos caer uno a uno, esquivando hechizos como puedo, procurando no desfallecer en el intento, pienso:

No me queda más tiempo.

Y es que yo Hermione Granger, estoy e el campo de batalla ,prácticamente desarmada en comparación con mis oponentes y lo sé, sé que vamos a perder, que el número de aliados disminuye cada segundo, y que en cualquier momento caeré al suelo y me uniré al resto de cadáveres, y que si no lo he hecho todavía es por pura suerte.

Porque cuando lees un libro siempre sueñas con ser un héroe, pero en el momento en el que surge una auténtica amenaza , en el momento en el que asumes el papel de héroe y decides sacrificarte por un futuro mejor, ese momento en el que mides los riesgos y asumes tu muerte, acaba toda la diversión.

No es hasta que ves la muerte con tus propios ojos, cuando ves la cantidad de gente que está dispuesta a ser tu verdugo, y las maldiciones cortan el aire como cuchillas, cuando aprecias verdaderamente tu vida, cuando pides más …

Tiempo

Eso es justo lo que pienso en el momento en el que veo a la maldición asesina impactar contra el cuerpo de Harry, y sé que en ese instante en el que por un segundo se deja de oír el zumbido de las maldiciones para oír una horrible carcajada diabólica, se a perdido la esperanza y espero morir.

Y entonces las veo, están tiradas en el suelo, unas pálidas, demacradas, y probablemente dadas por muertas Luna Lovegood y Ginny Weasley pero un ligero vaivén en su pecho me avisa de que todavía están vivas.

Aprovecho el estado de euforia de los mortífagos para escabullirme entre ellos y arrastrar con un rápido hechizo a Ginny y a Luna hasta un pasadizo, al llegar al final entro en una sala llena espejos con un extraño artefacto dorado en forma de reloj de arena atado un carta que me meto al bolsillo.

Ahora mismo siento que me arde el tobillo, que estoy cansada hasta el extremo de lo posible y que tengo un montón de cortes malditos y sangrantes repartidos por mi cuerpo, pero aún así estoy lista para el plan B, el plan secreto que el director me confío en caso de estar al borde de la muerte, una locura de plan que depende de cómo saliera sería nuestra perdición o nuestra salvación, aunque sinceramente yo no creo que pueda estar peor de lo que ya estoy.

Coloco nuestras manos sobre el artefacto y grito

-TORNARE TEMPUS…

Veo cómo varias luces rebotan en los espejos formando un pentágono perfecto, en el momento en el que los mortífagos interrumpen en la sala, se oyen maldiciones pero ya estamos muy lejos, noto un tirón de estómago, todo empieza a dar vueltas, y mis párpados comienzan a pesar, lo último que escucho es el horrible grito de Lord Voldemort antes de sumirnos en la oscuridad.