Celos.

Capitulo uno; La carta.

No eran ni las ocho de la mañana cuando un insistente y molesto golpeteo despertó a Ginny de su sueño. Saco todas las cobijas que la cubrían de pies a cabeza, giro su somnolienta cara hacia el espejo, notando su cabello despeinado en todas direcciones, un hilo de baba seca que descendía desde el lado izquierdo de su labio hasta desaparecer en su mandíbula. Torció el gesto y salio de la cama para abrir la ventana de su habitación y dejar que la molesta ave entrara.

Ginny la miro con la cabeza ladeada hacia su costado izquierdo cuando el ave aterrizo sobre su mesita de noche y dejo caer una carta. Con un suspiro, la pelirroja destapo un dulce de maníes que tenia sobre su mesita de noche y se lo entrego al ave, esperando que no le ocasionara ningún malestar.

— Maníes muggles — le dijo a alechuza y esta voló con el dulce en el pico.

Con la carta en su poder, Ginny se dejo caer en su cama soltando una gran exhalación. No tubo ni si quiera que darle un segundo vistazo para saber que el sello rojo era de Hogwarts. Había escuchado rumores, y ella no estaba especialmente deseosa de saber si eran ciertos o no, por lo que abrió uno de los cajones y metió la carta, junto con otras cinco que ya le habían hecho llegar.

— Mañana la revisare — se dijo en un susurro y se levanto de la cama —. Lo prometo.

Bajo a la cocina y aspiro una gran bocanada de aire por la nariz, lo contuvo por unos segundos y lo soltó, no olía a comida, no había ni una sola cacerola en la estufa o en el fregador. Ginny guardo el resentimiento que esto le provoco, escondiéndolo muy bien dentro suyo. Tomo una de las cajas de cereal que tenían en la alacena y se sirvió una generosa cantidad de el, luego toma la leche y una cuchara y se sentó sobre la encimera de la cocina, sus ojos clavados en su almuerzo.

— Casi como vivir sola.

Un pequeño estruendo que provenía del patio provoco que volcara una parte de su almuerzo. Maldijo en voz baja. Dejo el plato sobre la encimera y tomo un trapo viejo para limpiar la leche y el cereal que habían aterrizado sobre el suelo de la cocina.

No tenia ninguna intención de hacerlo, pero de igual manera se asomo por la ventana de la cocina que daba al patio trasero de su casa. Ginny vio a su madre vestida con un vestido morado, estampado con flores amarillas, unos guantes de jardinería enfundados sobre sus regordetas manos y un sombrero de paja que le protegía la cabeza del sol. Nada fuera de lo común, a excepción del arbusto gigante que no paraba de crecer. Pensó que quizás las cosas ya se le estaban yendo de las manos a su madre, justo cuando aplanta paro de crecer, entonces la vio hacer un complejo movimiento de varita y el arbusto comenzó a retorcerse hasta tomar la forma de un elefante parado sobre una de sus patas, con la trompa arqueada tocando su cabeza.

Una vez terminado el trabajo la señora Weasley se sacudió su sombrero e hizo otro movimiento de varita, el elefante-arbusto comenzó a mover la trompa de arriba hacia abajo, casi como lo haría un cartel en las vegas, salvo porque ese no estaba hecho de luces de neon .

Ginny se fascino por la obra de arte que su madre acababa de hacer, tubo el fugaz pensamiento de ir por su cámara y fotografiar al simpático arbusto, pero no llego ni si quiera a terminar de entusiasmarse por la idea cuando el elefante exploto, lanzando sus hojas y ramas por los aires. Ella vio como su madre se hincaba y jugueteaba con los restos de su destrozada creación, noto como su cuerpo sufría una pequeña convulsión, fue ese momento que ya no lo soporto mas y volcó el resto de su desayuno por le fregador y salio de la cocina rumbo a su habitación.

— Mejor hoy.

Abrió el cajón casi con violencia y tomo uno de sobres, rompió el sello para poder sacar la carta; sus ojos café se movieron rápidamente por las líneas.

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Directora; Minerva McGonagall.

Querida señorita Ginebra M. Weasley.

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería para asistir a nuestro primer curso de verano. Por favor observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 31 de Mayo. Esperamos su lechuza antes del 29 de mayo.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall.

— 29 de Mayo, eso es mañana — susurro y volvió a fijar su vista en la curvilínea letra con la que venia escrita la carta.

Observo que la lista del equipo que requeriría si deseaba asistir al curso de verano, era exactamente igual a la lista que se le había otorgado para su quinto año, por lo que no tenia motivos para ir al callejón Diagon.

Se acerco al armario empotrado que se encontraba frente a su cama y saco su viejo uniforme. Ginny hizo una mueca al notar lo deslavado que se veía, la casi perfecta costura que su madre le había hecho para que le quedara. No era algo nuevo, ni si quiera semi-nuevo, pero definitivamente era algo que podía seguir usando.

— Pero necesitare un uniforme nuevo — se dijo así misma antes de tirarlo al cesto de basura.

Bajo las escaleras despacio y se dirigió rumbo al jardín trasero con paso lento, un poco de culpa se le había instalado en el estomago por lo que iba a hacer.

— Mamá.

La señora Weasley dejo de remover la tierra con su pala para prestarle atención a su hija. Ginny río al ver una mancha de barro seco sobre la frente de su madre.

— Llego una carta de Hogwarts — al ver que su madre le prestaba total atención, decidió continuar —, abra un curso de verano.

— Eso es maravilloso..

Ginny sonrío aun mas, era casi como estar hablando con la que solía ser su madre, y no la versión retraída de la misma.

— Lo sé, pero… es que necesito un uniforme nuevo — balbuceo con nerviosismo, la culpa acentuándose aun más en su estomago.

Observo como su madre contraía sus facciones en un gesto de pena, y no necesita tener ningún poder especial para saber lo que le pasa por la mente.

— ¿Qué ha ocurrido con tu viejo uniforme? — se limito a preguntar la señora Weasley en ese tono tan suyo.

— Esta demasiado viejo mamá — dijo Ginny, luego toma una bocanada de aire para darse valor y preguntar —: ¿Podrían comprarme uno nuevo? Podría usarlo para todo el año.

La señora Weasley se lo piensa un poco, pero sigue teniendo cara de pena, y eso no le da muchas esperanzas a Ginny.

— Lo lamento mucho querida. No creo que eso sea posible, pero podría buscarte un viejo uni…

Molly Weasley ve como su hija se da vuelta y se marcha, no le ha pasado desapercibido como el coraje y la decepción inundan el rostro de Ginny. Un sabor amargo se dispersa por su boca y baja hacia su estomago, y sabe que es el de la culpa, por no poder darle todo a su hija, por no haber podido darle todo a todos sus hijos. Por no haberlos podido proteger. Por haber permitido que Fred muriera.

Vuelve a su trabajo, el cuerpo se le sacudo por el llanto, pero no deja de remover la tierra. Necesita plantar unos crisantemos blancos, y otros rojos.

Ginny asota la puerta de su cuarto, furiosa con su madre y con ella misma. Sus hermanos nunca o rara vez han disfrutado ropa nueva, siempre teniendo que conformarse con ropa de segunda mano, o con prendas que su madre les confecciona, como los suéter de navidad. Ni si quiera Ginny, que es la única hija se ha salvado de heredar ropa de su familia. No es que a ella le importe mucho, pero desea ir una vez a la tienda de Madame Malkin y comprar una tunica nueva y a su medida, en lugar de tener que ir a la sección de bajo presupuesto, en donde hay telas baratas y uniformes que otros magos han donado para que personas con escasos recursos, como ella, las puedan usar.

Entonces Ginny piensa que si tal vez le pide algo de dinero a George, ella podría ir y comprar uno nuevo. Pero descarta la posibilidad de hacerlo, George gasta mucho dinero en ropa costosa, pero lo hace como una inversión a su imagen, por lo que comprarle un uniforme nuevo seria una frivolidad. Maldice con amargura la vida de carencias que le ha tocado vivir, y la mala suerte de que sus hermanos vean ya el ahorro mas como una parte de su código genético que como una necesidad.

Con un suspiro de resignación saca el viejo uniforme de la basura, lo ve con tristeza. Esta a punto de soltarse a llorar por la frustración cuando una idea viene a su mente, salta de la cama y saca un pequeño baúl de madera vieja, lo abre y saca varios paquetitos con pintura en polvo para pintar ropa. Hermione los había llevado ya un par de años atrás, junto con unas playeras blancas sobre las cuales hicieron padrones con la pintura en polvo. Recordaba que fue el verano después del torneo de los tres magos, ambas habían estado muy ocupadas contestando cartas de Viktor Krum, discutiendo que era apropiado y que no poner. Ambas se habían sentido como adolescentes normales, corriendo a los varones para tener sus momentos de chicas.

Después de meter su uniforme en calderos con tinta para ropa, Ginny escribió una escueta carta sobre su asistencia al dichoso curso de verano. Después de todo, qué tan malo podía llegar a ser.