*Bueno, el texto ha sido corregido, dentro de lo que cabe, no tuvo tantos cambios mas que comas, acentuaciones y demás. Modifique por sugerencia de mi beta algún párrafo pero nada que le de un gran cambio a la historia. Agradezco mucho la oportunidad que le han dado a pesar de que estaba terrible en un inicio. Ahora ha quedado decente y entendible (eso quiero pensar). Los otros capítulos los iré corrigiendo poco a poco, así que una disculpa por las molestias que pudiese causar. Prometo no demorar mucho con los dos capítulos faltantes.

Quiero darle las gracias a María Aguilera quien me ha corregido el texto. ¡No me canso de darte las gracias! Sin tu magia (y sé, que lo digo mucho) mis fanfics no quedarían decentes. ¡Loveu hermosa!

Sin más, gracias por leer (=

Ese día nublado se podía oír el repiqueteo de la suave llovizna junto con siete jóvenes corriendo como alma que lleva el diablo.

Era bien conocido que la profesora McGonagall no era partidaria de la tardanza, así que, definitivamente, tenían escasos minutos para llegar, si no es que ya era demasiado tarde.

Hermione Granger se iba a volver loca. Nunca, jamás en la vida había llegado tarde y por culpa de su torpe amigo y excuñada sería primera vez.

Los tres corrían; se les iba la vida en ello. Sin embargo, al doblar la esquina para llegar al aula, se toparon con otro grupito que parecía también llevaba prisa: el de Draco Malfoy.

El rubio y sus amigos llevaban la prisa de los mil demonios. Estaban por llegar tarde a la clase de la vieja bruja y eso les haría acreedores de un maldito castigo. Así que, por jodido que fuera y que le valiera, Draco tampoco quería pasar recluido el fin de semana. A su mente volvió el recuerdo del motivo por el cual podrían ser sancionados. Una noche alocada que incluía fiesta, mujeres-hombres, en el caso de Pansy-alcohol y sexo.

Al doblar la esquina para entrar al salón de la profesora McGonagall, chocó con su némesis, Hermione Granger. Pudieron insultarse, retomar la rutina de cada lunes, pero ambos tenían un inconveniente: eran perfeccionistas; les preocupan sus notas; y, sobre todo, odiaban que les jodieran el fin de semana, los únicos días donde ese maldito colegioo interfería en que ser y etiquetas absurdas. De modo que se dieron tregua silenciosa y corrieron juntos; escena muy bizarra considerando los enemigos naturales que eran. En el camino, se encontraron con Luna Lovegood, quien caminaba tranquilamente hacia el lugar.

— ¿Estás loca, Lovegood? —le dijo un agitado Blaise—. ¿Esperas que la vieja bruja te castigue?

La aludida iba a contestar cuando sintió que una mano la tomaba y le incitaba a correr. Theodore Nott.

No dijo nada, solo comenzó a correr con ellos.

7:00 am del día lunes.

Detuvieron su carrera. Se encontraban frente al aula. Respiraron, tomaron la manija y se prepararon para la mirada severa de la maestra.

Se llevaron una sorpresa al ver que ningún alumno se encontraba dentro.

— ¿Es una joda? —Blaise acababa de recuperar el aliento y estaba cabreado. Correr como endemoniado un lunes y crudo no era de dios.

No se percataron que detrás de ellos llegó la profesora.

—No es una "joda", señor Zabini —los ocho jóvenes se volvieron, tragando fuerte.

—Profesora McGonagall... —comenzó a hablar la castaña.

—Ahórrese sus ingeniosas excusas, señorita Granger..., al igual que usted, joven Malfoy —añadió, al ver que el rubio pretendía defenderse.

—Lo sentimos —dijo Harry.

—Ya lo creo que lo sentirán, señor Potter. Vengan conmigo.

Todos se miraron entre sí. La profesora McGonagall era temida por su apacible carácter que luego terminaba con aterradores castigos y estallidos de regaños que hacían querer ir a esconderte bajo las faldas de tu madre. Sin contar que te jodia todo un fin de semana con una aburrida charla de cómo ser un ejemplo para la sociedad. Hermione amaba el estudio, era becada y aprovechaba siempre para aprender, pero admitía que los métodos de la profesora eran antiguos. Y estresaban.

— ¿A dónde nos dirigimos profesora? — preguntó Luna.

—Verán, estoy emprendiendo un proyecto sobre la convivencia sana entre enemigos naturales... — Blaise boqueaba como pez fuera del agua. Los había llamado indirectamente, ¿animales? —. Así que buscaba víctimas, digo, alumnos —se corrigió— para llevarlo a cabo.

—Entonces, este sería una especie de castigo —comentó Theo.

—Es usted muy perspicaz, señor Nott —había ironía en su voz.

— ¿Qué le hace pensar que no nos quejaremos? —preguntó una muy cabreada Ginny. Había oído rumores y esperaba que no fuera lo que estaba pensando.

—Señorita Weasley, no están en posición de negarse. Solamente en los últimos meses han estado en detención más de tres veces y castigados por lo menos una docena. No entiendo cómo es que Albus aún no los ha expulsado, así que se lo resumiré: es un hecho, ustedes participaran. Se llevará a cabo un concurso entre escuelas Elite y ustedes ganaran —puntualizó.

Ninguno dijo nada. ¿En serio eran tan problemáticos? ¿En qué momento se volvieron así?

Sumidos en sus propios pensamientos, no se fijaron en que la profesora se detuvo en un antiguo salón, a las afueras de los que usualmente ocupaban.

—Profesora, no veo nadie aquí— dijo Pansy.

—Me doy cuenta perfectamente, señorita Parkinson.

Los acompañantes soltaron una risita burlona por el tono inquisitivo de la maestra.

—Entonces, ¿porque nos trajo aquí? Digo, no es como que solo nosotros vayamos a participar en su absurda idea, ¿o sí? —preguntó Blaise, vacilando un poco ante el rostro impávido de la aludida.

—Zabini, tengo la impresión de que, a veces, solo tienes el cerebro de adorno —le molestó Pansy—. Somos los chivos expiatorios de la profesora. Lo que sea que tiene en mente, si lo logra con nosotros, la Dirección no dirá nada —contestó hastiada.

—Se equivoca, señorita Parkinson, el permiso de Albus ya lo tengo. Le explique con lujo de detalles los..., bueno, ¿cómo llamarlo?, a ver... ¿percances? Sí, creo esa es la palabra correcta a las barbarías que ustedes, como séquito, participan.

—Profesora, con el debido respeto, pero esto es una pen...

—Cuidado con el lenguaje, señor Malfoy, que puede que esté a la par de la alumna Granger, pero no permito faltas de respeto —dijo de manera tajante.

—Aun así, no veo el punto de encontrarnos en un salón de ballet vacío, sin contar con que no hay nadie más —Los muchachos no sabían qué decir o hacer, estaban en terreno peligroso.

—Oh, verán, señor Malfoy, Zabini, Potter y Nott, están aquí con un único propósito, al igual que las señoritas Granger, Parkinson, Weasley y Lovegood.

— ¿Cuál es ese propósito, profesora? —Por primera vez, en minutos, Theodore se atrevía a preguntar. Había estado ajeno a la discusión "civilizada" entre la presente, su grupo y el de Granger.

Luna lo admiró por primera vez. Era alto, casi igual que Malfoy y tenía unos ojos azules, que te invitaban a perderte en ellos y danzar en el mar de los pecados. Se sonrojó ante ese pensamiento. Tomó la mano que minutos atrás el mismo chico había agarrado, jalándola consigo a una carrera que ella ya daba por perdida, pues el horario de verano se había puesto en marcha el día anterior a las doce de la mañana.

Así es, justamente ahora eran las ocho y veinte de la mañana, no las siete y veinte y, al parecer, ninguno de los neófitos compañeros parecía recordarlo. Soltó una risilla, una que no pasó desapercibida para Nott.

— ¿Cuál es la gracia, Luna? -—Escuchar que la llamara por su nombre causó cierto cosquilleo. Debía estar en calma. ¿Cómo un chico como Theodore Nott podría fijarse en alguien como Luna "Lunática" Lovegood?

—Oh, nada, Theodore.

Él sintió su corazón saltar. Ella siempre lo llamaba Nott o Theodore Nott, nunca solo Theodore. Patético, pensó sobre sí mismo.

—Es sólo que veo las mentes de todos ustedes trabajar a mil por hora —continuó ella—. Ya sabes, te veo calcular cada palabra para poder saber en qué puedes ocupar tu encanto y salir del embrollo. A Zabini, tratar de buscar palabras incómodas para que la profesora lo dé por caso perdido y lo deje ir sin contar que aún no cree que de manera indirecta nos llamó animales... Bueno, "nos"— hizo una mueca divertida, para malestar de los demás chicos— me suena a manada... les llamó —rectificó—. A Pansy, ocupar su labia mordaz para ver qué provecho sacar de todo ello. Ginny está resignada, porque se han oído rumores de algo nuevo en el colegio dado que su mamá trabajó dentro y sabe qué tiene dos pies izquierdos. Malfoy y Hermione, tratando de buscar las excusas más ingeniosas para poder liberarla e ir a la siguiente clase, que, por cierto, teníamos hora libre. Y Harry, bueno, él solo está pensando qué demonios hizo que el día de hoy llegarán tarde.

— ¡Todos nos preguntamos lo mismo! —chillaron en coro.

—Quitando la cara de cruda mortal que tienen y que fueron a una fiesta desenfrenada es algo muy sencillo de contestar —respondió, con una sonrisa despreocupada.

— ¡Pues ilumínanos, "Lunática" Lovegood! —Blaise ya no tenía paciencia: estaba agotada y cruda para variar.

El apodo hizo que la rubia dejara de sonreír. No le enojaba, pero, hoy, definitivamente no estaba de humor.

—Oh, claro, Zabini, ustedes se olvidaron de activar en su celular el modo automático del cambio de horario.

— ¿Cambio de horario? —preguntaron todos con signo de no tener ni idea de lo que la rubia hablaba.

— ¡Horario de verano, idiotas! —contestó exasperada—. Ayer se adelantó una hora el reloj.

Así, estaba en el límite. Luna Lovegood no permitiría ni un insulto más. Era pacifica, amable con todo el mundo, creía en la bondad ajena, pero esto, la convivencia entre los dos grupos, distaba de ser pacífica: si bien el de Hermione Granger era más amable, a veces, a Ginny se le escapaba un apodo poco agradable a los oídos de Luna; Harry... él solo acudía a ella cuando estaba a punto de reprobar un examen o requería de ayuda para alguna conquista de su fraternidad. Sin embargo, el de Draco Malfoy eran distintos: eran unos auténticos cabrones. Incluso Nott, con quien trataba de no cruzar más de una palabra o, en su defecto, evitaba.

Esa rubia nunca los había llamado idiotas! ¿Qué le daba valor?

Fue la pregunta que se hizo mentalmente Blaise.

Nott, Malfoy y Hermione se golpeaban la frente con la palma de la mano. Pansy deseaba que se la tragara la tierra, así que permanecía en posición de avestruz. Zabini se golpeaba la cabeza contra la pared intentando, así, que lo que decía la loca no fuera real. Harry también se golpeaba en la pared. Y Ginny, bueno, ella solo suspiró; aún seguía medio ebria. Nott optó por mirar a la rubia; había cierta diversión en sus ojos... y algo más... ¿confusión?

Era confusión lo que podía ver en sus ojos. ¿Por qué? Lo descubriría, definitivamente lo haría.

sÍ, lo sé, podría ser algo cliché... bueno esperemos que al final no lo sea y también se que el titulo es muy predecible pero... igual espero que les haya gustado jeje (=

Agradecería se ven alguna falla me lo hagan saber, para poder ir mejorando poco a poco.

Loveus Babys!