¡YEY!
Al fin, primer capítulo.
Bueno, para quien no lo sepa, en teoría esta iba a ser mi participación para la Semana KakaSaku de este año, but shit happen y no lo había podido terminar. Era para el día 5 (Película o UA) y escogí la película El Último Tango en Parísbasada en la novela del mismo nombre de Robert Alley y protagonizada por Marlon Brando y Maria Schneider.
Para quien no haya leído el libro o visto la película, trata sobre un hombre de cuarenta y pico que ha enviudado porque su esposa se suicidó y una joven de veintipocos que termina comprometida con un cineasta que decide hacer una película sobre la típica vida de una joven parisina. Paul y Jeanne se conocen por casualidad en un viejo piso y terminan teniendo sexo y a partir de ahí mantienen una relación que se basa meramente en eso, porque Paul impone como regla que lo que ocurra fuera del departamento no importa ahí, lo cual incluye no tener ni una sola idea de la vida del otro, ni siquiera su nombre.
Quiero hacer una nota importantes antes de continuar. No tanto sobre el fic, pero sí con la historia.
El libro es de 1973, pero la película ha estado siendo muy sonada en estos días por cierta escena (que yo como lectora y consumidora de ambas producciones conozco). Esa escena estará completamente omitida porque dentro de mi adaptación no me brinda peso alguno y porque sinceramente no quiero tocarla, principalmente porque mientras que en el libro y la película lo que se retrata es una violación y María lo sabía, ella firmó por actuar, no porque la humillaran y que eso quedara para la posteridad.
En fin.
No sé, la verdad es que desde que estaba traduciendo A Pocket of Drabbles quería hacer una adaptación con Kakashi y Sakura, pero la película anterior (igual basada en un libro y en general, en el contexto de la guerra Sino-Japonesa) no podía adecuarla a lo que quería y terminé desistiendo hasta que me acordé de esta novela.
Se suponía que esto iba a ser un one shot porque me cuesta un ovario hacer historias cortas, pero miren, la verdad es que no pude.
Este fic va dedicado a Lizzie (aka SeeDesire) y a Lilith Mun Senshi (ojalá puedan perdonar que tarde milenios en acabarlo).
Advertencias:
Rating M porque obvias razones, probablemente no tengan muchas escenas sexuales pese al contenido de la obra, pero bueno, uno nunca sabe.
OoC porque siempre es necesario en una pareja crack. Y las malditas influencias que pueda tener de mis escritores favoritos sobre la pareja. Aunque he intentado hacer una propia interpretación siento que no me ha salido del todo, así que si los personajes se sienten como 'robados' de otra parte de verdad que me disculpo por ello.
Only Love Strangers
El código del adulto
Me quedo atrapada viendo a alguien cruzando el camino de regreso
una vez más no hay promesas, y él se pierde entre los edificios.
When it begins to get dark… | Shiina Ringo
Sakura corría con todas sus fuerzas a través de las concurridas calles de la ciudad. Pese a su buena condición se estaba cansando, sin embargo, eso no la detuvo. Tampoco la detuvo la falda larga que se le metía entre las piernas, mucho menos los tacones rojos que vestían sus pies y que con paso mal dado le harían quedar en el suelo. Chocó varias veces con la gente que iba pasando o que estaba viendo alguna cosa en los escaparates de las tiendas, incluso se ganó un par de obscenidades y algunos chiflidos que no tenían nada que ver con que hubiera empujado a las personas.
Al final se detuvo frente a la entrada de un complejo departamental viejo. Mientras recuperaba la respiración con las manos sobre las rodillas, se quedó viendo la puerta de vidrio y aluminio que estaba abierta de par en par, invitando a cualquier desconocido a entrar. Tras un par de jadeos más, se acomodó el cabello y la falda y dio un paso para cruzar al interior.
Si su madre se enterara de lo que estaba haciendo se llevaría un buen regaño, no importaba si ya tenía veintiséis, una casa propia y una carrera dentro de un prestigioso hospital. Entrar a una casa sin ser invitada y en un distrito que no conocía eran cosas que a una niña pequeña probablemente se le podían permitir, no a alguien como ella y mucho menos porque se estaba escondiendo.
Sakura fue caminando con curiosidad y cautela, no sabía qué pasaría si alguien la encontraba –aunque siempre podía decir que estaba buscando a alguien o, mejor aún, la verdad: que se había perdido mientras intentaba quitarse de encima el ojo vigilante que quería capturar su día a día.
El corredor del edificio olía a viejo (probablemente todo el edificio tendría el mismo olor), sólo tenía una gastada banca de madera frente a lo que parecía ser un pequeño recibidor. Sakura se asomó por encima de la barra para ver si había alguien a cargo; detrás de la cortina del recibidor se podía adivinar que había gente, se escuchaban las risas y gritos de algunos hombres y de una mujer. Tocó la campanilla que estaba a su derecha y esperó con paciencia. En la pared de color crema se leía sobre una hoja de papel que rentaban un piso.
—¿Puedo ayudarla? —Preguntó una mujer; por su aspecto, Sakura diría que estaba en la última mitad de su veintena, era rubia, con bonitos ojos castaños y un enorme busto que seguramente chocaba con la barra cada vez que se acercaba y que iba expuesto –intencionalmente o no- gracias al pronunciado escote de la blusa gris que vestía. En la mano izquierda llevaba unas cuantas cartas.
—¡Ah, sí! —Sakura respondió un tanto nerviosa. Se aclaró la garganta antes de hablar. —Que-quería echar un vistazo al departamento que está alquilando.
La mujer entrecerró los ojos mientras la observaba, tal vez intentando saber qué había llevado a Sakura hasta ahí. La zona no era precisamente de alta categoría, tampoco era horrible, pero la mayoría de los edificios eran viejos y el centro quedaba lejos. A los ojos de la rubia, Sakura tenía la pinta de esas señoritas que se la pasan comprando en las tiendas más caras del centro y que vivían del dinero de sus padres y que creían que sitios como estos eran oportunidades para jugar a las hermanas de la caridad. Si se atrevía a rentar el piso, le estaría dando lata cada dos por tres por algún desperfecto.
Bajo el escrutinio, Sakura trató de no retirar la mirada. Aunque se estaba haciendo un poco difícil.
Cuando la rubia vio que no se trataba de una broma, alzó los hombros y dio un suspiro antes de darse la vuelta y descolgar de un gancho pegado a la pared un juego de llaves.
—Puede verlo si quiere, pero no puedo acompañarla, estoy ocupada. —Le tendió el juego de llaves sin más. —Tómese el tiempo que quiera. Está en el nivel 5; tiene que pelear un poco con la puerta porque se atora.
Sakura se sorprendió de aquella confianza, pero le sorprendió más que dijera que estaba ocupada cuando parecía que lo único que estaba haciendo era jugar a las cartas. Seguramente trabajaba ahí y el edificio no era suyo, por tanto, le daba igual. Tomó las llaves y asintió rápidamente.
—Gracias.
Tratando de comportarse lo más normal posible, la pelirosa caminó el resto del pasillo hasta llegar al fondo. Enfrente de ella, un ascensor viejo se abría y del lado izquierdo estaban las escaleras. Al final las escogió, de cualquier forma, buscaba hacer tiempo hasta que se le fuera el mal humor.
Con cada paso que daba, la vieja madera crujía bajo su peso, sin embargo, todavía eran fuertes y eso se veía a simple vista. Se preguntó qué tipo de gente viviría en el edificio, ¿Serían viejos? ¿Trabajarían? ¿Habría alguna pareja que peleaba por nimiedades como dejar la pasta dental sin tapar? Suspiró con cierto cansancio.
Sakura llevaba algunas semanas estando soltera. El motivo de la ruptura había sido precisamente dejar la pasta dental abierta mientras corría porque se le hacía tarde para su turno dentro del hospital. Y mientras la casa era suya, su novio había puesto una serie de reglas porque era un perfeccionista y adoraba que todo estuviera en orden.
En el momento en que llegó a casa (36 horas después) y luego de meterse en la bañera dejando tras ella un camino de ropa sucia, el joven no dejó de hacer comentarios sobre lo desordenada que Sakura era y ella terminó mandándole al diablo. Así que él recogió sus cosas y abandonó la casa, dejándole con todo el departamento limpio y el anillo de promesa que le había dado luego de su primer aniversario (ahora Sakura se preguntaba dos cosas: cómo había aguantado tanto con él y qué haría ahora con el maldito anillo.)
Para intentar levantarle el ánimo, dos de sus amigos le habían propuesto que participara con ellos en un proyecto de cine independiente que tenían en mente: querían retratar su vida como estudiante de medicina. Al principio había pensado que sería divertido, después de todo, que fueran detrás suyo con la cámara le subía el ego.
Sin embargo, en los últimos días, decir que Sakura estaba hasta la coronilla era sólo una verdad a medias. Porque estaba más que harta. Y no sólo era el video, había sido una semana espantosa en la que había tenido que cubrir a Ino (porque era una buena amiga que había aceptado -luego de intensos ruegos- para que ella pudiera tomarse unos días con su nuevo novio) y se la había pasado en pediatría donde los niños eran ruidosos y a la menor oportunidad uno terminaba lleno de vómito. Sin mencionar que no había podido ni siquiera surtir su alacena o darse un respiro para conocer a alguien más, porque con dos chicos cerca –aunque fueran amigos- los demás creían que su cuota estaba cubierta.
Por eso hoy, luego de que Naruto comentara no esperaba que su vida fuera tan apasionante como Grey's Anatomy, pero al menos un tanto entretenida a lo Scrubs, Sakura había terminado corriendo echa una furia porque si se quedaba ahí, lo más probable es que le hubiera molido a golpes. Cuando lo volviera a ver, se aseguraría de disculparse por no tener una vida emocionante como las series que veían prometían.
Como había predicho, todo el edificio tenía ese olor a viejo.
Cuando llegó al piso 5, caminó un pequeño pasillo iluminado hasta la puerta de color vino que daba entrada al departamento. Sakura batalló para abrir la puerta y al final lo consiguió, haciendo que las bisagras chillaran. Evidentemente no quería rentar el departamento –y, aunque así hubiera sido, con el infernal ruido de la puerta se lo hubiera pensado-, pero quería seguir matando el tiempo y no tenía nada mejor qué hacer.
El departamento estaba iluminado gracias a la luz que entraba por el gran ventanal de lo que parecía ser la sala. Sakura entró mirando a todos lados, aunque no había mucho que ver: sólo una simple mesa de madera blanca con hojas de periódico encima. Las paredes estaban pintadas de color verde olivo y en algunas partes estaba comenzando a caerse, probablemente a causa de la humedad. Caminó hasta el ventanal y echó un vistazo, aunque no tuviera una vista preciosa de la ciudad, al menos daba a un pequeño parque donde había niños corriendo.
Se movió de la sala a la cocina, notando que había una fina capa de polvo, señal de que el departamento había sido abandonado no mucho tiempo atrás. Los gabinetes estaban vacíos y el único enser que quedaba era una tetera pequeña sobre la estufa que parecía ser vieja. Siguió su recorrido, llegando al baño donde había una tina blanca con patas de gato y una ventanita para dejar salir el vapor. Extrañamente, la bañera no tenía la misma capa de polvo que el fregadero de la cocina sí.
Llegó a la habitación principal y lo primero que vio fue el colchón que estaba en el suelo. Sakura comenzó a pensar que quizá alguien estaba viviendo todavía ahí y que la mujer del recibidor no se había dado cuenta –o se había dado cuenta y no le importaba. Lo segundo que vio fue al hombre de cabello plateado que estaba recargado contra el alfeizar de la ventana, quien le veía con curiosidad. Llevaba una bufanda amarilla alrededor del cuello y que le cubría parte del rostro, y un suéter azul marino demasiado holgado.
La idea que transmitía era de total apatía y aburrimiento. Al menos eso podía deducir por su cara –lo que alcanzaba a ver.
—¡L-lo siento! ¡No sabía que había alguien aquí! —Sakura se excusó dando pequeñas reverencias rápidamente. —¡La mujer del vestíbulo me dejó pasar!
—Ah… —Fue la única respuesta que obtuvo y ella se le quedó viendo como un ciervo frente a un auto. —Tsunade nunca tiene cuidado. —Agregó, aunque parecía más que para sí mismo.
Sakura anotó mentalmente el nombre aunque no fuera a utilizarlo jamás. También supuso que si sabía el nombre de la encargada, entonces vivía aquí –tal vez no en este departamento, pero sí en el edificio. Tras un par de incómodos segundos en los que sólo pudo quedarse viendo a todos lados menos a él, Sakura concluyó que no sabía qué hacer ¿Debía salirse?
Sin embargo, la impasibilidad de aquel hombre le dejó en claro que le daba igual su presencia. Así que, sin más, Sakura se sentó en el colchón y se quitó el abrigo rojo, dejándolo sobre sus piernas. El hombre volteó a verla y ella se dio cuenta por sentir su mirada, pero no se sintió amenazada de ninguna manera. De hecho, por alguna razón, se sentía cómoda. Muy cómoda. Sentía el mismo tipo de comodidad que le acompañaba siempre que su pareja estaba de humor para recostarse juntos sin hacer nada, el tipo de comodidad que venía luego de haber tenido una sesión de sexo.
Sakura se le quedó viendo al hombre. Se preguntó si conocía los cepillos y si alguna vez había intentado usar alguno; aunque el cabello le caía descuidado sobre la cabeza no le quedaba mal, parecía que naturalmente tenía esa forma. Admiró la rectitud de su nariz, los nobles pómulos, la masculina forma de sus cejas… y al no poder saber qué se escondía debajo del tejido amarillo de la bufanda, subió de nuevo los ojos para fijarlos en los de él, sintiéndose atraída por la profundidad que mostraban.
Sus ojos eran muy oscuros, negros como el ónix, tenía algunas patas de gallo en las esquinas, pero sólo le indicaban que probablemente se encontraría en los últimos años de la treintena, aunque el resto de su cuerpo no lo aparentara. Del lado derecho tenía una cicatriz que le cruzaba desde la ceja hasta el pómulo. Mientras que antes había pensado que el hombre se veía demasiado apático, ahora podía ver que en su mirada se traslucía cansancio y… otra cosa.
Se aclaró la garganta al darse cuenta de ello y sintiendo las mejillas calentarse, volvió la mirada a su regazo. Sin embargo, la alzó nuevamente al escuchar los pasos de él, aproximándose a ella. Se había quitado la bufanda y curiosa, deslizó sus verdes ojos hacia abajo para tomar nota de la fuerte línea de su mandíbula cubierta por una ligera barba y siguió hasta el área de la boca. Tenía labios carnosos, pero no gruesos, se equilibraban con sus otras facciones a la perfección. Sakura pensó que eran labios que se antojaban besables. Sin querer, sus propios labios se separaron mientras seguía viendo –devorando- su rostro; en la angulosa barbilla, del lado derecho, tenía un lunar.
Decir que era guapo no le haría justicia, decidió.
Siguió bajando hasta encontrarse con su cuello, su manzana de Adán moviéndose mientras pasaba saliva y Sakura lo imitó, aunque le costó trabajo: sentía la boca terriblemente seca.
Kakashi sabía que algo importante iba a suceder ese día, aunque no sabía si sería importante como 'bueno' o importante como 'malo'. De cualquier forma, no era la cosa más terrible que podría pasarle, ya no. Sin embargo, no pensó que esa sensación terminaría conectada a la joven que había entrado al departamento.
No era muy alta, era delgada y su cabello era de un llamativo color rosado que le llegaba por debajo de los hombros. A todas luces se veía que era alguien que se preocupaba por su apariencia y la ropa que llevaba (una falda larga de color negro, un sweater de cuello alto blanco y un abrigo rojo) le sentaba bien. Su cabello iba algo alborotado, tal vez porque había corrido a algún sitio. Pero nada de eso le interesó mucho. No hasta que pudo admirar su rostro cuando ella se sentó en el colchón y se comenzaba a quitar el abrigo.
Su cara tenía facciones bonitas, nariz pequeña, pómulos alzados, mejillas redondas, labios no muy carnosos pero tampoco delgados y coloreados en un suave tono rosa. Sus ojos eran grandes y de un precioso verde, un color que le recordaba las hojas de los brotes nuevos. Tenían el color de la nueva vida, de la frescura. Cuando ella cerró los ojos, subió entonces para encontrarse con su frente, era amplia, pero no le quitaba ningún encanto a su rostro.
Quizá se había quedado demasiado tiempo observándola, porque ella volteó. Aunque alguno pudo haber ofrecido una sonrisa educada –con toda probabilidad falsa-, ninguno lo hizo, optando los dos por seguirse viendo.
Kakashi no era tonto, a sus cuarenta y uno difícilmente se le podía escapar algo, especialmente cuando ese algo involucraba mujeres y mucho menos si eran mujeres que se notaban interesadas en él. Por supuesto, nunca soltaba prenda, ni una sonrisa, ni un guiño, nada. No tenía necesidad de hacerlo. Estaba casado. O había estado casado. Aunque habían pasado un par de meses desde que su esposa se había ido, no había sentido ningún interés de corresponder a los coqueteos de las mujeres –y algunos hombres- que se habían cruzado en su camino. Hasta ahora.
Sin pensárselo demasiado, avanzó hacia ella con calma, con mucha naturalidad. Notó cómo se cerraban sus labios y el movimiento que hizo su garganta por el esfuerzo de pasar saliva.
Tal vez fuera porque la joven era guapa, o porque se había sentido capturado por los bonitos ojos que le observaban con genuino interés, o porque necesitaba sentir el contacto del cuerpo de una mujer, no lo sabía. Ella no le estaba coqueteando de ninguna forma, pero algo de él le intrigaba y era obvio que sentía cierta atracción, después de todo, había separado los labios mientras veía su boca y cuello. Y él no iba a mentir, quería conocer las formas que habían estado escondidas por el abrigo rojo y que ahora sólo estaban cubiertas por el tejido blanco de su suéter.
Se sentó en el colchón a un lado de ella quien le vio con ligera sorpresa, sin embargo, no le detuvo, ni siquiera cuando comenzó a acercarse. Inconscientemente –pensó- ella separó de nuevo los labios y alzó los ojos para verlo a él. Esta vez, el iris verde se veía un poco oscurecido y la pupila dilatada. Kakashi se inclinó hacia ella para tomarle con lentitud la cara entre sus largas manos, le acarició con cuidado (hasta podía decirse con cariño) las mejillas y le besó sin más preámbulo.
Ambos se quedaron con los ojos abiertos mientras comenzaba el movimiento de sus labios, al principio suave, tentador; Kakashi todavía no quería profundizar el beso, quería saber si lo que estaba haciendo era lo que ella quería. Si veía en sus ojos miedo o si terminaba empujándole, la dejaría ir inmediatamente. No la obligaría a otra cosa, se disculparía y le explicaría que era un idiota que se sentía demasiado solo y tal vez ella sentiría la suficiente pena por él como para no denunciarlo por intento de violación.
Al final, la pelirosa terminó cerrando los ojos, probablemente decidiendo entregarse por completo al beso. Y entonces Kakashi comenzó a acariciarle el labio inferior con la punta de su lengua mientras sentía los dedos de ella moverse hacia sus antebrazos, apretándole con suavidad y subiendo hacia sus muñecas. Abandonó el toque en su cara y movió los dedos a su cuello para poder acercarla más y profundizar el gesto. Ella abrió los labios y permitió que la lengua de Kakashi entrara para probar su boca y enlazarse con la suya, deseando chuparla y acariciarla.
Era la primera vez que recibía un beso de alguien que no fuera la mujer con la que había estado casado por 7 años. Y se sentía jodidamente bien. Ella olía dulce, una ligera nota de suave perfume con una nota de vainilla le llegaba, pero también tenía un seductor aroma que le gritaba que lo que tenía frente a él era una mujer que lo deseaba.
Por falta de aire, ella se separó ligeramente de él, respirando audiblemente y haciendo que su aliento chocara con sus labios entreabiertos. Sus frentes estaban tocándose y casi la punta de sus narices, Kakashi no le podía ver los ojos, lo que quería decir que los tenía puestos en su boca. Podía imaginar que tal vez estaba preguntándose qué demonios había pasado y, desgraciadamente, él tampoco lo sabía. Pero no, ella estaba diciéndose que quería seguirlo besando sólo que no sabía si podía apagar su mente para entregarse a ello.
Kakashi volvió a jalarla para besarla con más fuerza, sus labios restregándose contra los de ella, dispuesto y mucho a dejarlos hinchados a base de mordidas y choques que sus dientes daban. Ella respondió a cada uno de los besos con la misma intensidad y hambre, sujetándole el cabello con una mano y la otra en su hombro, sus dedos enterrándose en su carne. Las manos de él ya iban marcando un camino sobre su cuerpo con mucha libertad, después de todo, ahora era ella quien le estaba manteniendo fijo en su lugar para que le siguiera besando. Dejó la mano izquierda en su cintura, la derecha, acariciándole y apretando el seno izquierdo. Ella gimió en su boca y le mordió cuando apretó con fuerza, pero no quejándose, sino invitándole a que volviera a hacerlo.
Hacía tiempo que no presentaba una erección con tanta fuerza, sentía su miembro palpitando contra su vientre y la necesidad de liberarlo de la prisión que representaba su pantalón. Abandonó el agarre que mantenía en la cintura de la chica y descendió en su cuerpo, sintiendo uno de sus muslos envuelto por falda y gruñó al darse cuenta de lo larga que era; para su fortuna, ella adivinó lo que le molestaba y se separó de él para levantarse ella misma la prenda. Sin que él se lo pidiera, terminó acostándose sobre su espalda y pidiéndole sólo con los ojos que no perdiera el tiempo.
Kakashi se abrió los pantalones y se sacó el pene sin más contemplaciones. Ella le miró mordiéndose los labios, hasta que él hurgó entre sus muslos, separándolos para hacer a un lado las pantaletas de encaje que llevaba y que ahora estaban mojadas por su excitación. Él le penetró con fuerza, deslizándose entre sus húmedos pliegues con facilidad, disfrutando de la manera en que ella le apretaba, amoldándose a él. Ambos dejaron salir un gruñido –el de él audible a propósito, algo estrangulado; el de ella, en un tono bajo, sintiendo pena de dejarse escuchar.
Sakura había mantenido las manos a cada lado de su cabeza, intentando agarrarse a algo sin conseguirlo, después de todo, la cama carecía de mantas y sábanas, estaba desnuda a diferencia de ella que seguía con toda la ropa puesta. Él la había penetrado con rapidez, con fuerza y ella había intentado encontrarlo en cada embiste, respondiendo al deseo de su propio cuerpo de sentirse lleno hasta que alcanzara el clímax.
Este hombre del que desconocía su identidad, su edad, su origen, le había llevado a experimentar uno de los orgasmos más alucinantes de su vida. Sin hablar, le había arrastrado a una muy satisfactoria cópula.
Se preguntó si se había dado cuenta del anillo que llevaba en la mano izquierda o si lo había estado ignorando de la misma forma en que ella había hecho. Probablemente era la primera, considerando que lo único que habían visto el uno del otro eran sus rostros. Y eso se quedaba corto, porque la mayor parte del tiempo que había durado su encuentro habían tenido los ojos cerrados, entregándose a las sensaciones que el cuerpo del otro provocaba en el propio. Sin embargo, en los breves segundos que lograban mantenerlos abiertos se veían fijamente, como si intentaran adivinar el pensamiento que corría por la mente del otro.
Tampoco es que el anillo tuviera todavía el significado de antes, pero eso no quería decir que ahora –con el tiempo que había pasado luego de su encuentro- no debiera de sentirse rara. Porque si bien se había quedado con el anillo porque le parecía bonito, seguía siendo un anillo de promesa, uno que le habían dado con la esperanza de que la relación prosperara hasta que ambos se sintieran convencidos de que querían casarse.
Sakura se sacó el anillo y lo dejó a un lado de la bañera, junto a la canastilla con el champú. Ahora se sentía una completa idiota por seguirlo llevando.
¿Esto está bien? ¿Debería estar aquí?
Ese era el tipo de preguntas que debieron aparecer en la mente de Sakura pero que no lo hicieron, o tal vez las había ignorado por estar demasiado ocupada en embriagarse con la esencia del hombre, porque estaba demasiado absorta en seguir el ritmo que el desconocido le había impuesto, porque estaba decidida a disfrutar del encuentro y alcanzar el orgasmo que cada movimiento de cadera prometía. Acabar con él había sido la meta de ese encuentro y la había cumplido entre jadeos y gemidos propios y ajenos.
Tal vez las preguntas sobraban. Era soltera de nuevo y podía acostarse con quien quisiera si le apetecía, pero ella tenía la regla de acostarse con alguien luego de la quinta cita; así que tener sexo con alguien a quien acababa de conocer nunca lo había experimentado. Y ahora tenía una sensación rara en el estómago (que probablemente era por tomar la píldora del día siguiente, pero que se asemejaba a la incómoda sensación que le asaltó luego de haber perdido la virginidad.)
Para hacerlo peor, al salir del departamento se había llevado las llaves que la mujer le había dado y su consciencia le decía que tenía que devolverlas, porque Tsunade –o como quiera que se llamara- no tenía la culpa de que hubiera terminado cogiendo con ganas con el desconocido que casualmente estaba en el departamento. Ya que mañana era su día libre del hospital, tenía planeado pasar al viejo complejo y disculparse con la mujer, inventándose una excusa creíble de por qué había salido sin regresarle las llaves.
Y tal vez, con un golpe de suerte, terminaría viéndolo de nuevo.
Kakashi bajó las escaleras hacia el lobby, en su bolsillo iban sonando el par de llaves con cada escalón que bajaba, pero él no estaba prestando atención. Su mente y sus sentidos todavía estaban saturados de lo que acababa de pasar en el que había sido su departamento por tanto tiempo. Se suponía que hoy finalmente terminaba de vaciarlo (había sido muy perezoso con la mudanza y la había extendido estúpidamente, aunque ahora la mayoría de sus cosas estaban en su más nuevo -y pequeño- hogar), pero había decidido darse un último viaje de recuerdos y estaba a punto de irse cuando había escuchado la entrada de la joven.
Cuando pisó el lobby se dio cuenta por el ruido que había que Tsunade ya debería estar borracha y con mucho menos dinero en su cuenta bancaria. Tocó la campanilla y se recargó sobre la barra, esperando por ella.
Si era honesto, haberse acostado con aquella mujer era lo mejor que le había pasado últimamente. Había disfrutado mucho de tocar su cuerpo, incluso si había sido por encima de la ropa y no lo había visto desnudo, lo cual era extraño. Mucho más que hacerlo con una desconocida. Una desconocida que le había dejado la marca de su dentadura sobre el hombro y un chupetón en el cuello.
Si se volviera a encontrar con ella…
—Pensé que ya te habías ido…—Le dijo a manera de recibimiento la rubia. —Le dije a una chica que subiera a ver el departamento.
—La vi. —Le respondió como si nada.
—¿Entonces le mostraste el lugar? —Él se encogió de hombros y ella alzó una ceja, pero no profundizó. —¿Te dejó la llave?
—No.
—Maldición. Al menos no creo que quiera robarse algo… —Dijo mientras se llevaba una mano a la frente, como si sintiera una migraña venir a ella.
—Probablemente regrese a devolverte la llave. —Agregó como si fuera la cosa más obvia. Tsunade bufó, creyendo que había dicho la cosa más estúpida del mundo. —Parecía una buena chica.
—Tú parecías una persona respetable y mírate. —Levantó la mano en el aire, señalándolo. —¿Ya sacaste todas tus cosas?
—Hm. —Se llevó un dedo a los labios y lo dejó ahí por encima de la bufanda, haciendo como que pensaba. —No. —Tsunade puso los ojos en blanco. —Necesito un par de días más.
—Ni siquiera tienes tantas cosas y te dije que era la última vez que te daba una prórroga.
—Apuesto a que la chica va a volver. —Le dijo con el mismo tono monótono. —Si ella regresa a devolverte la llave, me das los días que necesito sin renta.
—¿Y si no lo hace? —Preguntó interesada. —¿Qué gano yo?
—Me mudo inmediatamente y te pago el mes completo más un... 20% extra.
—40 —Agregó con rapidez.
—Hey, no puedes ponerte avariciosa.
—¡Te deje quedarte aquí sin cobrarte nada los últimos días!
—Y eso habla muy bien de ti. —Le respondió con una sonrisa.
—30 —Tsunade replicó entrecerrando los ojos, mirándole de mala forma. Kakashi suspiró.
—25 y es lo último.
La rubia entrecerró todavía más los ojos mientras pensaba. Le había dado una semana a Kakashi como una cortesía que luego se transformó en otra y parecía que no estaba muy dispuesto a irse. Pero ahora tenía la oportunidad de librarse de él y obtener dinero que podría ocupar para la siguiente semana de juegos.
—Pareces muy seguro de que regresará… —Le dijo, alzando una ceja y viéndole por la esquina del ojo. —¿Sucedió algo?
—¿Qué clase de cosas sucederían con una extraña más allá de intercambiar algunas palabras? —Respondió como si no supiera que existían un montón de cosas que podrían hacerse con una extraña. Y que en realidad había hecho una de ellas. Tsunade entrecerró los ojos como si supiera que le estaba ocultado algo, pero Kakashi no delató nada en su rostro, además técnicamente sí había cruzado un par de palabras con ella. —¿Apuestas o no?
Tsunade continuó mirándolo con fuerza; una parte de ella no tragándose lo que le había respondido. Pero no podía rechazar la apuesta, mucho menos la oportunidad de ganarse algo de dinero extra.
—Más te vale que no te quieras burlar de mí. —Gruñó.— Y para hacerlo justo. —Se aclaró la garganta mientras Kakashi la veía con la misma apatía.— El tiempo límite son las seis de mañana-
—Y necesito quedarme aquí para verificar que no me ocultes que llegó.—Le interrumpió.
—Bien.
—Tenemos una apuesta, Tsunade. —Le dijo con una sonrisa apenas visible detrás de la bufanda amarilla, tendiéndole la mano para cerrar el trato.
La rubia terminó suspirando y alzando los hombros como si no le quedara de otra. Finalmente le apretó la mano con rapidez antes de que él se despidiera, haciendo su camino hacia la puerta principal del edificio.
De verdad que parecía una persona respetable cuando lo vio la primera vez.
Notas de la Autora:
No sé cuándo pueda acabar el próximo capítulo, especialmente porque lo que he escrito no me ha convencido mucho. De cualquier manera planeo que sea una historia corta (5 capítulos a lo mucho.)
Por cierto, hubo cambios para la traducción y en lugar de 'Three Blossoms' comenzaré a subir 'Duty Before Honor' (El Deber antes que el Honor.) Comenzaré entre esta semana o la próxima a subirla. La razón es porque en febrero regreso a la universidad y necesito apurarme :D
Muchas gracias si han leído hasta acá y espero terminar pronto con esto.
Saludos ~
