¡Hola lectores! Aquí estamos de vuelta con este Fanfic. Tanto que lo estuve prometiendo, y aquí está ya por fin terminado el primer capítulo. Cómo bien saben, está inspirado en la canción de Younha "Sound of Rain" que está hermosa, y es de una pareja que más me gusta de Fairy Tail: GrayxJubia. Se me hacen tan lindos juntos, porque sus personalidades se complementan por completo.
Conforme a mi Fanfic de MelloxRose: Ando algo baja de inspiración pero prometo empezarlo y avanzarle un poco antes de que acabe el año.
También, quisiera avisarles que tengo planeado subir un OneShot Especial Navideño. Ya tengo la pareja y la historia más o menos a la mitad. No les puedo decir más, quiero que sea una sorpresa pero estén al pendiente.
En fin, los dejo con el capítulo. Lo que viene al principio en cursiva, debajo del título, serán partes de la canción en español. No puedo poner en cada capítulo porque se acabaría la canción antes de llegar al final xD, así que los pondré periódicamente.
Disfruten!
Fairy tail no me pertenece, bla bla bla, todos los derechos a Hiro Mashima
El sonido de la Lluvia
"Mientras caminamos bajo la lluvia…,
Mi tímida risa escapa. Bajo una pequeña sombrilla, estamos acurrucados.
No es interesante, quiero caminar bajo la lluvia. Quiero estar un poco más cerca de ti"
Capítulo 1: A partir de hoy…
FLASH BACK
Mi tímido rostro seguía sobre mis zapatos. Había esperado tanto para decírtelo. Ese día, la lluvia no había parado de caer. Las gotas caían cada vez más pesadas sobre mis hombros, pero eso no me importaba. Yo estaba aquí, para decirte lo que sentía. Lo que he sentido desde que te conocí. Tú, y tus ojos que juzgan, me mirabas intensamente, esperando a que hablara primero. Por primera vez en la tarde, subí mi rostro. Mis mejillas estaban completamente rojas, y tu rostro inexpresivo. El silencio acompañó mi boba reacción, cuando tú suspiraste…
-¿Para qué me has citado aquí, si no piensas decirme nada?- fue lo que tus labios soltaron, mientras rascabas tu nuca en señal de desesperación y aburrimiento.
-Etto…J-Juvia tiene algo m-muy importante q-qué decirte, Gray-sama…
Y como siempre, simplemente me miraste, esperando lo que sea que iba a decir en ese momento. Yo suspiré, y me armé de valor. Necesitaba decírtelo. Dirigí mis ojos decididos hacía ti.
-¡J-Juvia…Juvia está enamorada de Gray-sama!- grité, cerrando mis ojos por lo fuerte que eran esas palabras para mí. Tu reacción fue nula; así que continué…
-A Juvia le gusta muchísimo Gray-sama, y desea con todo su corazón poder ser su novia…- le susurré después, ya que mi voz perdió varios decibeles a razón de mi valor que disminuía. Al terminar de decirlo, la vergüenza se acomodó descaradamente en mis pómulos, manchándolos de su color predilecto.
En cambio tú, y tus ojos que juzgan, no me dijeron nada. No encontré sentimiento alguno en tu rostro. Pero grande fue mi sorpresa, al escuchar tu voz sonar…
-¿Acaso eres idiota?- cuestionaste, sorprendiéndome enormemente.
-¿Q-Q—
-Eres una molestia, y siempre te metes en mi vida. ¿Acaso crees que yo quiero una novia así? Olvídalo…
Y así, sin siquiera reparar en mí, te diste la media vuelta, mostrándome solo una cosa: tu espalda. Me quedé pasmada justo en mi lugar, pasando varios segundos para que pudiera reaccionar. Chorros de lágrimas cayeron de mis ojos, que hasta se confundían con la hermosa lluvia que caía en ese momento. El resonar de tus palabras aún se escuchaba, y quebraban una y otra vez ese órgano en donde albergaba todos mis sentimientos por ti. Después de que esas palabras desaparecieron, lo único que quedó, fue el sonido de la lluvia…
FIN FLASH BACK
Abrí mis ojos de golpe. El sonido del despertador era demasiado molesto. Era sábado por la mañana. Sí, debía levantarme para ir a Fairy Tail.
Me di un baño, cepillé mi azul cabello y me vestía tranquilamente, pero sentía como si olvidara algo. Después, reparé en el sueño que había tenido justo antes de despertar.
"No, no fue un sueño…es más bien, un amargo recuerdo", pensé para mi, mientras de nuevo la tristeza venía a mí. Ya habían pasado dos meses desde esa tonta declaración, y no había vuelto a ver a Gray-sama desde entonces. Él se había ido en una misión solo, no aceptó que ni Natsu-kun ni Erza-san lo acompañaran. A veces me pregunto si estará bien, si tendrá donde resguardarse en los días que llueve…
"No seas estúpida Juvia, no tiene caso que sigas preocupándote por alguien que no te quiere…", me dije a mí misma, enojada por seguir sintiendo esto por Gray-sama. Pero es que era tan grande mi sentimiento por él, que aún cuando él me rechazó, mi corazón seguía amándolo, deseándolo…algo que debo dejar de hacer, si quiero seguir adelante. A él, simplemente, no le intereso…lo ha dejado muy claro con su respuesta.
Suspiré. Ya empecé con mi manía de pensar en Gray-sama. ¡Y aún lo llamo Gray-sama!
-Juvia debe dejar de hacer eso…- reclamé a mi propio reflejo en ese espejo. Erguí mi cuerpo, y me dirigí a la salida de mi habitación. No debía seguir perdiendo el tiempo.
Ese día, como todos los de esta época, llovía a cántaros.
"Y esta vez Juvia no ha tenido nada que ver…", me quejé en pensamientos. Tomé mi paraguas, y salí de casa rumbo a Fairy Tail. Caminaba sin ninguna prisa, aún cuando sabía que ya era un poco tarde. El resonar de mis zapatos era lo único a lo que le ponía atención, ya que el sonido de la lluvia me era ya tan familiar, que lo dejaba desapercibido. Ese día, todos corrían a resguardarse de la lluvia, temiendo ser mojados por ella. Yo, simplemente, caminaba. La expresión seria en mi rostro, hacía que me abriera paso entre la multitud. Juvia no tenía ánimos de nada.
Llegué a Fairy Tail, y sacudí las gotas de mi sombrilla. Lo puse donde todos ponen la suya. Y al darme la vuelta, una sonrisa cálida de parte de Lucy-san me recibió…
-¡Juvia!- me llamó, alzando uno de sus brazos, para darme su lugar exacto. Aún sin mostrar expresión alguna, me acerqué a donde estaba…
-Buenos días…- saludé, sin muchos ánimos. MyraJane y Lucy-san se veían realmente muy contentas.
-¿Qué ha ocurrido, Juvia? Hoy llegaste tarde, y tú siempre eres de las primeras en llegar…- me preguntó Lucy-san, tornando su mirada en una preocupada.
Pero ni tiempo me dieron de hablar, cuando Myra-san intervino en la plática.
-Sí, sobre todo cuando estaba Gray por aquí…¿Será acaso que has llegado tarde porque nuestro Gray anda de misión?
Tan solo que mencionara ese nombre, hizo que cada vello de mi cuerpo se tensara. Rígido quedó mi cuerpo, y bajé la vista hasta clavarla en mi falda. Ambas chicas me miraron con preocupación.
-¿Sucede algo, Juvia?- aventuró a preguntar la rubia princesa, acercándose más a mí. Yo simplemente, suspiré, con mis mejillas llenas de rubor.
-S-Sí…
-¿Con Gray?- cuestionó Myra-san, acercándose igual que Lucy.
-S-Sí…- volví a contestar, más seria que antes.
-Cuéntanos, ¿te hizo algo malo Gray?
-N-No, es solo que…
Lo pensé y lo volví a pensar antes de hablar. ¿Estaba bien decírselo a ellas? Esas dos eran muy amigas de Gray-sama, y seguramente le irían a decir algo a él…
-No te preocupes Juvia, esto quedara entre nosotras- me aseguró Myra, tomando una de mis manos, y regalándome esa sonrisa cálida que solo ella sabía dar. Luego miré a Lucy-san, quién me sonrió de una manera cómplice.
-Bien, les contaré…
Y desahogué todo. Ellas me escucharon atentamente, y me consolaron.
-Ahora entiendo, Juvia-chan- me dijo Myra, sonriéndome con comprensión.
-Ese Gray fue muy frío al rechazarte de esa manera…- exclamó Lucy, con rostro serio. Yo solamente bajé la vista, apenada.
-Pero, lo peor, es que Juvia aún ama mucho a Gray-sama- les confesé, demostrando en mi cara que era cierto; mi corazón aún le pertenecía a él.
-Lo entendemos Juvia, pero lo que sí no podemos entender es la reacción de Gray. Él no es así.
Yo solo suspiré. En ese momento, Lucy me mira como si hubiese recordado algo.
-¡Es cierto, Juvia! Hoy regresa Gray al gremio…
Y al escuchar eso, me sorprendí. ¡Cómo lo había podido olvidar! El maestro Makarov nos había comentado hace una semana que él volvería; ¡y lo olvidé por completo!
Pero, ni tiempo me dio de asimilarlo, cuando se abrieron de par en par las puertas del gremio, y dejaban ver la silueta de su cuerpo. Ya estaba aquí.
Entró con esa hermosa sonrisa que tanto amaba, extrañamente traía puesta su ropa, y su equipaje al hombro. De inmediato, sus compañeros se acercaron a darle la bienvenida. Incluso Lucy y Myra se le acercaron, pero yo, de la impresión me quedé en donde estaba. No sabía qué decirle. No era capaz de decirle un "¡Bienvenido, Gray-sama!" completamente sincero, como siempre se lo decía. Ahora, no encontraba las palabras adecuadas para referirme a él.
Se adentró más, y llegó hacia donde estaban Erza, Natsu y Happy, y se quedó platicando con ellos…
-Bienvenido, Gray- exclamó Erza, con esa sonrisa autosuficiente que siempre se cargaba.
-¡Hasta que regresas exhibicionista!
-¡Cállate estúpida flamita!
-¡Repítelo cabrón!
Y como siempre, se pusieron a pelear en medio del gremio. Como todos ya estaban acostumbrados, simplemente se rieron. Más sin embargo, yo le miraba con tristeza. Lo extrañé, me acababa de dar cuenta. A pesar de saber que él no me quería, lo extrañé. Suspiré, resignada.
"Mi amor por ti Gray-sama, será muy difícil de borrar…", exclamé en mi mente, al voltearme y darle la espalda a esa escena. Escuchaba tu risa, tu voz...que retumbaban en mi cabeza. No podía soportarlo más. Me puse de pie, y decidida, me dirigí a donde estabas tú. No podía dejar de actuar como siempre, eso significaría que soy débil, y que aún no puedo superar su rechazo. Así que me armé de valor, y me acerqué, con una sonrisa.
-¡Bienvenido a casa, Gray-sama!- fue lo que solté al encontrarme de nuevo con tus ojos, que al notar mi presencia cerca, voltearon hacia mí. Todos se quedaron en silencio, viéndonos. Él solo chistó la lengua, y mi rostro cambió a sorpresa…
-¿Qué, acaso seguirás acosándome aún después de que te rechacé?
Y todos, todos en el gremio se quedaron en silencio, asombrados por lo que acababa de decir Gray-sama. Yo, atónita, no pude hacer nada más que agachar la cara llena de vergüenza. Entonces, él sonrió de medio lado, y tomó mi barbilla, levantó mi cara y me miró con aire de seductor…
-¿Todavía te robo el sueño, verdad? Típico- exclamó, poniéndome en ridículo frente a todos. Myra y Lucy nos miraban preocupadas, y Natsu y Erza completamente extrañados. Pero el verdadero problema era él, Gray-sama, quién se acercaba con más seducción a mi, que pocas fuerzas tenía para alejarme. Su cercanía era tan adictiva, y su olor tan embriagador. Al sentir sus manos en mi cintura, me di cuenta de sus intenciones. Y así, sin más, me plantó un beso frente a todos. Saboreaba mis labios con arrebato, y aprisionaba mi cuerpo entre sus fuertes brazos. Yo por la impresión, ni cerrar los ojos pude. Rígida permanecía, sin siquiera mover mi boca. Pero, mi vergüenza creció más, cuando una de las manos de Gray-sama se coló por debajo de mi falda, alcanzando a tocarme el trasero. Lo acariciaba como cual tesoro. Sin embargo yo, sin aguantarlo más, me separé gritando de él, alcanzando a dejarle la mano marcada en su mejilla, por tremenda bofetada que le solté. Natsu, Erza, Happy, Wendy…todos nuestros compañeros se levantaron de su asiento cuando vieron la escena, mientras yo, llorar de vergüenza deseaba. ¿Qué estaba pasando con Gray-sama? ¿Por qué me trataba de esa manera tan descarada y vil?
-Juvia…- susurró Lucy, queriendo acercarse, pero la reacción de Gray-sama la detuvo.
-¿Es esa tu reacción, después de la poca atención que te presto, estúpida?- exclamó de alguna forma enfadado Gray-sama, refiriéndose completamente a mi. Mis ojos de terror temblaron, al escuchar ese adjetivo tan despectivo. Pero ni tiempo me dio de reaccionar, cuando me apretó los hombros con suma fuerza.
-¡Qué acaso no era eso lo que querías, que te acariciara y te hiciera mía?- me gritó, asustándome tanto…pero de inmediato, ese miedo se convirtió en rabia. Con una fuerza sacada desde lo profundo de mi cuerpo, deshice su prisión. Y con la misma fuerza aumentada, le planté una segunda bofetada. No quería ni verme a mí misma, ya que con tan solo sentir las lágrimas recorrer mi rostro por el comportamiento de Gray-sama, me hacían verme fatal.
-¡Te equivocas!- le grité, sacando todo mi odio con esas palabras. El gremio se había vuelto en completo silencio, admirando como hacíamos el ridículo. Lo miré, sin temor a esos ojos suyos que juzgan. Aunque lo aparentara, la sorpresa nació en su mirada.
-Lo que yo quiero de ti, no es eso. Nunca lo ha sido. Lo que yo deseo, es algo que tienes tanto miedo de entregar, por lo poco hombre que realmente eres. Te crees el más guapo, solo porque muchas estamos locas por ti, y completamente a tus servicios, y eso te hace que se te suban los humos a la cabeza. Pero conmigo, ¡no te equivoques! Yo no soy como cualquiera de las que andan tras de ti, yo no me ofrezco ni te ruego- solté todo de un golpazo, sin siquiera reparar ante esas palabras, que de alguna manera se estaban convirtiendo en el tormento del que tenía enfrente. Pero eso, no era todo lo que tenía que decir.
-Lo que yo siento por ti, es amor. Amor de verdad. Pero, viendo las circunstancias y tu poca hombría, he decidido que dejaría de hacerlo. Dejaría de amarte. A partir de hoy, Gray Fullbaster, nunca volverás a reírte de mí, y no volverás a tener una muestra de amor de mi parte. ¡Para mi, eres hombre muerto!- finalicé. TODOS, sin excepción de nadie, tenían su mandíbula hasta el suelo. Lucy me miraba con los ojos casi que se le salían, Erza con la boca abiertísima, al igual que el resto. Pero, era que debía hacer algo. No iba a permitir que este sinvergüenza se siguiera riendo de mí.
"A pesar de que te amo tanto…", susurré en mi mente, ya que era cierto. No lo iba a negar. Pero, esa tu actitud tan presuntuosa y altiva, burlándote de lo que son MIS sentimientos…no la iba a soportar. Dejando solo un suspiro al último, me di la vuelta, regresando a mi asiento completamente callada, y con el ceño fruncido de lo nerviosa que estaba. Nunca pensé que tales palabras saldrían algún día de mi boca. De la mía, que había dicho que nunca dejaría de amarte, no importando que pudiera pasar. Pero es la misma boca, la que tú besaste con arrebato e inexistente pasión, dejándome en claro que yo no te importo en lo más mínimo.
"Debo ser fuerte, para soportarlo…"
~O&o&O&o&O~
La mañana se convirtió en mediodía. Después de la escenita que monté, no le volví a dirigir la mirada a Gray-sama en ningún momento. Se escuchaba como todos cuchicheaban entre ellos de nosotros dos, pero poco me importaba. Le di un gran trago a mi refresco, para pasarme un poco el mal trago. Erza, Myra y Lucy permanecían a mi lado. No decían nada, pero estaba segura que muy dentro de ellas querían sacarme la sopa entera de lo que haría de ahora en adelante.
-Juvia…- susurró Lucy, dispuesta a empezar con su cuestionamiento.
-Dime.
Suspiró un momento, para luego volver a mirarme.
-No puedes evitar tu cara llena de tristeza. Todas nos damos cuenta, de lo duro que fue para ti haber dicho tales cosas.
Al escucharla, bajé los ojos llorosos, diciéndole con ese gesto que tenía razón.
-Sabemos, y estamos conscientes, que ese comportamiento de Gray no era apropiado…
-¡Es un maldito cínico!- grité, más dolida que molesta. Todos de nuevo voltearon a verme, y luego a verlo a él, quién seguía con el ceño fruncido y mi mano marcada en su mejilla. Me tragué completas las lágrimas que ya casi y caían.
-Yo le entregué todo, yo le di mi corazón…¡Y él dice que lo único que quiero es que me haga suya! Esas son tonterías…- solté, sin poder evitar que las lágrimas salieran disparadas. Caían y caían sin detenerse. Y lo peor, era que todos me miraban así. Las limpié de un manotazo, y luego dejé caer mi puño sobre la mesa.
-Él no se volverá a reír de mí.
Y así, pasó el día. Lucy, Myra, Erza y yo decidimos salir de compras, ya que como iba la cosa, no soportaría estar más tiempo ahí. Además, de que ese día no parecía que habría misiones interesantes. Ellas sonreían abiertamente y se divertían, pero yo ni una maldita mueca podía soltar. No tenía ánimos de nada, mucho menos de reír. Y ellas que tanto se esforzaban por lograr que yo me distrajera. Pero, no podía. Con solo acordarme de todo lo que le dije, y de la enorme sorpresa que esas palabras sembraron en él, me hace sentir mal. Por un momento llegué a retractarme de lo que había dicho. Pero yo ya había dicho que no volvería a confiar en él, en Gray. Él no era más que un recuerdo. O al menos a eso me hacía a la idea.
Después de una agotadora vuelta al centro comercial entero, nos dio la tarde-noche. Todas llevaban pesadas bolsas con miles y miles de blusas, faldas, bolsos, etc., cuando yo no cargaba más que mi diminuto bolso y un Frappe Moka Capuccino de Fairyburcks*. Ellas iban platicando de cosas sin sentido, mientras yo me dedicaba a terminarme mi Frappuccino. De pronto, se detienen y comienzan a despedirse una de otra. Al último, quedamos solo Lucy-chan y yo.
-¿Quieres que te acompañe a tu casa?- me preguntó, con una sonrisa amigable. Yo solo suspiré.
-No es necesario, Lucy-chan.
-¿Segura?
Le dirigí mis ojos a los de ella.
-Sí.
Y aunque no muy convencida, aceptó. Nos despedimos un par de cuadras después, y yo continué por la acera sola. La iluminación era tenue, y ya casi no había barcos. El cielo no estaba tan despejado, pero lo suficiente para admirar unas cuántas estrellas. El eco de mis tacones resonaba por todo el lugar. Era la única alma en esa calle.
Iba tan metida en mis pensamientos, que cuando menos lo espere, otra persona iba caminando en sentido contrario a mí. Traía puestos mis audífonos, e iba admirando el mar. Hasta que el hecho invariable sucedió. Esa persona y yo chocamos, por accidente. Al intentar sujetarnos, caímos directo al agua. Tan sorprendida me hallaba, que tuvieron que pasar varios segundos para asimilarlo. En ese momento, al abrir mis ojos por debajo del agua, noté a la persona con la que había chocado: era Gray. De un impulso lo tomé de ambas muñecas, intentando jalarlo hacía mi, ya que se estaba hundiendo. Lo abracé del torso, y con mi magia líquida salimos disparados del mar. Al chocar contra el suelo de la calle, eso hizo reaccionar a Gray. Y ambos comenzamos a toser, por el agua que habíamos ingerido. Una vez que su tos se hubo calmada, me dijo…
-¿Estás bien?
Pero al no recibir respuesta subió sus ojos, y se encontró con mi rostro empapado. No pudo contener la sorpresa.
-T-Tú…
-Sí, yo.
Me puse de pie, y cogí mi bolso que se hallaba mojado hasta el interior.
-¡Rayos, todo se mojó!- me quejé, al notar a mi Ipod, a mi celular y mi billetera mojados. Lo que menos me dolía era el maquillaje, pero mi Ipod que tanto trabajo me costó conseguirlo.
-Hey- exclamó, también poniéndose de pie. Yo ni siquiera le dirigí la mirada.
-Todo es tu culpa…- susurré.
Y él, al escuchar ese susurro, me miró.
-¡¿Mi culpa?
-¡Sí, tu culpa!
Y le volví a mostrar mi espalda. Exasperado, se puso frente a mí.
-Fue tu culpa al ir distraída.
-Fue la tuya al no poder sostenerme para evitar caer.
Nuestras miradas, furiosas, se encontraron. Pero su ceño se aflojó de inmediato al notar mis mejillas rojas y toda mi ropa empapada. Suspiró.
-Olvídalo.
-¡No, como que olvídalo!
Él se alejó un poco, y yo lo seguí; pero mis pies se detuvieron al ver como se quitaba la camisa. Mi cuerpo se paralizó, y el rojo de la pena se apoderó de mi cara. De inmediato, me volteé. Él, al notar mi rostro enrojecido, alzó una ceja seductor y mostró una hermosa mueca.
-Hey, ¿no quieres mirar?- me preguntó, pero era lógico que no le contesté. Me encontraba tratando de darle calor a mi cuerpo, ya que el frío que se sentía era de muerte. Entonces, de pronto, siento como unos brazos heladísimos como el hielo rodean mi cintura; al igual que su pecho pegado a mi espalda. Mi sorpresa no pudo ser mayor. Sentía su aliento pegado a mi nuca, y su cabello goteando en mi hombro. Yo, avergonzada a más no poder, intenté zafarme.
-¡Suéltame!- le grité, forcejeando. Pero sus fuerzas eran mayores a las mías. Entonces, de un movimiento, hizo que quedara de frente a él, con mi pecho y el suyo juntos. Asustada, lo miré. Instintivamente, mis manos se colgaron de sus hombros.
El silencio reinó entre nosotros. Él me miraba hacía abajo, prepotente, seductor. Yo, sumisa y avergonzada, no tenía de otra más que agachar la cabeza. Me moría de la vergüenza. Pero, el sentir su piel bajo las palmas de mis manos, y como el calor se iba apoderando de su pecho, no hacían más que incrementar mi pena. Sus dedos largos rodeaban mi cintura, al igual que sus manos y parte de sus brazos. Su rostro tan cerca del mío. Su aliento estrellándose contra mi frente. No lo iba a resistir más.
Entonces, su risa resuena en el silencio, seguida de su voz.
-Estás muy nerviosa.
No era una pregunta, ni tampoco una queja. Era una afirmación. Mis mejillas se enrojecieron más. Una mueca hermosa adornó su cara. Yo, por mero pudor, volteé la cara a un lado. No quería darle el gusto de afirmárselo.
Entonces, de pronto, acerca su boca a mi cuello. Y le da un delicado beso. Un beso, que me hizo estremecer de pies a cabeza. Un beso, que logró hacer que yo por fin levantara la vista, y dejar a nuestras miradas perderse en una conexión infinita. La tentación era demasiada.
-Vamos, sabes que tú quieres hacerlo- exclamó.
-¿Qué cosa?- pregunté, haciéndome la desentendida. Pero solo logré que su mueca se agrandara.
-Besarme.
Y acercó su boca al lóbulo de mi oído izquierdo. Este hombre estaba a nada de volverme loca. Lentamente, muy lentamente para mi gusto, comenzó a lamerlo; y lo hacía de una manera tan sensual, que poco a poco empecé a sentir mi piel erizada, y mi cuerpo caliente. Cerré mis ojos, sin poder más ante aquél deleite. Sé que no era correcto que me dejara, pero me lo había imaginado tantas veces en mis sueños, que pudo más mi amor por él, que mi orgullo pisoteado también por él. Pero, fue ese mismo amor, el que me hizo saltar de aquélla nube en la que estaba, hasta aterrizar en la Tierra. Muy sutilmente, lo alejé de mí. Sus ojos que juzgan se dirigieron a mí, atónitos.
-Dije que no permitiría una burla más de ti.
Pero, hasta pareció como si le hubiese dicho un cumplido, ya que su sonrisa socarrona adornó su ya de por sí hermoso rostro. Sin pedirme permiso, arremetió contra mis labios. Los besó de una manera salvaje, pero tan delicada a la vez. Un beso, como el que me había robado (también) en la mañana. Y yo, conmocionada y en estado de shock, intenté deshacerme de su boca. Pero él era mucho más fuerte, y con sus brazos deshacía mis intentos de zafarme.
Mi vergüenza era demasiada. ¿Cómo era posible que este tipo hiciera lo que se le antojara conmigo? Aún a pesar de lo mucho que lo amaba. Pero, eso no tenía nada que ver. Sabía que lo hacía solo por el simple hecho de jugar conmigo, y de demostrarme quien era el que mandaba. Y claro, sin contar su estúpido ego de macho que desde que me le declaré, creció un 200%. Es lógico que un hombre quiera alimentar su ego haciendo lo que él esta haciendo. Hacerme quedar en vergüenza, robarme cuantos besos se le antojen, demostrarme que aún lo amo, teniéndome en su palma cuando él quisiera. Todo eso. Todo, menos amor. Me hacía de todo, menos demostrarme un amor sincero, aquél que yo tanto juraba que él podía sentir. Aquél, que yo siempre le demostré, sin esperar nada a cambio.
Estaba cansada. Ya, basta. Sentía como, poco a poco, con sus besos iba derritiendo aquélla resolución que tuve en la mañana. Me hacía sentir, y también me hacía querer olvidar, y perdonar. Era ese su truco sucio. Ganarme con sus besos, con sus caricias. Haciéndome todo lo que en un principio deseé que me hiciera. Él pensaba que con eso, yo me iba a dejar manipular, y por fin me dominaría. Pero no. No se lo iba a permitir.
Llorando, lo alejé bruscamente de mí. E invocando mi magia, lo embestí contra una pared cercana. Entonces, me acerqué a él, quién estaba en el piso.
-¿Qué te sucede, tonta?
Pero eso solo hizo fruncir más mi seño. Lentamente, me hinqué a su altura. Y lo miré fijamente a los ojos. Después, más rápido de lo que pensé, estrellé mi mano contra su mejilla, en una cachetada que disfruté mucho. Pero mis lágrimas no podían dejar de salir.
-Te odio, Gray Fullboster.
Al escuchar eso, me miró a los ojos, de nuevo con una sonrisa cínica.
-Tus labios no me dijeron eso. Tú me amas.
Mis manos se hicieron puños en un santiamén, concentrando toda mi fuerza en ellos.
-¡Eso es lo que tú quisieras!
Y sin poder evitarlo, sollozos creados desde mi pecho, desembocaron en mi boca. Y las lágrimas adornaron mi cara, dándole un aspecto débil e infantil.
-¿Por qué haces todo esto? ¿Qué ganas haciéndome quedar en ridículo?- casi le restregué en la cara, pero en vez de eso, mostraba una mueca de dolor y tristeza.
Pero él y sus ojos que juzgan, se quedaron en silencio. Y me miró de una manera indescifrable. Nunca he podido adivinar que pasa por su mente, cuando ni su cara ni sus ojos me dicen algo. Lentamente, se puso de pie, y dio unos pasos. Cogió su camisa, y emprendió camino a su casa.
Yo permanecí ahí, tirada de rodillas y con el rostro bañado en lágrimas. De nuevo, como si quisiera reconfortarme, una pesada lluvia cayó sobre mis hombros, recreando ese sonido tan característico que ya estaba acostumbrada a escuchar. El sonido de la lluvia. Siempre lo escuchaba, cuando él se marchaba. Era como si ese sonido intentara llenar la ausencia que dejaba él para mí. Pero, eso era imposible. Nadie, ni nada, podía llenar ese espacio.
Con los sollozos en mi garganta, solté un grito de dolor, y cubrí mi cara con mis manos. Me sentía tan miserable, tan humillada y tan desdichada. Me sentía rechazada. Y eso solo aumentó mi llanto. Tenía ganas de mandar todo al infierno, correr tras él, y decirle que podía hacerme lo que quisiera, con tal de estar con él. Decirle que no importaba mi orgullo ni mi dignidad, lo único que deseaba era seguir a su lado, aunque no fuese como su novia, como siempre soñé. Pero, no tenía fuerzas ni para eso. Lo único que me acompañaba en ese momento, era un amor que era imposible de borrar, y el sonido de la lluvia.
O&O&O&O~
Desperté antes de que justo el Sol saliera. Otra vez, había tenido ese estúpido sueño, que no era más que un recuerdo que deseaba tanto poder borrar. A veces, el subconsciente de uno empeora más nuestra propia situación, y no nos ayuda en nada. Al contrario, le gusta recordarnos aquello que nos hace sentir dolor, como si nos dijera "Qué nunca se te olvide". Pero, uno no puede derrotar a su propio subconsciente.
Soñolienta, puse mis pies sobre mis pantuflas. Cogí mi bata de baño, y me dirigí a la bañera. Necesitaba un baño caliente, para que así tal vez me dé más sueño. Por Dios, era domingo a las 5:00 de la mañana.
Preparé el agua, mientras me desvestía. Entonces, reparé en aquél bolso que se hallaba colgado de uno de los ganchos para poner las toallas. Lo miré por largos segundos, hasta que recordé el motivo de eso.
"Claro, fue lo de anoche. Ese maldito de Fullboster", gruñí en pensamientos. Ahora sí estaba molesta. Ese tipo era un desastre. Y lo odiaba tanto, tanto como lo amaba.
Me metí de lleno a la bañera, y medité. Repasaba mi día: qué iba a hacer, que quería hacer, que debía hacer, a donde debía ir, etc. Pero, su cara se metía a mi mente y me molestaba.
"Eres un estúpido. ¿Nunca me dejarás en paz?"
-.-
Al terminar de bañarme, me vestí y bajé a tomar mi desayuno. Como vivía sola, debía prepararlo por mí misma; y como no era tan buena cocinera, tenía en mi alacena cientos y cientos de libros de cocina a los cuáles recurrir. Y vaya que me salvaban todos los días…
Finalicé mi desayuno, y me dirigí a la nevera. Ahí estaba pegada la hoja con lo que había planeado para hoy. Iba a tener una jornada algo dura, pero era algo que me gustaba mucho hacer; y más si era para beneficiar a otras personas.
Corrí escaleras arriba, y llegué a mi ropero. Medité durante largos minutos qué debía ponerme. Pero, al final me decidí por una falda corta de mezclilla algo deslavada, una blusa de tirantes color azul marino, un suéter torero en negro de tela delgada, y mis botas largas azules que tanto me gustaban. Para adornar, coloqué un cinto negro alrededor de mi cintura, y un collar largo en negro también. Caminé al peinador, arreglándome el cabello, al momento en que también me maquillaba un poco. Satisfecha, le dirigí un último vistazo a mi reflejo en aquél espejo.
10:00 AM. Cogí mi bolso, y las llaves. Repasaba en mi cabeza todo lo que tenía que hacer. Salí de casa, y cerré la puerta despacio. Y lo primero que hice ya estando afuera, fue mirar hacía el cielo. Se veía tan gris como lo recordaba. Claro, así iba a ser hasta que pasara la temporada de lluvia.
Suspirando, di los primeros pasos hacía el gremio. En realidad, no había mucha prisa, pero a mi me gustaba hacer las cosas con tiempo de sobra. Y la verdad, no hacía tan mal tiempo como para sentirse apática, hoy quería sonreír.
El bullicio de la gente comenzó a hacerse más notorio al adentrarme más a la ciudad. Hoy, se veía muy agitada. Llegué a las puertas de Fairy Tail, y las abrí de un golpe. Al entrar, noté que varios miembros habían asistido, aún cuando El Maestro nos da el domingo libre. Pero, él no estaba. Inconscientemente, una mueca de tristeza se formó en mi rostro. Subí las escaleras; seguramente, ya todos estarían reunidos en su oficina.
Llegué y toqué la puerta. Lucy-san fue quien me abrió.
-Juvia, te esperábamos sólo a ti.
Yo le sonreí, apenada.
-Buenos días, Maestro.
-Buenos días, Juvia.
Pero, al dirigir mi vista hacía uno de los costados de la oficina, me encontré con los suyos juzgantes. Sorprendida me quedé. Y él, ni inmutado se miraba.
-Bueno, hoy empezamos con esta labor que es tan importante para nuestro gremio. Para nosotros, la formación de nuevos magos es algo que debe acatarse. Por eso, les agradezco mucho que se hayan tomado el tiempo de colaborar conmigo.
Y todos asentimos satisfechos. Veía a pocos, pero estaba segura que haríamos un buen trabajo. Lucy, Myra-san, Lisanna y Cana son muy buenas chicas; Natsu, Elfman y Fullboster también lo eran. Estaba segura.
-¿Vamos, entonces?- nos preguntó El Maestro.
-¡SÍ!- respondimos al unísono, de alguna manera emocionados.
Hoy, sería un buen día…
Bueno, hasta aquí llega este primer capítulo. Me he esforzado horrores porque haya salido bien, así que espero que así sea. ¿Quieres dejarme un comentario con tu opinión? Adelante, recuerda que puedes hacerlo seleccionando la opción correcta y pinchando. Gracias de antemano por leer, y nos veremos…en no sé cuánto tiempo xD.
AbbyKoikeD'Franco
