PruHun nuevo…la verdad es que no veo muchos fics sobre la pareja y a mí me encanta, también el PruAus, pero esta pareja me parece lindísima…espero y les guste.
Pareja: Prusia & Hungría- Leve Austria & Hungría
Género: Drama/Romance.
Indicaciones:
Texto- Recuerdo, pensamiento
Texto-normal
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La niña miro la canasta sobre la mesa, observando con cuidado el contenido de esta. Galletas, pan cakes, pastelillos, chocolates, bombones y muchos más dulces. Estiro una de sus manos para intentar tomar una, pero lo primero que recibió fue un manotazo.
—Elizabeta, son para tu abuela—
La niña hizo un mohín y observo a Roderich, haciendo un intento de cara de enojo. El hombre puso más galletas en la canasta, puso una franela sobre las cosas y la tapo. El hombre entro a una de las habitaciones, momento aprovechado por ella para intentar tomar una galleta.
—Ni si quiera lo pienses—
La de cabello castaño giro su cabeza con una sonrisa nerviosa, mirando como el de cabellos oscuros la miraba con el ceño fruncido y aquella típica expresión seria que lo caracterizaba. Este dejo una prenda roja sobre una de la silla y se acerco a la mesa.
— De esas no agarres— el hombre tomo algo a un lado del horno y se giro para encarar a la castaño— Como sabia que ibas a querer, te guarde unas.
La niña sonrió feliz y tomo una galleta, devorándola en segundos. El chico sonrió levemente y tomo la cosa roja que había traído segundos antes, se acerco a ella, se agacho a su altura y la puso sobre sus hombros, mirando con detenimiento los brillantes ojos verdes de la niña de 12 años.
— Ten mucho cuidado— las manos del chico se movían con rapidez armando un nudo con los pequeños listones, que la niña supo reconocer como una capa— Recuerda que dentro hay un lobo y no quiero que te pase nada malo.
— No me va a pasar nada, si yo soy muy fuerte— la niña levanto los brazos, haciendo una vano intento de mostrar los músculos que no tenia.
—Está bien— los ojos morados de él observaban con atención el nudo, revisando que estuviera bien hecho, después subió la capucha cubriendo el largo cabello color castaño— Cuídate mucho
—Si— susurro ella, sintiendo como sus mejillas ardían levemente al sentir los labios de él en su frente y luego en su mejilla, el chico le dio la canasta—Nos vemos.
—Nos vemos…recuerda ir por el camino más corto—
Ella asintió y empezó su caminata, primero atravesando el pueblo, saludando enérgicamente a la gente que miraba, siendo el saludo devuelto de igual manera. Cuando empezó a ver que el número de casas disminuía y empezaba un enorme bosque, fue cuando se empezó a asustar, nunca le había gustado pasar por él, pero…ella hacia todo por su abuela.
Al principio no había nada extraño, no había nada, hasta que llego a la mitad. Empezó a escuchar sonidos en los arbustos cercanos al sendero por el que caminaba y de la única manera en el que su cuerpo reaccionaba era temblando, temblando de miedo. Intento ignorarlos pero cuando los escucho cercanos decidió empezar a correr. Y no estaba alucinando cuando escucho a alguien caminando detrás de ella, pero tanto era el miedo que no se volteo para ver a esa persona. Después de tanto correr logro divisar una pequeña cabaña en medio de todos los arboles.
Entro rápidamente a ella y se recargo contra la puerta, respirando con alivio.
—Erzsébet, ¿eres tu?— era la voz de su abuela.
—!si¡...¿donde estas?— la niña reviso la sal, no habia nadie.
—En la cocina— se acerco al lugar mencionado y ahi estaba su abuela, no evito esbozar una enorme sonrisa.
Se acerco a la mesa y dejo la canasta sobre ella, la mujer mayor le dio una abrazo, de esos que casi te sacan el aire.
—Mi pequeña, como haz crecido— menciono la mujer sonriente.
— Abuela, la ultima vez que nos vimos fue hace dos semanas— contesto ella con una mueca graciosa en el rostro.
—Ya lo se, linda—hizo un gesto de restarle importancia— te tengo un regalo, quedate aqui.
La mujer salió de la cocina y la niña se sentó en una de las sillas, acomodando los holanes del vestido azul que llevaba ese día. Espero varios 3 minutos, 5 minutos, 10 minutos y cuando llegaron a ser casi media hora fue cuando decidió levantarse para buscarla.
— ¿Abuela?— entro en la habitación y cuando miro lo que había adentro un grito desgarrador salió de su garganta.
El cuerpo inerte de la anciana se encontraba sobre el suelo, cubierto de sangre. Las lágrimas se empezaron a acumular en sus ojos, tapo su boca con sus manos y empezó a negar con la cabeza. Caminaba hacia atrás lentamente, temblando, pequeños "no" salían de su boca seguido de las palabras "no es cierto" iba gritar nuevamente cuando su cuerpo choco contra algo, se tenso y empezó a temblar aun más fuerte. Se giro lentamente y cuando miro la que había detrás de ella no pudo evitar gritar, aun más desgarradoramente que antes.
Se desmayo.
Y cuando despertó lo primero que miro fue el cielo en medio del atardecer, olía perfectamente la hierba de los árboles y arbustos. Cuando sintió una mano tocar su mejilla con delicadez, como si esta se fuera a romper si hiciera más presión, fue cuando dejo de respirar. Giro su cabeza robóticamente y lo primero que se encontró fue un par de ojos dorados. Era el lobo, específicamente la piel de un lobo, puesta sobre una persona, era la misma que había visto momentos atrás en la casa de su abuela. Abrió la boca para gritar, pero esta estiro su mano y le tapo la boca.
Le hizo un gesto de que se mantuviera callada, poniendo unos de sus dedos sobre su boca, o la del lobo, mejor dicho. Elizabeta observo con atención las manos de esta persona, eran largas, toscas y de un tono tan pálido que parecía que nada de sangre corría por sus venas. Intento quitar la mano de su boca, pero esta persona empezó a ponerle un poco de presión. Y fue ahí, cuando hizo uso de sus entrenamientos con el Comandante de la Armada, Vash, y le aplico una llave, lanzándolo lejos de ella.
Cuando se soltó y vio que la persona quedaba a varios metros de distancia, empezó la enorme carrera por salvar su vida. Escucho gritos, pero los ignoro, las lágrimas nuevamente se empezaron a acumular en sus ojos. Llego al pueblo, todos la miraban con preocupación, estaba segura que sus gritos se habían escuchado hasta acá. Cuando Roderich la vio no pudo evitar abrazarla con alivio, mientras que ella intentaba contarle lo sucedido al austriaco entre sollozos. Y fue desde ese momento que la búsqueda empezó…
Empezó la cacería del lobo feroz.
Giro con aburrimiento la pagina del libro entre sus manos, miro las imágenes sobre este y sonrió estúpidamente. Qué lindo era el amor entre chicos. Dejo el libro sobre la mesa de noche y tomo otro de los que había en la cama. La puerta se abrió y ella soltó un suspiro, sabia quien era.
— ¿Hoy tampoco piensas salir?— la chica negó con la cabeza— Elizabeta, tienes que salir en algún momento.
—No lo pienso hacer Roderich— el chico de ahora 24 años se llevo una mano a la cara, tallándosela con frustración, pero como no le iba a dar si la chica tenía casi 6 años sin salir de la casa.
—Si le quieres perder el miedo al bosque y a todo lo demás, debes empezar con salir afuera— la chica cambio de pagina ignorando por completo al de ojos morados— Mira, si mañana no sales te voy a quemar todos esos libritos de…lo que sean.
La castaña alzo la vista y miro fijamente al joven, este la miro severo. Soltó un suspiro de resignación, dejo el libro en la cama y se levanto de ella, acercándose a paso lento al joven.
—Está bien, mañana saldré—
Miro a la niña, no, corrección a la persona que tenía enfrente ya no era una niña, estaba a unos pasos de convertirse en una mujer, seguía igual, el largo cabello castaño, los ojos verdes y su piel se había puesto pálida de no salir al sol. Sonrió levemente y se acerco a la puerta.
—Entonces, te llamare para la cena al rato—
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Al día siguiente, el austriaco despertó temprano a la chica, la mando a bañarse y a cambiarse. Esta le hizo caso y se metió al baño. Después duro casi una hora decidiendo que vestido ponerse, y al final se puso un bello vestido color blanco, de delicados holanes y detalles en color tornasol, que hacía que se viera mas blanca, Roderich estaba seguro que cuando esta saliera a la calle iba deslumbrar como nunca antes.
—Lista— la chica asintió y abrió la puerta.
Desde la muerte de su abuela no había salido a la calle, tenía miedo. Miedo de que el lobo llevara y la asesinara a ella también, por ser la que lo miro. Porque ella había sido una de las pocas personas que lo había visto y en especial ella, porque ella lo vio de cerca. Cuando salió, los rayos del sol pegaron contra su rostro y no pudo evitar entrecerrarlos para mirar bien. Muchos de los pueblerinos se acercaron a verla, las mujeres no podían evitar decir que se había vuelto más grande y mucho más linda, los hombre le decían que se había convertido en toda una mujer, y ella a todos les contestaba con una sonrisa.
Empezó a mirar el pueblo, con Roderich parado a un lado de ella, y su vista de quedo pegada en un punto fijo y el castaño lo noto. Era el bosque.
—Roderich— hablo la chica suavemente
— ¿Qué sucede?— contesto el intentando mirarle el rostro.
— ¿La cabaña…la cabaña de mi abuela aun esta en el bosque?—
—Sí, es propiedad tuya, no la pueden destruir hasta que tu digas— ella giro su rostro y lo miro seria— ¿Por qué preguntas?
— Quiero ir allá—
El chico se sorprendió por la respuesta, después de varios minutos de meditarlo, asintió levemente y llevo a la chica de nuevo a la casa.
— ¿Te quieres quedar a dormir allá?— ella contesto un sí— Entonces te llevaras galletas para que comas mañana.
—Me voy a sentir otra vez como cuando era pequeña—
El joven sonrió empezó a poner cosas en una canasta, ella lo miraba atenta. Recordaba cuando sentía aquel amor tan fuerte por el chico, aun debería de sentirlo, se supone que es su prometido, aunque la mayoría de la gente los ve como si él fuera el hermano mayor responsable que cuida de su hermana pequeña.
—Aquí están— el chico puso la canasta en la mesa, ella se levanto y fue a su habitación.
Cuando volvió traía un estuche con ella, el cual reconoció como el violín que él le había regalado, a eso fue a lo que la chica se dedico esos seis años encerrada, aprender a tocar el violín. La chica lo miro y su mirada se torno ligeramente llorosa cuando miro lo que el chico tria en sus manos.
— Supuse que un día la ibas a querer — el chico se acerco a ella y le puso la capa, ya no había necesidad de que se agachara, ella sonrió y miro como los finos y largos dedos del chico hacían con mucho cuidado un nudo.
Cuando termino puso la capucha sobre la cabeza de la chica, ya no era aquella imagen tierna de hace seis años, no, ahora era una imagen bella y hermosa, se miraba preciosa cubierta por aquella prenda roja.
— ¿Cómo me debe de haber quedado cuando era más pequeña?— la chica tomo con cuidado el borde de la capa, que llegaba justo a donde empezaba su rodilla.
— No lo recuerdo— observo el calzado de la chica, botas altas con cordones color café, de seguro así no se iba molestar de caminar por un terreno tan disparejo— Entonces, nos vemos mañana.
— Nos vemos— y antes de que se diera la vuelta, el chico la tomo y le deposito un pequeño beso en los labios, ante el cual ella se estremeció.
Se alejo de él y empezó a caminar, sintiendo como la sangre se acumulaba lentamente en sus mejillas. Durante el trayecto no había nada extraño, pero justo como en aquella ocasión, lo raro empezó a la mitad. Los sonidos en los arbustos hacían que mirara asustada a los lados, agacho la cabeza pidiéndole a Dios que la ayudara y que lo que se movía entre los arbustos no era el lobo.
Sus pasos se empezaron a hacer una poco más largos y seguidos hasta el punto en que ya había empezado una carrera. Cuando diviso la cabaña entro en ella y se recargo en la puerta, limpiándose las pequeñas lagrimas que estaba segura, habían salido por que le habían entrado basuras a ambos ojos. Se irguió y empezó a revisar lo que había dentro, todo estaba igual que la última vez que había ido. Aquella vez. Un recuerdo llego a su mente, específicamente una imagen, la de un lobo.
— ¿Qué habrá pasado con él?— pregunto al aire.
Dejo la canasta a en la cocina y se dirigió a la sala. No había nada extraño, acomodo con cuidado la capa y se acerco al centro de esta, seguía idéntica…
—Wir sindwiederkleine*—
Se giro lentamente, con miedo, las manos le empezaron a temblar. Cuando miro hacia atras, era esa misma persona de hace seis años, vistiendo la misma capucha de lobo. Ahogo un sollozo en su garganta y analizo con cuidado a la persona. Era alta, de complexion atletica y seguia teniendo aquella piel palida que vio la ultima vez. Iba a salir corriendo pero antes de que lo hiciera esta persona se lanzo sobre ella, tumbandola al suelo, las lagrimas se acumularon en sus ojos y fue inevitable, estaba segura de que ya no iba a tener tanta suerte, iba a morir en esta ocasion.
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* Nos vemos nuevamente pequeña.
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