Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.


TS beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite fanfiction)

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Primera parte

Eran las tres de la tarde, Edward manejaba a través de la calle, iba demasiado tarde, Emmett lo había entretenido en el trabajo causando que se demorara, además Tanya lo había interceptado en el estacionamiento, con su falda corta y anchas caderas había intentado que la llevara a su casa y si le apetecía, merendara con ella y tal vez un poco más.

Como si existiera alguna oportunidad de que eso pasara.

Edward le recordó, como cada día, que debía pasar por su novia a su trabajo en la guardería del centro. Tanya había hecho un puchero y murmurado que a Bella no le importaría tomar el autobús.

Había preferido no contestar, tan solo se subió al auto y salió del estacionamiento de la oficina, no iba a perder más de su tiempo con ella.

Ahora estaba demasiado retrasado, y no encontraba ningún bendito lugar en donde estacionarse, la calle estaba demasiado concurrida, autos en ambos sentidos, algunos mal estacionados causando más tráfico del necesario. Bella le había pedido que estacionara en el pequeño parque que estaba a una cuadra de distancia, siempre lo hacía, no era nada complicado bajar del auto y caminar hasta la guardería en donde ayudaría a su novia con el material de trabajo, eso es lo que cada día hacía, por eso le gustaba llegar temprano.

Visualizó a Bella esperándolo en la entrada del edificio, para su mala suerte tenía en sus manos una enorme caja en donde guardaba su material escolar, el festival de primavera se acercaba y Bella estaba con mucho trabajo.

Maldiciendo tocó el claxon y se orilló en la calle frente a la guardería, sabía que Bella lo retaría por hacerlo, pero valía la pena si eso evitaba que caminara con la enorme caja.

Solo era cruzar una calle, una calle en donde los autos no iban tan rápido debido al tráfico y a la guardería, incluso se detenían para dar el paso a las madres y niños pequeños.

Edward vio a Bella mirar para ambos lados de la calle, tal y como les repetía a sus niños, y después cruzarla tranquilamente.

Uno de los niños pequeños que iba con su madre, agitó su pequeña manito para despedirse, Edward vio al rechonchete niño ponerse colorado cuando Bella le regresó el saludo, era todo un encanto ver a los niños derretirse de amor por su preciosa novia.

Edward vio como el rostro del pequeño niño cambiaba de alegría y vergüenza a uno de completo pánico y terror.

Solo fue un segundo de distracción.

En un momento Bella estaba caminando hacia el auto, y en el otro el auto blanco la golpeaba.

Edward escuchó el chirrido de las llantas al frenar, el golpe que el cuerpo de Bella dio contra el auto para después caer al asfalto, escuchó la caja cayendo y esparciendo todo su contenido, escuchó el grito del niñito que se aferraba a la falda de su madre.

No podía estar sucediendo.

Al escuchar el grito de Angela —una de las compañeras de trabajo de Bella—, reaccionó y bajó del auto, ni siquiera dudó en acercarse a su preciosa novia que se encontraba inconsciente en el asfalto.

Escuchaba al niñito llorar mientras preguntaba a su madre si la señorita Bella estaba bien, Edward realmente quería escuchar a la madre asegurarle al niño que estaría bien.

Debía estar bien.

La sala del hospital era un completo caos, las enfermeras transitaban de un lado al otro, las personas llegaban demandando ver a un doctor pues no se encontraban bien de salud, quejándose de tener que esperar, molestándose porque las enfermeras no los atendían lo suficientemente rápido o simplemente por el hecho de no contar con suficientes sillas para sentarse.

Edward realmente quería callarlos a todos.

Habían pasado tres horas desde el accidente.

Las enfermeras no le decían nada, nadie sabía cómo se encontraba Bella.

Quería con todas sus fuerzas borrar la imagen del pálido y ensangrentado rostro de Bella, la última vez que la había visto fue un segundo antes de que las enfermeras lo detuvieran en la sala de emergencias, por más que quisiera estar junto a ella, en ese momento no podía, debía responder a las preguntas de las enfermeras y de los oficiales que esperaban su declaración de los hechos.

La continua punzada en la cabeza le recordaba que ni siquiera había probado bocado, se suponía que iría con Bella por comida china y después al cine o a algún lugar a pasar el rato, ese era el plan que habían hecho la noche anterior por teléfono.

Tendría que haber sido un día tranquilo en donde ambos se relajarían y disfrutarían de un día solo para ellos, dejando las responsabilidades de sus respectivos trabajos en el olvido, pero nada de eso estaba pasado en ese momento.

—¿Edward?

Levantando el rostro vio a su suegra hecha un mar de lágrimas, la había llamado después de hablar con los oficiales y relatar su historia del hecho, el auto blanco que había golpeado a Bella se dio a la fuga, lo estaban rastreando con el número de placas que alguien logró ver.

—¿En qué momento pasó esto, Edward? ¿Qué le pasó a mi niña?

—Un auto que iba a exceso de velocidad, no frenó a tiempo y alcanzó a Bella.

Las horas pasaban.

Las personas en la sala de emergencia entraban y salían, lloraban, bostezaban, dormían e incluso reían, todo el mundo seguía con su vida, nadie se daba cuenta de que la mitad de su corazón estaba adentro de un quirófano y no podía saber lo que le estaba ocurriendo.

Se sentía tan impotente y nadie podía ayudarlo, las enfermeras no decían nada y los doctores aún no salían.

Los minutos pasaban y Edward sentía el peso del mundo sobre sus hombros.

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La habitación era demasiado blanca, la camilla demasiado pequeña, las máquinas grandes y ruidosas, el piso olía a desinfectante y Edward odiaba la lámpara con luz blanca junto a la camilla que causaba que su preciosa novia se viera aún más pálida y demacrada.

Eran casi las diez de la noche y por fin le habían autorizado estar junto a Bella, al ser solo su novio se le había prohibido el acceso, Renée y Charlie le aseguraron que hablarían con el hospital para que le permitieran estar junto a Bella, pero eso pasó mucho tiempo después. Renée había estado destrozada, la tuvieron que sedar y llevar a una habitación a que se compusiera y Charlie estuvo dividido entre estar con su esposa o con su hija.

Edward no pudo hacer nada más que esperar a poder entrar.

Ahora estaba ahí con Bella.

La reacción de Renée le había preparado para ser fuerte, pero ni en un millón de años se habría podido imaginar a su preciosa y alegre novia inerte en la camilla.

El cirujano Black les había dado el informe a los tres de la situación de Bella, tenía cuatro puntos en la frente, su pierna derecha se encontraba enyesada, tendría varios meses la escayola puesta, así como necesitaría rehabilitación.

Los tres habían asentido.

—¿Qué ocurre, doctor? —preguntó Edward, aún tenía un dolor punzante en su pecho—. ¿Qué más pasa con Bella?

—El golpe contra el auto y la caída al pavimento le ocasionaron una lesión en la médula espinal, no sabremos el alcance del daño hasta que la paciente despierte.

—¿Qué significa eso, doctor? —preguntó Renée—. ¿Bella va a estar bien?

—Quiere decir que es muy posible que Bella no vuelva a caminar —habló Charlie dejándose caer en una de las sillas que se encontraban desocupadas—. ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora?

Edward no había reaccionado a esa pregunta en el momento, estaba en shock, no podía creer lo que el doctor Black le decía. Bella era una persona activa, le encantaba dar paseos bajo la lluvia disfrutado de la paz en las calles cuando todos estaban refugiados en sus casas, amaba ir a acampar, hacer senderismo, trepar a lo más alto del árbol para poder ver los mejores atardeceres, había decidido ser educadora porque le encantaba la energía que tenían los niños, le gustaba poder ir tras de ellos, caminar tomando sus manos, incentivarlos a moverse, a estar activos, demostrándoles lo divertido que era bailar y moverse.

Ahora era muy probable que nada de eso pasara nuevamente.

—Todo va a estar bien, amor —murmuró Edward cerca de su rostro—, esto no nos va a detener, te conozco, eres condenadamente terca y esto no va a detenerte, cuando despiertes y te hagan las pruebas les vas a demostrar a todos que sigues siendo mi hermosa Bella, incluso serás aún mejor, esto solo es una prueba, y tú y yo lo vamos a superar.

Edward dejó un casto beso en los labios de Bella antes de que Charlie entrara a la habitación anunciando que se llevaría a Renée a casa para que descansara.

La enfermera junto a ella revisaba los monitores a los que estaba conectada, escribía en la tablilla que había tomado de la mesa que se encontraba a los pies de la cama, no recordaba cómo había llegado a ese lugar, lo último que recordaba antes de que la oscuridad la consumiera era ver al pequeño Mickey saludarla a lo lejos, era un niño tan tímido que se alegraba que por fin se atreviera a demostrar su afecto.

Muchas preguntas pasaban por su mente.

¿Por qué no había visto el auto?

¿Algún otro niño había salido afectado?

¿Cuánto tiempo tendría que usar la escayola?

¿Por qué su padre no había estado cuando despertó?

¿Mickey vio cuando la atropellaron?

¿Por qué Edward no la calmó cuando no sintió las piernas?

¿Por qué le pasaba eso a ella?

Era una buena mujer, amaba a sus padres, tenía un trabajo decente, un novio guapo con el que tenía una relación seria, cumplía con las leyes y pagaba sus impuestos puntualmente.

¿Por qué un loco conductor le había hecho eso?

Las enfermeras habían sacado a todos de la habitación cuando se alteró, había visto el miedo brillando en los enormes ojos verdes de Edward, su impotencia al no poder hacer nada para calmarla había sido evidente.

No sabía por cuánto tiempo estuvo sedada, tan solo que aún se encontraba sola en la habitación junto a la enfermera, ambas permanecían en silencio.

Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas sin darse cuenta, aún debían realizar las pruebas —era lo poco que recordaba que el doctor Black había dicho— para saber cuánto daño tenía y si era recomendable realizar el tratamiento, aunque tuvieran que esperar hasta que su pierna sanara.

Sonrió con ironía.

¿De qué servía que su pierna sanara si no podría volver a caminar?

Su trabajo como educadora le había enseñado a ser positiva, intentar que los niños fueran felices y que nunca perdieran la fe, que creyeran en ellos mismos, pero ahora, era demasiado difícil seguir su propio consejo.

—¿Necesita que llame al doctor, señorita? —preguntó la enfermera.

—¿Po… Podría llamar a mi novio?

—Claro que sí, señorita.

Quería llorar, gritar, quería que todo fuera un mal sueño.

Esperaba que su despertador sonara en cualquier momento y la sacara de ese horrible lugar, quería despertar en su cama en su departamento.

Que el día comenzara de nuevo.

Edward entró a la habitación con un ramo de girasoles en su mano.

No era un condenado sueño.

Los brazos de Edward la envolvieron antes de que sintiera sus ojos picar.

—Estoy aquí contigo, amor —susurró Edward contra su cabello—, siempre contigo.

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Bella estuvo en el hospital por tres largas semanas.

Tres semanas en donde su habitación se llenó de ramos de flores, tarjetas y peluches, la directora de la guardería había sido demasiado amable asegurándole que su lugar estaría esperándola para cuando regresara, Bella realmente veía imposible que eso llegara a pasar.

La guardería estaba condicionada para sillas de ruedas, tenían varios niños que lo necesitaban, pero no era lo mismo usar una silla de ruedas para adulto que para niños, además de que no se sentía capaz de cuidar a los niños estando sobre una silla.

En ese momento no se sentía capaz de absolutamente nada.

La psicóloga la había visitado, las pesadillas eran molestas, tal vez no podía recordar el accidente, pero su subconsciente seguía reviviendo la experiencia.

Lo que Bella no podía explicarle a la psicóloga era que en sus sueños veía a Mickey o a Edward en su lugar, odiaba tanto soñarlos a ellos.

Mickey la había visitado en el hospital en su segunda semana, tanto Bella como la madre de Mickey habían omitido la magnitud de los daños en el accidente, suficiente tenía el pequeño con ver ese terrible suceso, no necesitaban mortificarlo con las posibilidades existentes.

Bella suspiró jugando con el dobladillo de su sudadera.

Estaban por darla de alta, realmente no sabía cómo sería capaz de seguir con su vida.

Su madre había estado junto a ella los últimos días, ambas acordaron que Bella regresaría a casa de sus padres hasta nuevo aviso, no podía estar sola en el departamento, el cual ni siquiera contaba con un elevador decente; desde que Bella se había mudado, el elevador estaba descompuesto y no veía posibilidad de que lo arreglaran en poco tiempo.

Edward había cancelado el contrato del departamento, aun cuando eso significó perder el depósito.

Renée y Edward se habían encargado de desocupar el departamento y llevar sus pertenencias de vuelta a casa de sus padres, Edward se había quedado con los recuerdos que ambos habían comprado y compartido a lo largo de su noviazgo, los que ella había conservado con tanto cariño.

La puerta de la habitación se abrió, Bella vio a su madre sonreírle mientras que Edward se acercaba.

—¿Lista? —preguntó hincándose delante de la silla.

Bella asintió sin dejar de jugar con el dobladillo de la sudadera.

No estaba lista, no quería llegar a casa y descubrir que no podía hacer nada por ella misma, suficiente vergüenza había pasado los últimos días cuando Renée y Edward habían tenido que ayudarla en todo momento, desde sentarse de manera recta para poder comer hasta tener que ir al baño.

Unos días atrás el doctor Black había realizado las pruebas de equilibrio y resistencia en sus brazos, Bella falló al primer intento, no fue capaz de mantenerse estable por ella misma.

—Un intento más, Isabella —insistió el doctor Black.

Bella se negó, no quiso intentarlo.

Edward estuvo de acuerdo en no presionarla si no estaba lista.

—Sé que no quieren verla pasar malos ratos después de todo lo que ha pasado —habló el doctor Black en la privacidad de su consultorio—, pero entre más tiempo pase, será más difícil para Isabella, los fisioterapeutas del hospital están seguros de que entre más rápido comience a trabajar con su equilibro, existen más probabilidades de que pueda ser candidata para la rehabilitación de la marcha.

—Bella lo hará cuando esté lista —sentenció Renée—, no voy a obligar a mi hija a hacer algo para lo que aún no se siente preparada, sería ser cruel con ella y me niego rotundamente.

—Nuestra intención no es ser crueles, intentamos ayudar a Isabella, queremos ver qué tanto realmente necesita la silla de ruedas, su pierna aún está enyesada pero no lo estará por mucho tiempo.

—Entonces cuando le quiten la escayola pueden hacer sus pruebas, mi hija ya ha pasado por mucho como para que la presione aún más.

Renée se negó a que los especialistas atendieran a Bella más de lo necesario, incluso la terapeuta que visitaba a Isabella tres veces por semana, tenía terminantemente prohibido presionarla a hacerse las pruebas.

—Mi trabajo es ayudarla e intentar que supere el trauma que causó el accidente, eso incluye que le haga ver las opciones que existen, no se le puede proteger en una burbuja.

Tanto Renée como Edward se negaron a incomodar a Bella con esos temas, si ella no quería hablar más, entonces ambos la apoyaban fielmente.

—Sobreprotegerla nunca es bueno —habló la fisioterapeuta, había visitado a Bella para explicarle los ejercicios que harían apenas su pierna estuviera recuperada—, su condición no la hace un maniquí que necesita que la ayuden con todo, para eso es la terapia, para enseñarle a que puede ser autosuficiente.

—Si ella no quiere, entonces por el momento no lo hará.

Esa era siempre la respuesta de ambos.

Ahora, estaba a punto de irse por fin del hospital, estaba harta de la insípida habitación y desagradable comida, quería una cama cómoda y una comida decente, pero, sobre todo, quería irse del hospital para dejar de ver la cara de compasión de las enfermeras cuando entraban a checar cómo se encontraba.

Detestaba que la miraran con lástima.

—Sostente de los apoyabrazos, así será más fácil para ti mantenerte sentada de manera recta.

—Sé cómo sentarme, Edward —espetó y rodó los ojos—. Ahora vámonos de aquí, ya no quiero estar un minuto más en este lugar.

Edward empujó la silla saliendo de la habitación.

—¿Estás cómoda? —preguntó Edward acomodando las almohadas—. Puedo abrir la ventana si quieres un poco de aire fresco.

—Estoy bien, Edward —respondió Bella por quinta vez en menos de diez minutos. Desde que habían llegado a casa de sus padres, Edward y Renée se la pasaron preguntándole si se encontraba bien.

Siempre había contestado afirmativamente, pero lo cierto era que se encontraba peor que Calamardo cuando Bob Esponja no lo dejaba tocar su clarinete.

Detestaba tener que regresar a casa de sus padres después de estar viviendo sola por casi cuatro años en su pequeño pero maravilloso departamento, le entristecía saber que tenía que dejar su edificio el cual le encantaba, tener que dejar su rutina diaria, odiaba que su vida hubiera cambiado sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.

Pero no podía decirle eso ni a su madre ni a su novio, ambos estaban ya lo suficientemente estresados con toda la situación.

—Queremos que estés lo más cómoda posible —habló Renée entrando con una bandeja llena de aperitivos.

—Lo estoy, mamá, no era necesario que hicieran todo esto por mí, realmente no quiero que tú y papá sientan que me estoy aprovechando.

—Eres nuestra hija, Bella, daríamos la vida por ti.

Los tres omitieron el hecho de que Charlie no la había visitado ni una sola vez en el hospital, tampoco estaba ahí cuando Bella llegó a casa, su excusa había sido el trabajo, pero nadie se lo creía.

Incluso a Bella le parecía imposible creer que Charlie hubiera aceptado cederle la pequeña habitación que se encontraba junto a la cocina, la misma que había sido su lugar privado por tantos años, en ese lugar guardaba sus trofeos de caza y pesca, sus cañas de pescar y sus armas más valiosas, ahora todo eso se encontraba amontonado en la habitación del segundo piso que antes pertenecía a Bella.

—Vendré todos los días, Bella —habló Edward besando sus labios repetidamente—, después del trabajo vendré directamente aquí, te ayudaré con el baño y a ponerte el pijama, Renée y yo creemos que te sentirías más cómoda si yo te ayudo en ese aspecto.

—Está bien, Edward.

—Perfecto. ¿Entonces qué te parece si comemos?, tu madre está sirviendo la comida china, aún tenemos una cita pendiente.

—La tenemos —asintió Bella.

Su cita no tendría que ser de ese modo.

Bella pasaba los días en su habitación, solo salía por las tardes cuando Edward llegaba y la ayudaba a sentarse en la silla, lo había intentado hacer ella misma, pero todos sus intentos terminaban con ella en el suelo, llamando a Renée para que la ayudara a levantarse.

Detestaba la situación por la que estaba pasando, detestaba no ser capaz de tomar un baño por ella misma.

Detestaba ver a su madre lavando su ropa.

Detestaba que Edward la subiera en brazos al baño y le preparara todo.

Detestaba no poder salir al jardín y disfrutar de la fresca brisa, ya que la silla de ruedas no cabía por la puerta.

Detestaba llenarse las manos de lodo cuando Charlie entraba a casa los sábados por la noche con las botas llenas de ello, causando que los pisos se ensuciaran y las llantas de la silla de ruedas terminaran embarradas y por ende Bella también.

Detestaba que su padre no le dirigiera la palabra.

Detestaba no poder tener tiempo a solas con Edward.

No poder sentir sus caricias.

No disfrutar de sus atenciones.

Se sentía una carga para sus padres y novio, incluso para sus suegros, quienes la habían visitado en el hospital una sola vez, llamaban a Edward continuamente cuando estaba con ella para pedirle que fuera a casa inmediatamente por cualquier emergencia, por más absurda que esta fuera.

A las que llamaba y consideraba sus amigas, habían cortado todo tipo de comunicación con ella.

Su vida había cambiado y lo odiaba con todas sus fuerzas.

Edward entró a la habitación como cada tarde, su cansada sonrisa hacía que un nudo se formara en la boca de su estómago. Su padre no soportaba mirarla, sus amigas habían dejado de llamar, su madre estaba cada vez más cansada, sus suegros no la consideraban lo suficientemente buena, contaba los días para que Edward simplemente dejara de entrar por esa puerta.

¿Quién iba a querer estar con ella?

—¿Lista para que te quiten la escayola? —preguntó Edward buscando ropa en el armario.

¿De qué servía que le quitaran la escayola si no sentía sus piernas?

Bella intentó mantener su sonrisa mientras Edward la ayudaba a cambiarse y le contaba cómo estuvo su día en la oficina, antes se reía de los intentos de Tanya de coquetear con su Edward, pero ahora, visualizaba a la preciosa rubia de piernas torneadas y el miedo a que Edward se diera cuenta de todo lo que Tanya podía ofrecerle y ella no, no le permitía respirar con normalidad.

Tanya no vivía con sus padres.

Tanya podía salir a citas.

Tanya podía visitar a sus suegros.

Tanya podía ir todos los días a su trabajo.

Tanya podía vestirse sin ayuda.

Tanya podía caminar y ella no.

Por primera vez, realmente tuvo miedo de que Tanya o cualquier otra mujer pudiera separar a Edward de su lado.

El doctor Black firmaba los papeles de Isabella para darla de alta, seis meses habían pasado desde el accidente, seis meses en donde vio a la bella y joven Isabella simplemente hundirse en su propia miseria.

Creía que Isabella podría estar de un mejor ánimo después de pasar tiempo con su familia, estar rodeada de personas que la amaban y la apoyaban incondicionalmente; había visto casos de personas que habían logrado levantarse de la silla de ruedas, salir adelante porque tenían el apoyo de su familia que los motivaba.

Veía esa misma motivación en Renée y Edward, estaban entregados a Isabella, harían todo lo que estuviera a su alcance para que volviera a caminar, pero a Isabella simplemente no le interesaba intentarlo.

No era un proceso sencillo, pero tampoco era imposible y aunque Isabella no tuviera una lesión grave, si ella no quería intentarlo, nada ni nadie haría que se levantara de esa silla.

—Sostente bien, amor.

El doctor Black observó como Edward sostenía a Isabella en brazos y entraba al baño de mujeres, la puerta era lo suficientemente ancha para que la silla entrara, además el baño especial era muy eficiente, Isabella podría haber entrado sola, así como muchas mujeres lo hacían por ellas mismas.

Negando con la cabeza terminó con el papeleo, después de entregárselo a la enfermera fue a realizar sus rondas, por más que quisiera aconsejar a Renée, sabía que no sería escuchado, más que eso, sería catalogado como un chismoso.

La familia e Isabella debían darse cuenta solos que su actitud sobreprotectora no le estaba haciendo ningún bien a nadie.

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Edward llevaba dos semanas sin pisar la casa de los Swan.

No era porque él lo quisiera así, de hecho, todas las noches él llegaba a la casa y hablaba con Renée sobre Bella.

Bella lo había terminado dos semanas atrás después de cenar en casa de Carlisle y Esme, la cena era para celebrar que Emmett regresaba de su voluntariado en la República Democrática del Congo junto con su novia Rosalie.

Bella no había encontrado la manera de negarse a ir, así que Renée la había vestido con un pantalón de vestir blanco y una bonita blusa de flores, arregló su cabello y la maquilló suavemente, Renée le había asegurado que se veía preciosa y por primera vez Bella se sintió de ese modo. Cuando Edward pasó por ella y la vio embobado, Bella se sintió animada, tal vez ir a casa de sus suegros no había sido mala idea.

El sentimiento desapareció cuando al llegar a casa de sus suegros vio a la pelirroja que acompañaba a Emmett y Rosalie.

Victoria era una mujer alta, con la piel de caramelo, unos enormes ojos verdes, y un cuerpo de infarto que presumía con su ajustado vestido color borgoña.

Durante toda la noche, Rosalie y Victoria estuvieron hablando acerca de los lugares recónditos a los que tuvieron que ir, con tal de ofrecer sus servicios médicos, Bella observó como Victoria cruzaba y descruzaba sus piernas y solo le sonreía por educación, mientras que a Edward le daba sus mejores sonrisas sensuales y movía de manera exagerada su pelirroja cabellera.

Esme le había pedido a Edward ir por otra botella de vino a la cava que estaba en el sótano, Victoria se ofreció a acompañarlo ya que nunca había visto una cava como la de los Cullen, Edward había sonreído y aceptado su compañía mientras que Bella se quedaba junto a sus suegros y cuñados, quienes la ignoraron la mayor parte del tiempo.

Bella había tomado las llantas de su silla y dando una disculpa que todos ignoraron, se dirigió al baño de la planta baja.

Cuando regresó Edward estaba riendo con todos, la imagen era clara, Bella sobraba en esa familia.

—Bella —habló Edward poniéndose de pie—, he traído una copa de zumo de manzana, no creo que sea bueno que tomes vino, ya sabes, por los medicamentos para los dolores de espalda que tienes.

Por cuatro largas horas Bella solo observó, su copa había estado vacía por horas antes de que Rosalie se diera cuenta de que el cartón de zumo estaba lo suficientemente lejos de Bella para que pudiera tomarlo, se dio cuenta que toda la familia le daba la espalda levemente.

Edward pareció notar lo mismo que Rosalie y aunque intentó incluir a Bella en la conversación, era demasiado tarde.

Renée escuchó el grito de Bella y la desesperada voz de Edward, los escuchó gritarse reclamándose, y por último a Bella terminando la relación.

—No quiero verte, no quiero que te me acerques, vete de una puñetera vez con Vicky y déjame en paz.

—¿Todo es por ella? Es amiga de mi hermano, fue su compañera mientras estuvieron en El Congo, por supuesto que me interesaba lo que decía.

—Claro que te interesaba, Edward —bufó cruzándose de brazos—, ahora eres libre para interesarte todo lo que se te dé la gana.

—Bella…

—No me llames Bella, para ti soy señorita Swan, ahora lárgate de mi casa y no vuelvas.

—No me voy de aquí hasta que aclaremos esto.

—No hay nada que aclarar, yo no quiero nada contigo, fin de la discusión, ahora lárgate de mi casa y no vuelvas.

—Está bien, me voy, pero mañana regresaré y tú y yo hablaremos.

—No hay nada de qué hablar, porque no te quiero ver.

Al día siguiente Bella se negó a ver a Edward y Renée no tuvo más alternativa que prohibir que Edward entrara a la casa, no iba a presionar a Bella, si ella no quería verlo, entonces no lo vería, Edward debía aceptarlo.

—Lloró toda la noche, Edward —habló Renée en la puerta principal—, no sé qué fue lo que pasó, pero esto la ha superado, apenas si habla.

—Malinterpretó las cosas, estaba emocionado porque mi hermano regresó, él trajo a una amiga y Bella creyó que me interesaba, solo la amo a ella, pero no lo entiende.

Rosalie había ido a visitarla, se llevaba bien con Bella antes de que se fuera de voluntaria, al ser psicóloga podía entender el malestar de Bella, había tenido que tratar a mujeres que perdían a sus hijos, que sufrían accidentes y quedaban en cama, mujeres que no lograban encontrar una motivación para salir adelante; Bella tenía un problema aún mayor, su depresión no la dejaba ver que tenía a Renée y a Edward, la hacía dudar del amor que su novio le profesaba.

Ahora no solo ella estaba sufriendo, sino que Edward tenía que esperar a que Bella lo perdonara lo suficiente para dejarlo entrar.

Bella se negó a escuchar a Rosalie, le lanzó los almohadones y todo lo que tuviera a la mano para que la dejara sola.

—Bella necesita ayuda, no es bueno que siga en su círculo vicioso de autocompasión.

—Le permití entrar a mi casa —habló Renée—, ahórrese los consejos que nadie le pidió.

—No necesito que te involucres, Rosalie —dijo Edward bastante molesto—, arreglaré las cosas con mi novia y todo volverá a la normalidad.

Pero los días pasaban y Edward no podía entrar a la casa Swan, sabía cómo se encontraba Bella porque Renée lo mantenía informado, de otra manera no había posibilidad de que Bella lo dejara acercarse.

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¡Hola!

Yo se que había dicho que se trataba de un OS, pero dado que se alargo más de lo que pensé, Yanina y yo decidimos que seria mejor hacerlo un Two Shot.

Carito, feliz cumpleaños, espero que no me odies tanto, sabes que yo te quiero un montón.

Yanina, gracias por la revisión del capítulo, eres la mejor, nunca me cansare de repetirlo.

Déjenme sus comentarios, opiniones, criticas, teorías o lo que quieran compartir conmigo en un review.

Nos vemos