El andar firme de un par de elegantes zapatos resonaban por los pasillos del ministerio de magia. Algunos magos giraban a observar aquella llamativa cabellera rubia, característica especial de una ex respetada noble familia, que alguna vez fue grande pero por errores de sus descendientes ahora era considerada una proscrita del mundo mágico. El personaje que usaba un elegante traje negro evitaba las miradas curiosas o despreciativas que le lanzaban. No visitaba ese sitio por placer sino porque su proyecto había sido rechazado por tercer vez.
—¿Como puede llevar la barbilla en alto con todos los crímenes cargando sobre su espalda?.—Una voz se deslizó entre los oídos del hombre de piel color leche.—El dinero quizá le devolvió la libertad pero no paga por la dignidad.
El hombre sacudió su cabeza, haciendo, nuevamente oídos sordos a comentarios sin sentido. Era un desterrado porque en su juventud no tuvo la valentía de ir contra principios, que claramente estaban equivocados. Aunque él se dio cuenta muy tarde, de que sus creencias fueron sustentadas en ideologias egoistas. De pronto detuvo su andar para quedar frente a una puerta, el nombre que adornaba aquella brillante placa le causó una inusual descarga eléctrica en su piel. Llevó la vista al escritorio vacío, donde debería estar una secretaria para atender a los invitados.
Draco Malfoy dio un paso para que su mano alcanzará la madera, formó un puño decidido a golpear para anunciar su presencia. Un vuelco se dibujó en la boca de su estómago, por los últimos seis años había evitado cruzarse con algún héroe de la segunda guerra mágica. Sus vidas anduvieron por caminos diferentes, sus círculos sociales no tendían a mezclarse. Hubieran pasado otros seis años o más, sino fuera porque su proyecto había sido negado por la afamada directora adjunta del ministerio. Un proyecto que le traería un poco de limpieza al apellido Malfoy.
Hermione Granger era ahora una activa burócrata que trabajaba por los derechos de los desvalidos en la comunidad mágica, peleaba desde su oficina para generar conciencia e igualdad entre todos aquellos seres pertenecientes a ese nuevo mundo, que descubrió que existía a los 11 años. El haber sido heroína le abrió muchas puertas, que en un inicio le molesto porque solo se abrieron por su estatus pero se prometió aprovechar las oportunidades dadas. Unos golpes sobre la madera captaron su atención, levantó la mirada del pergamino que leía para posarla en el origen del ruido, levantó la ceja dudosa. Su asistente había sido enviada a realizar unos encargos. Muy pocas personas, o mejor dicho nadie se atrevía a molestarla sin una cita previamente programada, era muy celosa de su tiempo. Además era conocido su fuerte carácter.
Los golpes al inicio eran calmados fueron volviéndose más agresivos e impacientes, no le agrado la fuerza usada así que se puso de pie molesta, odiaba ser interrumpida, detestaba que las personas se presentaran en su oficina sin una cita previa.
—Señorita Granger.— Una grave voz se filtró.—¿Granger?. —La mencionada se congeló por esa voz, era como si la recordará, como el recuerdo estuvieron guardado en su subconsciente.
—Deja de golpear mi puerta de esa manera.—La chica de cabellos castaños giro la perilla, ahora curiosa de conocer el portador de tan ¿masculina? voz. —¿Malfoy?
El mencionado se tensó al escuchar su apellido escapar de esos labios pintados de rojo carmín. Esa no era la come libros que recordaba, era muy distinta aquella jovencita que sus recuerdos evocaban durante su juicio o el de su padre. La mujer, por qué era lo era, llevaba un traje negro de pantalón, una camisa blanca, su cabello recogido formando un chongo, zapatos de tacón, un ligero maquillaje natural con un retoque de labios rojo resaltan su belleza. Sencillamente hermosa.
—¿Qué buscas aquí? .—Nuevamente la mujer cuestionó algo incómoda por la esa grisácea mirada que parecía escanearla de arriba hacia abajo, sin ningún pudor.— No puedo recibirte sin una cita previa.
—Por favor espera.—El rubio detuvo la puerta, sin saber por qué su tono de voz fue tan suave.—He tratado de programar una cita pero nunca recibo respuesta.—La castaña frunció el ceño.—He enviado mi propuesta de proyecto pero ha sido nuevamente denegada.
La heroína mordió su labio inferior, no recordaba haberse negado a recibir al hombre delante de ella, ciertamente no le emociona la idea de reunirse pero dentro de las obligaciones de su trabajo era escuchar las peticiones de todos los pertenecientes a la comunidad mágica. Ahora la nacida de muggles escaneo al extraño. Ese no podía ser Draco Malfoy, era más alto de lo que recordaba, seguía estando pálido pero no era ese tono enfermizo que llevaba a los juicios, ahora su piel era de porcelana, se notaba que habìa estado haciendo ejercicio, el cabello lo llevaba más largo, hasta los hombros pero perfectamente peinado y sujetado por un listón, verde. ¿Qué sorpresa? se dijo así misma la joven.
—Lo siento pero debes hacer una cita.—Le contestó dándose la vuelta y cerrando la puerta pero el hombre de traje se negó a ser despachado, abrió la puerta siguiendo a la mujer hasta el interior de la oficina.—Estoy muy ocupada, no puedes ingresar sin mi permiso. —Le gritó molesta por la intromisión.—Tengo que pedirte que te retires.
—No.—Vociferó acercándose a la castaña, observó como la mujer llevaba la vista hacia el escritorio buscando algo, ¿Le temía?—Estoy cansado de seguir el proceso y ser rechazado, entiendo que por mi apellido e historia se me niegue una audiencia contigo pero necesito explicaciones.
—En las notas adjuntas con tu proyecto rechazado vienen descritas las razones porque no es viable.—El ceño del rubio se frunció, es como si hubiese descubierto algo interesante.—Te puedo asegurar que si tu proyecto fue desestimado ha sido porque no es factible, no porque lleve tu apellido.
La castaña llevaba trabajando por la igualdad, aunque ese hombre no formará parte de una minoría discriminada por años tenía el deber de escucharlo. Sus manos sudaron por la cercanía del rubio, su boca se secó, el aroma de esa costosa colina la ahogaba, sabía que era cara porque se la compró a Ron por su cumpleaños, pero este dijo no ser de su estilo por ello tuvo que devolver la fragancia y cambiarla por otra.
—Hubo un pequeño error o la lechuza perdió las notas porque mi propuesta solo fue devuelta con un sello de rechazo pero sin explicación.—Dejó caer el pergamino sobre el escritorio dejando ver la palabra "RECHAZADO" en rojo, aquella frase captó la atención de la bruja, ella no solía remarcar con tanta furia.— Sé que no lo leiste porque si lo hubieras hecho, te darías cuenta que no hay razones para que el ministerio lo desapruebe. —El rubio se acercó más a la joven. —Entiendo tu rencor, fui un total bastardo en el colegio, formé parte del equipo de villanos y merece la excomunión pero no caigas tan bajo.
—No soy como las personas que tratas, yo no rechazaría una propuesta por cuestiones personales.—Se defendió caminando hacia su silla para comenzar a leer el pergamino, ella nunca había leído ese proyecto.
Hermione se enfocó en leer algunas líneas para recordar porqué lo había desestimado. Draco al notar a la castaña ocupada se dedicó a curiosear con la vista la oficina de la mujer, diplomas, reconocimientos adornaban la mayor parte de las paredes, una sonrisa de lado se formó en sus labios. "Le encanta presumir sus propio de ella." Detuvo su inspección en las dos únicas fotografías sobre una repisa. Era todo un grupo de cabezas pelirrojas sentadas a lo largo de una mesa mientras reían y levantaban sus copas, entre ese conjunto de "comadrejas", estaba la castaña recargando su mejilla sobre el hombro de un chico. Nuevamente el hueco en el estómago del rubio se hizo presente por ello llevo su vista a la otra foto. Tres niños abrazados y sonriendo, el trio dorado, la tercia de salvadores.
—¿Cuántas veces ha sido rechazado? —La pregunta escapó entre los labios rojos de la castaña capturando la atención del rubio que volteo a verla. —No recuerdo haberlo leído.
—Tres veces por ello decidí venir hacerte frente.—Contestó seriamente, sus miradas se cruzaron, la mujer no soportó esos pesados ojos grises. — Puedo deducir ¿qué le darás una oportunidad? —La castaña mordió su labio indecisa que contestar.—Puedes leerlo con calma, aceptaré que sea rechazado una cuarta vez pero me gustaría recibir una nota de las razones porque no es viable.
Hermione se quedó paralizada ante la educación mostrada por ese villano de su niñez. Era respetuoso, la trataba como alguien a su nivel, o ¿Quizá alguién superior? se estremeció nuevamente porque esos ojos la observaban fijamente. No había vuelto a pensar en él, solo aquella vez, hace dos años cuando fue promovida. Llevó rápidamente la vista al primer cajón de su escritorio, ahí descansaba la nota que recibió el día después que la nombraron directora adjunta. No entendía porque relacionaba ese evento al rubio.
—Esperare con ansia tu contestación.—El hombre susurró dándose media vuelta para salir por la puerta, no quería que la mujer detectara como una sonrisa se había formado en sus labios.—Gracias Granger.
Draco se encontraba extrañamente ¿Feliz? sus sospechas fueron ciertas, su proyecto había sido denegado por alguien más sin pasar por la revisión de la Directora Adjunta. Se sentía tranquilo al comprobar que ni los años, ni la burocracia había corrompido a la justiciera perteneciente a la casa de Gryffindor. Llevó su mano a su bolsillo para sacar un reloj, lo abrió para no solo verificar el tiempo sino observar la inscripción dentro de el objeto. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
"Las manecillas del reloj hacen, Tick Tock Tick Tock. Tick Tock Tick Tock. Continúa cada vez más lento y va desapareciendo. Incluso si sonrío como si ya te hubiera olvidado. ¡De ninguna manera!"
Fermata, BAP
