Lujuria

"Desabróchate la camisa", me dijo mientras corría la cortina. No podía ver su cara desde el sitio en el que estaba, pero supuse que estaba de broma, así que seguí ojeando la revista. Se dio la vuelta y llamó mi atención con un silbido, "ne, Renji¿acaso no me has oído? He dicho que te quites la camisa". No estaba de broma. Su gesto era serio. No, yo no diría serio, su gesto era despreocupado total, como si lo que acabara de decirme no fuera nada. "¿Qué dices Rukia? Por lo que veo el café te afecta las neuronas…" No había acabado de hablar cuando noté su lengua en mi boca. ¿Cómo demonios había llegado tan rápido hasta a mí? La aparté con un pequeño empujón, cayendo ella hacia atrás, quedando sentada delante de mí. "¿Qué coño te pasa a ti?" Mi pregunta no pareció importarle. "Si no te la quitas tú, ya te la quito yo…" Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando mi camisa ya estaba en el suelo. Salvajemente, así me la quitó. Puso sus pequeñas manos sobre mi pecho y comenzó a besarme en el cuello, muy suave, muy despacio. Un escalofrío me recorrió la espalda, y todos los pelos del cuerpo se me erizaron. Rukia aprovechó mi distracción para quitarme los pantalones. Me sentía preso. Estaba haciendo lo que quería conmigo. El caso es que tampoco me importaba mucho. Estaba disfrutando. Intercambiamos saliva durante un buen rato. A veces abría los ojos, y la miraba, estaba excitada, tanto o más que yo. Mientras me besaba, me acariciaba el pelo, bueno más que caricias, eran tirones, sí, me tiraba del pelo. A veces dolía, pero también es cierto que era condenadamente excitante. Yo le tocaba la espalda, tampoco quería llegar más lejos, ya que conociéndola era mejor dejarme llevar. Hasta que sentí cómo su mano bajaba hasta mi cintura con intenciones no muy nobles, entonces pegué un salto. Era mi turno. La acorralé contra la pared, y la miré a los ojos. Ella estaba demasiado excitada como para hablar, pero noté cómo sus mejillas se tornaban rosas al notar el leve contacto de mi pecho contra el suyo. "Ahora me toca a mí" le dije, y sin prisa, fui desabrochando los botones de su camisa blanca. Ella quería que lo hiciera rápido, pero yo quería hacerla sufrir un poco, y me demoré. Una vez quitada, puse mis manos en su cintura, y comencé a besarla en el cuello. Más que besarlo, lo chupaba, le daba pequeños mordisquitos y saboreaba su piel. A la vez, ella recorría mi espalda con sus manos, y mordía dulcemente el lóbulo de mi oreja. Aquello me ponía muy malo. Le quité la falda y la tumbé en la cama. Nos miramos por un instante, un instante que pareció una eternidad. Nos deseábamos tanto que las palabras sobraban. Volví a besarla en la boca, mientras rozaba mi cuerpo con el de ella. Rukia emitió un leve gemido, y yo lo acallé rápidamente metiendo mi lengua entre sus labios. Sin duda, estaba disfrutando. Apretó sus manos alrededor de mi cuello. Fue un beso rabioso, lleno de lujuria y deseo. Me disponía a quitarle el sujetador, cuando su móvil sonó. Le hice un gesto para que pasara de él, pero ella me ignoró y se levantó para contestar. No dijo nada, simplemente asintió mientras escuchaba a la otra persona hablar. Entonces colgó, y comenzó a ponerse la falda. "¿Qué? Vamos, no me jodas¿te vas?" Terminó de ponerse la camisa, se arregló un poco el pelo y se dirigió a la puerta. Me puse en medio. "Te he hecho una pregunta Rukia" Ella sonrió. "¿Acaso no lo ves? Sí, me voy, me ha surgido algo. Nos vemos luego" Me dio un beso en la frente y se esfumó. Se fue. Me tiré a la cama, más caliente que confuso, deseando que no hubiera sido un sueño…

"Has tardado mucho"

"Lo siento, Ichigo, estaba en casa de Inoue estudiando para el examen de mañana¿nos vamos?

"Sí"