Otro fic que se estaba llenando de polvo cibernético. Casi un año desde que lo escribí. En fin, aquí vengo con mi último aporte a la shipp y está dividido en tres partes.

Derek… solo por él y Stiles es que veía la serie. ¡Los amo!

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Situado en el final de la Tercera Temporada parte A.


I

Sus ojos platinados por la luz de la luna se alzaron a través del ventanal para ver entre la oscuridad con las luces de la cuidad extendiéndose frente a él. Un suspiro cansado se escapó de sus labios y volvió a bajar la cabeza, como también los hombros, realmente estaba agotado.

Ese día habían ocurrido demasiadas cosas, al parecer ese pueblo no pensaba darle tregua alguna. Aunque dudaba de que eso pasara con alguien tan maldito como él.

Entonces frunció el ceño y ladeó la cabeza como un animal captando un sonido, precisamente el de unos pasos apresurados hacia la entrada de su loft. No podía ser Cora, ella había ido a despedirse de la casa que alguna vez compartieron, la que estaba bañada en cenizas. Tan cercana a la muerte otra vez, la loba se había sentido atraída por aquel recuerdo, por aquella añoranza, porque entre cenizas, olor a humo y olvido, estaba lo que alguna vez la había atado a algo: su hogar.

Derek frunció el ceño levemente cuando captó los agitados latidos del corazón de la persona que se acercaba y sólo entonces inspiró, tan profundo que aquel aroma le embotó los sentidos.

Podía distinguir la ira por sobre el miedo, ¿pero miedo a qué? Se suponía que su padre estaba bien y que él, de hecho, debería estar en su casa cuidándolo.

El lobo se giró por completo a la espera de que ese chico llegara, lo había reconocido en cuando captó su olor. Cuando la enorme puerta de fierro fue arrastrada, unos ojos color whisky chocaron contra los suyos.

Stiles entró dando pasos fuertes y cerrando la puerta de un solo golpe, sin detener su andar hasta estar frente a Derek, que alzó el mentón intentando descifrar lo que estaba ocurriendo, intentando imaginar qué es lo que Stiles quería de él en esos momentos.

Entonces el humano giró la cabeza y vio la cama a un costado, perfectamente estirada. El lobo pudo ver a Stiles apretar la mandíbula y los huesos de su rostro resaltaron con aquel movimiento.

—Tú —le habló con tanto enojo que, por un instante, Derek cambió su expresión. Sabía lo que se venía, porque todos eran expertos en culparlo, en reprocharle cosas y eso es justamente lo que Stiles iba a hacer. Podía olerlo—. Estabas revolcándote con ella mientras Scott casi muere al culparse por tu muerte. Todos creímos que estabas muerto, pero no, estabas ahí, follándola, y no te diste cuenta del demonio que era, de que casi mata a mi padre, ¡a todos! ¡Y pudiste haberlo evitado, Derek!

Entonces sus ojos, como caramelo espeso, se llenaron de lágrimas, haciéndolos brillar de una forma distinta, mucho más triste pero no menos hermosa.

Derek abrió los labios levemente, porque no era del todo su culpa. La chica olía como un humano y le gustaba, no había nada más que descifrar. Porque ella no había huido despavorida, porque ella lo había ayudado, porque estuvo ahí cuando la necesitó. Como también sabía que Stiles sólo estaba buscando con quién desquitarse, que todo aquello era demasiado y que tarde o temprano iba a colapsar.

Stiles alzó sus puños frustrado por el silencio y aquella perpetua expresión de indiferencia en Derek, y comenzó a golpear su pecho con fuerza. Era duro como una maldita piedra y los calambres le azoraban los brazos con cada golpe. Pero no se detendría, ni siquiera sabía qué estaba haciendo, sólo que de alguna manera no podía controlarlo y se sentía bastante bien.

Con cada golpe, Derek pudo sentir todo aquel dolor, ese que se escondía tras el eterno sarcasmo y sonrisa de Stiles. No se explicaba cómo llegaron a eso, porqué Stiles estaba ahí para desahogarse, ¿no era Scott su mejor amigo? Entonces cayó en la cuenta: era obvio que a él no lo dañaría. Lo que sentía en ese momento era furia y tenía que descargarla con alguien.

No hizo nada por detenerlo, dejó que el humano arremetiera contra su cuerpo, que más que dolor físico, le traspasaba su dolor más profundo: Miedo. Desconcierto. Soledad.

—¡Ni siquiera fuiste capaz de matarla! Incluso cuando todo se estaba desmoronando…

Fue ese instante donde los brazos de Stiles se detuvieron y sus ojos se alzaron hacia los de Derek. Fue como una descarga eléctrica, repentina y avasalladora. Un impulso primitivo, básico, que el humano no pudo controlar.

Levantó sus manos para enredar los dedos en el cabello corto de la nuca de Derek, jalándolo hacia él y haciendo chocar sus bocas. No fue delicado, fue un golpe duro que le dolió contra los dientes, pero cuando la lengua de Stiles se coló entre sus labios para tocar la suya, un gruñido se le escapó desde el fondo de la garganta.

Ante aquella vibración contra su boca, cayendo por su lengua y haciéndolo estremecer, Stiles abrió los ojos al tiempo que se separaba. La acostumbrada mueca en su rostro se acentuó, abriendo los labios en forma de anillo, boqueando sin saber qué decir primero.

—Oh, mierda. ¡Lo siento! Yo… no sé qué me pasó, debe ser el enojo. Ya sabes, el cuerpo tiende a soltar la frustración de muchas maneras y… bueno, de verdad. Derek, oh mierda, de verdad no quise, o sea, no me di cuenta de… oh, mierda.

Derek lo miraba atentamente, a sus labios y luego a sus ojos, aleatoriamente. Asintió con la cabeza, pero fue un gesto reflejo, seco, porque cuando esa boca tocó la suya, todo se volvió nada. Podía sentir el lobo removiéndose en su interior, debajo de su piel, empujando aquel impulso que lo hacía temblar de expectación.

Sus ojos no percibieron los movimientos nerviosos de Stiles, que agitaba los brazos, los apoyaba en sus caderas y luego metía las manos en los bolsillos de su sudadera; porque estaba demasiado ocupado intentando descifrar a qué venía el impulso de volver a besarlo. Derek acababa de salir de un embrollo amoroso y bastante malo, y se metería en otro, sería mejor que lo sacara de allí, que todo el asunto quedara zanjado y en el olvido. Pero cuando Stiles se mojó los labios, los segundos se desvanecieron y Derek avanzó un paso para volver a besarlo, tomándolo de la cintura y girándolo mientras devoraba su boca. Sintió la duda en el humano, que tardó en responder, pero en cuanto fue alzado para ser arrojado contra el duro escritorio tras él, sus labios respondieron incluso más ansiosos.

Stiles sintió su trasero caer duro contra la madera y aquella corriente recorrió su espina dorsal de manera dolorosa e incitante, haciendo que enredara sus piernas en las caderas del otro, para inclinarse hacia atrás y tomar aire, sin dejar de mirar los finos labios de Derek, que permanecían rojos y brillantes ante su toque.

Eso es lo que quería, lo que necesitaba. Dolor. Porque el dolor es lo único que lo hacía sentir vivo.

Sin entender todo lo que estaba pasando, Derek sintió a su lobo excitado, aullando en su interior por salir y rasgar la ropa de Stiles. Era extraño, jamás le había pasado y sabía que tampoco podía perder el control. Pero era difícil, con las manos ansiosas del chico tironeando de su musculosa de color gris torpemente, ansioso, nervioso, podía olerlo y sentirlo.

Su deseo, su ira.

—Esto no es una buena idea —jadeó Derek contra su boca, dudando mientras sentía el labio inferior de aquel chico temblar entre los suyos.

—Lo sé, lo sé… —Y a pesar de que era consiente de todo el rumbo que había adquirido su pequeño desquite, no se iba a detener. No quería.

Stiles sólo había acudido al loft porque necesitaba pelear con alguien, descargar todo aquel miedo y dolor. Pensó que perdería a su padre, y aunque el hombre estaba vivo y a salvo, era otra cosa la que le estaba carcomiendo por dentro. Un mal presentimiento, lo podía sentir entre su carne, lo que había hecho para encontrar a su padre iba a tener un costo muy alto. Tenía miedo, debía admitirlo, jamás se había sentido tan vulnerable. Jamás arrepentido. Pero muy vulnerable. En vez de conversarlo con Scott como solía hacerlo, su cuerpo reaccionó de manera muy distinta, llevándolo lleno de ira hasta el lobo de ojos pardos, porque necesitaba culpar a alguien.

Pudo sentir la boca de Derek justo bajo su mandíbula, descendiendo con besos duros y húmedos, pegando los labios contra su piel hasta llegar a su hombro, donde tiró de la playera y sudadera que lo cubrían para poder morder. Stiles jadeó con fuerza, excitado a un nivel que jamás imaginó, sintiendo su pene duro contra la tela del pantalón. Derek inspiró y el castaño pudo sentir una media sonrisa contra su piel, él había captado el olor del líquido pre seminal que escurría dentro de la tela.

Derek jamás había estado con un chico, ¡ni siquiera le gustaban! Pero Stiles parecía ser diferente en muchos aspectos. Estaba allí, nublándolo todo, haciéndolo caer en un nuevo error, pero esta vez, extrañamente, no quería resistirse.

Desde que lo viera, tan hiperactivo, sensitivo pero torpe. De grandes ojos color whisky. De una sonrisa amplia, pero que cuando estaba relajado su boca adquiría una forma felina. Se preguntaba si el resto de su cuerpo también tendría lunares, como en su cuello y rostro.

Entonces sus pensamientos comenzaron a coordinarse en una sola cosa y Derek bajó su mirada hacia las torpes manos que intentaban abrir su pantalón. Entonces se dio cuenta de que el chico, a pesar de estar algo nervioso, mostrando las ansias en sus temblores, ya le había quitado la playera. Se lamió el labio inferior cuando escuchó el cierre siendo deslizado hacia abajo.

Mientras esa mano se metía bajo su ropa interior, Derek comenzó a dudar de sí mismo. Era como si el control estuviera allí, rozando sus dedos pero no por completo, jugando en la línea lo justo para no dañarlo, pero perfecto para caer en el placer, en el instinto de tocarlo.

Alzó sus grandes manos jalando aquella sudadera con fuerza, provocando que los brazos de Stiles se hicieran hacia atrás, soltando un jadeo de frustración ante aquello, porque estaba tocándolo. El humano alzó la vista.

—Derek. —Es todo lo que pudo pronunciar y fue como miel cayendo por su boca, escurriéndose espesa y dulce.

Eran sus ojos, esa mirada caliente, salvaje. Stiles sabía que eran pardos, pero en ese momento se veían grisáceos ante la luz de la luna que se colaba en su espalda, iluminando al lobo frente a él. Sintió el golpe de adrenalina recorriéndolo al sentirse deseado y sólo eso le hizo dar un respingo a su entrepierna totalmente endurecida.

Derek podía sentir todo aquello con claridad, olerlo, percibirlo. Perdiendo el control le arrancó la playera, escuchando la tela siendo rasgada mientras lanzaba el trapo hacia un costado, atacando su cuello de inmediato, mordiendo sobre la pálida piel.

—¿No vas a comerme, cierto? Digo, literalmente, aunque morir así no sería tan mala idea, pero preferiría disfrutarlo hasta el final…

Un gruñido reverberó por la boca del lobo, pasando sobre la piel de Stiles como si lo estuviese tocando. Se sintió intimidado levemente y aún más encendido, también comprendió el "cállate" implícito.

Stiles jamás había tenido un encuentro sexual con nadie, y es que el estar enamorado de una chica tantos años y no ser correspondido, no lo ayudaba en nada a expandir y aumentar su experiencia. Se sentía tan eufórico que sus manos se movían solas, incitadas por el duro cuerpo del lobo, por los retazos de ira, por el deseo de querer perder el control. Aunque no era exactamente lo que había planeado, tampoco se sentía mal. Para nada, se sentía increíblemente bien.

Sus manos volvieron hasta su objetivo, metiéndola con la palma hacia dentro, tocando el duro falo entre la ropa interior de Derek. Estaba caliente y húmedo, y cuando deslizó la mano hacia arriba, también lo sintió muy suave. Comenzó el toque, de arriba hacia abajo, agarrándolo entre sus dedos y presionando con la palma. Podía ver la punta de ese miembro, bastante grueso, alzarse por el elástico del bóxer.

Derek tenía las dos manos apoyadas sobre sus muslos y lo observó un momento, tenía la boca entreabierta y Stiles pudo ver sus paletas claramente. Derek Hale era sexy, a un nivel del que por fin era consiente, por fin admitía. El ritmo de su masturbación aceleró, descoordinado e instintivo. Era improvisado, Stiles descubría ese cuerpo y también quería hacerlo sentir bien, quería volverlo loco, porque si lo hacía perder el control, él también lo haría.

Rozando el pulgar en la punta, lo vio estremecerse, quejándose ronco. Con el orgullo por las nubes, Stiles se acercó a su oído tragando con fuerza, sabía que se arrepentiría de lo que iba a decir, pero el deseo era mucho más fuerte—: Destrózame, Derek, vamos, hazme sentir vivo.

El lobo cerró los ojos con fuerza, sintiendo su estómago dar un vuelco con aquella voz. Tenía un tinte oscuro, desesperado, como si le necesitase tremendamente.

Stiles pudo sentirlo, el golpe de deseo, ese calor irradiar desde Derek hasta él. Con ello, también aumentó el suyo, sus ganas por conseguir aquel consuelo del que ni siquiera estaba seguro que funcionase como tal.

Bajó la tela con los dedos enganchados a los bordes hasta poder ver por completo ese pene erguido, casi llegándole al ombligo. Era imponente, como todo en él. Stiles se mordió los labios con fuerza, jamás se había sentido así, tan excitado con sólo tocar a otro tipo, comenzando porque nunca había tocado a otro tipo. Pero Derek parecía despertar un lado de él desconocido, en el cual no pensaría ahora, ni nunca. Lo que quería era un escape, aunque fueran unos minutos, de toda esa mierda en la que se había hundido hasta el cuello.

Con la mano empuñada alrededor de ese duro falo, Stiles seguía masturbándolo a un ritmo rápido, enloquecedor y ardiente. Stiles lo tocaba como si lo hiciera consigo mismo, imitando y probando los puntos ya conocidos, y eso estaba volviendo loco a Derek, loco a su lobo.

El sonido acuoso y la piel deslizándose entre sus dedos, todo lo estaba haciendo perder el control. Stiles no podía seguir conteniéndose y con ese pensamiento cruzando su turbulenta mente, usó sus piernas para arrimarse más al cuerpo de Derek, que deslizó la lengua por sus propios labios y luego la apretó con los dientes ante el ramalazo de placer.

—Stiles…

—Vamos, Derek, vamos. —Esa voz enronquecida llamando a su orgasmo, pero Derek ya lo había dejado dominar demasiado y ahora tomaría el control como la bestia que susurraba de deseo bajo su piel.

Al quitar la mano del humano, éste jadeó en protesta y no pudo más que apoyar las palmas con firmeza atrás, en el escritorio, porque Derek le estaba jalando los jeans con fuerza, arrastrando las zapatillas e incluso su ropa interior. Aunque Stiles estaba a contra luz, solo la luna brillando a su espalda, el lobo podía ver su cuerpo, delgado y con largas extremidades, pero proporcionado, se veía firme y sensual, en pleno crecimiento. Se le secó la garganta y al momento de tragar, jaló de sus tobillos hasta que sus caderas chocaron. El olor a deseo estaba emanando desde su parte baja, húmeda y caliente. Clamando por él.

Stiles exhaló contra su boca, sintiendo la presión del predador contra su cuerpo, era como si su instinto, ese sexto sentido, el lado más primitivo de su parte humana, estuviera siendo sometido por la sensación de ser la presa. Y le encantaba.

Pasó los brazos tras su cuello y Derek metió sus enormes manos bajo su cuerpo, agarrando su culo con fuerza y alzándolo. Un nuevo beso, mucho más desesperado y torpe debido al movimiento, porque el moreno lo estaba guiando hacia la cama, donde lo dejó caer sin mucho cuidado.

Stiles se lamió los labios al verlo parado a los pies de la cama, escuchó los pesados bototos cuando se los quitó haciendo palanca y no dejó de observar su mirada, deseosa, hambrienta, sólo quería que se acercara ya, que lo destrozara de una vez.

Entonces pestañeó un par de veces mientras Derek se deslizaba sobre su cuerpo, rozando su duro torso contra su vientre, subiendo hasta morder sus labios y raspando sus piernas con los jeans aún puestos.

—No —soltó de repente y podría reír ante el rostro de incredulidad de Derek, ahora si le arrancaría la garganta con los dientes y no de la manera en la que él quería—. La cama… no…

—La cambié —respondió el lobo de golpe, sintiendo la duda en la quietud del hiperactivo humano—. Su olor era empalagoso, estaba hasta en el colchón —explicó encogiéndose de hombros sin más, percibiendo que Stiles se refería a la Druida Jennifer.

Sus miradas entonces se toparon y fue como una chispa chocando con gas, una explosión, el fuego de su deseo, de su miedo, volvía para arrasar con todo.

Derek le dio un beso rápido, tomando su labio inferior y jalando, para alejarse y bajar por su abdomen mordiendo con algo de fuerza, dejando saliva y marcas contra esa piel nívea. El lobo se alzó para mirarlo, su piel salpicada de lunares, como el cielo nocturno, los huesos de sus caderas sobresalían bajo sus movimientos y aquello lo estaba incitando demasiado.

Se inclinó hacia delante, provocando que Stiles frunciera el ceño ante la expectación, para luego dejar caer la cabeza en cuanto sintió una lamida en la punta y luego un anillo de carne bajando por todo su miembro. Estaba caliente, caliente y mojado, y era asombroso.

—¡Derek! ¡Oh, mierda! —gimió mientras sus piernas eran acomodadas en los hombros del lobo, que perdía sus hebras azabache entre sus piernas.

Stiles jamás había recibido una mamada, en cambio Derek, muchas. Pero jamás había hecho una, así que se guiaría por su propia experiencia, por lo que le gustaba a él mismo. Por los temblores en el cuerpo del chico, supo que iba por buen camino, ahuecando las mejillas, subiendo y bajando, metiendo la lengua en aquel orificio.

El aroma de Stiles era mucho más fuerte ahí, más espeso, más incitante. Podía sentir su verdadera lujuria emanando desde su parte baja, con un sabor que lo estaba haciendo enloquecer. Porque a su lobo, ese chico lo estaba poniendo más que caliente. Estaba hambriento.

—Ahí… ¡sí! Oh, sí. Derek, maldita sea… —jadeaba Stiles removiéndose sobre las sábanas, sintiendo ese calor abrazador recorrer su dura polla. Con cada jadeo, sentía las uñas de Derek clavarse en sus caderas, sobre el hueso, y podía sentir la sangre caliente deslizándose sobre su piel.

Eso era lo que quería, lo que necesitaba. Sonrió unos segundos, un tanto desesperado y melancólico, pero fue en ese momento de desconcentración que su pene dio un respingo mientras era sostenido entre los labios de Derek, que alzó la vista dejándolo ir de su boca, con un sonido tan sucio, que solo con eso hubiese terminado por correrse.

Derek miró la piel de Stiles, bañada en hilillos de sangre bajo sus dedos, pero cuando sus ojos chocaron con los del humano, éste se alzó para jalarlo del cuello y atraerlo hacia sí, al tiempo que Derek lo alzaba para sentarlo a horcajadas sobre su cadera. Stiles le besó con voracidad, metiendo y sacando su lengua obscenamente, aprendía rápido, para luego besar su mejilla, sintiendo la barba picarle los labios y siguió su camino hasta el lóbulo de su oreja, mordiendo con fuerza.

—A eso me refería, que duela. Justó así —susurró Stiles moviendo las caderas, pero la posición no era muy cómoda, así que los roces fueron torpes y débiles, creando aún más expectación.

Por primera vez, Derek sintió ese dolor, esa ansiedad siendo liberada de ese cuerpo. Stiles estaba desesperado, estaba roto y quería sentirse vivo a pesar de ello. Y lo comprendía, porque él mismo estaba así de destruido, era cobarde y sentía el dolor de la traición a lo largo de sus años. Si Stiles quería aquello, se lo daría, porque aunque no lo dijese en voz alta, él también lo necesitaba. Dejar salir todo aquel daño y convertirlo en placer.

Dejó sus garras salir, arañando desde los omóplatos hasta su espalda baja. Rasguños medidos, pero que ardían y Stiles dejo caer la cabeza hacia atrás siseando, para luego mirar a Derek que tenía los ojos azules brillando, fríos como el hielo, poderosos, sobrenaturales.

—Así, justo así —soltó el humano con los ojos llorosos, dándole un lametón al mentón de Derek, que jadeó contra su boca.

Entonces lo empujó contra el colchón, abriéndole las piernas y ganándose un gemido en respuesta, ansioso y asustado. Lo vio lamerse los labios, ya hinchados por sus mordiscos, para luego alinear sus erecciones y comenzar con el frote. Con una dulce fricción de ambos penes.

Era incitante, placentero, y lo dejaba con ganas de más. El menor se arqueó contra el colchón a merced de la boca hambrienta de Derek, que se inclinó y mordió una de sus tetillas, jalándola con los dientes y luego pasando su lengua.

—Te voy a devorar, Stiles —dijo Derek contra su cuerpo, lanzando nuevas oleadas de excitación, comenzando a subir por su pecho—. Te dolerá por un buen tiempo y no podrás pensar en nada más que en mí, en esta noche…

Derek lo estaba mordisqueando, chupaba su piel con saña y Stiles no podía estar más excitado. Ante esas palabras, ante esa promesa, ante las ansias de sentirlo aún más.

El mayor se alzó para apoyarse en un brazo, guiando su mano entre sus cuerpos y agarrando ambas pollas, comenzando a masturbarlos con fuerza, apretando, subía y bajaba, giraba su mano y deslizaba el pulgar por la punta para hacerlos gritar al unísono.

Podía sentir la sangre de Stiles correr por sus venas, bajo la piel, podía sentir los latidos erráticos de su corazón, podía oler el deseo con la sombra del miedo. Quería tomar todo aquello.

Sintió el cosquilleo por sus encías, los colmillos comenzaron a salir, sintiendo la tirantez en la boca y sus encías algo adormecidas, ellos ya estaban afuera, sobresaliendo de su boca. Soltó un gruñido animal y la columna de Stiles lo resintió, mezcla del miedo y la ansiedad.

El humano apoyó una mano en su costado y la otra en su nuca mientras se inclinaba y deslizaba la punta de la lengua por uno de sus colmillos.

—Hazlo. —Una petición disfrazada de orden.

Derek no dejó de mover su mano ni sus caderas, frotándose contra él con fuerza, al tiempo que Stiles lo aferraba con sus piernas y lo mantenía contra él, moviéndose al compás.

Todo estaba cliente, caliente y confuso. El orgasmo se acercaba con oleadas de placer azorando sus cuerpos, con punto de iniciación en su parte baja. Se frotaban con descaro, con el pre semen empapando sus manos, sus torsos, haciendo más sonora y fácil la fricción. Con el olor a sexo impregnándose en la atmósfera, en las sábanas, en sus pieles.

Derek se alzó unos instantes, presintiendo su propio clímax y el de Stiles reverberando entre su carne. Entonces la mano del humano se le unió, instando a quitar la suya para aferrarle el pene, así, masturbándolo sólo a él. El lobo comprendió el mensaje, imitándolo, tocándo a Stiles con desesperación, mezclándose con su propio placer, quería acabar y quería que él también lo hiciera.

Juntos.

—¡Ah! ¡Mn! —Stiles se mordió los labios con fuerza, sintiendo el regusto metálico caer por su lengua, y en ese preciso instante, un rugido animal lo hizo abrir los ojos, al tiempo que Derek abría la boca y lo mordía en la curvatura de su cuello, enterrando los colmillos, rasgándole la piel—. ¡De-Derek!

El dolor fue abrasante, haciéndolo temblar y activando su orgasmo. Se corrió entre los firmes dedos del lobo, con los dientes aún enterrados en su carne. El olor a sangre y a sexo lo tenían aturdido, sumido en un trance en medio del clímax, temblando y gimiendo alto, sintiendo la liberación de sus músculos con aquello.

Sintió los colmillos saliendo de él, se quejó bajo y sus ojos se toparon con los de Derek, que en un pestañeo volvieron a ser pardos. Vio las manchas se espesa sangre en sus labios, los cuales el lobo succionó para tragar los restos y luego inclinarse y deslizar la lengua por su mentón, donde una mancha de semen se había pegado a su piel con el orgasmo anterior.

Stiles jadeó, excitado de nuevo, pero de una manera más suave, más sublime, se alzó y capturó su boca. Besó a Derek profundo, tomando sus labios con fuerza y hundiendo su lengua hasta el fondo, sosteniendo sus mejillas para que no se alejara de aquel contacto. Saboreó la mezcla de sabores, donde el metálico de la sangre ganaba por mucho. Se deslizó entre sus labios mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos, no podía detenerlas, ni siquiera estaba seguro de si realmente estaba llorando.

Entonces Derek se separó jalando de su labio inferior, haciendo que le doliera la herida que él mismo se había provocado antes. Ese dolor, aquel ardor exquisito lo devolvió a la realidad. Derek lo hizo.

Se miraron por unos momentos, donde Stiles quería reír como idiota ante la leve vergüenza, pero el hecho de estar satisfecho de muchas maneras lo hizo quedarse quieto, perdiéndose en esas profundidades de color verde y según la luz, azul.

Derek se dejó caer a su lado respirando profundamente, tragando para volver a sentir el sabor de su sangre.

—Sabrás superarlo, siempre lo haces. Eres fuerte a pesar de ser sólo un humano, eres mucho más fuerte que todos nosotros, Stiles.

El chico giró la cabeza para verlo, pero Derek sólo miraba el techo, donde las sombras del enorme ventanal se colaban distorsionándose para adaptarse a la forma que tocaban. Se sintió extraño, un calor dentro del pecho. Se dio cuenta de la fuerza de esas palabras, de que Derek era sincero y, de alguna forma, saber que creía en él de esa manera lo hizo sentir bien, demasiado bien.

Eso fue lo que lo asustó.

Stiles se levantó de la cama de golpe, no pensando en su desnudez y acercándose al escritorio, donde recogió su ropa interior para deslizarla por sus piernas.

—¿Me prestas el baño?

—Hay toallas limpias en el mueble.

El castaño asintió mientras terminaba de recoger su ropa y caminó hacia el lugar. Necesitaba una ducha.

El agua caía por su cuerpo, tiñéndose de rojo para luego volverse tan clara que se sintió como si lo limpiara. Dejó ir todo aquello, todo ese dolor, todo. Alzó el rostro hacia el tibio chorro de agua y deslizó las manos por su cuello, pero no quiso usar jabón, no, quería ese olor impregnado por el resto de la noche.

Cuando cerró la llave, aún sentía el nudo en el estómago, desde que Derek le dijera aquello.

Se vistió y cerró la enorme puerta de metal tras él, caminando hasta el ascensor y volviendo a su casa.

Derek estaba sentado a los pies de la cama, se pasó ambas manos por el cabello negro y negó con la cabeza. Aquello había desatado algo en él, la sensación de ser necesitado, de al fin haber podido ayudar a alguien y ser ayudado al mismo tiempo. El aroma de Stiles le embotaba los sentidos y supo que aquello había sido un grave, muy grave error, el que no se podría sacar de la cabeza.

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Scott le dijo que Derek se había ido con su hermana Cora esa misma mañana. Stiles asintió lentamente pero no dijo nada. Aunque algo muy dentro de él burbujeaba desilusión, cierta tristeza, pero lo ignoró, como solía hacerlo, evitando el problema hasta que ya no tuviera otra opción, pero sin Derek allí, se le haría mucho más fácil.

Quizás aquello había empeorado las cosas, porque si bien estaba mucho más tranquilo, volvía a ser él, también supo que algo había despertado en su interior, algo que clamaba por el lobo y sabía que si se dejaba llevar, si comenzaba a pensar, terminaría más hundido que cuando había acudido a él.

Su mejor amigo no preguntó por el mordisco en su cuello o por los arañazos en su espalda cuando se cambiaron de camisetas en un entrenamiento de lacrosse. Tampoco por el fuerte olor de Derek impregnado en su piel, por varios días, aunque menguaba con el jabón y colonia que usaba, fue muy difícil que se fuera por completo.

Scott no preguntó porque sabía que sería peor, puede que fuera algo impulsivo a veces, pero ahora, como un verdadero Alpha, podía captar otras cosas.

Dejó que Stiles volviera a ser Stiles, porque lo necesitaban, así como Derek fue el ancla de Stiles, él, como humano, lo era para la manada de lobos.

Aunque también presintieran que venían tiempos peores, al menos, no añadiría su mezcla de sentimientos a la lista de problemas, no ahora.


Gracias por leer y sus reviews siempre son amados.

Mordidas dulces~