El ambiente en el salón de clases era todo un escándalo, y el maestro a duras penas se hacía escuchar ante semejante bullicio.

Sin embargo, la furia no tardó en transmitirse por su voz y a manifestarse a modo de sonrojo acentuado en todo su rostro.

El silencio, fue entonces rotundo. Algunos instantes de quietud, le bastaron al hombre para retomar la calma perdida.

-Chicos...-comienza a decir aliviado y en un tono moderado- ... Hoy les llega una nueva compañera. Su nombre es Akane Tendo.

La puerta corrediza se desliza emitiendo un rugido, dando paso a la figura de una joven de cabellos negros con todos azulados y una tierna mirada castaña.

El sonrojo acaparó las mejillas de la recién llegada al encontrarse con tantos ojos escudriñándola con curiosidad. Si bien pensó que el recibimiento sería parecido, no supo cómo contrarrestar los nervios y la vergüenza que la azotaron de pronto.

-Acércate- la invitó el maestro al percatarse de su momentánea inmovilidad.

Ella a pasos lentos e inseguros, caminó hasta quedar al lado del regordete maestro.

-Akane viene desde China. Espero que sean muy amables con ella - seguidamente paseó la mirada por la clase- Ahí, siéntate al lado de Kuonji.

Una joven de larga cabellera castaña alzó el brazo y le apuntó al puesto vacío junto a ella.

Traga con dificultad y acata la orden de dirigirse al pupitre asignado, aliviada de abandonar el puesto delante de la clase.

Apenas hubo instalándose en el sitio, es que percibió la insistencia visual de su compañera.

Le correspondió la mirada y le sonrió con incomodidad. La sociabilidad nunca fue su fuerte y ha raíz de ello es que se sentía desprotegida e insegura ante esta joven de curiosidad desbordante.

-Así que vienes de China…-le habló Ukyo esbozando una sonrisa amable.

-Sí... ¿Kuonji? - le dijo ya sin verla, extrayendo de su mochila el libro de clases para buscar la página indicada por el maestro.

-Ukyo Kuonji, un placer - le dijo imitándola, y agregó seguidamente- Aunque es extraño. Tu nombre es japonés.

-Yo soy de aquí, pero cuándo era muy pequeña mi familia se mudó a China por cuestión de trabajo y ahora estoy aquí de nuevo - explicó Akane y agregó nostálgica- Ahora todo está muy cambiado a la última vez que estuve aquí.

-Claro... - contestó la otra chica, e insistió- pero, cuéntame más sobre ti, ¿En qué trabaja tu padre? - al recibir una extraña mirada por parte de su compañera, agregó en su defensa- Es que soy algo curiosa.

Su padre. Sintió una punzada en el pecho nada más pensar en él, sin embargo le esbozó una sonrisa, después de todo aquella chica de amable faz no requiere conocer sus conflictos familiares...

-Pues, mi padre es dueño de un Dojo aquí- explicó serena, encogiéndose en el asiento.

Vislumbró por el rabillo del ojo, la mueca de desagrado trazarle en las facciones de Kuonji y esto la chica no lo soportó. Tanto así que el impulso obró nuevamente por ella y confeso:

-Crecí en un ambiente de artes marciales, y al final me terminaron gustando - con sequedad.

Tal si hubiera ofendida, reaccionó la del cabello castaño.

-Pero eso no debiera gustarle a una chica - le dice a modo de regaño.

Aquella frase la había oído tantas veces con anterioridad, que ya se le había hecho costumbre. Debido a esto cualquier reacción quedó reprimida, mientras que en lo más hondo de ella una herida sin sanar había sido tocada.

-Ya lo sé, pero qué quieres que haga... - comentó con pesar y a la vez una indiferencia que es esmeró en demostrar. Seguidamente, con todo el orgullo y dignidad que la chica Tendo pudiese acarrear; el dolor reflejado en los ojos se traspasó al tono de voz con que expuso lo siguiente: - ¿Y ahora qué, Ukyo? ¿Le vas a decir a todos que practico artes marciales? ... -la sonrisa sarcástica se esbozó- tengo experiencia con esta clase de situaciones.

Antes de que la respuesta le fuera dada, Akane volvió la vista al pizarrón.

Sí que era imprudente y una impulsiva sin remedio. Debía estar habituada ya a esas muecas, a la perplejidad ofensiva.

No es que deseara que su presente se tiñera con los mismos colores que su pasado cuando su secreto se hubo descubierto y le trajo consecuencias insostenibles, pero la rabia desmedida habló por ella silenciando lo que hubiera sido más conveniente.

Se muerde el labio inferior, al considerarse estúpida.

-No le diré a nadie- contestó Ukyo tras un rato de silencio. Se había enderezado en su sitio- No te preocupes por eso.

Le dedicó una sonrisa aliviada. A pesar de la gratitud que pudo expresar, en el fondo tenía sus dudas...

Sin embargo al volver su atención al frente, se supo sorprendida por una furibunda mirada y las siguientes palabras oídas impidieron que de ella surgiese cualquier respuesta que pudo haber entregado.

Las dos jóvenes permanecían recargados contra la pared y portando cada una un balde de agua fría.

-No puedo creerlo - masculla la castaña, visiblemente fastidiada- Es la primera vez que me ocurre algo como esto.

Su acompañante se encoge de hombros y señala:

-No es para tanto...- restando importante al asunto.

El suspiro de frustración que expulsó su compañera, le hizo entender que ambas poseían distintos conceptos referentes a la situación.

Tendo pensó que tal vez la chica fuera de aquellas alumnas de intachable registro, y puede que para ella esta sanción fuera un hecho 'terrible'. Sintiéndose culpable a medias, vuelve a hablar:

-Después podemos decirle al maestro que fue mi culpa y ya.

La castaña con ambas cejas alzadas en genuina muestra de asombro, voltea a mirar a Akane, hallando una sonrisa conciliadora que bien supo apreciar.

Iba a responder cuando cierto sensor en ella pareció activarse y por inercia desvió su percepción al par de jóvenes que aparecen a un costado del pasillo platicando entre sí.

Instantáneamente una expresión maravillada hizo de las suyas, y todo el cosquilleo impulsó a apretarle el brazo a su acompañante con tal de mantener bajo control sus desequilibradas emociones.

-Hey!- frunce el ceño la peliazul, ante el agarre, y iba a seguir reclamándole cuando halló interesante el asociar semejante muestra de emoción con lo que apuntaban sus ojos claros.

Una sonrisa traviesa fue esbozada por Tendo quién preguntó en un tono bajo debido a la cercanía cada vez más próxima de los aparecidos.

-¿Cuál?...

-El de la izquierda.

Desvía entonces su atención al indicado y una ceja se le enarcó al descubrir su propia incomprensión.

Es precioso… - susurra y como si estuviera rezando, continúa- Se acercan, quiero que me salude. Por favor quiero que me salude, o al menos que me mire… Tal vez este sea mi día...

La pareció graciosa la escena, sin embargo no hizo lo propio por demostrarlo, y en su lugar comenta con toda calma:

-¿A sí? Yo no le veo nada de especial.

El par de estudiantes atraviesan el pasillo, sumidos en su plática sin prestar la más mínima atención al par de jóvenes.

El desplante que recibió la castaña fue duro. Había reunido nuevamente su esperanza en vano.

Sus ojos soñadores midieron cada paso que dio, chequearon cada parte de él y la visión que recibió le alocó el corazón frenéticamente.

Cada vez se percibe más atraída, y así mismo, el rechazo se vuelve más intenso... y es que ni siquiera puede calificarse de rechazo, porque resulta que el sujeto al que tanto añora ignora por completo su existencia, siendo ésta la fuente inevitable de su rechazo.

-No sé porque me hago tantas ilusiones- comenta Ukyo en cuánto los dos jóvenes hubieron desaparecido al doblar en una esquina.

Y en esto, se manifestó la tardía reacción a las palabras que guarecidas quedaron en su consciente.

-¡¿Que dices?- se exalta volviendo su atención a su compañera, y al ver en ella la incomprensión misma trazarse en sus facciones, le informa- Se llama Ranma Saotome, es el chico más popular de la preparatoria y tu dices que no le ves nada de especial… Es el mejor, práctica artes marciales, es lejos el más atractivo de la preparatoria y es un año mayor que nosotras… Pero, él sólo le presta atención a las chicas igual de populares que él. Es por eso que no debo hacerme ilusiones… Si vieras las chicas con las que ha estado, parecen unas modelos, ¿Cómo se va a fijar en mí?...

La declaración le llegó hasta lo más profundo a su receptora. Pudo captar entonces cuán monumental es el complejo de inferioridad que recae en su compañera, y si es que instantes antes contempló la escena con infinita gracia, ésta se evaporó al percibir el daño.

-Ukyo, tranquila. Tú eres muy bonita y simpática, no tienes nada que envidiarle a nadie - le dice en un tono sutil.

Una sonrisa forzada fue su respuesta.

Su frente choca con el hombro de su compañera,y al instante, su cuerpo es acogido entre sus brazos.

-No más que un tonto. Él se lo pierde, Ukyo - le susurra, acariciando con cariño los cabellos castaños de ella.

Continuará...