Esta historia puede situarse en alguno de los cursos siguientes, tanto 5º como alguno más adelantado. No voy a hablar de Voldemort, aunque se suponde que deben estar en plena "lucha" contra los mortífagos, si no simplemente de cosas que pasan en el colegio. Más propiamente dicho, de una inesperada relación entre Harry Potter y Draco Malfoy... a lo mejor también algo de Hermione/Ron, a saber. Slash. Y ya sabeis, todos los personajes son de J.K. Rowling y bla bla bla.





Capítulo 1.



- Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.

Draco Malfoy extendió una mano y miró a Harry. Harry dudó; alzó la mirada y la clavó en esos fríos ojos grises que le miraban. Draco esbozó una leve sonrisa arrogante. Al fin, Harry se decidió y extendiendo su mano apretó con fimeza la de Malfoy, su nuevo amigo. Detrás suya oyó la voz de Ron.

- ¡Harry! ¿Qué haces? ¡Vamos Harry!

- Déjame en paz, Ron. He elegido. - contestó él sin girarse, observando la sonrisa irónica y aún más arrogante del chico rubio.

- ¡Harry! ¡Vamos Harry, llegaremos tarde!

Estas palabras al fin hicieron efecto en el cerebro del chico, que se despertó sobresaltado. Miró alrededor, aturdido; en su cabeza todavía estaban las imágenes de Draco Malfoy en el vagón del tren, cuando iba a entrar en Hogwarts. Y él aceptando su amistad, dándoles la espalda a Ron.

Sacudió la cabeza. Vaya sueño más raro, tan solo acertó a murmurar.

- Venga vago, date prisa. Tenemos transformaciones y luego pociones dobles con los de Slytherin.

Harry gimió; pociones con Snape y Malfoy. Menuda perspectiva.

Un cuarto de hora más tarde, se encontraron con Hermione en la sala común, ya vestidos y limpios, aunque todavía con bastante cara de sueño.

- Ya pensaba que no llegabais... vamos, hay que darse prisa o llegaremos tarde, y ya sabeis lo puntual que es McGonagall. - Les reprochó Hermione sin casi dejarles saludar.

- Si si Hermione, como tu digas... -murmuró Ron antes de soltar un gran bostezo que no reprimió.

Hermione solo lo miró con una expresión en la que se veía que no sabía si reírse de al cara de sueño de su amigo o seguir reprochando cosas. Al final optó por encogerse de hombros y alzar los ojos hacia arriba.

Después de desayunar rapidamente, salieron junto al resto de los alumnos que se dirigían a la misma aula que ellos y que también iban un poco justos de tiempo. La mayoría iban arrastrando los pies y se podían ver muchas caras que seguramente aun pensaban en su cama.

Ya en el corredor, apresuraron el ritmo para no llegar demasiado tarde. Harry todavía iba pensando en el extraño sueño, y rezaba para no encontrarse con...

- Vaya, pero si es Potter y sus amiguitos... -una voz cargada de burla y arrogancia, que arrastraba las sílabas, inconfundible. Harry gimió.

- ¿Vas a decir algo más interesante, Malfoy, o te vas a quitar de en medio? - le espetó Ron al pálido chico que estaba parado delante suya, flanqueado por los gorilas de sus amigos.

- No he hablado contigo, Weasly, sino al cabeza rajada ese de ahí.

- Lárgate, hurón. No voy a estar aquí parado más tiempo por tu culpa.

Malfoy enrojeció, pero dejó pasar a Harry y a sus amigos sin perder la sonrisa arrogante.

- Tranquilo Potter, ya disfrutarás de mi presencia en pociones...

- La palabra no es "disfrutar", Malfoy. - replicó Harry sin girarse.

Draco rió irónicamente y se fue hacia su clase, también sin mirar hacia atrás.

La clase de Transformaciones transcurió sin novedades, excepto que Hermione ganó puntos para su casa al transformar un lápiz en una anguila la primera y de manera perfecta. En cambio, la de Ron todavía tenía el cuerpo amarillo y las rayas negras.

Salieron desganados del aula. Nadie tenía ganas de soportar durante toda la clase a Snape favoreciendo a su casa, ni a los de Slytherin burlándose. Y Harry no quería volver a ver a Malfoy. ¡Pero si ya hasta soñaba con él! Aunque el sueño había sido diferente. En la imagen del mismo, Draco sonreía a Harry de manera sincera, ¡incluso con simpatía! Desde luego, algo le había afectado profundamente.

Suspirando, el chico y sus amigos se dirigieron a las mazmorras donde daban Pociones. En la entrada había dos grupos, los de Gryffindor y los de Slytherin. A Harry no le sorprendió ver a Malfoy pavoneándose delante de los de su casa, sobre todo delante de Pansy.

Harry notó algo en su interior al ver como su enemigo era el centro de atención de tanta gente, sobre todo de las chicas.

"No puede ser" se dijo moviendo la cabeza" yo le odio. No puedo tener... esto... envidia de Draco Malfoy. Imposible."

Cuando llegó el profesor Snape y abrió la clase, sesentaron, aún separados por casa: en un lado todos los Gryffindor y en el otro todos los Slytherin, como era normal.

Snape puso en la pizarra los ingredientes necesarios para la poción que iban a hacer, y les ordenó ponerse por parejas.

Ron y Harry empezaron a hacer la poción; no era fácil y dudaban bastante a la hora de dar cada paso.

- ¿Hay que meter ya la piel de anfibio?- preguntó Ron algo confundido.

- Eeh... aquí dice que se mete después de las hojas esas. Contestó Harry.

- Ah, ¿y los polvos de vete-a-saber-que?

- ¡Esos iban después de las hojas! No me digas qué ya los has metido...

Ron palideció mientras asentía con la cabeza.

- Ooh... ¿Tienes problemas, Potter?- aprovechando que su poción ya estaba hecha, Malfoy se había acercado a su mesa, y los miraba con expresión burlona. Sus ojos grises brillaban maliciosos. - No me extraña, menuda parejita... no confiaría en vosotros ni para lavar los platos, tratándose de magia. Seguro que se os da mucho mejor el método muggle, ¿eh Weasly? ¿O tu madre si que sabe usar varita?

- Vete a la mierda, Malfoy- replicó Ron. Su rostro estaba tan rojo como su pelo.

Harry no intervino. Se había quedado mirando fijamente a Draco.

- ¿Qué pasa Potter? ¿Tengo algo en la cara o qué?

Las miradas de los dos se cruzaron. Ninguno bajó la cabeza. Los ojos verdes de Harry brillaban con furia; los grises de Draco, con malicia y arrogancia. Mantuvieron la mirada durante un rato.

De golpe, sin previo aviso, se abalanzaron uno sobre el otro y empezaron a forcejear. Harry cogió a Draco de la túnica, a falta de solapas, y los dos se quedaron con las caras muy juntas.

La piel normalmente pálida de Draco estaba ligeramente sonrojada; los dos respiraban agitadamente. Entonces Draco sacó la lengua y se humedeció lentamente los labios. Harry enrojeció sin motivo y lo soltó bruscamente. Justo cuando Malfoy iba a replicar algo, oyeron un golpe, seguido de un ruido siseante y burbujeante, y se giraron a tiempo de ver como la poción del caldero de Harry y Ron se esparcía por el suelo... y quemaba la mesa, la silla y el suelo. ¡Nadie les había dicho que fuera ácido!

- ¡Potter! ¡Malfoy!