Notas: he aquí mi quinto fic ^_^, es de ArthurxEmily, es decir InglaterraxNyo!America. Quería hablar de amores prohibidos, y encontré que la idea de amor "profesora y alumno" le queda bastante bien a esta pareja. Arthur: serio, maduro, sarcástico, inteligente. Emily: simpática, risueña, egocéntrica, exagerada. Cada uno interpreta muy bien su papel, ¿no parece?
Arthur limpió la sangre de su labio. Era de noche, las sombras de los delincuentes se reflejaban en las paredes. El hombre de ojos verdes y brillosos atacó al primero. Un puñetazo en la quijada, otro en el estómago, y un codazo en la espalda. Game Over. Se relamió los labios con su lengua, uno menos, faltaban dos. Rodeo el cuello del más bajo con su brazo, intentando ahorcarlo. Pero las manos del más alto lo separaron de él y poniendolos tras la espalda.
Los golpes no tardaron en llegar, enfadados, indignados. Arthur gemía a cada fuerte golpe que acertaba en su estómago. Sintió un liquido subiendo por su garganta, entonces tosió: sangre.
Crudo.
- ¡Ustedes dos, déjenlo en paz!
Los tres hombres dirigieron su vista a la entrada del callejón. En ella, una joven de cabellos rubios y rizados apuntaba a los delincuentes con el dedo. El más bajo de ellos dejó de golpear a Arthur y se dirigió hacia ella con una sonrisa morbosa. Arthur aprovechó la distracción del mayor y se soltó del agarre con un fuerte cabezazo. Corrió hacia la menor, dejando al otro hombre atrás, y le dio al pervertido delincuente un puñetazo en la nariz. El hombre se quejó del doloor y le devolvió el puñetazo. Ambos cayeron al suelo mientras intentaban aplastar al otro.
- ¡No pe-...! - antes de pedirle que no pelearan, Emily Jones, sintió una filosa daga en su cuello, sus vellos se erizaron.
Arthur paró la pelea para ver la arriesgada situación de la menor. Su preocupación se hizo latente al oír un leve gemido saliendo de sus labios. La joven que trató de salvarlo estaba en peligro. Se puso de pie, afirmando fuertemente al delincuente más pequeño por el cuello.
- Hey! Deja en paz a la chica, y yo soltaré a tu compañero - trató de negociar.
El hombre negó.
- Me quedó con la chica, sueltas a mi compañero, y te dejo en paz.
- ¿Qué? - chilló el inglés fuera de contexto - ¡Es injusto!
- Tu decides.
Arthur masculló una maldición, exasperándose, y decidió hacer lo que, probablemente, fue lo más peligroso que haría en su vida: se tiró sobre el delincuente. Una lucha de quien enterraba la daga en quien comenzó entre los hombres. La hoja rozó el cuello del inglés, sacándo una pequeña hilera de sangre. Arthur sentía un intenso dolor en su estómago, pero rió último, rió mejor.
El otro delincuente, al ver a su compañero herido y moribundo, decidió ignorar la lealtad y correr por su vida. Arthur se sorprendió ante tan cobarde acto, pero no podía hacer nada, eran delincuentes al fin y al cabo. Se llevó las manos a su estómago.
- Señor ¿cómo se encuentra? - habló Emily, la joven heroína, corriendo hacia él y acuclillándose a su altura, pues Arthur se arrodillaba en el suelo.
- ¡Ni-ña tonta! - exclamó entre jadeos - ¿N-no sabes lo peligroso que aca-bas de hacer?
- Disculpa, no sabía que debía dejar de lado a las personas cuando estaban MURIENDO.
Arthur siguió jadeando sintiendo que cada vez le costaba más escucharla
- Lla-llama a u-na ambulancia... por favor.
Emily cogió su delgado y frío cuerpo antes de que llegara al suelo.
Arthur abrió lentamente los ojos, distrayéndose con las paredes blancas que rodeaban su pequeño cuerpo. Notó que tenía una máscara de oxigeno y suero inyectado al brazo. No tuvo que pensar mucho para caer en cuenta de que estaba en el hospital. Trató de sentarse, pero un agudo dolor en su abdomen lo dejó en cama. Entrecerró los ojos, entonces recordó que acaba de ser asaltado, y una chica, bastante tonta, terminó en manos en delincuente. Aun podía revivir la aguda sensación de ser atravesado por una daga. Respiro hondamente mientras cerraba los ojos.
- Oh, has despertado.
Oyó la amigable voz de una mujer, entreabrió los ojos, la joven que salvó lo miraba con una amplia sonrisa. Un sonrojo invadió sus mejillas, estaba... apretando su mano,
- Perdiste mucho sangre, pero tranquilo, ahora estas bien.
Arthur corrió la vista, la dulce mirada de Emily le hizo sentir un calor en el pecho. Era de esa clase de sentimientos que no podía permitirse en público.
- No creas que he olvidado lo que hiciste.
- Perdóname aveces soy inmadura - dijo en un largo suspiro - Pero mira el lado bueno, ¡los dos seguimos vivos!
Fue el turno de Arthur para suspirar, y sintió una caricia en forma de abanico haciéndole subir la vista.
- Gracias por salvarme - sonrió ella con un leve sonrojo en las mejillas.
Arthur titubeo sus palabras, y la máscara dificultaba aun más el entendimiento.
- Disculpa, ¿qué? - preguntó, en verdad no había entendido.
- Que... de nada, fue un placer.
La enfermera entró en su habitación con un portafolio en mano.
- Perdón, ¿su novia puede salir mientras lo chequeo?
Las mejillas de Arthur enrojecieron.
- N-no es...
- Por cierto, se ven muy lindos juntos.
- ¡N-no es mi novia!
Arthur entró a su cálida y habitable casa, detrás de él venía Emily. No halló forma de quitársela de encima, la chillona joven se había decidido a acompañarlo, y él no tuvo más opción que enseñarle su hogar.
- Y esta es mi casa - dijo Arthur sujeto del brazo de la americana, además, la menor se había negado a soltarlo, temía que se pudiera caer.
- Es muy linda, Arthur.
En el tiempo que estuvieron juntos ambos se presentaron. Arthur dijo que era profesor de literatura en una universidad de Londres, Emily se sorprendió de la coincidencia, ella estudiaba Dirección Cinematográfica. La menor rió, podría ayudarla a estudiar producción de diálogos.
Arthur se sentó en la cama, haciendo una mueca de dolor.
- Oh no! O-oh no! Te duele algo, ¿cierto? Cielos te duele algo ¡estas en peligro!
- Cielos, calm down - se quejó Arthur rodando los ojos - Me dolió porque hice fuerza con la parte herida.
- ¿Eso es peligroso?
Arthur suspiró ante la inocencia de la menor, "pareces una niña" susurró.
- ¿Dijiste algo?
- Si... que no es peligroso.
- Que alivio - se relajó sentándose a mitad de la cama.
- ¿No tienes padres? Ya es tarde - dijo Arthur mirando el reloj plateado de muñeca.
- Si los tengo, pero están en América.
- Es decir... - le permitió que continuara.
- Vivo sola, ya estoy lo suficientemente grande como para cuidarme por mi misma - habló con suficiencia, guiñándole un ojo.
- ... Es hora de que te vayas - cambió el tema de raíz, hablando sin una pizca de humor.
- ¿Qué? Pero si estábamos de lo más bien...
- Ya me oíste jovencita - regañó intentando contener sus indebidos pensamientos, y ayudándose de Emily se levantó de la cama.
Bajó las escaleras con el pasamano y le abrió la puerta. Emily salió algo desanimada, y ya afuera guardó las manos en los bolsillos.
- ¿Al menos puedes darme tu nú...?
No pudo continuar sus palabras, pues Arthur le cerró la puerta en la cara. El mayor se deslizó por la madera hasta sentarse en el piso de marmol. Se llevó ambas manos a la cabeza, ¿que eran esos pensamientos? ¿por qué le gustaba tanto su sonrisa? ¿por qué su corazón se aceleró cuando le guiño el ojo? Era imposible. Se mordió el labio. Solo la conocía de un día.
Ayudándose de la manilla se puso de pie. Su corazón ya no importaba, pensó con una sonrisa de melancolía. Después de todo las posibilidades de verla de nuevo era mínimas, se negó a darle su número. Suspiró con desgano y comenzó a subir las escaleras. Ya mañana sería un nuevo día.
