Nadie lo sabía.

Evidentemente ella no se lo contaría a nadie, porque precisamente ella, era la primera que realmente no lo sabía.

Todos tenían sus vidas más o menos felices, más o menos fáciles.

Los gemelos tenían su tienda y a sus novias. Neville era profesor en Hogwarts. Ron era auror y vivía con Luna. Harry era jefe de aurores y vivía con Ginny.

La parte que la concernía a ella era muy simple. Se esforzó todo lo que pudo hasta lograr el puesto que ella quería, era la coordinadora de alianzas entre las razas. El empeño que había puesto en su trabajo le había costado, su y de por si inmadura relación con Ron, el cual, como ya se ha dicho terminó viviendo con Luna Lovegood. Al principio lo había superado volcando más y más horas a su trabajo. Era conocida en todo el ministerio por su incalculable esfuerzo al llegar a acuerdos y consensos con las más extrañas y para nada cordiales razas que existían en el mundo mágico.

Puede que en principio, el que no sepa mucho del tema, no comprenda hasta que punto es importante la misión de la joven bruja, pero…. mirando no tan atrás en la historia del mundo mágico, se puede lograr entender cuan importante puede llegar a ser tener a todas las razas incluidas las más crueles e inhumanas del bando correcto. Como ella no se cansaba de repetir cuando le preguntaban por qué le dedicaba tantas horas, " si se hubiera hecho antes de la guerra, muchas razas hubieran estado a nuestro favor y no en el bando de voldemort, se hubieran evitado muchas pérdidas de vidas humanas y no humanas".

Lo que suele ocurrir en estos casos es que no todo es tan bonito como por fuera pueda parecer.

A la vuelta de uno de sus más cansados encuentro con una de las razas más difíciles con las que había tratado, los esperpentos, nada menos. Había vuelto a casa y por primera vez la notó vacía.

Nadie la esperaba, nadie con quien compartir las horas de espanto que había vivido con los esperpentos, nadie a quien decirle hasta que punto la había resultado asquerosa la visión de aquellos seres y desagradables que no entendían de compasión. Nadie a quien decirle lo horrorosas que habían sido las imágenes que esa misma raza había plantado en su cabeza para aterrorizarla y amedrentarla. Nadie, en definitiva, con quien mitigar su dolor.

Se planteó seriamente llamar a alguno de sus amigos, pero sabía que ellos, estaban en sus casas con sus familias y que eran felices. Había mirado por mas de diez minutos la fotografía de ella y Harry Su Harry. Que curioso que ese amor infantil y adolescente perviviera a lo largo de los años. Había sido endiabladamente diestra al ocultarlo todo el tiempo, ya que en el fondo, nunca le había concedido más de cinco minutos de su tiempo a aquella idea. Simplemente no podía hacerse, él estaba enamorado de Cho…y luego de Ginny, nunca hubo sitio para ella en el corazón de él, y ella nunca quiso ponerlo en el problema de decirle que no sentía lo mismo.

Ron había sido desde siempre el que había estado ahí en ese sentido, con sus celos, con su sobreprotección, ella lo adoraba, sin duda, pero cuando le concedió el lujo de la duda, y decidió no esperar lo inalcanzable, Ron, resultó no tener lo que hacía falta para estar con ella; paciencia, comprensión y sobretodo una muy sólida amistad basada en la comprensión mutua y total de la otra persona.

Y así es como llegamos a la imagen actual. Hermione Granger estaba borracha, terriblemente borracha, en el caldero chorreante. Hacía más de tres whiskies que Hermione miraba a un punto fijo en la pared con las pupilas dilatadas y el cuerpo adormecido. Como siempre desde hacía cuatro meses, el tabernero le había avisado de que y estaba bebiendo más de la cuenta, y como siempre, se había encontrado con la mirada fría y carente de sentimientos de Hermione como respuesta.

"A ti que te importa", le había dicho la primera vez. Pero hoy todo comenzaba a cobrar sentido para el tabernero cuando ella añadió a su respuesta habitual…

-A ti que te importa!…a quien coño le importa?!-

-seguramente a alguien le importe señorita…-

-seguramente…-dijo ella burlándose mientras amagaba una sonrisa-posiblemente a los mismo que no les ha importado mi ausencia desde hace tres meses en sus reuniones de amigos…-

Sin decir nada más Hermione caminó hacía la puerta, como siempre tambaleándose. El tabernero aun no se lograba explicar como llegaba siempre a casa pero desde luego hubiera dado un galeón por saberlo. Sin embargo esa noche todo era diferente y decidió dar un paso para ayudar a la joven bruja.

-No le pondré más de una copa la próxima vez-

Hermione se paró en seco y sin girar nada más la cabeza sonrió despectivamente y le dijo

-Gracias a Merlín hay mas tabernas que esta-

Se arrastró como siempre hasta su casa, hacía tiempo que había dejado de intentar desaparecerse en ese estado la ultima vez lo había logrado por los pelos.

Cuando consiguió llegar a su casa, se abalanzó sobre la cama y con una mano buscó a tientas la poción de dormir sin soñar que ella misma se preparaba. Maldiciendo porque era la última dosis, hizo un esfuerzo por anotar mentalmente que al dia siguiente debería ir a comprar más ingrediente para fabricarla ella misma.

Ese era otro de los vicio adquiridos…la poción para dormir sin soñar, sin soñar todo lo que había visto, todo lo que había sufrido, par no soñar con los padres que ya no podría recuperar por haberles borrado la memoria antes de la guerra y para no soñar con el amor no correspondido. A veces la compraba en la tienda de pociones, pero cuando la fue necesitando en mayores dosis, para no levantar sospechas, a veces la fabricaba ella misma, siendo este acto, del todo ilegal ya que la poción sólo podía ser suministrada por un medimago, por su fuerte composición.

Esa era su nueva vida, y nadie, ni siquiera ella, lo sabía.

Nadie, ni siquiera ella, se había dado cuenta de su aspecto desmejorado.

Nadie, ni siquiera ella, se había dado cuenta de que daba pasos cada vez mayores hacia un terrible final.