Disclaimers: Inuyasha y compañía no me pertenecen son propiedad de la gran mangaka Rumiko Takahashi- sensei, únicamente los utilizo para mi entretención y obviamente sin ningún fin de lucro.
Eres mi sol, eres mi luna
El sol empezaba a menguar su luz, era un atardecer muy especial y particular en la aldea, todos estaban esperando la llegada del famoso grupo, ya que habían corrido rumores de la victoria contra Naraku, por ello organizaron una cálida bienvenida para los valientes luchadores.
– Está oscureciendo sacerdotisa Kaede, ¿seguro que han de volver? – preguntó un aldeano.
– Claro que sí… lo presiento, tengo la seguridad de que regresarán a salvo – contestó la anciana.
De repente divisaron en el horizonte a un grupo de jóvenes, uno con traje rojo fuego, una mujer con una potente arma en su brazo, un monje acompañado de un aparente gatito y una joven de vestimentas extrañas, pero de las que estaban acostumbrado, llevando en sus brazos a un cansado zorrito.
– ¡Anciana Kaede! – gritó Kagome corriendo tras su encuentro soltando al pequeño kitsune que ya había reposado lo suficiente.
– ¡Kagome! Niña, qué alegría ver que todos están bien–expresó abrazando a la joven miko.
– También nos alegra que se encuentren bien – dijo Sango con cierto brillo en los ojos al ver a su hermano Kohaku yendo a su encuentro, quien por milagro su vida fue salvada gracias a la luz de Kikyo.
– Sí, nos preocupamos mucho por su seguridad tras la destrucción de Naraku supusimos que los youkai se descontrolarían y destruirían todo lo que vieran a su paso– intervino Miroku –Pero se ve que todo está perfecto – dijo picaronamente acariciando minuciosamente cierta anatomía de cierta exterminadora.
Como consecuencia recibió un fuerte golpe en la cabeza de una Sango terriblemente avergonzada y enojada. Es que a pesar de estar comprometidos, eso no le daba derecho a Miroku de tocar a su "florcita" (como le decía a su bella Sango en la intimidad) descaradamente en público, y jamás pasaría pero Miroku aún no se daba por vencido, su filosofía era "persevera y triunfarás" tarde o temprano la taijiya se acostumbraría y es más hasta le gustaría tanto o más que a él.
– Hermana… – fue lo único que pudo pronunciar Kohaku, totalmente sonrojado e incómodo ante la situación, nunca antes había visto una escena de este tipo y más en la que estuviera como protagonista su apreciada hermana; era sólo cuestión de tiempo para que conociera y se habituara a las mañas de su futuro cuñado.
– Ese Miroku…– dijo Shippo.
– Jamás aprende- completó Kagome resignada, posando después su mirada en el callado hanyou – "Inuyasha qué es lo que te sucede…".
Se encontraba Kagome tan sumergida en sus pensamientos ocupados por cierto peli plata que no se dio cuenta de que todos se dirigían hacia el pueblo, pero la llamada de Shippo la trajo a la realidad, y emprendió camino.
Ya había anochecido cuando comenzaron con los festejos, y lógicamente había mucho por festejar, primero que nada la destrucción de Naraku que resultó una gran amenaza para todos, segundo el fin de la maldición hereditaria que tenía Miroku, además la recuperación del querido hermano de Sango y por último la desaparición de la Shikon no Tama. Sí, eran grandes motivos por los cuales celebrar, pero esto parecía no significar mucho para nuestro taciturno Inuyasha quien no se había contagiado de la alegría imperante.
Kagome miraba constantemente al medio demonio, que se encontraba sentado a su lado, preocupada por su actitud tan retraída; éste al darse cuenta de la insistente mirada de la azabache decidió encararla.
– ¿Qué te pasa?– preguntó impacientemente.
– ¿A mí? Nada. – respondió.
–Sí, te sucede algo, no has dejado de mirarme desde que llegamos – su voz o su forma de decirlo era tan triste casi un susurro evidentemente no era el Inuyasha que conocía y del cual estaba enamorada.
–Es que noté que estabas en silencio, apartado de nosotros desde que acabamos con nuestra misión– diciendo "misión" por no nombrar a Naraku – ¿Estás molesto?
– ¿Yo… molesto? – dijo reflexionando para sí– No, discúlpame Kagome sólo estaba pensando.
– ¿En qué?– replicó con cierta curiosidad e inquietud.
–Nada importante – su tono se volvió tan frío y distante que provocó en la joven una opresión en su pecho… más bien en su corazón, esa respuesta definitivamente no la calmó.
–Inuyasha…
– Está todo bien – respondió cortante apartándose de su lado.
– "Todo bien" – pensó la sacerdotisa tratando de convencerse, dirigiendo sus achocolatados orbes a las hermosas estrellas que resplandecían en el oscuro manto nocturno.
La fiesta transcurrió sin mayores sobresaltos, Shippo devorando todo los alimentos que se le apetecían, aprovechando la inapetencia anormal del medio demonio; por otra parte Miroku recibiendo algunos pequeños gestos, nada cariñosos, de su amada Sango que trataba de evitar ciertas manos movedizas sobre su cuerpo, y a la vez controlaba a su futuro esposo debido a su debilidad "temporal" por las jóvenes hermosas, digo "temporal" ya que ese hábito de andar piropeando a cuanta mujer se cruzara en el camino de ese monje pervertido terminaría cuando se casaran, o si no dejaría de llamarse Sango perteneciente al clan de los cazadores de demonios. Mientras que Kagome contaba a la anciana Kaede y a un grupo de curiosos lo que había sucedido en el enfrentamiento final contra Naraku, y cómo había desaparecido la perla después de haber pedido el deseo correcto.
Pasaron los días y Kagome aún permanecía en la época feudal, no se atrevía a irse para ver a su familia y amigos, y sobre todo para cursar primer año de secundaria. El motivo era obviamente Inuyasha, quien era el centro de su atención, sus pensamientos, sentimientos definitivamente estaba perdida, no podía dar ni un sólo paso en el cual no lo considerara a él, y esta vez no sería la excepción.
– Ay Kagome ánimo no debes deprimirte, sólo es cuestión de tiempo– hablaba para sí la azabache mientras ayudaba a la anciana Kaede a recolectar unas plantas medicinales, más bien era una excusa que había encontrado la experimentada miko para quedarse a solas con la joven, ya que estaba preocupada por la situación entre Inuyasha y ella.
– Realmente pensé que la actitud de Inuyasha cambiaría con el tiempo, mi niña–dijo interrumpiendo el silencio que se había establecido entre ambas.
– ¿Eh, me hablaba? – apenas pudo pronunciar, estaba tan concentrada en el "labor" que no llegó a procesar lo que había escuchado.
– Sí Kagome, ya debes saber que no te he pedido que me acompañaras para buscar hierbas, sino más bien para hablar contigo. – aclaró sentándose, en el pasto fresco producto del rocío de la mañana, para después hacer un ademán invitándola a que se sentara junto a ella.
– ¿De qué, anciana Kaede?– se sentó a su lado flexionando sus piernas atrayéndolas para su pecho.
– De Inuyasha, querida. He visto su comportamiento desde que llegaron y es notable que él no se encuentre del todo bien, ¿verdad?– puntualizó, esperaba una respuesta pero la mirada ensombrecida que le brindó contestaba su pregunta. Es triste estos juegos del destino o de la vida, no poder ser feliz al lado del ser que uno ama; su hermana no pudo serlo, y al parecer Inuyasha y Kagome tampoco, razonó brevemente – Kagome…
– Está bien– finalmente respondió– Inuyasha y yo estaremos bien, no se preocupe, yo sé que es muy duro para él está situación… perder al ser que más ama debe ser doloroso, y después de haber cumplido su objetivo, su razón para seguir luchando me imagino que debe encontrarse desorientado. Pero duele ver como la persona amada sufre y no poder hacer nada al respecto–al pronunciar esto último su voz estaba tan quebrada que se notaba su angustia y desolación, las lágrimas corrieron notoriamente el rostro de la dulce muchacha, quien fue consolada con un acogedor abrazo de la señora conmovida por esas palabras tan sinceras y nobles.
– Lo sé, veo como sufres Kagome ¿pero sabes una cosa? Las personas que son de sentimientos puros siempre son recompensadas, por eso ten esto presente nada se sufre en vano en esta vida, mi niña… nada. – con sus manos avejentadas levantó el rostro de la joven que se encontraba posado en su hombro y secó esas lágrimas traicioneras que recorrían sus tersas mejillas.
Bueno aquí llegamos al final del capítulo 1, les quiero decir que este lo considero mi primera historia que hago, aunque me gusta el Inu/Kag (es lo que más leo, adoro a ese Inu-baka) preferí hacer uno con Sesshomaru. No sé si va a ser largo este fanfic pero creo que tendrá varios capítulos, en fin les agradezco por haberse pasado por acá y espero leer sus críticas o comentarios.
Sayonara, Ranka Hime.
