¡Hola a todos! Llevo años leyendo fictions en esta página y durante un par de meses dándole forma a esta idea, es mi primera historia asique, espero que os guste ;)

Esta historia se sitúa justo después de que la temporada 5 acabara, después de que Jane le enseñara el video de Lorelei a Lisbon.

Antes que nada, aclarar, por supuesto que The Mentalist no es mío, pero que si lo fuera, probablemente pasaría algo así.

...

No sé cuánto tiempo llevo con la mirada perdida en la pantalla del portátil, pensado en cada palabra que Lorelei ha dicho en el video, pensando en los nombres de la lista de sospechosos de Jane. He memorizado cada uno de los nombres conforme Lorelei los recitaba, no me hace falta mirar las fotos, que siguen sobre el portátil.

Bred Stiles, Gale Bertram, Raymond Haffner, Reede Smith, Bob Kirkland, Sheriff Thomas McAlester y Brett Partridge

Siempre había tenido alguna sospecha de Stiles, al fin y al cabo una gran parte de nuestros casos de John el Rojo suelen estar relacionados con su grupo Visualiza, pero ¿Bertram? ¿Kirkland? ¿El Sheriff McAlester? ¡Venga ya! Llevo algo más de diez años trabajando en el CBI, tratando con multitud de psicópatas y ninguno de ellos se acerca ni de lejos a la personalidad de un asesino en serie como lo es John el Rojo. Trabajo con ellos ¡Por el amor de Dios!

Yo siempre he pensado que John el Rojo seria alguien más relacionado con el mundo al que antes pertenecía Jane, Algún estafador al que no le importa timar a la gente por dinero. Lo que está claro es que sea quien sea, conoce a Jane muy bien ya que ha matado a una mujer que Jane conocía desde pequeño y, según él, nunca le había hablado a nadie de ella. De todas formas, la pregunta es, ¿cómo demonios ha podido dar con los nombres de su lista? Jane ha tardado semanas e incluso diría que meses en elaborar dicha lista, con cientos de nombres, y John el Rojo ha dado con ellos uno a uno. Todo esto es demasiado.

-Asique…- comienzo a decir, Jane aparta la vista del horizonte de Sacramento para mirarme- básicamente, seguimos como antes, vamos tres pasos por detrás de John el Rojo.

-Lisbon, tengo una explicación para lo de la lista de sospechosos, hace un par de semanas, mientras estábamos en un caso, alguien entró aquí en el ático. Pudo romper el candado de la puerta, entrar y ver la lista entonces.

-¿Fue antes de que Lorelei muriera?-pregunto

-Si la memoria no me falla, que no lo hace, fue algo después de que yo empezara a elaborar la lista.- dice, volviendo a mirar por la ventana- Para lo que no tengo explicación es para lo de…

-La chica de tu infancia- acabo la frase por él.

-Sí. Eso sí que no estaba escrito. Es algo que solo yo conocía y de lo que apenas me acordaba, ya te lo dije. No creo habérselo contado a mi psiquiatra, Sophie Miller. Probablemente ni se lo hubiera contado a…- No acaba la frase, pero sé que se refiere a su mujer, Ángela- Es algo que pasó hace mucho tiempo.

-Todo esto es muy confuso, ninguno de los sospechosos de tu lista tuvo relación contigo de pequeño. ¿Verdad?- Niega con la cabeza- Entonces, o John el Rojo tiene demasiados medios o es vidente, no puede saber tanto.

-Los videntes no existen Lisbon.

-Bueno, ¿y qué me dices de lo otro que ha dicho Lorelei en el video?

Jane vuelve su mirada hacia mí.

-¿Lo otro?

-Sí, que John el Rojo comenzará a matar a más, cada vez más a menudo. ¿Qué clase de víctimas serán esta vez?

-John el Rojo quiere jugar, probablemente seguirán siendo la mayoría mujeres, y probablemente, personas que significan algo para mí…- dice, cada vez más tenso y nervioso, nunca lo había visto así.- O sea que todos los que estáis cerca de mí, especialmente tú, estáis en peligro.

-Y ¿qué vamos a hacer con todo esto?- Digo mirando los trozos rotos del DVD en el suelo.

-No, Lisbon, nadie, ni siquiera el equipo, puede saber lo de la lista ni lo del vídeo.- dice, ahora, muy serio.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Por la misma razón por la que no te he dado ningún nombre de la lista antes: empezaríais a jugar a ser Dios, a investigarles, a mirarles con lupa y no quiero que sospeche que sabéis algo. Con que lo sepas tu me basta, ya resulta demasiado.

Me estoy perdiendo. Por supuesto que jugaría a ser Dios como dice él, probablemente pincharía sus móviles para tratar de coger a John el Rojo. Es mi trabajo, mi caso.

-¿Y por qué a mi si me has enseñado el video si, como dices, voy a jugar a ser Dios y a dar sospechas?

-Porque…- dice apartando su pirada de la mía, dirigiéndola a las fotos que están encima del portátil- quiero hacerte entender que esto – dice refiriéndose al vídeo –cambia las cosas. Debes alejarte del peligro que ahora mismo corres en la brigada, debes buscarte otra cosa. Podrías aceptar el trabajo que te ofreció ese tipo del FBI amigo tuyo.- Y vuelve a dirigir su mirada hacia la ventana

Le miro con los ojos abiertos como platos, no doy crédito. Mi amigo Richard Medi, del FBI, me contó hace un par de meses que estaba montando un grupo de incógnito dentro del FBI que investigara a nivel nacional la corrupción que suele haber dentro de las brigadas: agentes que liberan a peces gordos a cambios de sobornos sin presentar cargos y ese tipo de cosas. Es algo así como una limpieza de residuos legal, se juzgaría e inhabilitaría a dichos agentes o jefazos para que no pudieran volver a trabajar en el mundo de la ley .Me interesó mucho el tema y dijo que mi experiencia en la brigada serviría de gran ayuda en dicho grupo, pero me negué rotundamente a dejar el CBI. Es mi carrera entera. De todas formas me dijo que lo pensara y que le llamara si cambiaba de opinión. Volviendo a esto, no doy crédito a lo que me acaba de pedir Jane.

-¿Me estas pidiendo que deje este trabajo, el que significa para mí mi vida? ¿Qué huya como una cobarde por este video?

¿Huir? Siempre me he enfrentado a mis problemas yo solita, a lo largo de toda mi vida y ahora no va a ser menos. He estado durante años detrás de John el Rojo, no pienso dejarlo. ¡Quiero pillarlo!

-Si quieres llamarlo así, adelante.

No aparta la mirada de la ventana y dice esto último sin el más grado de sentimiento. No me lo puedo creer, simplemente no me puedo creer todo lo que está pasando ahora mismo.

-¿Pero te puedes creer lo que me estás pidiendo?- estallo, pero Jane no aparta su mirada de la ventana.- Jane mírame-digo levantándome- no puedo dejar mi trabajo por una amenaza que ni siquiera va dirigida a mí.

-¿Es que no piensas en tu seguridad? ¿Cómo puedes ser tan cabezota? ¿Te parece que para mí es fácil lo que te estoy pidiendo?

-Lo parece.

Y antes de que pueda rebatirme, el sonido de mi Blackberry nos interrumpe, es Van Pelt.

-Lisbon.

-Jefa, tenemos un nuevo caso, han hallado muerta en su casa a una mujer de 40 años…

-Vale, ya bajamos- digo mirando a Jane.

-De acuerdo, por cierto, el chico de correos acaba de traer un paquete para ti, lo he dejado en tu despacho.

Frunzo el ceño extrañada, puede que sean documentos para revisar del archivo. Sea lo que sea le echaré un vistazo más tarde.

-Vale, gracias.- cuelgo y miro a Jane- Tenemos nuevo caso.

-¿Amas de casa que son asesinadas en sus hogares? ¿Perdemos el tiempo durante tres días para llegar a la conclusión de que fue la vecina de enfrente por alguna tontería como que envidiaba que el césped de su jardín estuviera más verde que el suyo?- dice Jane, con toda la ironía y el cinismo del mundo.

-Lo tomaré como que no vienes.

...

Para cuando llegamos a la brigada, a eso de las ocho de la tarde, ya esta anocheciendo. Hemos estado durante toda la tarde en la escena del crimen, peinando la zona e investigando a vecinos. Por ahora no tenemos ningún sospechoso importante. Es, como dice Jane, lo mismo de siempre. Tiene razón, pero es mi trabajo.

Entrando en mi oficina, me quedo mirando fijamente un paquete que está encima de mi mesa hasta que me acuerdo del paquete del que esta mañana me ha hablado Van Pelt. Pensaba que eran documentos, pero el paquete es algo más pequeño que una caja de zapatos, no cabe ningún tipo de carpeta o dosier. No lleva remitente, solo la dirección de la brigada y mi nombre. Despego el celofán y lo primero que veo dentro del paquete es una carta con letra de color rojo escarlata. Se me pone el vello de punta y se me corta la respiración en cuanto veo la marca pequeña de John el Rojo en la parte de arriba del sobre. Empiezo a leer.

"Querida Teresa:

Supongo que estaré en lo cierto al afirmar que nuestro querido Patrick Jane ya le ha enseñado el vídeo que Lorelei y yo grabamos para él. No sea testaruda y aléjese de Patrick, tanto usted como yo sabemos que no trae más que problemas. Protéjase a usted y a los suyos y aléjese de él. Es un consejo de amigo.

J.R."

Dentro del paquete hay algo más, es la foto de mis hermanos que tengo en el salón de mi apartamento. Es ahora cuando el verdadero miedo me sacude. "Protéjase a usted y a los suyos", no solo estoy en peligro yo, entonces, también lo está mi familia. ¿Por qué mi familia? Si no quiero ponerles en peligro debo plantearme seriamente, ahora sí, dejar la brigada. La impotencia me sacude. No puedo hacer otra cosa.

Le doy vueltas durante un rato largo en mi despacho. Si dejo mi trabajo, no correré peligro ni yo ni mi familia, pero si no lo dejo, probablemente seré otra de las piezas de su juego y pondría a mi familia en peligro. Ya no empieza a ser una opción… La impotencia, la rabia, el miedo y la tristeza se apoderan de mí y elijo la seguridad de los míos, por mucha rabia que me dé y por muy cobarde que resulte.

Mientras redacto mi carta de dimisión, marco el número de Medi, mi amigo del FBI, para decirle que acepto.

-Aquí Agente Medi- responde al otro lado de la línea

-Hola Medi, soy Lisbon, de la brigada. ¿Te acuerdas de la proposición que me hiciste hace un par de meses?

...

Son casi las diez cuando acabo de redactar mi carta de dimisión. En ella he alegado querer otra experiencia, un cambio de aires, que ha sido un placer trabajar para la brigada y bla, bla bla. También he sugerido que no separara al equipo, que es un gran grupo y que le asignara a Cho mi puesto, ya que pienso que tiene el potencial necesario para ello. Me encamino hacia el despacho de Kirkland cuando me acuerdo que él es uno de los nombres que está en la lista. Estudiaré su reacción cuando le anuncie mi dimisión. Si es John el Rojo, sabrá, por supuesto, que sé lo de la lista y que su nombre está en ella. Pero, bueno, al fin y al cabo no volveré a tocar el caso de John el Rojo nunca más, supongo que me puedo arriesgar. Pero, para decepción mía, ya se ha ido de la brigada, como la mayoría de todos los agentes. A estas horas solo se suelen quedar los que tienen guardia. Le dejo igualmente la carta encima de su escritorio, quiero acabarlo todo cuanto antes. Recordar la nota de John el Rojo me da escalofríos.

Cuando vuelvo a mi despacho para empezar a recoger y empaquetar mis cosas, veo que mi equipo, salvo, por supuesto, Jane, sigue trabajando en el caso, aunque no quede mucho ya en lo que buscar y que no sea un caso importante, siempre se suelen quedar hasta tarde. No puedo dejar el CBI sin decirles nada, sin darles una explicación, se la debo.

-Chicos.- les digo entrando en la oficina. Todos apartan la mirada de lo que estaban haciendo y la dirigen hacia mi- ¿Podéis venir un momento a mi despacho?

No hace falta que me contesten, todos dejan lo que están haciendo y me siguen hacia mi despacho con el ceño fruncido. Cierro la puerta cuando los tres entran y les invito a que se sienten en el sofá o en las sillas. ¿Cómo demonios les explico toda esta mierda? Empiezo por el principio.

-Veréis, como os conté hace un par de meses, mi amigo Richard Medi del FBI, me ofreció un puesto en un grupo de incognito que el mismo estaba creando.- hago una pausa y todos asienten. Se lo conté a todos de pasada una de las noches que cenamos pizza aquí en la oficina tras cerrar un caso- Pues veréis, lo he estado pensando mucho, dándole vueltas y meditándolo y he decidido aceptarlo.

Todos, incluso Cho, abren muchos los ojos y se quedan boquiabiertos.

-Pero… ¿Por qué?- Pregunta Van Pelt, incrédula.

-Sí, nos dijiste que no lo aceptaste porque no te pegaba nada ese tipo de trabajo- continúa Rigby.

-Simplemente he pensado que es el momento de pasar página. Llevo muchos años trabajando en la brigada y creo que un cambio de aires me vendrá bien.

-Algo más te tiene que haber pasado para querer dejar tu carrera, jefa.-dice Cho. Joder es como Jane, el muy cabrón. A veces me sorprendo de su capacidad de intuir las cosas, es peor que una mujer.

A la mierda, decido contarles la verdad. Les cuento lo del video, que la ultima chica a la que John el Rojo ha matado pertenecía al pasado de Jane, lo de la lista, aunque sin decirles los nombres, y lo del paquete de esta mañana con la nota y la foto de mis hermanos.

-O sea…- empieza a decir Rigby- ¿John el Rojo te ha enviado ese paquete por correo antes incluso de que Jane te enseñara el vídeo? Joder, sea quien sea debe de tener poderes.

-Eso mismo le he dicho a Jane, pero él dice que no, que ni la gente con poderes ni los videntes existen. Aunque sean muchas coincidencias.

-¿Y quiénes están en la lista de Jane, jefa?- pregunta Van Pelt.

Jane me ha pedido que no le revele los nombres de esa lista a nadie, ni al equipo.

-No os lo puedo decir chicos. Sería demasiado peligroso, no quiero poneros en peligro.

-Eso significa que conocemos a la gente que está en esa lista, ¿no?

Joder con Cho… Se está convirtiendo en Jane.

-Si…- les confieso- Son muy cercanos a vosotros. Demasiado.

-Ufff…-Suspira Van Pelt.

Todos se quedan pensando, barajando nombres en sus mentes. No les será fácil confiar en su círculo cercano de colegas y compañeros de trabajo con esto último que les he dicho. Miro la hora. Joder, es muy tarde.

-Chicos, tengo que empezar a recoger mis cosas.

-Te ayudaremos jefa.- dice Van Pelt levantándose del sofá. Cho y Rigby la siguen.

-¿Pedimos una pizza de despedida?- sugiere Rigby.

-Con mucho pepperoni por favor.- le digo sonriéndole.

-Claro.- me responde, devolviéndome la sonrisa mientras sale de mi despacho.

-¿Le has contado a Jane tu decisión?- me pregunta de repente Cho.

Mierda, no… Si despedirme del equipo me ha resultado difícil, no quiero ni pensar en despedirme de Jane. Hemos tenido momentos muy intensos en estos últimos diez años.

-Voy al ático, ahora mismo bajo. Voy a hablar con él

-Empezaremos a recoger por ti jefa.- dice Van Pelt.

-Muchas gracias, chicos.

...

Los pasillos de la última planta de la brigada resultan escalofriantes de noche. La única los que los ilumina proviene de las pequeñas ventanas que dan hacia la calle y por las que entran las lucen de las farolas. Toco la puerta de hierro tres veces con los nudillos. Oigo como Jane quita el candado y la abre.

- Hola Lisbon.

-Hola, ¿puedo pasar?- Se aparta un poco abriéndome más la puerta y me deja entrar. Cierra la puerta tras él y me mira directamente a los ojos. Creo que sabe perfectamente lo que le vengo a decir.- Jane, lo he estado pensando a lo largo de todo el día y he decidido seguir tu consejo, he redactado mi carta de dimisión y he llamado a Medi, del FBI, para decirle que acepto el puesto en su equipo.

Observo su reacción. Apenas cambia su expresión facial. Es como si supiera que al final iba a acabar dejando el CBI, cosa que no me sorprende nada. Estamos hablando de Patrick Jane, el que todo lo sabe, el que todo lo ve.

-Te dije que sería la decisión correcta, la de ponerte a ti misma a salvo, Lisbon. Me alegro de que hayas cambiado de opinión.

Sus palabras me hacen creer por un momento que he tomado la decisión correcta, que no soy una cobarde, hasta que dentro de mí se enciende una alarma. Hay algo en todo lo que ha dicho que no me gusta. No parece él. Ha usado el mismo tono que usaría ul mal actor que recita su guión de memoria, sin ponerle sentimiento alguno.

-Te echare de menos, Lisbon.- me dice con una media sonrisa que no se refleja en sus ojos, lo que me estremece.

Definitivamente, no parece él. Espero uno de esos abrazos suyos, esos que se supone que se deberían dar en las ocasiones en las que te estás despidiendo de alguien que ha estado a tu lado día a día durante más de 10 años, pero sigue de pie mirándome, sin decir nada. Entonces entiendo porqué dentro de mí se ha encendido una alarma: Una vez que yo haya dejado el CBI no habrá nadie que le impida a Jane llevar a cabo su plan, el que ambos conocemos, el de tomarse la justicia por su mano y matar con sus propias manos al asesino de su mujer y de su hija cuando dé con él. Le juré que estaría en ese momento para impedirle que arruinara su vida, pero parece que ha sabido jugar bien sus cartas para quitarse ese problema de encima. No me debería sorprender esto, el mismo lo dijo: 'Haré lo que esté en mi mano para acabar con él'. Lo que hace que me hierva la sangre es que finja que le importa mi seguridad en la brigada y me diga que no quiere que me ocurra nada por su culpa. Una sonrisa irónica se forma en mis labios. Qué cabrón… ¿Y yo he arriesgado mi carrera durante multitud de ocasiones, día tras día, por este capullo?

-Gracias por preocuparte por mí, Jane- Digo con un tono sarcástico que no puedo disimular.

-Para eso estamos.- dice, estudiando, con el ceño fruncido, mi reacción y mis palabras. Creo que eso no se lo esperaba- Espero que te vaya muy bien en tu nuevo trabajo.

-Sí, no tendré que tratar con asesinos en serie ni con compañeros que fingen preocuparse por mi vida, supongo...

-¿A qué te refieres?- pregunta, muy extrañado, casi ofendido. Qué bien finge el hijo de puta.

- Por nada, por nada…-digo, restándole una importancia que no se merece. Suspiro bajando la mirada mientras niego con la cabeza- ¿Cómo he podido estar tan ciega?

-¿Lisbon por qué te estás comportando así? ¿Te encuentras bien?

-En estos diez años no te ha importado una mierda que yo te quisiera ayudar a olvidar esa idea de matar al asesino de tu mujer y de tu hija.- estallo- He tratado de hacerte ver, de hacerte entender que arruinarás tu vida con eso.

- ¿A qué viene esto? Sí, así es, como tú dices esa ha sido mi fin desde el principio. Lo sabes y sabes que nunca cambiaré de idea.

-Ya, lo sé. Y por eso me siento como una estúpida por haber pensado que te importaba mi seguridad cuando lo único que querías es que dejara el CBI para seguir con ese plan sin que yo te lo impida.

-¿Qué? ¡No! Por supuesto que me importa tu seguridad Lisbon.

-Tienes una manera muy extraña de demostrarlo, ya que en los últimos diez años no ha sido así.-ladea la cabeza mientras me mira extrañado. Esto sí que no se lo esperaba-Abandono.-continúo, con un suspiro, alzando las manos al aire- Siento que durante estos últimos años he estado perdiendo el tiempo tanto con John el Rojo como contigo. Nada ha cambiado, nada ha avanzado. Tienes la lista, sí pero ¿Qué te hace pensar que lo que te dijo Lorelei era real? Puede que estuviera jugando contigo, como había hecho en todo momento.- Jane está procesando todo lo que digo. Pocas veces le he visto en situaciones como esta, en las que no sabe cómo salir, en las que no sabe cómo responder. Supongo que él se esperaba otro tipo de despedida. No dice nada, no me corrige en nada de lo que estoy diciendo y yo, solo quiero acabar con esto.- En fin Jane, ha sido un placer trabajar contigo estos últimos años.- conforme digo esto me encamino hacia la puerta, él, no mueve un músculo.- Espero que, como siempre, consigas todo lo que te propongas.

Salgo de su ático cerrando la puerta y me encamino hacia el oscuro pasillo de nuevo para bajar, recoger mis cosas y marcharme. Qué mierda. Todos estos años he tratado de avanzar, de ser una buena agente y resulta que estoy básicamente donde el principio. He tratado de hacerle entender a ese hombre que hay algo más en la vida que la venganza, que su venganza. Que puede pasar página, incluso, aunque no sea nada fácil, formar una nueva familia. Pero no ha servido absolutamente de nada. Ha sido un fracaso absoluto. Arruinará su vida y yo no trataré de impedírselo, por mucho que me duela. Ya he tenido bastante.

Cuando llego a mi despacho, Van Pelt ya ha llenado dos cajas con mis cosas. Solo le fantan los archivadores y algunos documentos de la estantería, entre ellos, un fichero en el que tengo todo lo de John el Rojo.

-Grace, deja eso- Van Pelt se gira para mirarme- No quiero llevarme nada de eso conmigo.

-¿Estás bien jefa?

-Sí, es solo que… No quiero llevarme algo que no me sirve para nada.

-De acuerdo, te entiendo. La pizza que ha pedido Wayne, quiero decir, Rigby, está a punto de llegar.- sonrío al pensar en estos dos, ellos sí que han logrado pasar página y volver a estar juntos.- ¿No baja Jane?

-No…No..- contesto, nerviosa- Cuando he llegado al ático, la luz estaba apagada y el no se encontraba allí. Supongo que hoy se habrá ido antes.- ni a mi misma me convence la respuesta, pero parece que Grace se conforma.- ¿Preparamos las cosas para la pizza?

-Sí, claro jefa.

'Ya no seré vuestra jefa nunca más, Grace'. Pienso para mí misma, amargamente.

Estamos todos hambrientos cuando llega la pizza, se nota. Aunque sigue ardiendo la comemos a bocados, sin importarnos que queme.

-La hemos pedido con extra de pepperoni, como a ti te gusta jefa.- me dice Rigby, entre bocado y bocado.

-Muchas gracias chicos.- y entonces digo algo que hace que todos dejen de darle bocados a la pizza y me miren.- Os voy a echar mucho de menos.

Entonces, todos me sonríen y una lágrima rueda por mi mejilla. Mierda, no me lo esperaba, no quería llorar.

….

¿Qué tal? ¿Ha estado a la altura? Tengo grandes ideas para esta historia, creo que os gustará a todos. Como habréis imaginado, esta historia se centra mucho más en Lisbon, pero por supuesto no dejaré de lado mucho tiempo ni a la brigada ni a John el Rojo ni a Jane. Dejadme todos los comentarios y sugerencias que queráis, os las agradeceré. Si veo que os gusta, subiré el siguiente cap. La semana que viene. ¡Muchas gracias por leerlo y un beso!