Escuchaba una canción del mismo nombre que el título, lástima que la canción habla de otra cosa… So esto no se considera un Song-fic.

Lamento si alguno llora sangre por lo que leerán a continuación, debo advertir que corran de here si no quieren leer Ooc y eso. ;;

Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi.

Fiction

—Puede que todo sea fácil a tus ojos, pero para mí, esto es difícil. Difícil y doloroso es separarme de ti, Shin-chan. Aunque no parezca…

Querías creer que eso era verdad. Sin embargo, ya se te hacía imposible, inadmisible hacerlo.

Después de todo, ¿que no era Takao el que le producía un horrible dolor en el corazón, punzante y matador?

¿Que no era Takao…? ¿Que no era él el culpable de sus noches de insomnio y pensamientos, pesándose con delirios y dolores de pensar que lo engañaba?

Por eso no podías perdonarlo.

No otra vez.

—Takao…

—¡Shin-chan, yo te amo! —aquel grito se coló en lo más profundo de tu corazón e hizo que una felicidad indescriptible se notara en tus ojos escondidos detrás de los lentes—. No importa si no me crees, yo de verdad te amo.

Midorima se acercó. Pero, al casi tocar con la punta de sus dedos las delicadas manos de Takao, un recuerdo cruzó por su mente; el halcón besándose con su superior. Con Miyaji.

Entonces se arrepintió de nueva cuenta e inesperadamente —para Takao— se alejó de manera desesperada.

—Lo siento, Bakao. Es que, yo… Yo de verdad —negó con la cabeza y apretó fuertemente sus labios— no puedo hacerlo. Creo que…

Kazunari abrió los ojos desmesuradamente al notar las intenciones.

—¡Pero…! —Takao bajó la cabeza y caminó rápido hacia Midorima—. Si yo te amo a ti y tú me amas a mí, no hay problema, ¿verdad? Podemos seguir. Puedes intentar. Después de todo no quiero a Senpai, porque Shin-chan es el único. Sigo creyendo en ti, Shin-chan. Shin-chan, Shin-chan, créeme.

La angustia se notaba a kilómetros.

Empero, Shintaro ya no quería. Estaba harto. Éste deseaba, por lo menos, dejar de sentirse triste un momento.

Y con Takao aquello no era posible.

—¡Piensa en esto como un cuento! —siguió insistente— Siempre hay finales felices, ¿verdad? Nosotros también, Shin-chan. Ambos tendremos nuestro final feliz, ¿sí?

—No.

Kazunari se congeló y fingió una sonrisa.

—¿Qué has dicho, Shin-chan? No pude escucharte.

—Que no.

—Pero, Shin-chan… Yo, yo no quiero… —las lágrimas bajaron del infiel.

Las lágrimas brotaron sin fin y cayeron de los ojos sin destino alguno. A la deriva.

Asimismo, ese era el estado del dueño de aquella tristeza.

Puede que Midorima le dé otra oportunidad.

Puede que Midorima vuelva a depositar su confianza en su compañero de básquet y amante. Ya que, la tercera es la vencedora.

Lástima que lo mismo ha pasado infinitas veces. Y ninguna haya sido el final definitivo; como un círculo vicioso.

Porque para Midorima ya no existe un puede.

Porque Midorima ya esperó por mucho tiempo el amor de Takao, y aquello no pasó.

El límite se cruzó.

El límite de la tristeza.

El fin de su historia.

—Te amo.

Esa fue la última palabra de Shintaro. La última que pudo pronunciar sin que el llanto se interpusiera en su habla y dejara que espasmos se repartan por todo su cuerpo, que se cubriera la cara y la boca sin dejar a Takao ser espectador de sus sentimientos.

El seguidor de Oha-Asa imaginará que nada pasó.

Imaginará que no se rindió con Takao y otra vez intentar, para entrar en el círculo vicioso como siempre ocurre.

El círculo vicioso que lo destruye.

Las repetidas veces que se destrozará frágilmente.