Título: Roja es la sangre

Fandom: Axis Power Hetalia

Rating: PG-13, es decir, menciono sangre. Pero por precaución… ejem.

Pairing: España/Portugal (ya sé que Portugal aún no existe!)

Sumario: Y es la misma la sangre, brillante y viva, que corre en sus venas y que hace latir sus corazones - es sangre de hermanos (y algo más que eso).

Author's Notes: (sí, porque yo también consigo escribir en inglés!) En mi cabeza tonta, Portugal se llama Luís porque sí y porque el nombre mola. Muchos le llaman Manuel o Afonso pero… no me gustan. ._. Perdón. Y claro, Antonio sigue siendo Antonio! Además, español no es mi primer lengua, así que si encontráis algún error, me informen… Y es mi primer fic de Hetalia… Así que no esperéis una masterpiece, ¿vale? *suspiro*


Le tiró un pañuelo blanco, sucio de sangre que brillaba, roja, en el fin de tarde.

- ¿Porqué huyes, Luís?

Portugal no le contestó pronto. Paró de caminar y el eco de sus pasos cesó. Se quedó mirando, atónito, a sus zapatos. Nunca nadie le había dicho algo así, así de fuerte; es decir, la pregunta por sí sola no tenía nada de complejo, en verdad se veía muy sencilla, pero el tono, quizás magullado y resentido con lo que España había proferido las palabras habían conferido al ambiente una tensión palpable y pesada, muy pesada.

- ¿dónde te irás ahora, Luís? ¿Piensas volver a Portugal? – le preguntó el español, esperanzado de que el portugués cambiase de idea.

- Aún no lo sé – contestó luís en castellano, lo que sorprendió a Antonio.

- ¿Qué te haría quedar?

(quedarte conmigo. a mi lado. reinando la península. solo los dos, sin intervenciones de otros países entrometidos. ¿Qué te parece, hermano?)

Luís no contesta, sabe la respuesta, la tiene bajo su lengua, pero no le contesta porque sabe que si lo hace las palabras que dirá serón erróneas y no describirían como se siente exactamente.

El portugués piensa que tiene su país, tiene su nación, tiene su gente, gente que le aclama como un héroe, y a él le gusta sentirse así de grandioso, así como el dueño del mundo, el dueño del mar.

Mejor que España. Y sabe que no lo puede decir, pero también sabe que eso es lo que siente precisamente.

- ¿Yo te haría quedar, hermano? – Antonio no comprehendía. Si luís hablaba castellano se lo debía agradecer a él; si Antonio un día había sido capaz de cambiar a Portugal y hacerlo olvidarse de su país, de su nación, para que se uniera a él, entonces también sería capaz de hacerlo en ese momento tan crítico que es el día-a-día.

Luís entiende lo que Antonio quiere decir, pero al mismo tiempo prefiere no escucharlo, simplemente porque magulla; magulla oírlo, porque magulla sentirlo bajo sus pies, porque todo en ellos magulla al uno y al otro, y es algo de lo cual ningún de los dos se quiere librar.

- Es que… - tembló el portugués, finalmente se decidiendo a contestar. Las palabras se atrapan en su garganta y lo único que sale es: - Portugal.

Su tierra. Su mar. Sus ríos, Su gloría.

Y Antonio sabe que de esta vez tiene que dejarlo irse, tiene que dejarlo irse para que un día más tarde su hermano mayor vuelva, más fuerte e más feliz, para que los pueda hacer felices a los dos.

Luís parte para Portugal esa misma noche. Antonio derrama unas cuantas lagrimillas, es normal. Pero de esta vez no le duele cuando las lágrimas caen de sus ojos y acarician sus mejillas.


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