Shape of my heart

Los vientos del norte eran capaces de mezclarse con el dulce aroma de las variadas flores que abundan en las tierras de Camelot y los tenues rayos del sol habían pedido permiso para asomarse levemente por el azul raso que circundaba el cielo por las mañanas. De este modo era como acostumbraba a terminar el invierno y la primavera se mostraba traviesa en su máximo esplendor, en donde el cambio notorio en el clima hacia que las doncellas y siervos del castillo disfrutaran con más pasión los días que venían. Hasta los caballeros en el campo de entrenamiento eran capases de sentir el buen humor de las personas, pues sin duda se trataba de un día excelente para ocuparlo en las más variadas labores o al menos eso era lo que cruzaba por los pensamientos de un príncipe que paciente y tranquilo, observaba meticulosamente cada movimiento que su siervo empleaba con la más sutil gracia y delicadeza para acomodarle las variadas amarras a su cota de malla. Su trabajo, como muchas veces escucho decir sutil de los labios de quien sumergido en lo más hondo de sus labores, continuaba cerciorándose de que cada elemento estuviese en su respectivo sitio.

- … mmm …necesita algo mas mi señor? - Fue la suave voz de Merlin la que se escucho felizmente, cuando al fin había acabado con el último grillete. El príncipe con cierta frustración, simplemente hiso una mueca de malestar, por lo que el joven a su lado no dudo en preguntar automáticamente. - …ocurre algo malo?

- No…no es nada…- Se recrimino mentalmente por haber expresado físicamente algún sentimiento, en definitiva, esto significaba que por hoy sus servicios con el habían terminado…y ni si quiera había comenzado la reunión con su padre por la mañana; tendría que privarse de su compañía y su mirada, dejarlo ir a causa de Morgana. Internamente maldecía la enfermante debilidad de su padre por su protegida, pues solo vasta una petición en tono dulzón, para que el corriese e hiciese todo lo que a la señora se le cruzase por la mente…como lo indican sus palabras exactas de la noche anterior… no habrían de dejar a su alma inquieta en paz: "no ha de molestarle a Arthur, cederle a su amada hermana su siervo…" Había dicho con una sonrisa enorme…mientras su mirar travieso se posaba en mí que había dejado caer en el plato un trozo de carne al escucharle "…mi rey, no sería una mala idea que nos acompañara a Gwen y a mí a los campos mientras Arthur entrena con sus hombres…" y las palabras no tenían intención de parar. "…no ha de necesitarle cuando tiene una espada en mano y alguien a quien enfrentarse en la práctica, no es eso cierto querido Arthur?..."

Y mis suspiros y quejidos mentales crecen en aumento con solo verle! Cómo podría? Si fuese por mi voluntad, nunca le dejaría marchar! Pues, no puedo pensar en otra cosa que no sea su persona viéndome, imaginarme sus ojos azules y profundos puestos en mi en todo momento! Pues Merlin me pertenece, se trata de la posesión más preciada y… …*se aclara la garganta sutilmente al darse cuenta de que el moreno le miraba fijamente, mientras seguro ponía caras extrañas de nuevo* - …puedes tomar asiento, mientras esperamos a que Morgana se digne a venir. – Y el seño fruncido en el rostro del príncipe era aun más evidente.

El joven mago respiro profundo mientras sostenía entre sus manos la espada de su señor y tomaba su lugar, sobre uno de los mesones enormes de la sala de armería, poniendo el artefacto sobre su regazo, mientras solo observaba al hombre frente a el que se notaba extrañamente perturbado desde aquella mañana, no cuando despertó, sino luego.

Sería culpa suya? Habrá salido de sus labios algo indebido? O le habrá oído tarareando mientras ordenaba las vestimentas en el cuarto? Tal vez aquello no era de su agrado, pero no podía evitarlo, sin más, él mismo se ha notado cantando mientras realizaba los inventarios con Gaius…o recolectando hierbas o puliendo la armadura de su señor o mientras ordenaba…que los dioses se apiadaran de su ser lamentable! Qué vergüenza! Definitivamente debería abrirse un agujero en la tierra y llevárselo!...debía hacer un esfuerzo para corregir ciertas actitudes suyas.

Y el sonrojo visible en el rostro del joven moreno se extendió hasta sus orejas, por lo que los rasgos del príncipe al verle se suavizaron y simplemente le observaron divertido.

- Que pasa con usted Merlin? – Preguntó notablemente más animado, acercándose y posando una de sus manos sobre el mesón a un lado de las caderas del más bajo y la otra sobre la funda de su espada que parecía disfrutar de la falda de su siervo y que no parecía querer dejarla.

El moreno le miraba directo y con temor al verse descubierto en la vergüenza. Parpadeo unos segundos, en que momento se había acercado tanto? Además! Por qué era tan alto su señor? Y le observo con notable pena. Aun que se sentara con la espalda recta no podía superarle en altura…algún día de estos terminara con dolor de cuello por tanto mirar hacia arriba. Pero, no es eso, al parecer su señor había crecido unos cuantos centímetros más que el, pues sus estaturas hasta no mucho eran similares; la culpa la tendría Arthur, por mirarle de tan cerca. En fin, lo había descubierto en sus divagares existenciales y una vez mas se sentía terriblemente avergonzado.

– Mi señor…lo siento… - Merlin había dicho en disculpas, más aun, siguió hablando con la cabeza gacha, ahora mirándose las manos sobre la espada.-…si hay algo que le moleste de mi…- Pero se detuvo al oír un leve toque a la puerta, por lo que ambos ojos se dirigieron al lugar que se abrió lentamente, por lo que el mayor tuvo que apartarse un poco hacia la entrada del salón, para poder calmar su curiosidad.

- Con su permiso, su excelencia- Anuncio débilmente uno de los siervos del castillo, quien retrocedió unos pasos al notar que su futuro rey, al parecer, mantenía una conversación importante con su siervo. - Lo siento, no fue mi intención interrumpir! – E inmediatamente un jovencito de no mas de doce años, se dispuso a volver sobre sus pasos y con toda su fuerza tiro de la gran puerta para cerrarla y salir corriendo, pero el príncipe fue más rápido y antes de que se azotara la puerta en el marco, este la sujeto con una mano trancándola, por lo que el menor intento cerrarla un par de veces más sin darse cuenta de que quien le impedía huir del lugar tenía una sonrisa divertida. Pero el mayor recordó algo. Su Merlin en otra ocasión ya le había sugerido hablar con más calma y en un menor tono a este pequeño. Al parecer él le tenía miedo, mas aun cuando elevaba la voz sin querer, no era que lo hiciera a propósito. No por nada era conocido como un hombre de guerra, debía hacerse escuchar.

- Buenos días Joseph! – Dijo feliz al pronunciar el nombre del niño, pues años le costó enterarse, ya que cada vez que intentaba hablarte este rehuía a sus labores y huía de él, pero en un ademan inconsciente el príncipe heredero se recrimino por haber elevado la voz repentinamente, pues ya había asustado al jovencito que temblaba notoriamente ante él. Considero oportuno abrir más aun la gran puerta y al notar que el menor continuaba colgando de la manilla, mientras miraba culpable a su siervo en busca de algún tipo de ayuda. El príncipe le miro atento y pensó detenidamente en su próxima acción. Se decidió por tenderle la mano para hacerlo pasar. - …lo siento, no era mi intención asustarte. – Y seguidamente le sonrió a lo que el pequeño dudo un momento deshacer su agarre a la manilla de fierro para entregársela a su príncipe e intento decir algo, pero lo único que logro fue abrir y serrar los labios en un intento por hablar.

- Buenos días cariño. – Saludo Merlin interrumpiéndolos un poco para acercárseles y tenderle los brazos al menor, quien no dudo en soltarle la mano al príncipe e ir corriendo para abrasarse a la cintura del moreno y ocultar su carita entre las ropas. El moreno le sonrió apenado al príncipe que miraba la escena más que sorprendido y con un deje de incredulidad en su rostro.

- Así que con Merlin te das, eh? – Bufo cruzándose de brazos.

- Mi señor no…

- Oh! Entiendo, lo entiendo! – Aclaro rápidamente al notar el modo en que había hablado. El moreno le veía afligido al notar como su príncipe se había encogido de hombros y daba la media vuelta levantado las manos a la altura del rostro en señal de derrota. Pero las preocupaciones del joven moreno se desviaron al sentir como el menor en sus brazos se aferraba con más fuerza a su cuerpo al oír la voz de Arthur en la habitación, por lo que intento calmarle, acariciando sus ondulados cabellos castaños.

- Todo está bien Joseph, no pasa nada malo! – Comenzó con una entonación cariñosa que el heredero al trono jamás había oído salir de los labios de su siervo, por lo que no pudo evitar levantar la vista y quedarse estático en su lugar, simplemente observando su linda sonrisa…que no estaba dirigida a él. Merlin poso una de sus manos sobre la larga cabellera del pequeño para tranquilizarlo y con la otra deshizo el agarre a sus caderas, terminando por acariciar suavemente las manitas que sin ninguna tención, se dejaban hacer. Próximamente el mago se agacho a la altura del menor para acariciarle las mejillas y sostenerlo cerca de él. - …el príncipe solo quería ayudarte; lo que pasa es que es una persona con mucha energía y puede parecer algo rudo, pero no debes preocuparte *sonrisa amplia* en el fondo, muuuy en el fondo de su corazón real, se esconde un ser humano amable y sensible…- El castaño asentía levemente y a esta respuesta el rubio quedo boquiabierto. Como puede ser que su siervo lo esté calumniando de esa forma en frente de él?

- Merlin…-Le llamo visiblemente perturbado, con la cien fruncida y con el sudor a flor de piel, mientras intentaba no entrar en un colapso crónico, pero al parecer su considerado sirviente no parecía percatarse de que le estaba llamando, pues seguía en su "discurso adulador".

- …aun que hay ocasiones, que no son pocas, en las que nuestro señor no sabe cómo tratar correctamente a personas como tú o lady Morgana o Gwen… las has oído quejándose, cierto? – El pequeño asintió divertido por lo que le contaba Merlin ahora sonreía a cada comentario, pues él nunca había visto antes a alguien referirse hacia aquel ser que tanto miedo inspiraba con su presencia, hablar de esa manera, por lo que parpadeaba atento y se asombraba con facilidad cuando su amigo grande le guiñaba uno de sus ojos, a la vista de que el rubio allí presente no tenía la vista completa de las acciones de su siervo, por lo que ambos podían entrar en un rango mas intimo, lanzándole miradas acusadoras y graciosas de vez en cuando, cubriéndose de la misma forma la boca y acercándose, hablando de oído a oído, como si de un secreto se tratara.

- Oh! Por los dioses! Que más le dirás para tranquilizarlo? – Lanzo desesperado de tanta intriga. -…falta que le digas que soy un ogro. – Termino murmurando molesto, desviando la vista hacia la espada que había sido colocada preocupadamente sobre su funda en el mesón.

- mmm…creo que no hace falta…lo siento. – Y al comentario, el pequeño castaño fue quien se rio suavemente, sacándole una agradable sonrisa a ambos mayores. -…Oh! Es cierto, dime a que has venido. – Continúo el pelinegro, centrando su atención una vez más en el menor.

- Me…me ha enviado Gaius…-Se resolvió a hablar el castaño, con cierta vergüenza aun, pero de manera controlada, a lo que Merlin y Arthur asintieron. - …quiere que te lleve conmigo para asistirlo. – El menor hace una leve pausa pensativo, pero vuelve a mirar a su compañero. – Me ha dicho que nos necesita, pero…- Dice desviando su mirar hacia la figura de autoridad en el salón. Y tomando aire y nuevos impulsos, se armo de valor para hablarle al heredero al trono, haciendo una reverencia nerviosa. - …he venido para pedirle permiso a usted mi señor...la autorización que pide Gaius para que deje a su siervo asistir en sus labores con él…al parecer ha ocurrido una desgracia.

- Que sería lo que ha pasado? No he sido informado de nada. – Sentencia pensativo y la preocupación se pudo percibir en su voz. El menor baja la mirada triste, mirándose las manos que estaban hechas un lio entrecruzadas.

- …solo sé que hay varios heridos de batalla que están llegando al castillo por atención.

- Mi señor – Fue el llamado que se escucho detrás de la gran puerta de la armería.

- Adelante! – Contesto de la misma forma el rubio acercándose a la entrada para recibir al hombre que le requería.

- Espero que tenga unos buenos días, mi señor. – Saludo en una leve reverencia y al acto el príncipe puso una de sus manos sobre uno de los hombros del caballero, quien le observo con una leve sonrisa en un ademan por morderse la lengua.

- León…*suspiro*…Arthur…solo Arthur, estamos entre amigos.

-Lo siento, es la costumbre. – Sonrió aun más amplio el hombre de cabello crecido. En eso noto al siervo de su señor, por lo que le sonrió a él y al pequeño acompañante. – Buenos días también Merlin, Joseph.

- Buenos días! – Contestaron al unísono los menores devolviéndole al caballero la sonrisa.

- Por cierto pequeño, me he encontrado con tu hermano y parece ser que está preocupado porque aun no vuelves de tu mandado. Le dije que no debía preocuparse ya que siempre que vienes por Merlin se distraen con algo…

- Oh! Es verdad! – Dijo ansioso el menor y mirando preocupado al moreno comenzó a jalarlo hacia la salida.

- Hasta pronto mi señor! León! Tratare de volver tan pronto acabe…por cierto!, el compromiso con lady Morgana y Gwen…

- No te preocupes, tienes cosas más importantes que hacer ahora, yo les explico. Vallan con cuidado! – Se despidió desde el umbral ya que el pequeño sin más se llevaba a su siervo de la armería. Pero en un segundo el castaño menor corrió al cuarto nuevamente para agachar su cabeza ante el príncipe a modo de disculpas por haberse retirado del cuarto sin pedir permiso.

-Lo siento mi señor! Me lleve a su siervo sin pedir su permiso! – Arthur sonrió de lado.

- No te preocupes…me basta con saber que ya no me tienes miedo. Cuida de Merlin…es algo torpe, por cierto dile que tenemos una conversación pendiente. – Le comento bajo a lo que el menor asintió seriamente. El mayor se aclaro la garganta enderezándose, tomando una postura más seria. -…será mejor que no hagan esperar a Gaius. – Sentencio y al acto el menor corrió al encuentro del moreno.

- Ha dejado ir a su siervo mi señor. – Fue el comentario simple del caballero que había tomado asiento en el lugar en que Merlin había estado ocupando esa mañana.

- Al menos será para una mejor causa... – Comenta más serio luego de juntar nuevamente las puertas de la sala, para dirigirse al encuentro de un gran amigo. - …si vienes a darme noticias de los aconteceres, te lo agradeceré de todo corazón, mi buen León.

- Con respecto a la situación…he visto algunas pocas personas, algunas familias del reino vecino que han huido de sus tierras para encontrar refugio en Camelot. Por los pocos testimonios hechos hasta ahora, nos enteramos que podrían ser los barbaros que están migrando nuevamente. Pero no parece ser un problema, al parecer los destrozos han sido parados, los ataques mitigados, los heridos están siendo atendidos y los rebeldes expulsados, manteniendo segura a la gente con ayuda de los equipos de rescate y caballería de las fronteras que circundan con Camelot, pues han pedido protección bajo las tierras de su reino y su padre ya ha enviado tropas, solo para mantener la seguridad y feliz a su pueblo. – Sonreía el de ojos verdes al informar de tan agradables noticias y al notar los cambios de humor en su futuro rey que le oía con precaución.

- Al parecer no era tan grave y me alegra saber que ya se ha resuelto todo con tal rapidez. – Dio a conocer su parecer, mientras tomaba asiento a un lado del gran mesón.

- El rey no quería preocuparle con pequeñeces…*sonrisa burlesca*…pero al perecer no sabe que mas preocupación le causa al príncipe no ver a Merlin. – El nombrado gruño molesto ante el comentario, lanzándole una mirada cómplice y un suspiro.

- Al parecer hoy es el día para molestarme…

- Pero fue una noble molestia por su parte…- Sonríe con los ojos y confidente, con la sensación de preocupación en su voz, pero divertido, al notar el leve sonrojo en las mejillas del joven de azul mirar a su lado.

- León, Cuánto fue lo que escuchaste?

- Oh! No mucho, solo lo suficiente como para sacarme una dulce sonrisa. Merlin sabe cómo hacer cambiar de humor a las personas, no? Además de ser capaz de ver el lado positivo de todo y tomarlo con gracia, aquello es un don!

- Lo sé…eso creo también. El es distinto a todos nosotros.

- Es difícil…si tuviese un carácter dócil, no sería divertido. – Dio su afirmación el caballero de larga cabellera dorada con cierto tono satírico. - Véalo como un premio.

Arthur no pudo evitar sonreírse al comentario por lo que poso una de sus manos en el hombro del caballero - …ninguno de nosotros tiene un buen carácter…- y ambos en un ademan comenzaron a caminar hacia el campo de entrenamiento.

En ese lugar varios muchachos jóvenes comenzaban su preparación, pues estaba comenzando la primavera y hoy sería su primer día de una larga preparación para servir a su pueblo, pero esta se vería aplazada por las necesidades primarias de la gente, su amado pueblo y el de sus subordinados. El heredero al trono les observó y sonrió al notar que cada uno tenía a su lado un "padrino" designado, como suele decirse del tutor que los guiara hasta que el día de la prueba llegue. El culpable de todo, sin duda, debía ser León, quien antes de ir por él, en su ausencia era el encargado de dar las órdenes. Pronto los mayores y menores se dieron cuenta de la presencia de su príncipe, por lo que los menores se formaron para recibirle y los mayores formaban un círculo alrededor de ellos, dando la cara de satisfacción al ser por quien estaban dispuestos a dar la vida.

Una vez mas era el príncipe quien les sonreía alegre, por lo que sus caballeros inmediatamente pronosticaron un buen día de trabajo, sería el bello amanecer o los nuevos alumnos que tendrían a su disposición. Aquello alegraría a cualquiera, mas aun a un joven talentoso como era quien los guiaba, el hijo de su rey, que lamentablemente se encontraba enfermo. La causa, desconocida, lo único que se les había informado era que estaba en cama sin energía, como si algo le hubiese arrebatado parte de la vida que le quedaba.

El pueblo, naturalmente preocupado no se le veía realmente afectado, pues el vacío lo había llenado rápidamente su señor, el joven príncipe Arthur, quien debía cargar con la responsabilidad de llevar en su espalda a tan corta edad a todo un pueblo y hoy, defender mas allá de las fronteras y otros pueblos que se veían en problemas. Solamente se esperaba que el mal que aqueja a este mundo no empeore su carácter, pues ellos protegerían con todo la esperanza de formar una nación pacifica, que todos y más aun, el heredero al trono ansiaba y había transmitido desde su nacimiento. Por ello, la gran cantidad de seguidores que poseía, todos ellos dispuestos al sacrificio si fuese necesario. Por Camelot, su tierra amada.

Una vez más el joven líder demarco poder con tal solo mirar a sus hombres, los mayores sonreían arrogantes, mientras veían como los menores se encogían de hombros al estar presentes ante su señor, a quien servían mas comprometidos que antes, desde hoy serian considerados "hombres" de alguna forma, pese a su corta edad. El príncipe tomo su espada y la enterró con facilidad frente a él para usarla de apoyo, mientras veía como algunos de los menores parecían juntarse cada vez más los unos contra los otros, formándose una masa de cabelleras revueltas y de distintos matices. Sonrió un poco cansado, al parecer no era muy bueno con los menores, pues inspiraba cierto grado de miedo en ellos. Esto no era bueno, no debería serlo. Y otra vez cruzo por su mente el rostro de Merlin y la escena de hace pocos minutos. Tal vez si estuviese su siervo junto a él hoy, quizás, solo quizás, no les daría tanto temor a los jovencitos frente a él. Debía hacerlo solo esta vez. Sonrió en una mueca extraña, lo cual notaron los caballeros, su príncipe debía sentirse incomodo por la reacción de los jóvenes.

Los mayores se miraron los unos a otros de reojo y riendo internamente por la situación, pues era común en su príncipe sentirse aun mas incomodo cuando andaba "solo", a pesar que este rodeado de leales amistades. Y de un segundo a otro, quisieron evitarlo, pero uno de los más recientes caballeros que se gano el nombramiento, es decir Gwaine, uno de los amigos más cercanos del ciervo de su señor, estallo en una risa contagiosa que corrompió al instante al resto, dejando con ello a los jovencitos algo impactados, mirando extrañados a todos.

- Al parecer eso era lo que hacía falta, mi señor! – Comento entusiasta el moreno pelilargo al notar como el ambiente tenso había desaparecido, pues hasta los menores ahora sonreían complacidos.

- Debí pensar en eso mi buen Gwaine! – Anuncio con el semblante más suave, mientras observaba como León y Percival se acercaban con el nuevo armamento. – Creo que ya podemos comenzar! – Anuncio con voz de mando nuevamente, pero con un notorio cambio en su entonación, con emoción. – Una vez más nos reunimos para comenzar con una nueva generación, lo que me complace en lo más profundo, debido a la devoción que sienten por su amado pueblo. – Los caballeros asentían satisfechos ante su futuro rey, mientras se acercaban y se formaban en varios grupos de cinco integrantes cada uno, las llamadas patrullas designadas. - Desde hoy, sin embargo, no comenzaremos con el entrenamiento en sí. Se habrán enterado de la lamentable noticia. Los barbaros se aproximan y con ello la destrucción y el peligro para los habitantes de nuestra tierra, la cual hemos jurado salvar de todo peligro para garantizar a las personas y a nuestras familias y amigos una vida tranquila y en paz. – El príncipe miro animado a sus amigos mientras tomaba entre sus manos dos espadas notoriamente más pequeñas que las que los mayores cargaban consigo, y observando detenidamente el rostro de los futuros compañeros, sus pupilas se vieron dilatadas, evidenciando el gran orgullo que significaba estar ahí en ese momento. – Estas serán sus compañeras en los enfrentamientos, la práctica y las competencias…será quien les proteja a ustedes mismos y les recordara sus propios objetivos en la vida, siéntanse orgullosos de ustedes mismos por tomar una decisión tan importante, pues desde hoy comprenderán del ejemplo y la amistad de sus propios tutores y compañeros, lo que verdaderamente significa ser un hombre, una persona de bien, con principios, orgullo y valía. Llevaran en sí mismos la responsabilidad de proteger lo que más aman en el mundo y la transparencia de aquello que quieren lograr ser. – El príncipe tomo nuevamente mas espadas y escudos para entregárselos a los caballeros, quienes complacidos iban de uno en uno a entregárselos a sus respectivos pupilos, quienes sonreían ahora con sumo entusiasmo. - Hoy es muy pronto, sin embargo, aun les queda un largo y duro camino, lleno de dificultades y pruebas que superar, pero jóvenes! Para eso! Para guiarlos y ayudarles estamos todos nosotros presentes aquí! No duden en creer en ustedes y no se sientan inferiores al pedir ayuda, todos nosotros, amigos míos! Estarán complacidos de guiarles de la mejor manera posible!

- Mi señor, lamento interrumpirlo, pero el dios del tiempo no tiene compasión. - Comento un poco apenado y bajo Sir Lancelot, al notar que los guardias llevaban unos minutos de tener abiertas las grandes puertas para la salida de estos a campo abierto.

- Oh! lo siento, solo estoy algo entusiasmado! – Se lleno los pulmones del fresco aire de la mañana, completando sus energías. - …Entonces mis fieles amigos! Es hora de partir! Ayudaremos a llegar a la gente que lo requiera a Camelot para que sea atendida como es debido! – Dicho esto se pusieron en marcha.

OoOoOoOoOoOoO

Es una sorpresa de dulce aroma con la que mis sentidos se encuentran cuando mi cuerpo ya maltrecho percibe sus alrededores con la presencia de libros viejos, medicinas, esencias, pociones, ungüentos y demás creaciones que se topan una y otra vez con la juventud de mi protegido. Mi hijo, como suelo llamarle, como un cariño del gran aprecio que siente mi ser con su presencia en mi acabada vida que terminara cuando menos me lo espere. Tan solo deseo tener las fuerzas suficientes para corresponderle al cariño que mi Merlin me demuestra, al igual que Joseph, mi reciente ayudante, otra joven cabeza para llenar de creencias y nuevos conocimientos, el futuro medico, pues Merlin será el mago más grande de todos los tiempos o eso espera este corazón de abuelo.

Y otra vez el sol se esconde…otro día ha pasado y nosotros tres no hemos querido descansar hasta no haber terminado de atender a todos los nuevos pacientes que han llegado, pues nuestros caballeros han tenido el carácter para salir a la búsqueda de estas personas devastadas por tener que dejar sus tierras de manera tan brusca. Pero esperamos que las tierras de Camelot sean lo suficientemente acogedoras como para que sus corazones encuentren algo del consuelo que han perdido. Además hemos tenido el agrado de la dulce ayuda de nuestras doncellas a más de mi amada Morgana y mi querida Gwen, que nos han ayudado a recolectar las hierbas que han hecho falta y a mezclar los diferentes ungüentos…han de estar exhaustas, pues no están acostumbradas a tanto ajetreo y a tantas personas reunidas en mis aposentos, por eso las estoy mandando a la cama. Pueden discutirme todo lo que quieran, pero han sido de mucha ayuda y han hecho lo propio otorgándole refugio a las familias.

Me despido con algo de cansancio, pues ya no soy el de antes, lo que me causa frustración al notar a Merlin mientras le ayuda a Joseph a colocar un vendaje en el torso de un jovencito que fue herido de un fuerte golpe que le hizo perder el conocimiento. Yo solo observo y noto como corrige y sugiere paciente, pero ya es todo un experto en el tema…un saber algo inútil, si prestamos atención al gran don con el que nació, un don que al jovencito aquí presente le ahorraría días de molestias y malestares…pero las leyes ya estaban escritas a partir de lagrimas y sangre del rey o del resto de rey que nos queda.

Y hablando del hijo del diablo…acaba de pasar rápidamente por la gran puerta que nos contiene. Su mirar pasea por el lugar buscando a mi hijo. Pero no se da cuenta de que le estoy viendo y sonríe al encontrar a Merlin para luego partir a prisa hacia algún lugar. No puedo evitar observar otra vez a mi muchacho, los pacientes ya se habían ido, siendo acompañados por algunos soldados y tanto Joseph como la fuente de mis preocupaciones, se habían puesto a ordenar un poco siendo ayudados por otros tres caballeros, pues mañana de seguro tendríamos más pacientes que necesiten de nuestra atención.

- El príncipe debe estar esperando por su siervo…ha pasado su hora de cenar y la de todos ustedes también, tu hermano debe estar esperándote y a ti Arthur. – Sentencia señalándolos, mientras recoge algunas hierbas hacia el molinillo con el que las mezcla. – Procuren comer algo en las cocinas, yo me encargo del resto. * Sonrisa*

Los caballeros presentes asintieron en conjunto, pues el anciano también les había llamado la atención, y casi corriéndolos del lugar prácticamente, mientras tomaban parte de las armaduras que se habían quitado para ayudarles con los heridos, para colocárselas nuevamente a un lado de la salida.

- …han hecho un buen trabajo, los felicito, en especial tu Joseph has aprendido mucho y muy rápido. – Dijo alegre mientras le revolvía los bucles dorados y este sonreía complacido por los halagos, sintiéndose orgulloso de sí mismo. - …lo mismo para ti Merlin, incluso le has enseñado a estos brutos a colocar decentemente un vendaje. – declaro con simpatía, a lo que los caballeros fruncieron el seño.

- Hacemos lo mejor que podemos, señor Gaius. – Reclamo al instante en su defensa Percival, quien era el de mayor tamaño, notablemente sentido por las palabras del mayor, comentario a lo que Sir Ulrich rio divertido.

- Solo digo que si pudieran hacerlo bien, en batalla tendrían menos problemas…un día de estos vamos a hacer alguna demostración para todos los demás, está bien? – Los demás asintieron apenados, por no poder hacer algo que se veía tan simple. Sin duda las enseñanzas del anciano eran de gran ayuda.

- Si señor – Respondieron todos al unisonó, sonriendo.

- Se hace tarde. Háganme el favor de acompañar a Merlin y a Joseph. – Pidió mientras se despedía de todos los jóvenes en el umbral de la gran puerta. Los caballeros hicieron una inclinación hacia el mayor en señal de acatamiento y despedida, por lo que esperaron pacientes a que los ayudantes del anciano se despidieran.

Obedientes los más altos y notoriamente mas corpulentos rodearon a los menores emprendiendo el camino hacia las cocinas del castillo, Merlin sonrió apenado por la situación, recordando que estos tres serian los ayudantes de los ayudantes de su Gaius y alumnos propios por estos días, pues al parecer inspiraban cierto temor y desconfianza en las personas que viajaban hacia acá, por lo que había escuchado de los labios de Sir Ricardo que Gwaine había sugerido mandarlos con el médico para que ayudaran, pues en presencia del medico las personas no saldrían tan espantadas. Y en cierta forma tuvo razón. De vez en cuando había que poner atención a sus sugerencias, como decía su señor. Y suspiro cansado.

Sir Percival lo noto y preocupado le observo meditando sobre las variadas labores que su amigo Merlin debía realizar todos los días. Si bien ser un caballero significaba responder a la hora que se le pidiese su presencia, las labores del muchacho variaban de ser ayudante del médico de la corte, lo que no significaba que estaría encerrado entre libros enormes y hiervas en preparación, sino de una extensa practica y precisión, además debía servir a su futuro rey y estar disponible a la hora que se le pidiese. Si bien, para el luchar era un gusto tremendo, para el muchacho hacer las labores domesticas y otras de extremo cuidado le volverían completamente loco. Por esta razón es que el chico se había ganado en gran parte su respeto y admiración, además de ser una persona verdaderamente confiable y sobre todo muy amable.

- Merlin…debes estar cansado de tanto trabajo. – Comento preocupado el hombre más alto de los cinco muchachos, mientras posaba una de sus grandes manos sobre la cabeza de quien le observo con una débil sonrisa.

- Eso es cierto, pero debería estar acostumbrado, lo siento por preocuparte Percival. – Los demás caballeros lo miraron aun con preocupación en sus ojos.

- Pero, lo que haces es muy cansador, nuestro señor debería tener una mayor consideración contigo y tener a otro siervo para que haga las labores más duras. – Comento serio Sir Ricardo.

- Siempre puede tenerte a su lado si él lo quiere. – Explico decidido Sir Ulrich. Comentario al que todos sonrieron.

- Puede que sea eso cierto, pero desde el principio el príncipe aclaro que el prestaba a Merlin al señor Gaius. – Corroboro la conversación seriamente el menor. Por lo que Joseph al verse observado por los demás se encogió de hombres.

- Quien te dijo eso, cariño? – Pregunto divertido Merlin, mientras acariciaba con el pulgar la mano que sostenía mientras andaban.

- Fue Gwaine. – Miro directo el pequeño, como si fuese lo más obvio del mundo. - El me dijo que tú eras del Príncipe, así que no debía quitarte mucho tiempo.

- Con que ahora soy un objeto? – Comento más para sí, pero los demás no pudieron evitar lamentar el destino de Gwaine si en ese momento se le ocurría pasearse por ahí. Muy amigo será del moreno, pero este no lo dejaría pasar. - …cómo es que te dice esas cosas? …Joseph, no prestes atención a lo que "ese" te dice, está bien?

- Esta bien!

- Joseph! – Le llaman alegremente desde las enormes puertas que dan hacia las cocinas, el hermano mayor que le esperaba atento a su llegada. El menor corrió a su encuentro, lanzándosele a los brazos que esperaban por él. – Como estas? Ayudaste bastante, no? Gwen estuvo por aquí y me dijo que eras de gran ayuda!

- Hice todo lo que el señor Gaius y Merlin me pidieron!

- Eso es bueno…como están? – Pregunto enderezándose a la altura de los mayores para poder hablar mejor. Los demás sin más se le acercaron risueños, a pesar de lo tarde que el día parecía.

- Bien, aunque cansados, pues hoy ha sido un día agotador. – Cantó al instante Sir Ulrich, uno de los caballeros más elocuentes de la compañía del príncipe, que al parecer siempre tenía tema de conversación y era de aquellas personas que suelen animar a los demás con algún comentario alentador y positivo.

- Así me parece a mí también, pues no hemos parado hasta hace poco…con la cantidad de huéspedes que tenemos. Espero que todo se arregle pronto…ciento lastima por esta gente, espero que pronto puedan regresar con sus familias. – Todos quedaron un tanto pensativos y algo desanimados. - …oh! Es cierto! – Exclamo más alegre Thomas, el cocinero principal del castillo. – Debes apurar el paso e ir con el príncipe, te está esperando…- Comento mientras traía una gran bandeja con mas alimentos de los habituales, por lo que Merlin se extraño y en un intento de preguntarle a su amigo, este le contesto inmediatamente. - …me dijo que tenían una conversación pendiente, así que quiere que tomes los alimentos con él, pues supone bien al creer que no has cogido alimento alguno en todo el día.

- De acuerdo, gracias. – Contesto aun dudoso de lo que se le había dicho recientemente y cuando estaba dispuesto para tomar la gran bandeja, fue interrumpido por Percival, quien negó con la cabeza y la tomo entre sus manos.

- Estas cansado, será mejor que te ayude. Vamos! Te iré a dejar, pues el señor Gaius me pidió llevarte a tu destino, no? – Merlin suspiro, era imposible decirle que no a su amigo, pues era uno de los hombres más tercos que conocía, casi como el mismo. Sonrió cansado y en un ademan se despidió de todos los demás con abrazos cansados y un suave beso para su pequeño Joseph.

Notas de la autora

Espero que les guste . es mi primer fic de Merlin. Me encantaría que dejaran algún comentario, solo alguna opinión.

Gracias por leer!