Disclaimer: Los personajes de Kuroshitsuji no me pertenecen.
Aclaraciones: [ Semi AU-Lemon] Sebastián x Maylene x Oc, Ciel x Lizzy x Oc. Inspirado en la canción de "La locura del duque de Venomania" de Gakupo Kamui.
Género: Romance/Humor/Drama/Sobrenatural.
Summary: Un nuevo duque llega a la mansión, desde su aparición, muchas mujeres han desaparecido. Las preguntas llegan y Ciel quiere buscar las respuestas al lado de su fiel mayordomo, Sebastian Michaelis. ¿Qué secretos esconde el duque?
Madness In Me
[Locura en mí]
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Prologo
Una fría noche, se veía una tés adulta de edad de unos treinta ocho años, era el duque Arthur Hawthome viendo en su reloj que marcaba las nueve de la noche, la gran fiesta en su mansión se estaba llevando a cabo, los invitados charlaban de temas cotidianos que le ocurrían dentro de sus vidas, todos usando un traje formal para esta ocasión, las encantadoras y nobles mujeres vestían con vestidos de diferentes colores, dándole a la fiesta un toque alegre. A lo lejos, este observaba a su hermosa esposa, que tenía una edad de veintiocho años; Jane Hawthome, quien estaba acompañada por su hijastro mayor Frank que tenía una edad aproximadamente de dieciséis años, de cabello castaño rojizo y ojos de color azules, y su hija menor Katie, de unos siete años, rubia de ojos azules, una simpática e inocente niña; ¿Cuál era el motivo de la fiesta? Pues el hijo mayor de la familia Hawthome celebraba el compromiso con la señorita, Laurie Jones, de quince años y de cabellos rubios y ojos verdes. Ambas familias al fin se unirán. Tanto la relación de sus hijos como también en negocios.
Desde una de las ventanas de su habitación de la planta alta, una sombra que por la iluminación nocturna hacia resaltar unos ojos verdes, de apoco se fue mostrando el color de su cabello castaño rojizo, luego se fue revelando un traje gris con blanco. Su piel era blanca casi pálida, el joven se parecía mucho a Frank. Observaba con odio y rencor hacia los invitados, incluyendo a la feliz pareja, se sentía rechazado por todos y más que en su ojo derecho lo ocultaba su flequillo, su nombre era Anthony Hawthome, el hermano gemelo de Frank, era apodado como "el niño feo" porque todos se burlaban de su feo rostro. Mirando con melancolía hacia la luna llena, apoyando su mano en su pecho, del lado de su corazón, en silencio extrañaba mucho a su verdadera madre, Lynda, quien se había suicidado por la deformidad física que tenía su bebé, se sentía culpable por la muerte de ella; detestaba a su gemelo porque se llevaba muy bien con su madrastra, Jane. Y por poseer un hermoso rostro que les atraía a las mujeres más bellas de la zona, incluyendo a la futura esposa.
—Estúpidos—decía al burlarse de todos los presentes, viendo con tristeza a su amada. Anthony había sido rechazado por su único amor de la infancia, Laurie, pues se burló de su rostro y lo humillo delante de otros niños que estuvieron presentes, tirando a la basura sus sentimientos. Pero aquella niña correspondió a otra persona, a su gemelo. — ¡Los odio profundamente! —grito expresando el rencor que les guardaba a todos.
Nadie escucho lo que grito, porque los invitados estaban bailando y riendo como si nada. El joven bajaba por las escaleras, caminando por los iluminados pasillos de la mansión, él tenía su capa negra, que cubría mayormente su vestimenta y para su cabeza tenía una capucha, se apresuró para llegar hacia el sótano; abrió con una llave casi oxidada una de las habitaciones del sombrío lugar, sabe que había más puertas pero el eligió este cuarto: al entrar vio la decoración que le había puesto, velas encendidas, una telas sucias, el suelo lleno de polvo, pero lo que más impactaba el símbolo que estaba dibujado con la sal, una estrella de cinco puntas con un circulo, en una taza contenía sangre tres ratones que sacrifico para hacer un conjuro.
Comenzaba a hablar en un idioma extraño y se arrodillaba dentro de la estrella, suplicando un deseo. —Por lo menos, un pacto. De vender mi alma. —menciono en voz baja.
Con un simple soplido de una brisa fresca, apagaba todas las velas que alumbraban ese cuarto oscuro y pulcro, el muchacho se abrazaba para mantenerse caliente, lo más extraño es que ya no oía la música y el parloteo de los invitados, aparte la taza que tenía sangre de los ratones estaba vacío.
—Anthony…—escuchaba una voz suave y masculina, parecía que estaba lejos.
El muchacho cerraba los ojos, mientras que su cuerpo temblaba, todavía sentía el ambiente fresco ya que su aliento que salía por su boca era vapor.
—Anthony—volvió a escuchar esa voz, aunque esta vez se acercaba más y más. —Abre los ojos.
Este asintió con la cabeza, abrió lentamente sus ojos para ver quien estaba en su cuarto, — ¿Quién eres tú? —interrogo con un temblor en sus labios, era una sombra oscura, con un aura maligno; de apoco fue tomando su forma y era un simple minino, que mostraba sus grandes ojos purpuras.
—Ah, solo eres un gato. —hablo decepcionado.
—A veces no hay que subestimar—musito el felino al ir acercándose hacia el joven; su cuerpo iba cambiando de forma, de un tierno felino a un joven adulto, sin dudas era atractivo y sexy, como si nada comenzaba a aparecer un traje negro y formal, zapatos del mismo color, bien lustrados. El cabello rubio y un poco largo llegando hasta sus hombros. —Me presento, soy el demonio Amadeo (Asmodeus) Lust (1) —decía al arrodillarse ante su cliente.
— ¿Amadeo Lust? —repitió percatado por el apellido. — ¿Eres el demonio de la lujuria?
—Así es, mi estimado cliente, pero puedo cumplir los deseos que usted quiere—respondió con una sonrisa, tratando de convencerlo. — ¿Quieres una vida mejor?
— ¡Claro que sí! —Dijo con voz dominante, — ¡Soy capaz de entregar mi Alma para cambiar mi vida!
—Interesante—pensó al mostrar una sonrisa, dio un ligero soplido hacia un costado de lugar, para mostrar una espada que estaba escondida entre la mugre, la tomo con ambas manos, sus ojos purpura comenzaban a brillar haciendo que esta espada se cubra de un aura maligna. Voltea ligeramente hacia el muchacho que lo observaba confundido, —Pues aquí tiene un objeto especial. —Le decía al arrodillarse ante él, —Si quieres una vida nueva, solo esta espada te dará la respuesta.
— ¿Qué clase de vida? —interrogo dudando del objeto.
—Completamente diferente a esta, lleno de mujeres…—la respuesta que le dijo capto mucho la atención de este. —Solo debes apuñalarte con esa espada.
— ¿Con esta espada? —Repitió al mirar el objeto, algo le decía que no lo haga, pero quería tener una vida mejor, —Lo hare.
En ese momento, él se apuñalaba con la espada justo en su pecho; su cuerpo cayo lentamente al suelo, la espada al caer hizo un ruido metálico:
—Ahora es mi turno. —dijo Amadeo al volver a encender una vela, hizo un suave soplido para expandir el fuego.
En el patio de la mansión era todo un caos, las personas gritaban de horror y corrían pidiendo ayuda cosa que nadie llego a la salida, luego todas las personas fueron absorbidas junto con el fuego por el mismo demonio. Eso sí, el fuego ni siquiera toco los muebles del hogar, solo acorralo las vidas de las personas que estuvieron presente en la fiesta, incluyendo a la familia Hawthome.
—Despierta joven Anthony—le decía su demonio. —No está muerto.
El joven se levantó tocándose su pecho, sintiendo un leve ardor en su corazón, hacia gruñidos de dolor, trataba de aguantárselo.
— ¿Qué es esto? —preguntaba al sentir como su corazón latía rápido.
—Ya lo veras, cuando consigas las cosas que siempre querías, duque—le contestaba con una leve sonrisa. Se acercó hacia el muchacho, mirándolo fijamente a los ojos. —Cuando te mires al espejo entenderás. —al decir esto le corrió un poco su flequillo para ver su otra parte del rostro, ya no tenía nada malo en él, nadie lo llamara Cherubim (2).
…
Su mansión quedaba en la zona norte de Londres, Anthony tras enterarse de la pérdida de su familia, en especial su gemelo: el quedo como único heredero de las riquezas, incluyendo la fábrica de dulces que poseía su padre, convirtiéndose en el nuevo duque de esa zona estando al lado de su fiel mayordomo Amadeo.
Cuando el joven duque asumió como heredero y dueño de la fábrica, de apoco cinco mujeres desaparecieron…
I. Ese mayordomo, invita.
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Una mañana en la mansion Phantomhive, el apenas abrió los ojos tratando de identificar aquella silueta oscura que entro en su habitación, gruño cuando escucho el sonido de las cortinas correrse a un lado, los rayos del sol comenzaron a iluminar esta habitación, pestaño dos veces para despabilarse, se quitó las sabanas para quedarse sentado a un lado de la cama, el mayordomo le servía su té entregándole en una taza de porcelana. Mientras eso, Sebastian se encargaba de vestirlo poniéndole su camisa blanca, unos pantalones de color negro, sus medias negras y sus zapatos del mismo color y por último le coloco su anillo azul.
—El desayuno de hoy, será unos muffins de chocolate con té verde, acompañados con pan tostados—hablaba el mayordomo al terminar de vestirlo.
—Parece un desayuno tradicional. —decía Ciel en tono sereno.
—Así es.
—Puedes retirarte, Sebastian.
—Yes, my lord
Asintió con la cabeza y bajo por las escaleras, se quedó parado en el living por unos minutos, escuchaba ruidos que provenían de la cocina, suspiro, se dirigió a ese lugar encontrándose con los demás sirvientes de la mansión, ellos comían y reían, se molestó un poco cuando los vio que estaban comiendo el desayuno del joven amo, se llevó sus manos hacia la frente.
— ¡Lo sentimos mucho, Sebastián! —exclamaron los tres a unisonó. — ¡Teníamos hambre!
—…Lo sé, tendré que preparar nuevamente el desayuno del joven amo. —hablo al ir buscando harina y chocolate, para comenzar de nuevo.
—Sebastián ¿te puedo ayudar? —preguntaba el cocinero al apoyar su mano en su hombro.
—No es necesario—contesto en seco, — Finnian encárgate de las flores, Bard… déjame a mi preparar otra vez el desayuno, Maylene…recibirás la ayuda de Bard para limpiar el living y Tanaka…quédate sentado en la silla —ordeno mostrando su mirada intimidante.
— ¡Yes, Sebastian! —decía a unisonó y se retiraron del lugar para hacer las quehaceres de la mansión.
—Ho-ho-ho
El mayordomo observo su reloj de bolsillo y sonrió de lado, se movía de un lado a otro con rapidez, preparando los postres y dejándolos a un lado, agarro un mantel blanco e lo coloco en pleno aire, este salto llevando en su mano derecha muchos platos, en cámara lenta; puso cada plato sobre el mantel, al caer sobre la mesa para el gran final, coloco los cubiertos al lado de cada plato de porcelana y luego sirvió el desayuno. —Creo que fue una nueva marca—hablo en tono burlón. Vio que el joven bajaba por las escaleras, con sus pasos firmes y su mirada seria.
— ¿Alguna noticia? —preguntó cuándo se sentó en la silla.
—Sí, hoy vendrá el duque Hawthome—contestaba Sebastián mientras que, le servía el té verde en la taza de porcelana.
— ¿Cómo se llama el invitado?
—Anthony Hawthome —respondió con una leve sonrisa. —El huésped, se quedara hoy en la noche para hablar de negocios.
—Quiero ver a nuestra visita con una cara de satisfacción. —decía Ciel con una sonrisa. —Y por cierto, fue una orden.
—Yes, My Lord. —Se inclinó un poco para decir asentir con sus palabras, —El joven Hawthome es de la compañía de chocolates-dulces, también vendrá su prometida, Elizabeth.
— ¿Elizabeth vendrá?
—En su agenda, tiene programado una cita con ella. —aclaraba mostrando su sonrisa.
—…Vaya, espero que no se estropee nada.
…
Mientras que en la zona norte de Londres, en la mansión de Hawthome, un joven de aproximadamente dieciséis años, se levantaba de su cama estando completamente desnudo; sus ojos verdes claros brillaban al ser iluminados por los rayos del sol, su cabello castaño rojizo que le llegaba hasta los hombros, completamente despeinado capaz por la lujuriosa noche que tuvo, miro de reojo hacia atrás a una mujer que aparentaba de la misma edad, su piel pálida e fina, cabello rubio largo e liso, vio que estaba enredada con sus sábanas blancas. —Fue una gran noche—dijo al sonreír de lado.
De pronto la puerta se abre, un mayordomo de aproximadamente veinticinco años, de cabello rubio y de ojos purpura, había interrumpido el momento silencioso que tenía su amo.
— ¿Ocurre algo Amadeo? —pregunto sin ni siquiera mirarlo.
—Discúlpeme, joven Anthony, tiene una invitación para reunirse con Ciel Phantomhive. —contesto al entregarle un sobre.
— ¿Ciel? ¿El dueño de la compañía de juguetes?
—Así es, mi duque.
—Las noticias no tardan en llegar…—insinuó al mirar nuevamente a aquella mujer. —Me dio lástima que mis padres y mi hermano no puedan ver como he madurado.
—Fue por el pacto que acordamos—menciono al sonreír de lado, se relamió los labios y se acercó hacia su amo, miro el símbolo raro que tenía en su cuello, que era una rosa remarcado con violeta. —Tu alma a cambio de una vida nueva.
—En los diarios muestran que las mujeres están desapareciendo. —hablo el joven mientras que leía el periódico y su mayordomo comenzó a vestirlo, colocándole una camisa y unos pantalones que le pasaba sus rodillas.
—Eso se debe a su encanto mi duque, pero no se preocupe por eso ¿Quién lo notara? —decía tratando de calmarlo.
—Aunque ese Ciel puede sospechar.
—Cálmese joven Anthony, yo me encargare de cubrirlo. —dijo Amadeo con una sonrisa de satisfacción. —Mientras tanto, conserve su espada.
—Sí, me servirá de mucho.
Cuando se retiró su fiel mayordomo, él se paró y se dirigió hacia las otras habitaciones de su mansión, mirando a cada mujer que dormía tranquilamente en sus suaves y cómodas sabanas e almohadas.
—…Soy el dueño de un harem. Pero me falta completar más.
…
Sebastián Michaelis había notado el desastre que causaron los sirvientes, se llevó sus manos hacia la frente, tomando las cosas de forma calmada y paciente, una de las paredes de la cocina estaba derribada, en el jardín la gran mayoría de las rosas blancas fueron aplastadas por estatuas y el living, los muebles mal lustrados. Suspiro y sonrió de lado, observo su reloj de bolsillo notando que todavía tenía tiempo, rápido pero mostrando en cámara lenta sus movimientos, es decir, como se movía para limpiar todo el desastre, limpiando, lustrando y ordenando.
—…Ya he terminado—dijo aliviado, los demás sirvientes se quedaron mirando a Sebastián, en especial Maylene, quien quedaba sonrojada al ver a ese mayordomo quitándose una gota de sudor de su frente.
— ¡Shieru, Shieru!—las puertas se habían abierto de golpe, y la prometida entro corriendo en la mansión, solo para buscar a su novio. El mayordomo le mostro el camino a la señorita Elizabeth.
—Joven amo, tiene visitas.
— ¿De quién?
—De su prometida, Elizabeth.
Ella entro al escritorio, abrazando tan fuertemente a su prometido, y este buscaba oxigeno por ese gran agarre que le quebraba sus huesos.
— ¡Te extrañe, Shieru!
—L-Lizzy, s-suéltame—decía mientras forcejeaba un poco con ella.
Cuando se zafo del agarre de Elizabeth, le cuesta acostumbrarse a esta clase de reacciones de su prometida. —Lizzy, ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto con una sonrisa torcida, por lo que noto que su mayordomo le daba la espalda, el movimiento de sus hombros le demostraba que se estaba burlando de él. — ¡Sebastián retírate! —le ordeno elevando su tono de voz, para permitirle que desayunara junto a su prometida.
—Yes, my lord—asintió bajando un poco su cabeza. Mientras se dirigía hacia la cocina, escucho unos pasos apresurados proviniendo de Finnian y de Maylene, porque Bard los había llamado, urgentemente. — ¿Qué estarán tramando estos tres? —se preguntaba en su mente, se llevaba su mano izquierda hacia la frente, espero que no sea nada desastroso.
— Sebastián —pronunciaba su nombre la pelirroja que había sacado de su vista en el periódico. Los otros dos miraron de manera neutrales hacia el mayordomo.
— ¿Qué ocurre? —pregunto extrañado. Bard le mostro el periódico donde mostraba las fotografía de algunas cinco jóvenes que fueron desaparecidas, una de ellas era Paula, la maid de la mansión Midford. Este permaneció leyendo atentamente, —Debo informarle al joven amo.
— ¿Cómo? Si el está ocupado con la señorita Elizabeth—mencionaba el jardinero estando preocupado.
—De todas formas, el joven amo debe saberlo. —Decía el pelinegro al sonreír de lado. No le dio ninguna orden a los tres sirvientes, que se quedaban mirando como el mayordomo se alejaba.
Una vez que terminaron de desayunar, la sonrisa de Elizabeth desapareció al instante, por lo que su novio se percató de aquella reacción, nunca la vio de esa manera; los ojos de la joven se cristalizaban, reflejando tristeza, algo está muy mal y el no estaba enterado.
— ¿Qué sucede Lizzy? —pregunto de forma directa. —No me gusta verte así.
—Shieru—su voz sonaba quebrada, —Desapareció Paula.
— ¿Paula?
En ese momento, ingresa Sebastián para entregarle el periódico al muchacho, que lo veía confundido:
— ¿Qué es esto? —Pregunto al leer el título, —"Desaparecidas de Londres"
— ¡Ahí esta Paula! —reacciono la rubia señalando la hoja. —Hace un mes que está desaparecida.
— ¿Adonde fue? —interrogo el pelinegro estando curioso por el caso.
—Ella se fue a buscar un vestido nuevo que era para mí, en la zona norte de Londres. —contesto la joven mientras que, hacia memoria.
—Ya veo
—Tranquila Lizzy, todo saldrá bien. —hablo Ciel para consolarla.
Maylene había escuchado timbre, dejo de acomodar los cubiertos y se dirigió hacia la entrada, tocando con la palma de su mano, la perrilla de la puerta. — ¡Bienvenido…!—decía ella para recibir al invitado, se sonrojo cuando vio a otro mayordomo sexy que estaba acompañando a su amo.
—Disculpe, señorita—hablaba Amadeo con gentileza. — ¿Se encuentra el señor Phantomhive?
Sebastián Michaelis se había apresurado para recibir a los invitados, cosa que le sorprendió la presencia de él. —Permíteme hablar por el joven amo, Maylene—le decía mostrando una encantadora sonrisa.
—S-Si, Sebastián-san
—Maylene—repetía ese nombre Amadeo, dentro de su mente. —Me presento, mi nombre es Amadeo Lust, soy el mayordomo de la mansión Hawthome
Un ambiente incomodo se generó entre ambos mayordomos, como que ya se conocían de hace mucho tiempo atrás. — ¡Sebastián, deja entrar al invitado! —al escuchar esa orden, se voltea ligeramente hacia el peli azulado, quien estaba tomado de la mano junto con su prometida.
Anthony se quedó perplejo cuando vio a Lizzy, se parecía mucho a su amiga de la infancia, Laurie Jones, aunque tenía algunos detalles muy diminutos que la diferenciaban de apoco, pero aun así son iguales. —Laurie—pronuncio su nombre con un brillo especial en sus ojos, se acercó hacia la rubia.
— ¿Eh?
—Ella es mi prometida, Elizabeth Midford —la presentaba este, cosa que el duque hizo una reverencia ante la jovencita, besando gentilmente su mano.
—Mucho gusto, señorita Elizabeth. —dijo Anthony tratando de seducirla con la mirada, vio que la joven le quito rápidamente su mano, tratando de evitarlo.
—Sí, es un placer conocerlo. —decía ella al mostrar un rostro estando disgustada, porque interrumpió la cita con su prometido.
—Permítame ayudarle, señor Anthony —se ofrecía el mayordomo negro al acercarse para tomar cuidadosamente sus valijas. El otro mayordomo, Amadeo, se negó a entregárselo, cosa que llamo la atención a los dos amos.
— ¿Sucede algo, Amadeo? —pregunto el castaño frunciendo el ceño.
— ¿Sebastián, tienes algo que decir? —interrogo el muchacho, estando percatado por las miradas que ocurría entre mayordomos.
—Nada, bocchan. —respondió en seco.
—Solo estábamos hablando entre nosotros, joven Anthony.
Mientras que entraban al lugar, Amadeo no dejaba de observar disimuladamente a Maylene, quien trataba de llevar unos platos de porcelana junto con algunos cubiertos hacia la mesa, iba agregarlos para el invitado, subiendo las escaleras, Sebastián se detuvo en seco al frente de una puerta; el otro mayordomo arrugo apropósito la alfombra roja:
— ¡Ah! —grito la pelirroja flotando en el aire, el rubio se movía ágilmente en cámara lenta, agarrando los cubiertos y los platos, después la joven cayó sobre él. — ¡L-Lo siento! —se disculpaba, estando roja como tomate, sus piernas temblaban por la incómoda posición.
— ¿Te encuentras bien? —interrogo este, mostrando su rostro de preocupado.
— ¿Eh? Etto…Si estoy bien, muchas gracias. —respondió tartamudeando, se levantaba con cuidado, aún seguía colorada tras seguir mirando a ese muchacho. —Lo lamento.
—No te preocupes, estoy bien. —Hablo al colocar los cubiertos en la mesa, —Me alegra haber ayudado a una doncella como usted.
—Maylene—la nombro en su mente, el mayordomo negro, estaba sorprendido por la atención que estaba recibiendo ella, algo le estaba disgustando toda esta escenita, pero no sabía explicar con exactitud lo que sentía, no quería romper ninguna decoración por culpa de su enojo. —Aléjate de ella —lo reprochaba en sus pensamientos.
—Espero poder hablar mejor contigo, pero ahora debo terminar de llevar el equipaje a mi amo—hablaba Amadeo, al sonreír cálidamente, —Permiso, mi doncella.
—… ¿Doncella? —repitió en silencio.
—Te tardaste mucho. —Agrego Sebastián frunciendo entre cejas, —Aquí tienes la habitación para tu amo.
El rubio entro tranquilamente en el cuarto, viendo todo su alrededor, la encantadora decoración, muebles lujosos y caros, cortinas de color verde obscuro y otros de color blanco.
—Me agrada tu estilo de decorar, Sebastián. —Le halagaba este, se voltea ligeramente para dirigirle la mirada, pero el otro estaba molesto, — ¿Ocurre algo?
—Sí, ¿Qué haces aquí? —pregunto el pelinegro estando serio.
—Soy el mayordomo de Anthony. —Contesto, acomodándose su flequillo con delicadeza, — ¿Qué no te agrada mi presencia?
—No. —le decía quedando de brazos cruzados, quería echarlo de la mansión y más por el hecho de haberse acercado a Maylene.
— ¿Acaso estas celoso?
—No es eso…—dijo al asomarse de apoco, —No quiero que te acerques a lo que me pertenece—le susurro en el oído.
—Demasiado tarde. —Aclaro en tono burlón, —He leído la historia de Maylene, y puede ayudarme de mucho.
—No te atrevas a tocarle un pelo, ni a ella, ni al bocchan. —lo amenazaba, enfadándose cada vez más y más. —Que seas el demonio de la Lujuria, no te hace ser más fuerte…
—Somos unos pecadores, Sebastián. —Musito con una sonrisa de oreja a oreja, —Sal de mi camino…
—…Ya quisieras. —agrego al final, para retirarse del cuarto, dejando a su enemigo molesto.
—…Maylene será de mi harem. —se dijo en su mente, mientras que sus risas se convertían en un eco, porque el joven Anthony estaba riendo macabramente en su interior, planeando unas lindas travesuras para la prometida de Ciel, era una tentación que no podía resistir…Él estaba comiendo con la pareja que está en compromiso.
—Shieru, no me agrada el invitado—le susurraba en el oído.
—Lizzy, no seas descortés. —le reprochaba el joven estando serio.
— ¿Sucede algo?
—No, Anthony. —le contestaba este, tratando de sonreír de lado pero no podía.
Continuara…
N/A: (1) Lust: significa Lujuria en inglés. Lo puse como apellido para Amadeo :D (Asmodeus) es el verdadero nombre del demonio de la lujuria xD pero yo le puse "Amadeo", porque es algo similar jejej
(2)Cherubim: Es un apodo y/o el nombre que le decían al hermano de (Sateriasis Venomania) en la canción de Gakupo Kamui :D …La deformidad que tenia fue que apareció un "mini" rostro en la mejilla del recién nacido.
Mas o menos serán seis o cinco capítulos :D , ¡Nos vemos en el próximo capitulo!
Espero que les guste este capítulo n.n jejeje
¡Saludos y cuídense!
Atte. J.H ©
