Nota de autor: bueno, este es mi primer fic, así que a decir verdad, estoy súper nerviosa. Espero que les guste, y que al terminar de leer dejen un comentario, para ayudarme a mejorar :)

Advertencia: Esto es un slash, o sea, relación chicoxchico. Si no te gusta y llegaste aquí por error, ahora es el momento de dar media vuelta y ahorrarte la experiencia de leer una expresión de amor que es tan válida como cualquier otra.

Disclaimer: Nada de esto es mio, los personajes y todo lo relacionado a Junjou Romantica, pertenece a Nakamura Shungiku-sensei. Lo único que gano es diversión y dejar mi mente volar con la escritura de la historia.


Stalking

PARTE I: "A buen entendedor, pocas palabras"

De nuevo. Había sucedido de nuevo. No podía creerlo. En principio, un par de días antes, pensó que era alguna broma de sus estudiantes, algo poco probable si se tenía en cuenta el miedo saludable que provocaba en ellos, pero nunca se lo tomó como algo serio. Y ahora tenía la confirmación de que en realidad si IBA en serio, o era alguien que deseaba morir. Cualquiera de las dos opciones.

Nunca en su vida se había sentido tan avergonzado. Su cara, completamente roja, era evidencia de su estado. Aunque rápidamente se convirtió en rabia, ¿Quién demonios le escribió semejante burrada?

Agarró la carta en cuestión, que apenas era sostenida por sus temblorosas manos, y la arrugó. Pero antes de que el profesor la tirara a la basura se detuvo, y se la guardó en el bolsillo. No podía botarla, se dijo. Si no, ¿Cómo podría encontrar al autor, siendo aquella el único nexo con el rufián?

Claro que lo mismo se había dicho la primera vez.

Tomó sus cosas y salió de la sala en la que había estado dando clases. Mientras iba de camino a su oficina le siguió dando vueltas al asunto. Siempre su primer sospechoso hubiese sido Miyagi, aunque después del primer "incidente" había observado con cuidado al otro profesor sin encontrar ninguna señal en él que lo vinculara (y no era como que este se anduviera con remilgos a la hora de molestarlo) pero ahora estaba dispuesto a preguntarle directamente si tenía algo que ver. Mira que tener que soportar que le escribieran esas cosas…

Se detuvo y se sonrojó de nuevo al recordar el contenido de la carta. Mierda, lo estaba trastornando. Enojado, reanudó con más ímpetu su marcha y al llegar a su destino abrió demasiado fuerte la puerta.

- Oi, oi ¿Pero qué…?- Miyagi se detuvo al ver la expresión que traía su colega - ¿Estás bien?

Hiroki lo observó fijo, buscando cualquier indicio de burla que lo marcara como culpable. Pero su cara solo reflejaba una sincera preocupación. Suspiró, por lo menos eso lo descartaba de su lista de sospechosos. Más relajado cerró la puerta suavemente como para compensar su arrebato anterior y se dirigió a su escritorio, sintiendo la mirada de Miyagi en su espalda.

- Kamijou...- Hiroki se dio vuelta- ¿Sucedió algo?

- No, no realmente.

- ¿Seguro?- le preguntó con escepticismo. - Tienes el entrecejo arrugado y estás muy tenso.

Lo miró con esa irritante, a su parecer, infantil actitud suya.

- De verdad que deberías relajarte un poco ¿Sabes?- dijo señalando su propio entrecejo - Si sigues arrugando tus cejas de esa forma se te formaran arrugas. – se estremeció- verdaderas arrugas, y te verás más viejo… – se detuvo como si se le hubiera ocurrido algo sorprendente – Oh, ¡entonces seré yo el más joven y guapo experto en literatura!

- Eto… profesor, ¿No tiene clases ahora?- una vena se marcaba en su frente, en serio que Miyagi lo sacaba de sus casillas.

- Hai, hai. Ya me iba– tomó sus cosas pero antes de abrir la puerta se dio vuelta con la mano en la manilla y le dijo- De verdad que estaré ahí para escuchar cualquiera de tus problemas. – Hiroki se sorprendió ante el cambio radical en la actitud del mayor - Eres de esas personas que se guardan todo para sí. Pero si sigues así el peso de tus preocupaciones terminara por aplastarte.

- Yo…

- ¡Y después tendría que hacer el doble de trabajo mientras encontrara un reemplazo tan lindo como tú! – dijo retomando su humor habitual. Y con eso salió de la oficina.

- ¡¿Qué demo…?!

Su primera reacción fue mandarlo al diablo. Pero después se paró a pensar en lo que le había dicho Miyagi. ¿Tan grave era su situación como para "aplastarlo"? No, eso sonaba como una exageración. Después de todo, no era un niño que no supiera lidiar con este tipo de enredos. Si es que resultaba ser uno de sus alumnos enamorado de él, solo tendría que cortar de raíz esos sentimientos, darle un buen escarmiento para que no vuelva a ocurrir algo así y listo. ¿Qué más podría pasar?

Con esa conclusión, se sintió más tranquilo. Lo suficiente como para desechar el tema y ponerse a trabajar en el material del día siguiente.


No fue hasta que llego a su departamento y buscó sus llaves en su bolsillo que se acordó de la carta que había guardado ahí. La tomó con una mano mientras con la otra abría la puerta, una idea formándose en su mente. Ahora más sereno podría analizar su contenido desde otra perspectiva.

Se dirigió a su refrigerador desde donde sacó una cerveza y se acomodó en el sofá. Estiró el papel y comenzó a leerla.

… no llegó ni hasta la mitad antes de sulfurarse y dejarla.

Avergonzado, de las cosas escritas y de su propia actitud al no ser capaz de leerla con tranquilidad, prendió el televisor y se tomó su cerveza esperando calmarse.

Para seguir con su pequeño análisis, comenzó a comparar mentalmente la caligrafía, la redacción y el estilo de la carta con sus alumnos para relacionarla a alguno de ellos. Cuando de repente, lo golpeó un pensamiento pasajero que lo hizo quedarse helado.

Claro, porque todo lo que estaba escrito en la carta no eran cosas que normalmente una chica le dijera a un hombre, sino más bien lo que un hombre le dice a la chica que le gusta. Y él sin ser consciente, había estado comparando solo a sus alumnos dejando de lado a las mujeres.

¿Es que acaso fue un hombre quien le escribió aquello?

Estaba consciente de estar enamorado de uno, Akihiko. Y de haberse acostado con algunos también. Pero eso no lo convertía en gay, ¿O sí? Bueno, se dijo, supongo que a alguno de ellos le gustan los hombres. O es una mujer muy… directa.

Con cansancio, se restregó los ojos. Todo aquello le estaba haciendo doler la cabeza. Al diablo con la maldita carta, tomaría un baño y se iría a dormir. Simplemente esperaría que el autor se presentara delante de él (si es que lo hacía), le mandara otra nota, o lo que fuera. No iba a seguir haciendo un drama de la situación. No era una quinceañera histérica, joder.

Ya más tranquilo se puso de pie deseoso de darse ese baño y relegar ese tema al fondo de su mente, por segunda vez ese día.


Review...?