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Lujuria
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Marinette le hacía despertar la bestia impura en su interior, le hacía romper los barrotes de su jaula y escapar hacia donde estaba ella. Saltando sobre la chica para saciar su hambre como su sed. Pudiendo así, poder complacer los deseos sexuales que se generaba por la presencia de la muchacha, satisfaciendo su voraz apetito que Marinette le provocaba.
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Gula
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Marinette no era su primer amor. El primero fueron los postres: galletas, croissants, tortas, waffles... Y la chica solo le hacía incrementar su amor por ellos, si ella los preparaba con sus propias y delicadas manos.
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Avaricia
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Marinette le ocasionaba que ansiara más y más de lo que tenía. Si obtenía un beso, quería dos, si tenía dos, quería tres y así sucesivamente. Nada era suficiente y era un inconformista. Con Marinette quería un hámster, tres hijos... Y el tiempo lo dirá, quizás ¿Quería cuatro?
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Pereza
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Marinette le generaba que su ser vago surgiera de su ser cuando su cabeza se apoyaba en el regazo de su novia, estar ahí en ese lugar tan cómodo y cálido. Además de disfrutar de sus suaves caricias, le provocaba que olvidara sus responsabilidades y solo desee dormir un largo tiempo, ahí con ella. Lo mismo era, cuando llegaba la mañana y había que levantarse. Nunca quería, si Marinette estaba a su lado. Cinco minutos más...
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Ira
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Marinette era la razón por la que se enojara, al ser tan linda, dulce y amable. Era un blanco fácil para chicos calenturientos y que creían poder conquistarla. ¿Cómo se atreverían a coquetear con su NOVIA? Algunas veces, pensaba en usar su cataclismo contra ellos.
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Envidia
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Marinette le provoca que tenga celos de sí mismo, cuando habla tan bien de Adrien cuando él esta transformado como Chat Noir.
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Soberbia
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Marinette era el motivo de su orgullo salga a flote. ¡Ella siempre estuvo enamorada de él! Por lo tanto no podía evitar, emitir bromas al respecto y jactarse sobre eso.