N/A: Casi no lo menciono, pero en todos mis fics (a menos que diga lo contrario) las Tortugas tienen 15, y este fic no es la excepción: los chicos tienen 15 años, no más, no menos.
Disclaimer: LAS TORTUGAS NINJA no me pertenecen, es mi corazón el que le pertenece a Leo, desde siempre, por siempre y para siempre. Y ni gano dinero por escribir este fic, salvo sus invaluables reviews.
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Dedicado a mi buen amigo Guir
CRISÁLIDA
1. Soplo de frió calcinante
-De verdad que no lo entiendo Leo.-dice Rafael con enfado-¿Por qué siempre pierdo en los volados o en piedra, papel o tijeras?
Rafael, Miguel Ángel y Leonardo salen de una tienda de abarrotes, con una bolsa de víveres cada uno. Salen a la calle repleta de nieve. Es de noche y corre un ligero pero gélido viento, pero los tres hermanos van apropiadamente abrigados de pies a cabeza. Y debido al frío, ninguno de las tortugas deseaba salir, pero era muy necesario porque necesitaban víveres, y se decidió por medio de la suerte para que alguien fuera a la tienda, y Rafael fue el desafortunado en perder en los volados. Pero Leonardo decidió acompañarlo para que no se sintiera tan mal. Y ya que iban dos tortugas, Miguel Ángel también se apuntó, sólo por ir de coliche.
-Yo te digo si quieres.
-Le pregunte al barrendero no a la escoba.
Miguel Ángel simplemente se encoge de hombros.
-Bueno.-responde el barrendero, es decir Leonardo-En piedra, papel o tijeras, debes observar detenidamente el movimiento de la muñeca de tu oponente. Hasta en la última milésima de segundo es donde puedes percatarte qué objeto desplegará su mano.
-Eso es lo que yo hago-presume la tortuga de la bufanda anaranjada.
-Sí Chucha, nada más cuando te conviene te aplicas como se debe.
-Y en los volados-continúa Leonardo-pues… yo creo que sí tienes mala suerte.
-Creí que Miguelito podría estar haciéndome trampa-voltea a verlo y éste hace como que no sabe que le está diciendo-pero cuando tú echabas la moneda y siempre caía la cara que no pedí…
-A lo mejor es tu karma.-propone Miguel Ángel.
-¿Mi karma?
-Tu mala actitud te trae mala suerte. ¿Verdad que tengo razón, Leo?
-Podría ser, ya que el karma…
-¡¿MI MALA ACTITUD?!
-¿Ves?
-¿Quieres ver que tan mala actitud puedo tener, hermanito?-dice con un tono nada amistoso.
Miguel Ángel corre a ponerse al otro lado de Leonardo, quedando éste en medio ahora.
-Rafa-lo aplaca el mayor, con un tono suave de su voz-no tienes por qué enojarte.
Rafael resopla, detesta darle la razón a Leonardo, pero se calma. O eso intenta.
-¿Cómo no me voy a enojar? Perder en los volados para salir a la calle con este horrible frío. Hace tanto frío que hay poca gente.
Doblan en una esquina.
-Yo creo que es mejor.-opina Leonardo-Así no estamos expuestos a tanto humanos.
-Y en la tienda-agrega Miguel Ángel-tampoco había tanta gente y salimos rápido. Pero en cuanto llegue a casa, me meto a mi camita y nadie ni nada me va a sacar de ella.
-A mí tampoco.-Leonardo opina lo mismo que su hermano menor.
-Ni a mí.-igual Rafael.
Caminan un trecho en silencio.
El frío viento, que remarca la inminente llegada del invierno a la Ciudad de Nueva York, los golpea con suavidad, pero no por ser tenue, su hostigamiento deja de ser menos intenso, al menos para ellos, que son de sangre fría. Y tal es su persistencia, que logra colarse por entre sus bufandas y acaricia sus mejillas. Rápido, Rafael y Leonardo acomodan sus bufandas para cubrirse mejor. Miguel Ángel prefiere arrimarse a su hermano que trae la bufanda azul, entrelaza su brazo con el de él, y oculta su cara en el hombro de éste. Así, con su cara resguardada en el hombro de su hermano mayor, no tiene que hace frente a la brisa congelante, dejando que Leonardo lo guíe por las casi solitarias calles.
-¿Por qué tuve que ser tortuga?-Rafael se queja del helado tiempo.
-A mí me gusta ser tortuga.-más o menos se le oye decir a Miguel Ángel, ya que no se atreve a dejar su refugio.-Lo que no me gusta es el frío.
-Aguanten.-los alienta Leonardo-Unos metros más y llegamos a El Acor…-se detiene.
Hay algo más allá y no es El Acorazado. Sucede algo en plena calle.
Los otros también se paran. Miguel Ángel (que se ha asomado para saber qué ha pasado como para dejar de caminar) y Rafael miran hacia donde ve el mayor de ellos. Ven una ambulancia estacionada y cómo los paramédicos están subiendo a una persona en camilla al interior del vehículo.
A unos pasos de la ambulancia, se puede apreciar una gran mancha de sangre desparramada por la acera. El color aún de tono rojo intenso de la sangre contrasta aterradora pero bellamente contra la blancura de la nieve. Luce como cuando un niño tiene una creación accidental al derramar la brillante pintura sobre la pulcra hoja.
Hay pocos humanos curiosos, y al parecer, ninguno de ellos sube a la ambulancia para ir con esa persona herida.
-Vamos.-Rafael apremia a los otros-Sino, yo también necesitaré de la ambulancia.-echa andar sin esperarlos.
Pero Leonardo no parece querer dar un solo paso.
-Vamos Leo, que me congelo. –lo apura Miguel Ángel.
-Hay algo extraño allá.-dice con inquietud.
-¿Algo extraño?
-Es débil, pero puedo sentir algo, justo donde está la ambulancia.
-Debe ser el frío-se vuelve Rafael-que te atrofia el cerebro y crees en cosas que no existen.
-No es eso.-sigue mirando fijamente.
Él ya se hubiera acercado a ese lugar, si Miguel Ángel no lo tuviera con fuerza del brazo. Y es porque él apenas está sintiendo algo, que le dice que no suelte a su hermano mayor, que no vaya para allá. Tal vez sea por prudencia, o por miedo.
La ambulancia se va, y los humanos se dispersan.
-Ojala se encuentre bien esa persona. Nadie fue con ella.-dice Leonardo, afligido.
-Ojala.-dice Miguel Ángel con algo de pena, y se vuelve a acurrucar en el hombro del mayor.
-Ojala y movieras tus piecitos. Pero como sigues ahí plantado, ahí te quedas.-Rafael reanuda su marcha.
Y repentinamente…
…una intensa luz y un fuerte estruendo surgen aparentemente de la nada, iluminando y dando calor a la oscura y fría noche.
Ha sido la ambulancia que ha explotado.
Los humanos que aún andan cerca y las tortugas, son sorprendidos por tan inesperado estallido, pero Leonardo resulta ser el más exaltado porque él ha visto claramente todo: la ambulancia se detuvo abruptamente, a escasos metros de haber avanzado, como si se hubiera estrellado contra una pared invisible, los paramédicos salieron de la ambulancia y huyeron como para salvar la vida, abandonando al paciente, y sin más, el vehiculo estalló…
Muchos pedazos de metal son lanzados en todas direcciones. Tal es el shock, que nadie se mueve para protegerse de esos candentes proyectiles. Afortunadamente a nadie lastiman.
Todos, incluso las tortugas, han enmudecido y petrificado ante el fuego.
Tras unos segundos de estupefacción, Leonardo reacciona y da un par de pasos, soltando la bolsa de los víveres que trae, queriendo ir apresurada y directamente hacia el fuego, pero Miguel Ángel no lo suelta.
-¿A dónde vas?-también se olvida de los sagrados alimentos por contener a su hermano.
-¡Hay que ayudar a esa persona!
-¡No!-Rafael, tira su bolsa y se apresura a sujetarlo-¡No hay nada qué hacer! ¡Ya está…!
Leonardo desiste. Mira sin poder creer que todo haya pasado tan rápido.
Una alta llamarada yace en el lugar de la ambulancia.
Rafael y Miguel Ángel bajan la mirada, entristecidos por el desastre. Leonardo insiste en ver el intenso calor, como si de entre las incandescentes llamaradas, de un momento a otro, fuese a aparecer esa desafortunada persona.
Y ese algo extraño que percibió, no ha desaparecido.
-Ah-inhala quedo, pero logran oírlo sus hermanos.
Ellos miran la expresión de asombro en el rostro de su hermano mayor, y voltean hacia donde él no ha apartado la vista ni un instante.
De entre las llamaradas surge alguien. Alguien camina entre el fierro retorcido y el fuego. Va a un paso sin prisa. Y sorprendentemente, el infierno que lo envuelve no logra chamuscar ni su piel, ni sus huesos. Camina entre ese abrasador calor como un demonio que se siente a gusto en él, porque es como si estuviera en casa.
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Ahora sí les voy a pedir que me tengan paciencia, iré lento con la actualización, por la chamba que ahora sí me va a entretener me estaré atrasando para subir capítulos.
Comentarios, sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, etc., etc., son bienvenidos.
Gracias por tomarse su tiempo y leer mi fic.
