Fic inspirado en el Wish 26 de La Torre.

Ya está terminado y tiene tres partes.

Nota: Dee suena como 'Di' (D en Inglés)

xxx

Capítulo Uno

Todo comenzó una tarde de verano, cuando un muchacho llamado Harry Potter estaba sentado en el jardín de su casa, observando el césped. Harry era un joven moreno de unos increíbles ojos verdes pero, ahora, el bello color no brillaba, estaba triste. Lo que ocurría era que Harry extrañaba a su pequeño perrito, que se había extraviado.

Lo que realmente le molestaba era que, teniendo en cuenta que tenía algunas habilidades especiales, ninguna de ellas lo podía ayudar a localizar al pequeño Britin. Sí, Harry no era un joven ordinario, por el contrario, él podía hacer magia.

Sus padres habían muerto hacía mucho tiempo y él se había criado con su singular abuela, Violet. Ella era una mujer simpática y todos siempre decían que James, el padre de Harry, había heredado su humor.

Pero Violet no sólo era simpática. No; ella también tenía poderes especiales y podía hacer magia. Todo lo que Harry sabía lo había aprendido gracias a sus enseñanzas.

Sin importar qué tan fantástica fuera Violet, Harry sabía que ella tampoco sería capaz de encontrar a Britin. Ambos lo habían intentado pero la tarea había probado ser más que complicada. Britin parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra.

Mientras observaba los árboles, Harry recordaba cómo el pequeño solía juguetear por ahí y estropear las flores del cantero.

Cerrando los ojos por un instante, dijo —: Desearía volver a ver a Britin —. Sabía que era una idiotez y que sus meras palabras no resolverían nada pero cuando estaba sumamente enojado o triste, solía decir lo que pensaba Su abuela siempre le decía que era mejor que todo el dolor se exteriorizara.

Echando un último vistazo al luminoso jardín, Harry regresó al interior del humilde hogar y se recluyó en su habitación a leer acerca de la Quema de Brujas. Violet le había regalado un volumen de hechicería que había sobrevivido a la Edad Media pero le había aconsejado que leyera sobre la época para poder entender mejor los encantamientos.

La noche anterior, Harry había estado horas y horas investigando el libro y realizando los encantamientos que podía llevar a cabo con su nivel de experiencia.

Recordando un pasaje en particular, abandonó el libro sobre la Caza y fue a buscar el volumen prohibido. El texto estaba en Francés pero Violet le había enseñado el idioma a muy temprana edad, al igual que el Latín, para que no tuviera limitaciones a la hora de canalizar sus habilidades en hechizos. Era un hecho que muchas instrucciones para realizar pociones estaban escritas en esos dos idiomas y Violet no quería que su nieto desaprovechara sus capacidades… Harry, sin embargo, aborrecía las pociones y aún más si era él quien tenía que prepararlas.

Ese pasaje que le había provocado ganas de volver a leer el libro hablaba acerca de un Rétrésou y Harry lo había leído sin saber qué era. Se había dicho que debía preguntarle a Violet pero lo había olvidado. Consumido por la curiosidad, salió de la habitación y fue a buscar a su abuela. La mujer estaba durmiendo en la sala de estar y Harry prefirió no despertarla.

Cuando estaba a punto de regresar por donde había venido, escuchó un ruido en el jardín. Cautelosamente, se acercó al lugar y pudo ver que, aparentemente, la fuente del ruido había sido una pequeña botella verde que flotaba en la piscina. Preguntándose de dónde había salido, se aproximó al agua y sujetó la botellita. En su interior sólo había humo que, más que gris, parecía plateado.

Confundido, regresó a la casa con la botella en la mano. Seguramente sería algún nuevo 'proyecto' de su abuela. Depositó el objeto en la mesa de la cocina y regresó a su habitación. Continuó leyendo durante un rato y cuando finalmente se cansó, bajó a la sala de estar para mirar un rato la tele. En el trayecto por las escaleras se cruzó con la botellita. Pero, ¿no la había dejado en la cocina? Encogiéndose de hombros, la agarró y caminó a la sala. Allí apoyó la botella sobre el televisor y se sometió a la ardua tarea de encontrar el control remoto. Qué ridículo que era que fuese capaz de manipular los cuatro elementos pero incapaz de prender la tele sin el control.

Recordó que lo había dejado en la cocina, así que, fue a buscarlo y al regresar, se alarmó un poco porque la botellita no estaba donde la había dejado, sino que ahora se encontraba en el suelo.

Maldición, pensó. Quizás había un nuevo espíritu en la casa… Realmente los aborrecía. Sujetó la botella y la llevó a la cocina para encerrarla en la heladera. ¿Se congelaban los espíritus?

Decidiendo que era hora de despertar a Violet, se dio media vuelta para regresar a la sala de estar pero una voz interrumpió su accionar.

—¿Cómo te atreves? ¡Sácame de aquí! —exigió la desconocida voz, que arrastraba las palabras y sonaba irritada.

Sobresaltado, Harry observó la cocina pero no vio a nadie. ¿Sería la botella que le estaba hablando? — ¿Quién eres? ¿Dónde estás?

—Aquí —respondió la voz.

Sí, definitivamente había sido la botella. Harry, entonces abrió la heladera y se maravilló al ver a un diminuto muchacho encerrado tras las paredes de vidrio. Al observar el brilloso cabello rubio, la pálida y etérea piel, la pintoresca vestimenta y los adorables zapatitos, sólo pudo decir una cosa —: Eres tan tierno.

Esa declaración provocó que la personita se enojara y se cruzara de brazos —. No soy tierno. Soy un ser muy poderoso y deberías respetarme, insolente mortal.

—Ah, claro. Lo siento —se disculpó Harry, divertido —. Y… hmm… —. Creyó que preguntarle qué era sonaría demasiado rudo, así que, prefirió decir —: ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

—Soy Dee y estoy aquí porque tú me llamaste. Soy un Djinn.

Harry abrió los ojos de manera graciosa y los lentes se le deslizaron hasta la punta de la nariz —. Pero si yo no invoqué a ningún genio. Debe haber un error —. Sabía que muchos Ifrits se hacían pasar por Djinns para engañar a las personas, haciéndoles creer que eran genios benévolos cuando, en realidad, eran todo lo contrario. Lo mejor sería deshacerse de este genio lo más rápido posible.

—Sí que lo hiciste. Fue anoche pero recién hoy pediste tu deseo, así que, aquí estoy.

Esas pocas palabras hicieron que Harry olvidara el asunto de los Ifrits y quisiera conservar al muchachito, que vestía ropa beduina muy contradictoria con su color de pelo y piel. Realmente era muy extraño que un genio fuese rubio pero sabía que algunas razas podían modificar su apariencia, así que, tal vez se trataba de un genio que quería… ¿estar a la moda? —¿Puedes encontrar a Britin? —preguntó, dejando a un lado el tema de que era raro encontrar a un árabe rubio de ojos grises.

—Ya lo he encontrado pero para que tu deseo se cumpla debes formularlo correctamente. Tienes que decir 'deseo' en vez de 'desearía' —explicó Dee.

Harry tomó aire y sonrió al pensar en su deseo —. De acuerdo. Deseo que mi perrito, Britin, regrese a casa conmigo.

La botellita volvió a llenarse de humo y Harry dio un paso hacia atrás. Instantes más tarde, el humo se desvaneció y un perrito negro entró corriendo desde el jardín. Tras él venía otro perrito pero más pequeño y con pelaje claro, prácticamente rubio.

—¡Britin! —Harry corrió a abrazarlo y éste le llenó la cara de lengüetazos —. ¿Dónde estabas?

—Se había ido con él —le contestó Dee, indicando al otro animalito.

—¿Él? —inquirió Harry, confundido —. Pero Britin también es un nene —musitó con recelo —. Además este perrito es casi un bebé —agregó, acariciando al cachorro desconocido.

El genio se encogió de hombros —. Tu Britin es un pervertido. No podrás separarlos. Será mejor que elijas un nombre.

Harry decidió que no le molestaba tener una nueva mascota y si Britin lo quería, entonces, él también lo hacía —. Hmm… Taynney —dictaminó con una sonrisa —. Mi abuela te va a adorar —le aseguró.

—Esta escena es hermosa —comenzó a decir el Djinn, con evidente sarcasmo —pero debemos pasar a la segunda etapa de tu deseo.

El mago levantó la cabeza y miró a Dee a los ojos —. ¿Qué? ¿Qué segunda etapa?

—¿Creíste que tu deseo no tenía precio? Todo tiene consecuencias —le contestó Dee, muy sonriente —. Debes ir a Haltwhistle y encontrar la Cueva del Lago.

Harry pestañó varias veces —. ¿Haltwhistle? Pero eso queda casi en Escocia. Estamos a miles de quilómetros.

—Sí pero debes llegar antes de que pasen veinticuatro horas porque, de lo contrario, en vez de un día de la mala suerte, tendrás toda una vida así.

Ahora, Harry sí estaba asustado. Maldito genio, seguramente era un Ifrit —. ¿Mala suerte?

—La consecuencia de tu deseo es que tendrás mala suerte durante todo el día pero si no bebes el agua de la Cueva, tendrás mala suerte durante todo el resto de tu existencia —explicó el muchachito —. Pero no te preocupes, no será una existencia demasiado larga porque con esa suerte morirás muy pronto —le sonrió, como si le estuviese diciendo algo alentador.

—Pero si llego a Haltwhistle y bebo el agua mi suerte estará bien, ¿verdad?

—Sí pero en los setecientos años que estuve cumpliendo deseos, nadie lo logró. Casi todos murieron a las pocas horas de que sus deseos se hiciesen realidad —comentó el genio, con mucha tranquilidad, sentándose en el fondo de la botellita —. Si quieres evitar todo este trastorno, sólo debes pedirme que deshaga tu deseo pero tu perrito no se irá con el otro a juguetear sino que desaparecerá, como si nunca hubiese existido.

Harry observó a Britin, que estaba lamiendo la nariz de Taynney y llegó a la conclusión de que no podía hacerlo, no podía hacerlo desaparecer —. Dime cómo llegar a Haltwhistle.

Dee sonrió ante la respuesta.