Hola, muchas gracias por darle una oportunidad a está historia.

N.A: No soy dueña de Harry Potter, toda su autoría a J.K Rowling.


El niño:

El corazón le dio un vuelco al salir de la chimenea de la pequeña casa y encontrar la puerta de entrada abierta, forzada desde dentro a base de golpes y arañazos por parte de un animal.

—¡Remus!—gritó, pero no hubo ninguna respuesta, lo que lo intranquilizó aún más. —¡Remus!

La noche anterior había habido luna llena, estaba seguro de que todo habría ido bien a no ser que ese imbécil se olvidase de tomar la poción que desde hacía un año le suministraba.
Salió apresuradamente de la casa con un fuerte dolor en el pecho causado por los rápidos latidos de su corazón.
La pequeña casa se encontraba a las afueras de una aldea, muy alejada de todas las otras.

—¡Remus!— gritó con mucha más fuerza mientras se dirigía hacia el bosque que había a ciento cincuenta metros detrás de la casa.
Se adentró en él y siguió gritando su nombre con el fin de encontrarlo.

—¡Tranquilo, todo está bien!—gritó por fin Remus ocasionando que el corazón de Snape comenzase a latir de nuevo a un ritmo normal.
Suspiró aliviado y se dirigió velozmente hacia el lugar de dónde había provenido la voz de Remus Lupin.
Un par de minutos después pudo verlo dirigiéndose hacia él, cojeaba un poco de la pierna izquierda y en los brazos, que sujetaban algo envuelto en una manta, se habían formado dos grandes manchas de sangre, por no mencionar que en la cara mostraba un gran arañazo que le atravesaba la mejilla izquierda.

—¿Qué te ha pasado?—preguntó Severus dirigiéndose hacia él, pero se detuvo al escuchar un sollozo y miró el gran bulto que Lupin llevaba entre las manos retorcerse, volvió a mirar a Remus con cara de miedo.—¿Qué diablos es eso?

—Un cachorro. —respondió Remus mientras le destapaba un poco la cara y trataba de enseñárselo a Severus sin mucho éxito ya que por cada paso que daba él con la intención de acercarse, Snape se alejaba tres.

—¿Qué diablos haces tú con un niño?—por un instante lo miró con preocupación.— Ayer tomaste el Wolfsbane... ¿Verdad?

Remus asintió:

—Sí, no te preocupes fue lo primero que hice antes de que se asomase la luna.

Hubo otro ligero quejido por parte del niño, seguramente tras su transformación él estaría tan cansado y dolorido como Lupin en aquel momento.

—¿Me quieres explicar que mierda haces tú con un niño?—volvió a preguntar Severus.—¿De dónde ha salido y dónde están sus padres?

Remus tragó saliva ante la inquietante mirada de Snape.

—Ayer escuche un aullido y...—hizo una pequeña pausa, no sabía muy bien como explicárselo, ni sabía como iba a reaccionar.

—Tenías que cerciorarte de que no era otro hombre lobo pisando tu territorio.

Está vez fue Lupin quién lo miró con una mirada de disgusto en su rostro.

—Ya no soy un animal con el Wolfsbane, no solo tengo instintos, sé lo que hago y por ello debía saber si este niño también lo sabía o estaría buscando a alguien a quien infectar o en el peor de los casos matar.

La mirada de Snape se suavizó sobre él.
—Está bien, lo siento, ya sabes que...

—Lo sé, tranquilo, me gustas así.—lo interrumpió. El niño volvió a estremecerse en sus brazos.—Será mejor que lo llevemos a casa, ya pensaremos que hacer con él y en como encontrar a sus padres, tiene que estar cansado ha tenido una noche muy larga.

Se hizo un largo silencio entre ellos dos en el corto trayecto que había hasta la casa que se prolongó en la estancia. Al llegar Lupin se había dirigido a dejar al niño en la única habitación libre mientras que Severus había ido al baño a por un maletín de primeros auxilios que apoyó cerca de la cama donde Remus estaba examinando las heridas del pequeño.

El niño, que tendría alrededor de un año y medio, como mucho dos, tampoco se había librado de sufrir rasguños en su cara, manos así como en su vientre, estaba bastante delgado y su piel tenía un color grisáceo que lo hacía parecer enfermo.

Lupin le apretó la mano en el transcurso en el que observaba al niño y rápidamente la apartó como si se quemase.

—Iré a la cocina a preparar algo para desayunar. —dijo rápidamente saliendo de la habitación.

Remus asintió a pesar de que cuando lo había hecho Snape ya se había dado la vuelta y había salido de la habitación.

Tras curar las heridas del niño aplicándoles varios hechizos de desinfección y bálsamos de asplesia tuberosa y removedor de golpes, vendó sus heridas con cuidado bajo la atenta mirada del pequeño que no había abierto la boca para nada y lo vistió con una simple camiseta de color amarillo que le llegaba casi hasta los pies.
Salió de la habitación con el maletín, dándole una breve mirada a Snape que se encontraba en la cocina friendo unos huevos mientras en otro de los fogones una olla hervía.
Se metió en el baño para curar sus heridas como había hecho anteriormente con el niño.
Nada más salir del baño se encontró cara a cara con Snape que sujetaba una cuchara, un vaso de agua y un cuenco que contenía una papilla de un color verde amarillento que le tendió a Lupin.
—Dale de comer.—dijo de forma arisca.
Lupin agarró el cuenco, la cuchara y el vaso sin decir palabra y se dirigió hacia la habitación donde se encontró al pequeño acurrucado en una bola y durmiendo sobre las sábanas.
Trató de despertarlo zarandeándolo un poco y cuando lo hubo conseguido, lo sentó en su regazo y lo primero que hizo fue darle el vaso de agua que el niño se bebió con avidez.
Después de que se lo hubo terminado le cogió el vaso de las manos con cuidado y comenzó a darle de comer.

...

Salió de la habitación con el vaso y el cuenco vacíos para encontrarse la mesa puesta, había un tarro de mermelada de melocotón junto a unas tostadas, un vaso, una botella de agua y un plato con huevos y salchichas.
Justo en frente había un pergamino, una pluma y un tintero.
Snape salió de la cocina con una taza de té en la mano. Dejó el cuenco y el vaso apoyado en la mesa y se dispuso a comer.
—¿A quién piensas escribirle?—preguntó mientras masticaba un trozo de tostada que había mojado en uno de los huevos.

—Al ministerio de magia o a El profeta, a alguien que nos ayude a encontrar a los padres de ese niño.

Lupin arrugó la nariz ante la mención del ministerio.

—Tal y como están ahora las cosas para los hombres lobo no creo que nuestra mejor opción sea comunicárselo al ministerio.—comentó mientras miraba como Snape comenzaba a escribir. —¿Y si los padres son muggles? ¿No sería mejor que fueran ellos los que se pusieran en contacto con nosotros? — cortó un trozo de una de las salchichas y se lo metió en la boca.

Snape levantó furioso la mirada del pergamino.

—Lupin, ¿Cuál es tu propósito? Has secuestrado a un niño licántropo, no empeores más las cosas.

Lupin hizo un esfuerzo para tragar.

—Yo no he secuestrado a nadie, es culpa de los padres, cuando yo era pequeño me encerraban en una habitación de la que no podía salir durante las noches de luna llena.

— Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Solo esperamos?

Lupin asintió enérgicamente.

—Exacto, en Hogwarts apenas quedan dos semanas para las vacaciones de verano y para entonces ya lo habré solucionado, es un niño, saldrá en todos lo medios de comunicación si se ha perdido... o alguien lo echa en falta.

Snape dejó la pluma y bebió un sorbo del té con el fin de deshacer el nudo que se le había formado en el estómago, observó a Lupin con detenimiento quién había dejado de mirarlo para centrar su atención en la habitación en la que se encontraba el crío durmiendo, intuía lo que estaba pensando, si podía, se quedaría con el niño.
Nueve años, casi diez, conociéndose era lo malo que conllevaba, podía leer en Remus como un libro abierto y Remus comenzaba a poder hacer lo mismo en él.

Ese pensamiento hizo que un escalofrío le sacudiese toda la columna vertebral, odiaba sentirse tan expuesto y vulnerable.

—¿Te encuentras bien? — Remus había vuelto su atención hacia él.

—Sí, debería regresar a Hogwarts ahora que he comprobado que mi sujeto de pruebas personal está bien.

Remus sonrió ante el comentario y lejos de enfadarse le dedicó una mirada llena de cariño.
—Oh, yo también te quiero, mi amor.—abrió el bote de mermelada, cogió un poco en el cuchillo y la untó en el pan.

Severus tampoco pudo evitar una pequeña sonrisa, terminó rápidamente su taza de té y se dirigió hacia la chimenea del salón, cogió un puñados de polvos flu y antes de lanzarlos, miró rápidamente a Remus.

—Ni se te ocurra hacerle mención del mundo mágico.
Lupin se mordió el labio, muy tarde ya, ya había usado la varita para desinfectarle las heridas.
"Siempre puedes hacer que lo olvide..."—se dijo Remus, pero rápidamente negó con la cabeza, los hechizos de olvido podían llegar a ser muy peligrosos.

—Pero ...—intentó convencer a Severus.

—Nada. —dijo señalándole con el dedo índice.—Si se menciona, que lo haga él.

Remus soltó un pequeño bufido y acto seguido le dirigió una sonrisa.

—No te olvides de atormentar a los niños.—dijo mientras miraba a Snape echar los polvos al fuego y decir "Hogwarts".

Severus le dirigió una sonrisa tenebrosa.

—Claro, en especial a los de Gryffindor, este año Slytherin ganará la copa de las casas por séptimo año consecutivo. —dijo y se metió dentro de las llamas.

—Oh, solo espera el próximo año, llegará a Hogwarts el hijo de Lily Evans y James Potter, el niño que sobrevivió al innombrable.— respondió Remus entre dientes.