Buenas tardes, damas y caballeros; lo mismo va para mi amable asistente, Phoebe. (Konichiwa, Ramiro, y lo mismo digo a toda la audiencia leyendo esta obra de ficción.) Gracias, Pheebs. ¿Puedes decir el 'disclaimer', por favor?
(Diciendo; 'DISCLAIMER'; la siguiente historia fue escrita sin intenciones financieras, y no tiene ningún propósito fuera del entretenimiento. Ramiro no tiene los derechos legales de ningún personaje presentado en la historia; todos somos propiedad de Nickelodeon.)
Gracias de nuevo; okay, como Phoebe mencionó, todos los personajes son de Nick, incluyendo algunos de otras series. (Ciertamente, cómo él acaba de mencionar, esta historia es del tipo 'crossover', lo que significa que habrá personajes invitados de otra serie animada. Para que nuestra propia serie se adecué a la otra, nosotros, los personajes de 'Hey, Arnold', seremos presentados como jóvenes adolescentes en un rango de edad de 13 a 14 años.) Quizás deba pedir tu asistencia cuando escriba historias de otras series, Phoebe; eres muy eficiente. (Arigato, Ramiro, pero dudo que Helga acepte de buena gana si yo dejo de ser su compañera para ser tu asistente de tiempo completo. Ella es mi mejor amiga, mi jefa… y alguien que te aplicaría a ti el tratamiento de La Vieja Betsy.) Buen punto.
También quiero agradecer a Hellerick Ferlibay, quien leyó una de mis historias previas, por sugerir la idea principal de esta. La versión en Inglés ya está completa y disponible en mi página de perfil, si alguien está interesado.
Muy bien, creo que ya fue suficiente de la nota de autor. Phoebe, inicia la historia por favor.
(Iniciando; creo que la frase adecuada para esta situación en particular es… ¡que comience el show!)
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Cuando Las Rubias se Enfrentan.
Una historia de 'Hey, Arnold!' por Acosta Pérez José Ramiro
-Chica de California.
"¡Despierta, Olga! ¡Estás retrasada para la escuela!"
"¡Ya estoy despierta, Bob! Criminal; quizá Papá debería ir a la escuela en vez de mi; con algo de suerte posiblemente se aprendería mi nombre." La chica de 13 años dijo la última parte para si misma mientras bajaba las escaleras, esperando que su madre haya recordado preparar el desayuno… o, al menos, comprar despensa para poder llevar algo para su almuerzo.
Helga no había cambiado mucho desde sus días en la Primaria; era mucho más alta, por supuesto, y un poco más atractiva (incluso si conservaba la uni-ceja que heredó de su padre), como podía darse cuenta por las miradas que a veces recibía de los chicos de su edad, pero su actitud y personalidad eran prácticamente iguales; aún era mandona, enojona, y locamente enamorada de un cierto chico con cabeza de balón al cual insultaba y molestaba de manera regular; también conservó su actitud de 'marimacha', pero también su gusto por el rosa, vistiendo usualmente suéteres y camisas de ese color, además de llevar un lazo rosa en la cola de caballo que reemplazó su peinado de trenzas desde que cumplió 11 años; para Helga, usar el color más aniñado era la manera de recordarle a la gente que, pese a ser la chica menos femenina del lugar, y orgullosa de ello, seguía siendo una chica.
Helga entró a la cocina y encontró a su madre durmiendo en la mesa. La adolescente suspiró y empezó a buscar algo para comer; no se sorprendió mucho al darse cuenta de que Miriam olvidó comprar la despensa, lo que significaba que Bob, quién de momento estaba en su recámara revisando el atuendo de Rey de Los Localizadores, tendría que comer su desayuno en el trabajo, y Helga tendría una manzana ahora y le agradecería a cualquier deidad a cargo por tener suficiente dinero para comprar su almuerzo en la cafetería de la escuela. Irónicamente, el único que tendría desayuno esa mañana sería el habitante no-humano de la casa, y sólo porque Helga siempre recordaba comprar su alimento con el Señor Green; la rubia sacó algo de carne cruda del refrigerador, lo calentó un poco en el microondas, y fue a la azotea, donde, con la ayuda de su mejor amiga, la chica había construido un buen refugio para su mascota.
"Hey, Zilla, es hora de desayunar." Helga llamó a su lagarto monitor, quién dejó su lugar de reposo para comer las tripas y los cuellos de pollo que su dueña le trajo. "Eres afortunado, pequeño monstruo; yo solamente voy a comer una manzana pero, bueno, yo cuido de ti mejor de lo que Miriam lo hace conmigo… patético, ¿verdad?" Helga río un poco mientras acariciaba al reptil, quien le dio una mirada medio-interesada antes de volver a comer.
Helga nunca pensó que llegaría a encariñarse con el animal, especialmente porque únicamente lo compró por uno de sus episodios de 'medidas desesperadas' para cubrir su más profundo secreto, pero cuando Zilla, cómo finalmente lo nombró, se comió al molesto loro que seguía repitiendo su último monologo de enamorada y casi reveló su amor secreto, la entonces niña de 9 años agarró un gusto inmediato por el reptil. Claro, no era la mascota más linda, pero era 'cool' y a Helga le gustaba su actitud, sin mencionar que esta especie en particular era un mayor depredador de ratas y también tenía gusto por las palomas, dos puntos a favor desde el punto de vista de Helga.
Miriam, como de costumbre, resultó bastante apática sobre la presencia del animal, y la chica consiguió el permiso de Bob para conservarlo cuando le dijo a su padre que podía usar al lagarto en anuncios y comerciales para su negocio, recordándole como algunos vendedores de la televisión usaban animales para promover los productos; al hombre le gustó la idea y usaba al reptil a veces, además de darle dinero a Helga para comprar la comida del animal y material para construir su refugio, donde Zilla vivía la mayor parte del año excepto en invierno, cuando Helga le improvisaba un espacio en su propia habitación para proteger al animal tropical del clima frío. La rubia incluso le permitía a Zilla salir del refugio y moverse libremente por la casa cuando sabía que Bob estaría fuera todo el día y no se molestaría si encontraba al lagarto descansando en su sillón.
Helga dejó su casa unos minutos después, cargando su mochila, y se dirigió a la parada del autobús, encontrando a su mejor amiga en el camino.
"Buenos días, Pheebs."
"Konichiwa, Helga." Phoebe saludó a su amiga mientras caminaban hacia la parada. "¿Estás emocionada por el inicio de un nuevo año escolar?"
"En realidad no, Phoebe; es la misma vieja cosa cada año; compañeros tontos, lecciones aburridas y maestros molestos." Helga gruñó. "Tú debes ser la única persona que conozco que se emociona por esto."
"¿Qué puedo decir? El estimulo intelectual y la interacción social son agradables y parte importante de un saludable desarrollo psicológico y emocional."
"Sí, que lindo… hazme un favor y nunca cambies, Pheebs." A pesar de su tono sarcástico, Helga no pudo evitar sonreír un poco por el comentario de su amiga.
"No cambiando." La pequeña asiática le devolvió la sonrisa.
Ciertamente, al igual que Helga, Phoebe no había cambiado tanto; aún usaba anteojos y un peinado corto, era la chica más bajita de la clase, y, por mucho, la mejor estudiante; el azul aún era su color favorito, evidente por el suéter y la falda larga que llevaba el día de hoy, pero dejo de usar su mini-trenza años atrás, reemplazándola con gorras ocasionales y con pinzas para el cabello; hoy estaba usando un seguro con forma de flor blanca, uno de sus favoritos. Pese a su obvia posición en la escala social de la escuela, Phoebe, a diferencia de la mayoría de los alumnos bien portados, nerds, o simplemente con inteligencia superior al promedio, nunca era objeto de abusos o insultos debido a tres factores; su amistad con Helga, quién era tanto su jefa como su guardaespaldas; su misma imagen, que hacia que todos sus amigos cercanos sintieran el impulso de cuidarla (la mentalidad de 'proteger al más pequeño'); y, finalmente, su padre siendo un maestro de Kendo (esgrima japonés) y que ella era su mejor estudiante; si la chica tenía cualquier palo en las manos, incluso uno de escoba, era como darle un sable de luz a un Jedi.
"De hecho, tienes un buen punto, Phoebe. Al menos en la escuela soy importante; todo el mundo sabe que no debe molestarme o desobedecerme; de lo contrario, mis otros mejores amigos entran en acción." Helga dijo mientras le echaba una mirada a su puño izquierdo.
En realidad, Helga usualmente no tenía que golpear a nadie fuera de algún chico molesto ocasional y el merodeador asmático regular, pero su temperamento y actitud eran más que suficientes para asustar a los que desafiaban su autoridad; añadiendo el hecho de que ella conocía varios movimientos de lucha libre realmente efectivos y que algunos chicos la habían visto comprar un saco de boxeo hace un par de años (algo que aún conservaba en su cuarto para ejercitarse y como terapia casera para el manejo de la ira), el resultado era que casi todos en la escuela, incluso de grados mayores, no se atrevía a ir contra la rubia.
Si, Helga era casi una extraña en su propia casa, pero, en la escuela, era una de las principales figuras de autoridad.
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"Casi llegamos, Princesa."
"Que emoción." La adolescente rubia suspiró y giró sus ojos; normalmente, ella no usaría sarcasmo con su padre, pero este era un caso especial. "Espero que no sea un basurero como todo lo demás en este pueblo."
La chica sacó su espejo de mano y se dio una rápida mirada; ella era bonita, lo sabía y tomaba ventaja de eso cuando fuera posible, pero está vez se sentía tan enojada y malhumorada que el simple placer de admirarse ella misma hizo poco para mejorar su disposición.
"Linda," la chica se volteó a ver a su papá, quien ahora tenia una cara más seria y casi suplicante, "sé que esto es duro para ti, pero… la otra opción era dejarte con tus primos por varios meses, y tu madre y yo no hubiéramos soportado estar separados de ti tanto tiempo."
"Lo sé, Papá, es sólo que… trabajé muy duro en mi vieja escuela para tener una reputación y ahora debo empezar desde cero. Sin mencionar que no conozco a nadie aquí."
"Esta es una solución temporal, sólo hasta que te consigamos lugar en una escuela privada. Además, uno de los inversionistas de tu madre dijo que este sitio es bueno; su hija estudia aquí y lo disfruta."
"Probablemente porque ella tiene amigos aquí," la rubia suspiró. "Nunca creí que diría esto, pero… los extraño; a todos ellos."
"Regresaremos a casa para tu siguiente semestre, te lo prometo; una vez que terminemos nuestro negocio aquí, regresaremos a California." El hombre se frotó los ojos debajo de sus lentes. "Yo también extraño a tu tío y tu abuelo."
La rubia no dijo nada más hasta que su padre se estacionó en frente de la escuela; era el clásico edificio cuadrado, con dos construcciones más pequeñas a los lados (el auditorio y el gimnasio, ella adivinó), nada como la escuela más estilizada a la que solía asistir. Claro, el clima de Hillwood seguramente era más frío que el de California, así que este tipo de edificio probablemente era la mejor opción.
"Ahora, Princesa, recuerda; incluso si es una nueva escuela, los adolescentes son los mismos donde sea. Actúa normalmente y encajarás bien." La rubia miró la cara sonriente de su padre, haciéndola sonreír un poco también.
"Okay, pero no te sorprendas si dejo sin dientes a quien se meta conmigo."
"Pensé que dirías algo así." El hombre río un poco antes de darle a la chica un beso afectuoso en la frente. "No te metas en problemas, ¿okay?"
La chica asintió y bajó del auto; su cabello le llegaba al hombro, y llevaba varios brazaletes, jeans azules, sandalias y aretes rojos, y una camisa naranja. Después de caminar algunos pasos, un chico pelirrojo, pecoso, con una nariz muy larga, de estatura considerablemente menor a la de ella, se distrajo con el aspecto de la rubia, olvidando el asta-bandera enfrente de él.
WHACK!
"Estoy bien…" el chico gruño mientras se frotaba la frente, la rubia riéndose de la escena.
"Eso trae recuerdos." La chica suspiró y sonrió ampliamente. "Papá tiene razón; esta es sólo otra escuela, y puedo manejar a estos perdedores. Si voy a estar atascada en este basurero, al menos seré la Reina del Basurero."
Los pensamientos de la chica fueron interrumpidos por el choque contra otra rubia, un poco más alta, quién justo estaba bajando de su autobús.
"¡Hey, fíjate, chica! ¿Todo ese maquillaje te arruinó la vista?" Helga le gruño a la recién llegada, quién no se intimidó y respondió de manera similar.
"¡No, y tú también deberías fijarte, Chica Flamingo!"
"Flamingo… oh, te voy a…"
"Helga, por favor, no empieces; no quieres que te castiguen antes de que siquiera inicies el primer día, ¿cierto?" Phoebe detuvo a su amiga, quién bajó su puño pero siguió viendo con ira a la otra rubia.
"Mejor hazle un altar a mi amiga, Tonta, porque acaba de salvar tu pobre trasero de un destino peor que la muerte." Helga picó con su dedo el pecho de la otra chica, la cual le devolvió la mirada furiosa.
"¿Cuál; usar ropa que parece el vómito del Dinosaurio Barney?"
"Sigue hablando así y no llegarás viva al almuerzo." Helga le echó una última mirada a la recién llegada y se alejó con Phoebe (quién le ofreció una mirada de disculpa a la chica) a su lado, la chica Pataki abriéndose paso entre la gente que se había juntado para ver la pequeña discusión; nadie en su sano juicio discutía con Helga.
"Tú eres nueva por aquí, ¿verdad?" La rubia se volteó para ver a un muchacho Afro-Americano, más alto que ella por una cabeza, con un peinado corto a la afro, camisa roja de basketball y jeans azules ("Deportista típico", la chica pensó), con un chico rubio ligeramente más bajo cerca de él; este llevaba suéter azul, tenía cabello revuelto de longitud media, y, lo que asombró más a la rubia, su cabeza tenía forma de balón de football americano.
"¡Sí este chico no nació por cesárea, su madre merece una medalla!" La rubia pensó antes de responder. "Si, ¿por qué lo dices? ¿No están acostumbrados a chicas tan lindas por aquí?"
"Más bien, no estamos acostumbrados a que alguien le responda a Helga Pataki; todos en la escuela saben que no deben insultarla a menos que no le tengas cariño a tus brazos." El deportista respondió con una sonrisa burlona mientras que el rubio giró los ojos.
"Gerald, no empieces con eso; Helga no es tan mala."
"Lo disimula muy bien." Gerald dijo entre dientes mientras que Arnold le ofreció la mano a la chica.
"Disculpa el recibimiento; Helga puede ser temperamental a veces. Bienvenida a la escuela; mi amigo es Gerald, y yo soy Arnold."
La chica se encogió de hombros y aceptó el saludo; aunque los chicos no parecían del tipo super-popular, tampoco se veían como perdedores, así que eran aceptables para ella.
"Angelica Pickles; no te burles del apellido y yo no diré nada de la cabeza."
