Antes de escribir Hospital República comencé con este proyecto jeje quise mezclar a mis parejas favoritas en esta historia. Espero y les agrade, saludos a todos y besitos sanadores


Introducción y capitulo 1

El despertar

El universo nunca se equivoca, por vidas las sacerdotisas del sol y de la luna han reencarnado y librado al mundo de Yamata no Orochi, aquella bestia con sed de sangre que quiere sufrimiento, y no solo del mundo entero sino de aquellas dos chicas con su destino condenado para siempre. ¿Quién iba a decir que en esta nueva era Yamata no Orochi se volviera más fuerte y emergiera de un lugar diferente, del mundo espiritual? Aquel lugar que es paz y tranquilidad fue llenado por segunda vez por un espíritu obscuro y lleno de odio hacia la humanidad, el mundo corría un gran peligro, pronto comenzaría la era del Orochi y las reencarnaciones de las sacerdotisas se harían presentes.

Al igual que las sacerdotisas existe otra persona que logra el equilibro entre los dos mundos, el Avatar, aquella persona capaz de controlar los cuatro elementos y encargada de salvar a la humanidad, tenía que reencarnar en esta nueva era, sus reencarnaciones pasadas fueron testigos de la bestia que crecía en el mundo espiritual, era hora de que el nuevo avatar naciera y terminara de una vez por todas con el mal de este mundo.

En la tribu agua del sur nacía aquél humano capaz de restablecer la paz en el mundo: el Avatar, aquel ser de luz, maestro de los cuatro elementos, el loto blanco aquella sociedad secreta encargada de proteger a cada nuevo avatar jamás se imaginó ver a una pequeña de tez morena y ojos azules nacida en la tribu agua del sur, de escasos cuatro años realizar, tierra, agua y fuego control a esa edad, la pequeña tenía su destino marcado, tenía que dejar a su familia e ir con el loto blanco a dominar los cuatro elementos.

Lejos de ahí la reencarnación de las sacerdotisas también se hizo presente, una chica peli azul con unos hermosos ojos azules como el zafiro se encontraba frente al piano tocando una pieza que para su edad era muy avanzada, refinada y con un apellido lleno de responsabilidades, había reencarnado la sacerdotisa de la luna.

En un pueblo llamado Mahoroba una chica de cabellos dorados como el sol y unos ojos de un extraño color amatista se encontraba ansiosa por ver el amanecer, tan inocente y tierna la sacerdotisa del sol.

El avatar korra desde pequeña sabía cuál era su destino, mientras que las sacerdotisas tenían que esperar su despertar, los años pasaban, cada una llevando una vida diferente, creciendo sin saber, que pronto tendrían que unir fuerzas para acabar con la peor amenaza de mundo.

En el tempo de las sacerdotisas del sol y la luna se encontraba meditando Kazuki Ogami, el sacerdote encargado de preparar a las sacerdotisas para la batalla del Orochi. El día era agradable aunque un presentimiento de miedo lo tenía invadido, sabía que la hora se acercaba pero jamás imaginó que la amenaza era mucho aun mayor de lo que pensaba.

Una ráfaga de viento abrió la puerta del templo, dejando pasar a un hombre maduro con una vestimenta anaranjada, Kazuki vio que su miedo se estaba haciendo realidad, ¿Qué hacia un monje del templo del aire en ese lugar? Y peor aún, no era cualquier monje, sino el hijo del ex avatar.

-Tenzin…. Que haces aquí?-

El maestro aire se acercó hacia Kazuki, haciendo una reverencia habló

-Sabes a que he venido. Sé que también lo has sentido-

El monje caminó hacia donde estaba el altar del templo y haciendo una reverencia le dedicó una mirada a aquellos trajes usados por las sacerdotisas.

-Si lo he sentido, pero las sacerdotisas aún no han despertado- el pelinegro camino hacia las katanas utilizadas en el ritual solo cerraba los ojos pensando en la gran responsabilidad que llevarían esas chicas.

-Es necesario que comiencen el entrenamiento lo antes posible, el avatar a reencarnado y se encuentra con el loto blanco entrenando, pronto la llevaré al templo del aire y comenzará el entrenamiento de aire control, el avatar podrá vencer al Orochi, pero se necesita a las sacerdotisas para sellarlo-

Kazuki sólo suspiro. Sabía que el enemigo se había hecho fuerte, no era una casualidad que el avatar y las sacerdotisas hubieran reencarnado en la misma vida.

-Necesito unos días Tenzin, tengo que hablar con las sacerdotisas, será difícil que crean todo esto sin su despertar-

-Tiempo es lo que menos tenemos, en tres semanas llega el avatar al templo del aire a comenzar su entrenamiento, sería conveniente reunir a las únicas personas capaces de salvar a la humanidad-

El maestro aire camino hacia la salida observando todo a su alrededor.

-El entrenamiento será en el templo del aire, en un mes vendrá un barco por ustedes para llevarlos a Ciudad República. Conoces la responsabilidad de nosotros como guías, no tenemos mucho tiempo-

Diciendo eso salió volando hacia el horizonte, Kazuki sólo veía cómo el maestro aire se alejaba mientras pensaba en que todo cambiaria muy pronto.

En un instituto de Mahoroba una chica rubia se encontraba distraída observando a las aves, pensando en que se sentiría volar, su pensamiento se esfumó cuando escuchó aquella voz, observó cómo aquella chica de ojos zafiros caminaba hablando con un profesor por su gran desempeño en la escuela. Sus miradas chocaron por un segundo y un sentimiento de alegría y tristeza surgió de Himeko, siempre era así, cada vez que veía a Chikane Himemiya sucedía eso, eran compañeras de clases y amigas desde que Chikane llegó de una escuela del extranjero, Himeko sólo alzó su mano en forma de saludo, cosa que la ojiazul respondió con una sonrisa.

Al terminar las clases Kazuki se encontraba afuera del instituto. Pensó que sería difícil encontrarlas pero a verlas de inmediato supo que eran ellas, tan jóvenes y bellas con un destino triste, después del instituto Chikane y Himeko se reunían para hacer tareas y estudiar un poco, la ojiazul al ver a Kazuki sintió una punzada en su corazón.

-Chikane estas bien?- preguntaba la rubia preocupada al ver que la expresión sonriente de Chikane cambió a una de dolor

-si estoy bien Himeko, no te preocupes-

Kazuki se acercó a ellas presentándose como el sacerdote del templo y el hermano de Souma, Himeko lo saludo amigablemente. La rubia tenía unas semanas saliendo con ese chico, cosa que siempre hacia sentir triste a la ojiazul, Chikane sabía que algo andaba mal al verlo; el sacerdote del templo pidió que lo siguieran, al entrar al templo un miedo inmenso se acomodó en Chikane, al ver esos trajes vino a su mente esa pesadilla que siempre tenía, ella y Himeko con esos trajes derrotando a una bestia, por su parte Himeko solo sentía un ardor extraño en su pecho.

Llevó tres semanas convencer y mostrar toda la historia de las sacerdotisas sin mencionar el trágico final al que estaban condenadas.

Las dos chicas aceptaron realizar ese viaje, Chikane aceptó sólo para proteger a aquella rubia que le robaba todos los suspiros desde el día que la conoció en ese jardín de rosas.

El día de zarpar llego, Souma era amigo de la infancia de Himeko y hermano de Kazuki, a pesar de que Chikane y Himeko eran unidas, el chico tenia sentimientos hacia Himeko al igual que Himeko hacia él, era algo que siempre entristecía a Chikane.

La rubia emocionada veía todo a su alrededor.

-¿No es emocionante Chikane?-

La ojiazul se encontraba sumergida en sus pensamientos, observando siempre a la lejanía como le robaban a la chica que hacía que su corazón se acelerara y se detuviera.

-¡si es emocionante!- comentaba el chico pelinegro abrazando a aquella rubia

La ojiazul solo dio una sonrisa falsa y excusándose con algo prefirió ir a su camarote.

Lejos de ahí el avatar se encontraba entrenando el aire control sin llegar a un buen resultado.

-¡Concéntrate Korra!- Gritaba Tenzin desde el aire. -te atacare una vez más, quiero que esquives mi ataque-

Lanzo un ataque de aire directo hacia las piernas del avatar haciéndola volar por los aires

-Suficiente por hoy Korra-

Tenzin camino hacia ella dándole una toalla para el sudor.

-Necesito descansar Tenzin-

La chica se sentó en el suelo sintiendo como el aire jugaba con su cabello

-Sabes que el mal no descansa Korra, necesito que te concentres, existe una gran amenaza en el mundo y tú como el avatar tienes que luchar-

La morena sólo se puso de pie caminando hacia su fiel amiga Naga. Su perro oso polar movía su cola de un lado hacia otro –hoy vamos a salir Naga-

La noche se acercaba e iría a visitar a sus dos amigo Mako y Bolin. Se habían conocido en una situación muy graciosa. Pabu el hurón de Bolin había molestado a Naga y ésta lo correteó hasta que los tres chicos chocaron. Mako era apuesto, un maestro fuego de cabello negro y ojos marrón y con una personalidad gruñona. Korra solo sabía que la chica con la que Mako estaba saliendo se llamaba Asami, aun no la conocía en persona, pero Mako hablaba mucho de ella, esa noche Asami se encontraba en casa de Bolin y Mako, la puerta sonó y el pequeño maestro tierra de ojos verdes salió gritando

-¡Yo voy!-

Al abrir la puerta se llevó una gran sorpresa

-¡Korra!- el chico abrazo a su amiga, Mako y Asami se encontraban en la cocina, Asami sabía que el avatar era amiga de ellos pero no la conocía en persona, Mako y Asami salieron de la cocina topándose con los dos chicos.

-Asami ella es el avatar Korra-

La morena se quedó boquiabierta el ver la belleza de aquella chica. Su cabello negro ondulado y esa sonrisa hermosa que tenía en ese instante, unos hermosos ojos verde esmeralda que la observaban con detenimiento hicieron que sus neuronas fallaran por un momento, unas voces a lo lejos la sacaron de ese estado en el que entro.

-¡Vamos Korra sal del estado avatar!- gritaba Bolin

Korra regreso en si extendiendo su mano para saludar a aquella mujer

-un gusto Asami –

-el gusto es mío avatar Korra-

La morena se sonrojó, estaba acostumbrada a que le dijeran avatar pero al escucharlo de los labios de esa chica la hizo sonrojar.

Mako observó extrañado la escena, llevaban como dos minutos dándose la mano, pero después pensó que quizás así se saludaban las chicas, el maestro tierra interrumpió aquel contacto poniéndose en medio de las dos

-¿Sabías que ella invento el Sato-móvil?-

Korra aún no sabía mucho de la ciudad pero lo que se había escuchado que el apellido Sato era algo relacionado con industrias futuro.

-vamos bolín, yo no lo invente. Lo invento mi padre- Asami se sonrojo ante el comentario del chico

-Wao señorita Sato, es un placer conocerla-

-Por favor solo dime Asami ¿si Korra?-

El avatar solo sonrió asintiendo con la cabeza, Asami invitó a cenar a todos cosa que Korra agradeció ya que moría de hambre, por otro lado la heredera Sato veía con disimulo a la avatar, a decir verdad estaba emocionada de conocerla, pero también sabía que algo extraño paso en su interior,- quizá sea la espiritualidad del avatar- pensaba la heredera mientras regresaba la atención a su novio.


Cortito pero créanme que apenas comienza.