Bienvenidos.
Esta obra es un Fate/Ali, así que si no es de su agrado les recomiendo que no la lean. Gracias.
Ni Magical Lyrical Nanoha ni sus personajes, frases o canciones me pertenecen.
Le dedico esto a:
-Kida Luna, mi maravillosa amiga y beta, eres súper genial.
-Mayor Mike Power III, porque inspiró esta historia. Un buen amigo.
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"Si mis labios no pueden decirte cuánto te amo, quiero que mi corazón lo repita cuantas veces sea necesario."
"Las pecadoras más felices del mundo"
Por: Sunako-san
Capítulo Uno
¿Cuánto puede crecer el sentimiento de amor de una persona por otra?
¿Acaso el amor es un hechizo, un conjuro o un simple sentimiento humano?
¿Acaso el amor es un sentimiento que te hace contemplar el mejor o peor rostro del ser que te profesa ese mismo calor?
¿Pues, acaso, no te hace concebir todo lo que no creías posible de ser alimentado por otra persona ajena a ti, que con el paso del tiempo movió tus emociones y te hizo enamorarte?
Ahora, sólo sé que mi amor por ella se desborda a cada instante, y que en este mundo solamente existen interferencias entre nosotras.
Sin embargo, he vivido día tras día anhelando tenerte a mi lado y amarte como nadie más podría, pues sigo pensando que, en este mundo, la única que conseguiría amarte más soy yo.
Rayos… siento el enorme latir de mi corazón cuando pienso que estás a escasos minutos de venir a verme.
Mis manos tiemblan, mis labios palidecen, mi pulso se acelera y todo, sólo tú lo puedes causar en mí.
"¡¡Fate!!" -gritaste a toda voz y te lanzaste a mí.
"Ali, me alegra verte hoy, después de seis meses -te atrapé entre mis brazos, cuidando de no dejarte caer-. Me pareció toda una eternidad" -le sonreí sinceramente, era muy feliz a su lado.
"¡Ah, Alicia!" -articuló una persona de cabello chocolate largo, hecho en una coleta, tomada de la mano de otra castaña, pero ésta, de mechones cortos.
"Chicas, quiero presentarles a mi hermana -te alejaste lo suficiente para verme al rostro, tomar mi mano y llevarme a conocer a tus amigas-. Ella es Fate."
"Es un placer" -les ofrecí mi mano libre.
"Ella es Hayate -estrechó mi saludo y me dedicó una sonrisa-, y ella es Nanoha" -primero tomó mi mano y luego me miró sorprendida con una gran sonrisa, también.
"Wow, ¿con qué la famosa hermana de Ali? ¡Eres muy guapa!" -preguntó y afirmó Nanoha.
Aquello me hizo reír nerviosamente, no esperaba inspirar confianza tan rápido, a diferencia de mi hermana Alicia.
"Sí, soy su hermana y como pueden ver, somos gemelas."
"Ali nos dijo que tiene una hermana, pero nunca nos mencionó que eran gemelas."
"Sí, verás Hayate, nunca se los dije porque quería que ustedes mismas la conocieran."
"Ah… ¿Famosa hermana de Ali?" –cuestioné divertida.
"Sí, a ella le gusta hablar mucho de ti. Te hace bastantes halagos" -respondió Nanoha.
"Ya veo…" -susurré ruborizándome.
"¿Estás bien? Has quedado roja" -se alteró Nanoha.
Alicia tan sólo se sonrojó junto a mí.
"Bueno, se hace tarde, debo llevar a mi novia a su casa antes que Ali la empuje mañana del segundo piso" -Hayate tomó la mano de Nanoha, impidiendo que ésta articulara algo.
Fui feliz por un instante.
Alicia siempre hablaba de mí.
Por lo menos pensaba en mí en algún momento del día.
Estaba muy contenta…
"Te extrañé mucho, Fate… -entrelazó mi mano con la suya-. Para ser sinceras, demasiado, e igual sentí que los seis meses fueron una eternidad."
Cada seis meses, Alicia y yo tenemos la oportunidad de vernos y compartir un tiempo juntas.
Yo vivo del lado sur de la ciudad, y ella del lado norte de Midchilda.
Cuando nuestros padres se separaron, estuve 8 años en Italia, hasta que mi padre se enfermó y murió.
Entonces viajé para asentarme lo más cerca de mi hermana, pero mi madre, Precia, era consciente de la muerte de mi padre, por lo cual aceptó que me mudase al otro lado de la ciudad, mas no cerca de Alicia.
Nos vemos cada seis meses porque es el periodo de tiempo que tenemos entre las clases, es decir, nos vemos entre vacaciones del curso escolar.
"Ali…" -sujeté el agarre de su mano.
Las personas que pasaban junto a nosotras, nos miraban extrañadas.
Ello me hacía sentir incómoda.
Ya sea que nos observasen porque no era frecuente ver a gemelas, o porque ellos sabían que éramos más que hermanas.
Más que hermanas...
Me estremecí.
"No tienen por qué juzgarnos -apoyó mi indecisión con un apretón de manos mucho mayor-, si somos esto" -mantenía la mirada firme, sin bajarla.
"Lo sé" -apenas logré susurrarle.
Ambas sabíamos que estábamos mal.
Ambas estábamos conscientes de nuestros sentimientos.
Alicia me ama y yo la amo más de lo que mi corazón puede llegar a demostrar. La amo con una capacidad más que humana.
"Fate, quiero un café, ¿vamos por uno?" -me jalaba de la mano para llevarme.
Me encantaba que se comportase así. Podía gritarle al mundo que ella me gustaba, sin temor, porque mis sentimientos por ella eran sinceros.
"Sí quiero, ¿acaso tú no fuiste la que me has arrastrado hasta este café?" -me hice la falsa indignada que se encontraba sentada frente a ella, ignorándola.
"Vamos, Fate, ¡no seas así!" -hacía pucheros mientras aporreaba sus manos contra la mesa.
Nos contemplamos por un momento, ambas reímos.
Pasamos la mayor parte sentadas con unos 3 vasos de café, contándonos lo que el tiempo nos brindó en la ausencia de una y de la otra.
El atardecer nos acechó y ambas sabíamos que era hora de separarnos y vernos dentro de otros seis meses.
"Fate… no quiero ir sola a casa" -bajó la mirada, al tiempo que su dedo índice delineaba la orilla del vaso.
"Yo igual deseo lo mismo -estiré mi mano para acariciar la suya-, es horrible entrar todos los días a mi hogar y saludar diciendo ´Estoy en casa´, sabiendo que nadie me dirá ´Bienvenida´…" -mis ojos temblaban y palidecían de dolor.
"Entiendo. Me gustaría llegar a casa a tu lado o, mucho mejor, llegar a casa y que fueras tú la que me dijera ´Bienvenida´. Sería muy feliz" -aquella maravilla borgoña se cubrió de tristeza, perdiendo la mirada en la oscura bebida.
Ambas sufríamos en la ausencia de la otra.
Se dice que las gemelas son muy unidas. Yo conocía aquella expresión, pues cuando ella se sentía mal, yo podía sentirlo también.
Dos cuerpos, un alma.
Un alma que fue separada para habitar dos cuerpos.
"Deja te acompaño a casa" -me levanté de la mesa depositando el dinero de la cuenta en ésta. Ella se puso de pie, con ánimos, y entrelazó nuestros brazos.
Así nos marchamos de aquel café que quedaría guardado entre mis recuerdos, como aquellos lugares, que nos habían brindado una unión.
Pasamos por el parque que quedaba cerca de su casa.
Alicia corrió por el centro del mismo, asustando a las palomas, ofreciéndole a mis ojos una bella escena.
Qué hermosa era. Debajo de las blancas plumas de las palomas, llegaba a aparentar que era un ángel dedicándome su mano para salvar esta pobre alma en pena.
Verla así, me hizo correr hacia ella y abrazarla de la cintura para pegarla a mi cuerpo y así, depositarle un dulce beso en la mejilla.
"Fate es muy linda cuando se pone romántica y melosa" -se giró para apoyar su rostro sobre el mío.
Mi mirada se topó con la suya, aquellas pupilas borgoñas hacían que me perdiera en ellas.
Sus ojos eran la representación del calor que lograba emanar el sol, tan profundos y cálidos.
Entré en trance.
Con ella mi tiempo se detenía, lo único que podía hacer era verla y soñar con algún día tenerla.
Algo que nunca pasaría.
Y si así era, solamente sería en mis sueños más perversos.
Si el tiempo pasó ambas éramos inconscientes de su transcurrir, tan sólo nos importaba aquel pequeño momento juntas, un momento en el cual nadie nos encontraría y podíamos amarnos en secreto sin que ni ella ni yo saliéramos lastimadas.
Cuando ambas estábamos juntas, sufríamos de amnesia, pues olvidábamos todo lo ajeno a nosotras.
"Fate…" -se giró completamente y me abrazó muy feliz.
"Ali…" -le correspondí.
De nuevo, solamente nosotras existíamos en un mundo desconocido para los demás.
Nuestro único acompañante, el velo oculto de nuestro amor.
Entonces, nos dejamos llevar por el momento.
Y así fue, nuestros labios se unieron, como siempre habían deseado.
Nos separamos después para tomar aire. Nuestro beso había durado más de lo que había podido imaginar, cuánto anhele probar aquellos labios prohibidos para mí.
Alicia me miró traviesa, con una sonrisa pícara.
"Fate-chan… lo siento, pero no me voy a arrepentir de mis sentimientos -ambas nos contemplamos mientras ella se acercaba cada vez más a mi rostro con el susurrar de sus palabras-. Yo…te amo, Fate" -para sellar aquella declaración con otro beso.
Como me volvía loca Alicia.
La amo tanto, la deseo tanto… sin embargo, lo nuestro no se podía. Éramos hermanas, y entre tal parentesco familiar, algo así no se podía.
Simplemente, no se podía.
Era un incesto.
"Alicia -nuestros labios se separaron, dejando entre ellos una corta distancia, la suficiente para sentir su aliento en mi cara-, yo no me arrepiento de mis sentimientos y mucho menos de los tuyos, al contrario, soy muy dichosa de que sean correspondidos -tomé entre mis manos un travieso mechón de su frente y lo enredé entre mis dedos. Era tan sedoso-. Alicia… yo igual te amo" -la besé.
"Fate, soy muy feliz" -juntó su frente con la mía.
"Yo igual Ali, soy muy dichosa de estar aquí contigo" -la abracé.
"Me gustaría que esto no acabara. Repite que me amas, Fate, para tener la fuerza de esperar otros seis meses" -me musitó al oído.
"¿Qué te puedo decir que no sepas? Podría enumerar tus virtudes y no acabaría a tiempo, podría relatar mis añoranzas, pero no te añoro si existes; podría incluso morir de amor, pero muerta aún seguiría amándote" -le murmuré igualmente al oído, para hacerla estremecer.
Ambas seguimos con el rumbo.
Llegar a su casa.
"Gracias por todo lo que me has hecho vivir hoy" -se acercó para tocar con sus dedos mi boca.
"No hay nada que compensar Ali, yo soy la que debería estar agradecida contigo" -lo deseaba una y otra vez, perderme en ella.
Me acerqué para besarla…
"¡Ni siquiera lo pienses, bastarda!" -gritó mientras me arrojaba contra la pared.
"¡¡Mamá, para!!" -gritó Alicia.
Mi cuerpo tardó en reaccionar ante el golpe. Me había dado directo en la cabeza, lo cual me había aturdido.
"Ahora entra, Alicia. Debes estar hambrienta" -me miraba como si fuera el peor ser del mundo.
Y tenía razón… lo era.
"Mamá… mi hermana me trajo a casa" -ella la tomaba de los hombros, la mirada de Okaa-san clavada en mí no era buena.
Así que se giró de pronto y empujó a mi gemela a la puerta de la casa que estaba cerrada.
"¡Entra ahora, Alicia!" -le gritó, abriéndola y metiéndola con fuerza.
"Madre, es Fate, ¡tu hija!" –ella no dejaba de repetírselo.
"¡No lo es!" -mi cuerpo tembló, pero ya hace más de 8 años que yo había dejado de serlo.
Mis ojos dejaron de reflejarlas.
Habían entrado a la casa, dejándome afuera, como un perro abandonado.
Mi cuerpo quería levantarse e ir por ella, pero mi mente me decía que lo mejor era dejarlo así; porque si hacía algo, después me arrepentiría de haberlo hecho.
A pesar de ello, tienes razón, madre.
Pon una barrera helada entre nosotras. Protégela de mis asquerosas manos.
Y por favor, Dios, destruye esta hambre oscura…
Protege a ese ángel inmaculado.
"Sólo
aléjala de mí por siempre" -deslicé mis manos por la puerta,
dando mi último susurro de esperanza.
Empecé a caminar sin mucho ánimo.
Otro tiempo eterno de espera para verla un pequeño instante.
"¡Fate!" -gritó detrás de mí.
Seguido del grito de mi madre por ella.
"¡Fate, no te vayas por favor, te necesito para vivir!" -me abrazó con un dolor descomunal.
Si con la mano o el pie ofendes, córtatelos y aléjalos de ti.
Y si con los ojos lo ofendiste, sácatelos y aléjalos de ti
Es mejor entrar a la vida con un ojo, que ser condenado…
…al fuego del infierno…
"Ni lo pienses. Sabes que esto está mal, ambas sabemos que esto lastima a Alicia -caminaba hacia mí con ese tono desquiciado-, ¿acaso quieres lastimarla más de lo que ya lo has hecho?" -mis manos temblaron de miedo por la verdad de sus palabras.
"Madre…"
"Eres justamente igual a tu padre, ¡eres despreciable, quisiera no haberte tenido nunca! Alicia ha sufrido como yo, sabía que esto pasaría -está a unos cuantos pasos de mí, con sus manos en forma de puños. Estaba al tanto de segura que podría venir en cualquier momento y que con su enojo, podría quitarme la vida-. Pero no lo permitiré, no mientras viva."
Alicia estaba estática en su sitio, mirándonos sin hacer nada.
Y me alegraba que fuera así. Que ella no salga dañada, por favor…
"Después del divorcio podemos irnos y cambiarnos los nombres, aunque no puedo cambiar sus lazos, puedes sacarte toda la sangre y ponerte la de alguien más -me tomó del cuello de la blusa y me zamarreó-. ¡Y nada cambiará, siempre serán hermanas! Crees que yo soy la mala, pero no es así. ¡Fue por ti por lo cual las separé!" -su mano se estrellaba una y tras otra vez en mi rostro.
"Lo sé… y tienes razón" -logré articular.
"¡¡Dile que no la quieres, díselo!!"
La empujé gentilmente para ver directo hacia Alicia.
"Dio justo en el clavo, me estaba poniendo muy caliente y creí que podía tener algo de ti. Digo, ya estabas ahí" -reía con muchas fuerzas, tratando de parecer una persona cínica.
¡Sólo tú, Alicia!
¡Sin ti la vida no tiene sentido!
¡Sólo tú, Alicia!
¡Nadie más me ha interesado!
¡Nadie más, sólo tú, Alicia!
¡Sólo te amo a ti!
Alicia...
"Vamos, no fue más que un besito ¿o creíste que te amaba?" -me acerqué a ella y la miré repulsivamente.
Está tomando todos mis esfuerzos hablarte así
Tengo que ser tan arrogante y sucia como pueda.
Tengo que destruirnos…
"No te amo… y nunca lo haré" -le susurré tomando su mejilla e hincándole odio en el alma.
Romper los lazos que nos unen para que nunca sean reparados.
Destrozar su corazón…
Ella me observó tristemente y corrió a casa.
Se marchó. Y yo ya no volvería a verla.
Dolía demasiado. Me dolía…
Tan difícil de tomar.
Tan fácil de perder.
"Bien…creo que es la mejor acción que haz hecho y harás en tú vida -se rió de mí. Y me quitó mi felicidad-. Va a encontrar otra persona que la ame más de lo que tú lograrías amarla, y será muy feliz."
"Arrg -me giré y si tan sólo mi mirada matara, ella ya no estaría aquí-. Quiero que quede en claro, madre, que lo que acabo de hacer no es por ti, sino por Alicia. Para que ya no sufra más" –me marché con los puños agarrotados en mis manos, destrozándomelas en frustración.
Pero aquel dolor no era nada comparado con el de mi corazón.
Busca hasta los confines del planeta... madre.
Espera durante cien años y nunca encontrarás a alguien que la ame más que yo.
Aquel día me alejé de esa casa.
Y me alejé, también, de mi amor.
Adiós, Alicia…
Continuará…
NOTAS DEL AUTOR:
¡Hola! Es un placer volver a traerles otra de mis ideas locas, espero haya sido de su agrado.
Quejas, comentarios, sugerencias, críticas, opiniones, mejoras; lo que sea, será bienvenido.
Muchas gracias por su atención prestada.
Que tengan una buena semana.
Sunako-san.
