Celos

Summary: Drabble. Lo que las pequeñas cosas pueden ocasionar, ¿cierto, InuYasha? [Reto de cumpleaños para Kim03, del foro ¡Siéntate!] Post-manga.

Disclaimer: Todos los personajes de InuYasha pertenecen única y exclusivamente a Rumiko Takahashi.

Advertencia: Ninguna.

Pairing: InuYasha/Kagome.

Capítulo único

—Wow, es increíble, Miroku-sama.

—Es muy sencillo de hacer, Kagome-sama, solo tiene que doblar esto así…

Gruñó.

¿Qué demonios era lo que tanto hacían? Ni que fuera tan complicado hacer ese tipo de cosas. Claro que él no sabía, pero de saber no le sería complicado.

—Y luego debe sacarlo por aquí…

Gruñó de nuevo.

—Es usted fabuloso, Miroku-sama, ¿Dónde aprendió?—preguntó la miko, entusiasmada.

—Mi querida Sango se encargó de enseñarme luego del nacimiento de mis hijas.—dijo con aire solemne, lo que hizo gruñir de nuevo al hanyô.

—Es increíble, no sabía qué hacerlo fuera tan fácil.—dijo juntando sus manos, entusiasmada.

Miró de reojo a su mujer. Parecía completamente maravillada con lo que ese monje le estaba enseñando.

—Para finalizar, solo debe darle vuelta aquí…

Kagome no despegaba la vista del cesto que el monje Miroku estaba tejiendo. ¡Era fabuloso!

—Es increíble.—repitió.

—Y… ¡listo!—exclamó orgulloso el monje, entregándole el cesto a Kagome.

—Arigato, Miroku-sama. La próxima semana intentaré hacerlo yo misma.

—Un placer, Kagome-sama.—dijo el monje haciendo una pequeña reverencia.

Kagome le sonrió y luego vio como el monje se marchó del lugar.

—Keh, ni que fuera la gran cosa.—masculló InuYasha, que se había mantenido cerca.

—Sí lo es. Miroku-sama es asombroso.

Otro gruñido escapó de su garganta al oírla decir eso. Era su mujer, debía pensar eso solo de él.

—Claro que no, ese monje solo es un bocazas. Cualquiera podría hacer esas malditas cosas.

— ¿Tú puedes?—preguntó alzando una ceja.

— ¡Keh!—masculló y volteó su cara hacia otro lado.

—InuYasha, ¿estás celoso de Miroku-sama?

Auch, había dado en el clavo.

— ¡C-Claro que no, yo no estoy celoso!

—Mentiroso.—musitó Kagome.

— ¡¿Qué cosa?!—reclamó con una venita resaltando en su sien.

—No tienes necesidad de estarlo, Miroku-sama solo me enseñó como hacer un cesto.—dijo levantando ligeramente el cesto que mantenía en sus manos.

—Keh, pues tú parecías muy fascinada con él.—dijo de brazos cruzados.

Kagome suspiró.

—Solo fueron un par de halagos, InuYasha.

—No parecía así.

—No quiero que pienses así de nadie que no sea yo, ¡tú eres mía!—exclamó.

Ella lo miró de reojo.

—Que agotador es esto.—dejó ir en un suspiro comenzando a caminar en dirección a su cabaña.

— ¡Oye, vuelve aquí!

—Siéntate.

Fin