SANGRE
Por Cris Snape
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia ha sido escrita para el desafío "Lista de emociones" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Me ha costado un poco decidir qué quería hacer con esta serie de viñetas y ayer, curioseando por el post de "Sugerencias para futuros retos" me encontré con una proposición que yo misma hice algún tiempo atrás y me apetece escribir sobre cinco personajes con cinco estados de sangre diferente. Por una vez no me voy a imponer un límite de palabras, así que dejaré que mis dedos escriban solos. Espero que os guste. Y perdonad por la originalidad del título.
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Sangre pura
Merope Gaunt y el amor
Merope Gaunt es una bruja. Su familia cuenta con varios siglos de antigüedad mágica y su padre no se cansa de decir que descienden del mismísimo Salazar Slytherin. Aunque malviven en una casucha vieja y descuidada y tanto su progenitor como su hermano distan mucho de ser magos dignos, ambos se sienten muy orgullosos de sus orígenes. Merope tal vez debería estarlo también, pero el miedo que atenaza constantemente su cuerpo no le permite pensar con claridad. Lo único que desea es mantener la casa ordenada y hacerse muy pequeña para que nadie se percate de su presencia.
Su padre y su hermano nunca pierden la oportunidad de gritarle que es una squib inútil. En muchas ocasiones, Merope ha deseado ser capaz de gritarles que ella tiene tanta magia como ellos porque la siente dentro de su cuerpo, pero bien es cierto que casi nunca puede acceder a ella. La joven bruja no tiene modo de saberlo, pero es ese pánico constante el que mantiene su poder adormilado y latente en su interior.
Merope sueña muchas veces con escapar. Odia vivir en esa casa y, ante todo, odia a los dos varones de la familia Gaunt. A su padre porque le grita y le pega. A su hermano porque a veces hace algo más que eso. Incluso hay momentos en los que se odia a sí misma. Porque es una mujer insignificante, fea y cobarde, incapaz de luchar por sus intereses ni de quererse como su madre la quiso en el pasado. Su madre, la única persona que le demostró amor alguna vez y a la que tanto echa de menos.
Son esas fantasías las que la llevan a alejarse de su casa esa mañana. No ha cogido sus ropas ni se ha preparado para la huida pero se pregunta qué pasaría si, en lugar de regresar, se dirigiera a la población muggle que está a unos kilómetros más allá. Sabe que sus habitantes piensan que los Gaunt están locos de atar y, aunque no van muy desencaminados, tal vez se apiaden de ella y la ayuden a escapar de las garras de sus familiares.
Merope suelta una risita. Obviamente, está pensando tonterías. Ningún muggle podrá ayudarla nunca porque, aunque quisieran, ellos no lo permitirán. De pronto se siente muy cansada y se sienta sobre una piedra. Hace algo de frío, pero apenas lo percibe. Piensa que lo único que podría hacerla libre en ese momento sería la muerte y se siente seducida por la idea. Morir significaría cruzar el velo, ir al más allá y reunirse con su madre en un lugar en el que nadie podría dañarla jamás.
Justo cuando se pregunta si merece la pena esperar a que el final llegue por su cuenta, escucha el relincho de un caballo y se pone en pie. Recuerda un viejo libro de criaturas mágicas que su madre solía guardar en la alacena de la cocina. Estaba repleto de imágenes de animales fantásticos y, por supuesto, caballos alados. Y, si bien es cierto que aquella especie en concreto es del todo muggle y no posee ala alguna, Merope siente que bien podría llevarla volando al paraíso. Siempre y cuando el jinete la acompañara en su viaje.
Es el hombre más apuesto que Merope Gaunt ha visto jamás. Tiene el pelo oscuro, la nariz recta y alargada y un porte elegante y distinguido. La joven bruja, que apenas ha tenido ocasión de relacionarse con hombres, se siente hechizada por la poderosa magia del amor. Las entrañas le dicen que es el hombre de su vida y fantasea con un futuro en común. No obstante, existen ciertos inconvenientes.
Para empezar, ese muchacho es un muggle. Su familia jamás permitiría que ella se relacionara con él. Y no está solo en su paseo. Le acompaña una mujer muy hermosa y Merope sabe que no tiene nada que hacer contra tanta belleza. Su sentido común le repite una y otra vez que lo que siente no es amor, que no es más que un encaprichamiento tonto y que lo que tiene que hacer es olvidarse de él, pero la Merope que ansía ser querida no escucha. Se dice que es una bruja y que existen formas de ganarle la partida a las chicas muggles y, tras observar durante un rato más al hombre, regresa a casa.
No dejará que ni su padre ni su hermano se den cuenta de lo que está sintiendo. Esconderá esas emociones y cada día irá a ver al objeto de sus deseos. Dejará que el tiempo pase y, más tarde o más temprano, hallará la forma de retener al muchacho a su lado. Y lo hará por amor.
Primera viñeta. Poco a poco iré subiendo las siguientes hasta alcanzar las cinco correspondientes al desafío. Para hacer comentarios, ya sabéis lo que hay que hacer. Besetes y hasta la próxima.
