Cap. 1

Ser un dios no le impedía que la nieve gélida le helara los pies. Al fin y al cabo fue su culpa por encapricharse en llevar sandalias todo y estar en pleno mes de octubre. Él prefería abril o mayo, o agosto, meses donde hubiera flores brotando o, como mínimo, tocara el sol para calentarte el cuerpo.

Sin embargo, eso no quería decir que detestara el frío, también le gustaba, a su manera. La paz que rodeaba al mundo en esa época era para ser tomada en cuenta, además, el paisaje mostraba quilómetros y quilómetros de tierras cubiertas con nieve. Y le encantaba la nieve. Suave y etérea, pero a la vez capaz de crear grandes tormentas. Pura y deseable. Tan, tan virgen, tan intocable…

…que era imposible no compararla con ella. Sus pensamientos se mezclaban tanto que ya no sabia si estaba pensando en una o en la otra. Miró hacia arriba y se fijo en la luna. Clara y brillante, tentándolo a acercársele.

No podía estar lejos, faltaba poco para llegar. Y así como lo pensó, así fue, porque al volver la vista al frente divisó una columna de huma indicándole que su campamento no podía estar a más de cien metros. Tendría que helarse los pies un poco más para llegar a ella.


- ¿Qué haces aquí?- su voz sonaba cansada, seguramente acostumbrada a este tipo de situaciones.

- ¿Es que acaso necesito algún motivo para ir a visitar a mi hermana favorita?

El campamento se veía un lugar agradable. Había un gran número de doncellas yendo de aquí para allá, preparando lo que parecía la cena o simplemente conversando entre ellas. Se podía distinguir la silueta de las que estaban metidas en sus tiendas (todas de un bello color plateado) jugando a las cartas a la luz de una eterna vela.

- No. No lo necesitas, pero ya sabes que no te quiero cerca cuando estoy con mis cazadoras- le señaló con la mirada todas las doncellas curiosas que en ese mismo instante les estaban mirando. Más a él que a ella. – Elia, te dejo al mando- una chica alta y robusta afirmó con la cabeza. –Vamos –dijo dirigiéndose a él- Descubramos porque has venido a visitar a tu "hermana favorita".

Dicho esto lo agarró levemente del codo y lo guió por una senda estrecha entre medio de los altos pinos. Apolo se giró por última vez para ver el campamento de tiendas argentadas y ninfas bailando al rededor del fuego.

Tras un minuto de ligera caminata y silencio pesado se pararon en un pequeño claro con un riachuelo adornándolo en el centro. Sin tantos árboles de por medio se podía ver claramente la luna alzándose imponente en el cielo y iluminándolo todo con su luz. Esa luz reflejada en su piel solo la hacia ver más heterogénea y bella, más inalcanzable.

- Apolo- empezó ella- ya sabes que no me gusta que me vengas a visitar cuando estoy con mis cazadoras.

- ¿En serio?- le contestó con fingida sorpresa- Ya sabes que no es mi culpa que se me queden mirando con esos ojos de deseo. En realidad es normal teniendo en cuenta lo guapo que soy y el hecho que las pobres estén condenadas a ser vírgenes para siem…

Apolo no acabó su oración al ver la mirada afilada como cuchillas que le dirigía su gemela.

- Tu solo deja a mis cazadoras en paz y nadie tendrá problemas- fue su casta respuesta.

El dios del sol decidió zanjar el tema. Ya lo hablarían más adelante y, al fin y al cabo, no había venido hasta aquí para discutir con ella.

Pasaron unos largos segundos en silencio de nuevo hasta que Artemis decidió volver a hablar:

- ¿Cuál es la razón que te trae hasta aquí? Y por favor, no me digas que para verme, porque eso ya lo podemos hacer en el Olimpo en cualquier momento.

A Apolo se le escapó una inaudible risa juguetona de sus labios. La cazadora alzó una ceja en señal de desconcierto.

- ¿Y ahora porque te ríes? ¿Acaso te estás burlando de mi?- Esta vez la risa de Apolo se oyó claramente a través del la calma del bosque.

- Jajaja no hermana, a veces puede ser tentador, pero me controlo- Artemis rodó los ojos con el doble sentido de la frase- Simplemente encuentro gracioso que siempre desconfíes de mí. Como si estuviera tramando algo.

- Es que tu siempre estás tramando algo. Te conozco desde hace eones y ya conozco tus infantiles jugarretas.

El rubio enarcó una ceja.

- ¿Acaso piensas que te voy a gastar alguna jugarreta?

- No lo sé… Ni me importa. Solo dime porque has venido hasta aquí-. Vaya, su respuesta había sido clara.

- Bueno sí, a lo que venía. La verdad no es solo porque tenía ganas de verte- la diosa afirmó con la cabeza en señal de hacer ver que ya lo sabía. – Verás, en la amplia lista de fiestas mortales, hay una nueva (bueno, nueva nueva relativamente) que se celebra a finales de este mes, el 31…

Artemis lo cortó rápidamente.

- Mira Apolo, lo siento, pero si tus intenciones son que vaya a una fiesta…

- Artemis, ¡por favor! ¡Si aun no has escuchado lo que iba a decirte!

-Puedo imaginarme perfectamente lo que ibas a decirme, y mi respuesta sigue siendo no. Ya sabes que detesto las fiestas.

- Por favor hermana- uso sus infalibles ojos de cachorrito- solo escucha lo que venía a decirte y lo que te propongo.

Al oír eso, Artemis, pareció más interesada en la conversación, pero tampoco mucho. Apolo, contento por haber catado su atención y tomándose el silencio como un "continua", retomo su plática :

- Como te decía (antes de que me interrumpieras), los mortales han inventado una nueva celebración para dedicar un día a todos sus seres queridos muertos y rendir homenaje a los monstruos fantásticos. Te digo yo que muy fantásticos no son… pero como lo ves. Hacen denominar a esta celebración "Halloween" y los humanos aprovechan entonces para disfrazarse de cosas que den miedo y montar grandes fiestas, aunque en el caso de los niños estos van a pedir caramelos.

Artemis, que no lo había interrumpido su monólogo en todo el rato, se empezó a exasperar por tanta palabrería.

-¿Y?- Dijo al fin.

- Pues verás- la emoción en los ojos del joven era palpable- Dionisio y yo hemos pensado que podríamos celebrar algo parecido en el Olimpo. A decir verdad, propusimos la idea y a todo el mundo le encantó. Porque dime, ¿a quién no le gusta una gran fiesta de disfraces?

Era una pregunta retórica, pero la doncella tenía unas ganas inmensas de contestar "A MÍ".

- Así que, en visto de que todas (o la gran parte) de las deidades estaban de acuerdo, se va a montar una fiesta de "Halloween" en el Olimpo el 31 de octubre. Todo el mundo está invitado, evidentemente exceptuando a los monstruos y a algunos titanes.

Muchos dioses y diosas se han dispuesto a ayudar: Hestia va a decorar los interiores y Deméter ara que broten los alimentos más sabrosos. ¡Hasta Hades y Perséfone van a venir!

-Y supongo que habrás venido hasta aquí para decirme que venga, ¿no?

- Exactamente. Que lista eres hermana.

- Pues tu no mucho. Sabes de sobras lo que te voy a contestar. No. No iré.

El sol pensó que su hermana, todo y sus infinitas cualidades, era una cabezota sin cuidado. Siempre que se le metía algo en la cabeza no había forma humana, incluso a veces inmortal, de sacárselo.

¿Qué quería un ejercito de cazadoras vírgenes? No paró de suplicar a Zeus hasta conseguirlo. ¿Qué quería cazar a la quimera ella sola sin ayuda de nadie? Le costó un brazo y una pierno (que luego le volvieron a crecer) pero al final consiguió vencerla. ¿Qué las pocas veces que había ido a alguna fiesta se había aburrido? Ya no quiero ir a más fiestas.

Él volvió a contraatacar:

- Es por eso, querida hermanita, que te propongo un trato- ella lo miró exasperada- Si tu me prometes venir a la fiesta, yo te prometo no seducir ni perseguir a ninguna de tus cazadoras por un siglo entero.

Esta vez si que Artemis fue cogida por sorpresa. Que su hermano el casanova le propusiera ese trato era todo una rareza.

- ¿Qué me dices?- volvió a insistir él- ¿Trato hecho?

La luna se lo meditó durante un rato. Era una oferta tentadora. Durante un siglo, cien años enteros, no tener que ir persiguiendo a su gemelo para decirle que dejara en paz a sus doncellas, las que habían jurado mantener su voto. Se ahorraría mucho mal estar durante un tiempo, hasta podría relajarse. Detestaba ir a las fiestas, pero la decisión estaba tomada.

-Tres.

- ¿Qué?- Apolo parecía desconcertado.

- No perseguirás a mis cazadoras durante tres siglos enteros- aclaró ella.

- Un siglo y cuarto- si quería negociar, iba a negociar.

- Dos siglos y medio.

- Un siglo y medio.

- Dos siglos.

- Ciento setenta-y-tres años. Mi última oferta hermana.

Artemis se lo reconsideró por última vez.

-Hecho.

Apolo, con una de sus sonrisas más radiantes, le ofreció la mano en señal de sellar el pacto. Ella la cogió con fuerza y le hizo una sacudida algo brusca mirándolo intensamente a los ojos.

-Es un pacto- afirmó ella.

-Un pacto- reafirmó él.- Entonces decidido Arti, el 31 de octubre te espero a las seis de la tarde en el palacio de Zeus. No se si te lo he dicho, pero necesitamos manos de más para montar la fiesta, ya sabes, con tantos invitados… - Artemis hizo una ademán con la mano para dar por zanjado el tema.

- Muy bien- volvió ha decir él- pues entonces nos vemos allí el 31. No faltes.

Dicho esto se llevó sus dedos pulgar e índice a los labios y silbó. Se oyeron unos relinches a lo lejos. De la nada, desde el cielo, un carro dorado arrastrado por cuatro majestuosos caballos dorados de fuego descendió de las alturas para acabar frente Apolo, quien se montó en él con un ágil movimiento.

- ¿Qué haces con el carro de Helios?

- Es lo que tiene llevarse bien con la gente.

Artemis rodó los ojos ante respuesta sin explicación.

- Adiós hermana. Te quiero.

Puede que dijera esas palabras con una sonrisa juguetona en el rostro y como consecuencia, que esas palabras fueran tomadas en broma, pero habían sido sinceras. Habían nacido desde el más profundo fondo de su corazón y su boca no había sido suficientemente rápida para frenarlas.

- Adiós- contestó ella con otra de sus cortantes respuestas.

Una vez dichas las últimas palabras, el dios de las artes cogió las correas de los caballos y con un musical "¡arre!" hizo que los animales despegaran hasta el cielo.

Que teatral era su hermano.

- Por cierto- grito hacia ella- Recuerda, querida Arti, que has de llevar un disfraz que de miedo… Aunque tampoco sé si te haría mucha falta después de ver como vas hoy.

A lo lejos se escucharon un grito de rabia y una carcajada limpia que retumbaron por todo el bosque.


Hola a todos y muchas gracias por pasaros a leer mi humilde fanfic. Espero poder publicar el siguiente capítulo.

Un beso para todos y todas:)