Disclaimer: Hetalia y sus personajes son propiedad del maravilloso Himaruya Hidekaz. Yo sólo tomo prestados sus personajes para escribir. La única excepción de esto es mi OC de México, Andrea Hernández~

Summary: Querían divertirse. Ir a fiestas, aparentar ser adultos, tomar sus propias decisiones y hacer lo que se les plazca, sin que sus padres se metieran en sus vidas. ¿Qué podría salir mal? Muchas cosas, demasiadas. Hetateens. AU. Varios Pairings.

Advertencias: Ninguna, supongo. A excepción de que debo avisarles que este un fanfic Hetero, y también hay un poco de "Lenguaje adolescente", but nada grave. Varios Pairings.

Notas: Well, ésta vez me pareció muy interesante hacer un fanfic sobre esto, sobre todo porque precisamente yo estoy en "esa edad" en las que a todos les encanta llamarnos "pavos" por lo alborotados e irritables que estamos. Siempre me suceden un montón de cosas, las vivo con mis amigos y amigas, y siempre me ha parecido muy divertido e interesante. También se encuentran los conflictos con los padres y hermanos, por supuesto, que también son una parte muy importante LOL so, me pareció interesante hacer un fanfic con los personajes de hetalia en ésta etapa. Qué divertido e interesante es verlos haciendo las cosas que gente de mi edad acostumbra a hacer, al menos para mí. Sinceramente, me la estoy pasando muy bien escribiendo ésto. Espero que les guste tanto como a mí x'D.

En este prólogo me centro en las chicas, pero el primer capítulo es bastante largo y gira en torno a los chicos. Debo decirles que me encanta la idea de meterlos en problemas y hacerlos "sufrir" un poquito, es lindo humillarlos LOL so, no se extrañen si ven varias veces que lo hago x'D.

Sin más, espero que disfruten tanto leyendo este fanfic como yo escribiéndolo.

Nombres:

Emma Vanderhoeven - Bélgica

Andrea Hernández - México

Richelle Edelstein - Fem! Austria

Stephanie Moreau - Seychelles

Adrienne Bontecou - Mónaco

Mei Mei - Taiwán

Elizabeta Héderváry - Hungría


La noche en las calles de Nueva York en pleno otoño eran heladas, naturalmente, y era precisamente por eso que los jóvenes preferían estar dentro de algún local tomando un chocolate caliente o viendo una película, acobijados por la calefacción. Era muy extraño verlos caminando por las calles o platicando en algún parque, puesto que era mucho más ameno y confortable estar cómodos y calientitos en algún otro lugar.

Era por eso que las indignadas jovencitas de la World Academy no terminaban de preguntarse por qué cariños seguían paradas en pleno parque lleno de árboles y frío viento. Obviamente, entre toda la gente normal, ellas no eran la excepción de personas que preferían estar acobijadas durante una noche fría. Tal vez, sólo tal vez, también valía estar plantadas en pleno parque si por lo menos alguno de los idiotas que tenían por amigos se hubiesen aparecido pronto y las hubiesen abrazado o cobijado ellos mismos. Pero no, porque ni siquiera querían dar señales de vida.

— ¡Pero qué indecentes! ¡No voy a tolerar que me traten así! Le diré a mi padre que hable con los suyos, sí. ¡No es posible esta impuntualidad! Podría estar haciendo algo más productivo, ¡Como practicar piano! —Richelle era, sin duda alguna, de las más enfadadas. Pero en cuanto a indignación, todas lo estaban. Incluso Mei Mei, que por lo menos tenía como comunicarse con Kiku.

Todas tenían afuera su celular y se dedicaban a teclear frenéticamente, ceñudas, mientras soltaban pequeños gruñidos de vez en cuando.

—Donde no vengan pronto los niños, me los chingo—Espetó una enfadadísima Andrea, que tenía en las manos su blackberry y se dedicaba a mentársela toda a su querido amigo Alfred por medio del Pin, por no haberle avisado que se había cambiado de celular. Y lo peor, sin avisarle. Había estado enviándole millones de Pines y mensajes como imbécil para nada, y no se dio cuenta hasta que Kiku le explicó a Mei Mei por mensaje que Alfred había cambiado de número.

—Insisto, niñas, hay que dejarlos botados e irnos nosotras por un chocolate caliente—Volvió a sugerir Elizabeta, mientras rodaba los ojos y leía hastiada la pantalla de su celular. Las demás jóvenes asintieron, totalmente de acuerdo, pero ni siquiera Elizabeta se movió. Ellas no eran tan idiotas como sus amigos. —Andrei me dijo que estaba saliendo de casa, y de ahí no me ha vuelto a contestar. Ni siquiera ha leído el mensaje.

—Pero Kiku dice que ni siquiera lo han recogido aún. ¿Qué vamos a hacer? Él no se tiene la culpa, no me gustaría dejarlo plantado—Objetó Mei Mei, con las mejillas levemente infladas y sin dejar de teclear ni por un segundo su celular.

—El tonto de Gilbert tampoco quiere responder—Agregó Richelle, masajeándose las sienes con frustración y con una mano en la cintura. No podía creer que el idiota no tuviese la inteligencia de leer siquiera un mensaje cuando su celular vibraba. ¿En dónde estaba el caballerismo?

—Pero, aparte de Kiku, ninguno de los niños responde. ¿Qué vamos a hacer? —Preguntó finalmente Stephanie, haciendo un puchero y acomodándose el cabello, con la mirada fija también en la pantalla de su celular. Estaba a punto de agregar algo más, ceñuda, cuando de pronto el descubrimiento de Adrienne las tomó a todas por sorpresa.

—Hey, ¿En dónde está Emma? Hace tan sólo un segundo estaba aquí, parada…—Murmuró, desconcertada, mientras volteaba a ver a su alrededor. Nada, no había ni rastro de la belga. El resto de las jóvenes se dio cuenta, y todas comenzaron a buscar con la mirada a su amiga, sin éxito alguno. Entonces comenzaron a desesperar, y los mensajes que le enviaron a sus amigos fueron ahora más urgentes.

— ¡Es inútil! ¡Ninguno responde! ¡No es posible, carajo! —Se quejó la mexicana, soltando un bufido y dándole un fuerte pisotón al suelo. Luego, sin poder disimular su preocupación, volteó a ver a las demás — ¿Ustedes creen que…sólo haya ido al baño?

—Lo dudo, Emmie no suele irse de esa manera sin avisarle a nadie. Sabe que nos preocuparíamos—Negó Elizabeta, igual de preocupada que todas y sin despegar la vista de la pantalla de su celular. Su rostro estaba pálido de pronto, y lo único que podía desear en ese momento era que la belga se encontrara bien. Pero le era imposible con aquel mal presentimiento que las cubría a todas de manera aterradora.

—No puede ser, incluso Kiku dejó de contestarme…

—Tiene que ser una broma. No puede ser que Emma haya desaparecido así. ¡Deben de estar jugando con nosotras! S-Sí, seguro que ellos ya llegaron y quieren darnos un susto. Sí, por supuesto. ¡Ellos piensan que pueden asustarnos!

—Me gustaría pensar eso, Stephanie. Así todo se arreglaría con un simple y bien puesto golpe a los idiotas indecentes, pero…si es así, ¿A qué esperan? Además, no hemos visto la camioneta de la Señora Jones pasar. Dudo mucho que eso esté pasando.

El comentario de la austriaca fue seguido por un silencio incómodo y sepulcral. La preocupación era demasiado visible en el rostro de todas, y era evidente que ninguna era capaz de tranquilizarse. El mal presentimiento las rodeaba, a todas, y era realmente escalofriante. Era una sensación muy extraña, y por alguna razón más de una sentía que era algo más que un mal presentimiento. Pero les causaba tanto miedo que nadie se atrevía a intentar identificar qué era.

Bueno, casi nadie. Andrea de pronto se había tensado, y observaba ceñuda y directamente hacia el suelo, con aquella singular expresión que solía hacer cada vez que se concentraba en algo. Se mordía levemente el labio inferior, con un deje de nerviosismo, y de pronto se había puesto pálida como un fantasma. Había algo que le impedía alzar la mirada.

— ¿No se sienten observadas? —Inquirió por fin, en un tembloroso susurro. Entonces todas ahogaron un grito y se voltearon para ver en todas direcciones, llevándose una desagradable sorpresa. —Nos están observando.

Fue la última palabra antes del coro de gritos de auxilio que se hiciera presente. Forcejeos, golpes, gemidos y lloriqueos. Eso fue lo último que las jóvenes escucharon proveniente de las bocas de sus amigas, antes de desplomarse bajo los aterradores efectos del somnífero que las obligaron a inhalar.


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