DISCLAIMER: InuYasha pertenece a Rumiko Takahashii y a quien mas corresponda, pero a mi no (ya que si eso pasara sería millonaria, pero no). Sólo hago esto por amor al arte y a este anime/manga.
Les comento que tengo una página en Facebook. Búsquenme como Aquarius-chan Art.. Allí subo mis coloreos, ediciones de fotos y mis fanfics. Por favor, me ayudan mucho con su Like :D
Más Allá de las Circunstancias
Por Aquarius-chan
Prólogo
Estaba sentada en su habitación con la mirada entristecida enfocando sus orbes café a un punto inexistente. Ya no podía disimular su cansancio debido al encierro y sobreprotección de su familia. De sus diecinueve años de vida, solo ocho pudo saber lo que significaba el término "libertad".
Ahora solo parecía una hermosa ave enjaulada, a la espera de que algún descuidado deje la portezuela abierta y así poder desplegar sus alas.
La libertad era lo único que ansiaba y su padre, un poderoso terrateniente, impedía el cumplir de su deseo por el peligro que representaban los youkais que podían llegar a merodear la zona.
Pero ya no más. En sus días anteriores, fue estudiando, analizando el terreno que la rodeaba y lo descubrió. Un pequeño pasaje que daba al bosque que, debido a las bajas temperaturas, se encontraba cubierto de nieve. El invierno podía ser peligroso, y si se le sumaban aquellas bestias de las que escuchó, era peor todavía, pero ya no daba más.
Sin que sea vista por sus padres o por los soldados que rondaban en el palacio, en especial por Takemaru que siempre le hacía compañía y la sacaba sonrisas. Suspiró olvidándose de todo y, cubierta por una gruesa capa que la abrigaba, se acercó a la parte de la muralla que sabía que tenía un defecto importante para ella: una de las maderas estaba suelta y podía moverla con un poco de dificultad.
Hizo el esfuerzo necesario y corrió el obstáculo lo suficiente como para poder salir o reacomodarla desde el otro lado. Y eso pasó.
Sintió que sus piernas le temblaban debido a la emoción. El bosque repleto de enormes árboles estaba ahí solo para ella. Sonrió mientras sentía como una lágrima recorría su sonrosada mejilla. AL fin estaba fuera, al fin era libre. Comenzó a caminar decidida a conocer la zona. No tenía mucho tiempo y tampoco quería arriesgarse tanto debido a los peligros.
Sus pasos eran calmos. Sentía el frío en sus pies ya que la nieve los llegó a cubrir, afortunadamente tuvo la idea de abrigarlos y protegerlos. Veía, cada vez que suspiraba, como su respiración formaba vapor al salir de su boca. Por momentos usaba eso para reírse un poco. Su sonrisa estaba constantemente presente y su larga y lacio cabello negro s mantenía oculto por la capucha de su abrigo. Era anónima, desconocida en esas partes.
Luego de alrededor de media hora de caminata, sintió que ya debía volver. No tenía un buen presentimiento y eso la inquietaba.
-Oye tú - escuchó la carrasposa voz de un hombre y se detuvo nerviosa - Si tú, muéstrate.
Poco a poco fue girando, mostrando su hermoso rostro con rasgos delicados y rosados labios. Allí fue cuando vio que el desconocido venía acompañado por otros tres hombres. Los cuatro vestían ropas rotas por batallas, estaban acompañados por sus espadas y algunas armas de corto alcance, además de que no se molestaron en ocultar sus miradas lascivas al ver a la hermosa mujer.
-Disculpen si los molesté, ya me iba - se excusó tratando de huir disimuladamente.
-Eres hermosa - dijo otro de los extraños - No nos molestaría tu presencia - sonrió de una manera que la hizo sentir asqueada.
-Lamento rechazar su invitación señor, pero debo regresar a mi hogar. Deben estar buscándome - inclinó su cabeza en señal de despedida y emprendió su marcha, solo que no esperaba una cosa.
Una mano se acercó rápidamente y le arrebató su capa. Exponiendo su yukata rosa con detalles de flores rosas. Esta vestimenta lucía su delicado y torneado cuerpo. Otro de los cuatro la tomó de su brazo derecho y la jaló con violencia para acercarla.
-En verdad eres hermosa - rio grotescamente.
-Por favor, déjenme ir - suplicó mientras sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas - Mi familia debe estar buscándome.
-No te preocupes - le habló el de menor estatura del grupo, que a su vez era el mas regordete - Nosotros te cuidaremos - sonrió de manera libidinosa - Claro que lo haremos si nos complaces a nosotros.
-No - foncejeó.
Se sentía asustada e impotente. Toda su vida le habían advertido que los demonios eran el mayor peligro en la vida. Pero no eran youkais, ni siquiera hanyous los que la estaban atacando. Eran simples bandidos, simples mortales, simples humanos.
Sintió como poco a poco iban soltando el obi de su vestimenta y como acariciaban sin cuidado sus pechos entre los cuatro. Lloraba desesperada.
-Por favor, déjenme en paz - rogaba.
-¿Y desperdiciar una belleza como la tuya? - cuestionó uno enojado, atemorizándola - Debes estar de broma.
El suplicio siguió unos segundos más, hasta que una presencia de la que no se percataron los interrumpió.
-Creo que la señorita les pidió que la dejen tranquila - aquella voz sonaba demandante y autoritaria, pero la joven la sintió tranquilizadora, como una vía de salvación.
Todos dirigieron la mirada hacia la silueta que se acercaba con calma cada vez más hasta que pudieron divisar sus rasgos.
Cabellos largos y plateados, atados en una cola alta, mirada seria y fría decorada por unas hermosas orbes doradas, tez morena y dos marcas moradas, una a cada lado de sus mejillas. Era alto y se notaba su cuerpo bien trabajado a pesar de la ropa que traía. Tenía encima de sus ropas una armadura que lo protegía y una estola, sumado a que estaba armado de una espada que parecía sumamente peligrosa.
-Si eres listo, te irás por donde viniste - le contestó altanero uno de los bandidos.
-Si tú eres listo seguirás tu propio consejo - lo miró de arriba hacia abajo - Aunque dudo que la inteligencia sea una de tus virtudes.
-¿Qué dices? - le preguntó molesto amenazando con desenfundar la espada.
-Escúchenme - dijo el mas regordete, allí tanto la joven como el recién llegado descubrieron que él era el líder - Lo mataremos y luego seguimos con nuestro asunto - miró de reojo a la pelinegra que solo sintió un horrible escalofrío recorrerle la espina dorsal - ¡Ataquen!
Rápidamente, sacaron las espadas de su funda y se abalanzaron sobre el peli plata. La de ojos café corrió la mirada temerosa del resultado del ataque y solo escuchó el quejido de sus cuatro atacantes. Sin pensarlo, volvió su mirada al frente y se encontró con una escena que la sorprendió: los cuatro bandidos yacían inertes sobre la nieve mientras que el de ojos dorados permanecía parado sin haberse movido del lugar y con la mano levantada.
Allí ella vio sus uñas. "No, son garras o eso parecen" se corrigió internamente y sus orejas que iban en punta. La calma que el sujeto mostraba era densa. Fue allí donde lo dedujo.
-Eres un youkai - susurró y luego observó como sus orbes ámbar se dirigieron hacia ella.
-¿Te encuentras bien? ¿ Te lastimaron? - preguntó de manera fría, pero al mismo tiempo amable.
-Estoy... Estoy bien - respondió - ¿Puedo saber tu nombre?
-Inu no Taisho - contestó sin sacarle la mirada de encima - ¿Y tú?
-Akishino* - dijo - Izayoi Akishino.
Ninguno parecía molestarse en correr la vista, hasta que el frío comenzó a actuar sobre el cuerpo de la muchacha. Acomodó sus ropas y cuando se dispuso a buscar su abrigo, descubrió al youkai sosteniéndolo frente a ella.
-Un gusto conocerte...Izayoi.
Continuará...
*Akishino es un apellido de la familia imperial japonesa que encontré en Wikipedia.
Comentarios de la Autora: Aquí está mi primera fanfic en este fandom. Tengo 22 historias de las cuales 21 son de Saint Seiya, así que este es un cambio brusco para mí.
¿Qué les parece? Tenía esta historia en mi mente desde el año pasado, pero fui acumulando tantas fanfics que la fui dejando de lado hasta que ahora me dio un ataque y comencé a redactarla.
¿Me dejarían sus reviews con sus comentarios? En verdad para mí es muy importante ya que, como dije arriba, este cambio de fandom es muy brusco para mí. De paso, si les gusta Saint Seiya, estoy actualizando dos historias, así que pasen y léanlas :D
Sin mas que decir, saludos y nos leemos luego n-n
