Disclaimer: los personajes mencionados pertenecen a GRRM.
Este fic va dedicado a Nochedeinvierno13-friki, mejor conocida como Trici, quien para mí siempre será mi querida beta y quién siempre me deja comentarios que me motiven a seguir escribiendo. Disculpa la tardanza en responder al desafío que me lanzaste en el foro, pero aquí está escrito con mucho cariño. Gracias nuevamente lo retarme a escribir sobre estos dos que adoro juntos.
Espero que te guste :)
La miras. Aquellos rizos castaños se han convertido en tu perdición. La suavidad de su piel se transformó en un vicio del que jamás anhelas dejar ir; aquel vientre oculto entre pliegues de seda te incita a cometer el más profundo de los pecados. Anda, tómala entre tus brazos como una cosa preciosa y delicada, porque ella es una rosa única entre aquel rosal. Sus pétalos son la más sutil de las bellezas, ocultando detrás de una sonrisa traviesa a la mujer que con la calidez que de su cuerpo irradia te observa, cubriéndose los pechos delicados como dos obras de arte esculpidas por los dioses.
Sus perfumes son exquisitos, al punto de hacerte perder toda decencia y cordura entre aquel mar de pasión. El deseo brilla en tus ojos, eres el rey en el Norte y Margaery Tyrell la llave para llevarte al Trono de Hierro, pero eso poco te importa, puesto que aquí la que va al mando es tu musa. Sí, lo sabe y disfruta con verte débil, sin embargo, no se habla de una debilidad cualquiera, ya que se trata de algo tan preciado que ni todas las joyas y tesoros de Poniente se podrían comparar. No, Robb Stark pierde toda fortaleza y frialdad al verla, porque le ama con locura. Son uno sólo; una carne unida entre el cuerpo y el alma, como dos amantes voraces por poseerse mutuamente. Se olvida por un momento de tanto dolor y sangre derramada en el infortunio de la guerra.
«Margaery, Margaery». Tus pensamientos son para la futura reina de los Siete Reinos, quien a tus ojos no es ninguna ambiciosa que sueña con bañarse en oro y poder. Se entregó a ti por amor, antes siquiera de que fueras proclamado rey.
Corriste en ayuda de su Casa. Al poco tiempo regresaste con un ejército fiel a tus espaldas y a tu lado, una mujer fuerte y astuta, sin perder esa sensualidad y feminidad que te hace darte cuenta que ella es tu vida entera.
Suspiras. Está ante ti con esa figura tan perfecta al descubierto, sin ropajes ni collares. Es Margaery sin tapujo alguno, es ella misma dejando de lado recatos y buenos modales, porque tú también significas su mayor perdición. Su piel parece brillar bajo las sutiles caricias de las velas y tu pecho se llena de una incomparable felicidad.
Tú haces lo propio, despojándote de tus capas de pieles y quedando expuesta tu verdadera naturaleza. No llevas corona, ni una espada ceñida cerca de tu cintura. Estás tal y como los dioses te han mandado a este mundo mortal y lleno de sufrimientos, pero con momentos como aquellos, sabes que entre la lujuria y el amor existe la mejor de las escapatorias.
La amas y la hermosa Tyrell profesa lo mismo por ti. Se han convertido en un amor profundo, tan intenso que las llamas de cualquier infierno quedarían cortas en comparación al fuego de aquel romance. ¡Un lobo poseyendo a una rosa! Por tu mente jamás pasó tan disparatada idea, aunque ahora es una realidad palpable.
El acto que consume sus pasiones y el amor de ensueño que los envuelve, como dos seres unidos en una sola alma, comienza como la suavidad de una infantil caricia y con la delicadeza de una rosa acariciando cada rincón de su cuerpo. Después, una batalla de cuerpos que se abrazaban con pasión se desata.
El amor los abraza celosamente y la lujuria que despiden sus besos son una mezcla entre oscuros deseos y el más puro de los actos.
Vivo. Te sientes tan vivo al estar a su lado. Tu rosa bendita; tu mujer amada y más preciada. Encontraste lo que más añorabas entre rosales, a pesar de que puedes desangrarte con sus espinas, pero así te gusta. Una mujer encantadora, hermosa y al mismo tiempo, peligrosa como astuta, con un aura de reina. Es bondadosa y piensas en que a tu difunto padre le agradaría.
Sí, ella es la reina con la que alcanzarás la gloria y saborearas el sabor de la venganza.
«Te amo» susurras a su oídos tras volver a ser tú mismo, aunque aún en tu vientre palpita esa sensación placentera de sentirte una sola carne con ella.
Margaery Tyrell se levanta y te mira con una sonrisa traviesa:
—¿Me amas?
La callas con un beso pequeño.
—Sí, te he amado desde el primer momento que te vi.
Parece que has dicho las palabras adecuadas, porque la rosa se lanza de nuevo a tus brazos, esta vez, como una niña ansiosa por estremecerte en tus brazos. Ese gesto te dice muchas cosas.
Lo sabes bien. Ella también te ama.
