Bueno, he aquí mi primer fic. Lo escribí principalmente porque me quedaron picando algunos detalles que no se explican en el manga, ni tampoco en el anime, por lo que aquí propongo algunas "posibles explicaciones".
La historia se centra en lo que pasa justo después del final del manga, pero ya se aleja un poco de lo que sucede con Saya y Escudo Rojo (Red Shield), y pasa a tratarse más bien de lo que pasa con Van y Solomon.
Sé que puede sonar un poco "yaoioso" al principio, pero nada de eso va a suceder xD. Les dejo el primer capítulo. Espero que les guste.
No se aceptan críticas de ningún tipo... Nah, mentira, denle sin piedad! o.
Ah, por las dudas: "Mon Petit Phénix" es "Mi Pequeño Fénix" y "Tristesse" es "Tristeza", en francés.
Van y Solomon iban camino hacia la gran mansión, ubicada en aquel pueblito perdido de Vietnam. El chevallier no paraba de hablar, buscando cualquier excusa para hacer un comentario, en un desesperado intento por romper el silencio que invadía todo. Sin embargo, Van prácticamente lo ignoraba respondiendo a sus preguntas con algún monosílabo, dos o tres palabras cuando mucho, como para cumplir. Esta actitud empezaba a molestar un poco a Solomon, pero no le dio importancia.
- Bueno, de aquí vamos a tener que seguir a pie. – Dijo - ... ¿Van?... ¡Hey! -
- ¿Mn?... Ah, sí... de aquí a pie, ¿No? – Contestó el hombre de lentes.
– Mjmm... – Se encontró respondiendo Solomon mientras se devanaba los sesos tratando de adivinar qué era lo que mantenía a aquel humano tan ido... "¿Será que...? No, no es probable." Pensó.
Bajaron del auto. Caminaron unos cientos de metros, un kilómetro, tal vez, hasta adentrarse en el ahora desierto pueblito donde, treinta años atrás, Saya lo destruyera todo. Reinaba un silencio absoluto. Sólo se escuchaban las pisadas de ellos dos contra el suelo y, de vez en cuando, el chillido estridente de algún pájaro.
Solomon se tomó un momento para observar más detenidamente a Van mientras caminaban: Caminaba con parsimonia, pensativo, ensimismado; era como si no hubiera nada más a su alrededor. Desde que habían puesto pie en Vietnam, y a medida que se acercaban a la mansión, su cara había ido cambiando, lenta e imperceptiblemente, de esa expresión seria e impasible que acostumbraba tener a una combinación de sutiles rasgos que daban a su semblante una sensación de cansancio o... ¿Tristeza? No, ¿Por qué estaría triste? ¿Qué podía ser que lo estuviera afectando? Esto era lo que Solomon no podía comprender. Hacía años que lo conocía y nunca lo había visto así. Ese comportamiento era tan raro en él... ¿Por qué? ¡¿Por qué?
Finalmente se dio por vencido y se decidió a romper el silencio nuevamente:
-Mira, ya llegamos e igual falta un buen trecho para llegar a la casa... mpf... además este terreno es todo en subida... Al final tenía razón, ¿No?, Este es el mejor lugar para empezar... digo, hasta que ya tengamos algo más consistente... Al estar así, desierto... Además, aunque es preferible que no, si nos encuentran no habría problema, porque muerto mi hermano Amshel la propiedad es mía, entonces no habrían tantos problemas... Por el tema de la propiedad, claro. Ahora ya respecto a las actividades de "dudosa legalidad" que se lleven a cabo en este lugar... Va a haber que inventar algo, ¿No? Jajaja -
-Sí... –Respondió Van forzando una sonrisa que sólo alcanzó a dibujar una ridícula mueca en su cara y que se desvaneció al instante.
Solomon estuvo a punto de empezar a hacerle preguntas, pero se contuvo. Aún así no dejó de hablar: -Ya casi no quedan rosas... –Dijo mirando los canteros –Claro, ya se pasó la época, pero me acuerdo que justo antes de irnos los rosales estaban rebosantes. Hay que admitirlo, el muchacho tenía bien cuidado el jardín, jaja... Algo hizo bien, jajaja.-
Al oír esto, Van bajó la cabeza y apretó los labios. Solomon lo notó y pudo confirmar lo que venía sospechando cuando bajaron del auto: Aunque improbable, era: Estaba pensando en Charles, pero no solo eso, sino que lo recordaba con tristeza. ¿Se sentiría culpable? Esto le pareció todavía más improbable, pero dado el estado de las cosas, podía llegar a ser.
Siguieron caminando. Solomon no paraba de hablar, cosa que estaba empezando a acabar con la paciencia de Van. "¡Maldición! ¡¿Por qué no se calla de una vez!" Pensó. Tuvo ganas de decirlo en voz alta, pero la experiencia ya le había enseñado que era conveniente guardarse ciertos comentarios para cuando no tuviera uno un chevallier enfrente. De repente, algo le llamó la atención. Se detuvo y miró hacia un costado.
–¿Pasa algo?- Le preguntó Solomon.
–No, nada... s-siga, yo ahora en un momento lo alcanzo... -Respondió él sin dejar de mirar.
–Como quieras... -Contestó el chevallier después de quedarse mirándolo un par de segundos, y siguió su camino hasta entrar en la casa.
Van se quedó vacilando un momento, y luego comenzó a avanzar lenta, muy lentamente, casi con miedo, hacia aquello que parecía ser... ¡El cuerpo de Charles! Al verlo, sintió como un escalofrío le recorrió el cuerpo y cayó de rodillas ante el que era su amo.
Así era. Van se sorprendió de encontrarlo ahí, pero después lo pensó mejor y tenía sentido: Todos los humanos del pueblo habían sido convertidos en chiropterans y asesinados por Saya, él había huído junto con Solomon en el helicóptero, y los de "Escudo Rojo" habían vuelto lo más rápido posible a su base. El pueblo había quedado desierto. A todo esto, nadie, en ningún momento, había recogido el cuerpo de Charles. Todos esos meses había permanecido así, cristalizado, intacto.
De rodillas junto al cuerpo, Van ya no pudo resistirlo más y comenzó a llorar: Primero un par de lágrimas, después cada vez más. Tomó el cuerpo de su amo entre sus brazos y lo estrechó fuertemente contra su pecho. No lloraba tanto su muerte, sino el hecho de haber roto su promesa. Sabía que no podía salvarlo, que estaba destinado a morir, pero podría no habérselo hecho tan difícil, podría no haberlo sacado tan de repente del hermoso sueño en el que él mismo lo había metido, podría haberse quedado "a su lado hasta el último segundo". Recordaba su mirada, esa mirada que era una mezcla de resignación y tristeza que le había dirigido antes de bajar la cabeza para que lo mate, para que acabe con todo de una vez por todas.
Lo alejó de sí lo suficiente como para poder verle la cara. Con la mano temblorosa, le acarició las resquebrajadas mejillas y luego le acomodó sus negros mechones del color del ébano sobre la frente. Aunque estaba cristalizado, en su boca se podía ver claramente una sonrisa. Van ya había visto sonreír a Charles antes, pero nunca así. Lo había visto reír maliciosamente, con una sonrisa de triunfo o arrogantemente, y hasta lo había visto reír de una forma casi maniática. Sin embargo, esta vez era una sonrisa tranquila, serena, sutil. Había muerto feliz, feliz de morir. Van sencillamente no sabía cómo reaccionar. Se sentía solo, triste y miserable. Por un momento quiso morir él también... Sí... Morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne. Es ésa una consumación piadosamente deseable: morir, dormir; dormir, quizá soñar... Sí, y, tal vez, en ese sueño de muerte volviera a encontrarse con su amo o simplemente dejaría de existir. De cualquier forma ya no sufriría... Ya no sufriría... No, algo no estaba bien en esa idea: Después de lo que había hecho no se lo merecía... No podía haber hecho semejante cosa y después simplemente descansar... No, no... Estaba sufriendo y se lo merecía, ése era su castigo... De pronto empezó a sentirse cómodo con ese sufrimiento, no es que le gustara, pero lo veía como correcto.
Por un estúpido experimento había perdido lo que más quería y se había quedado con un montón de... ¿Escombros? ¡Hey! Se tomó un minuto para observar detenidamente el cuerpo cristalizado que tenía entre sus brazos. Volvió a acariciar su frente y sus mejillas y... sonrió, esperanzado. Se secó las lágrimas de los ojos metiendo los dedos por debajo de los lentes, para poder ver mejor. Su sonrisa se hizo más amplia y en su cara solo quedaban vestigios de las lágrimas. Ya había visto esto antes.
Bueno, espero que les haya gustado. Sé que no se entiende muy bien por ahora, pero a no impacientarse, todo se explica más tarde.
Lo olvidaba, para el que no lo reconoció, lo que está en bastardilla es una cita de Hamlet.
No olviden dejarme sus comentarios.
Saludos y nos vemos en el cap. 2!
