Ya saben, yo actualizando de todo menos lo que debo.
"Enfermedad del amor" es un proyecto que llevó ya mucho pensando, y que mi querida saltamontes impulso.
Este nuevo proyecto tratara de historias mas del tipo "gore" o con escenas más fuertes, ya que como mi saltamontes me indicó, últimamente escribo puro Fluff o drama, y aunque no quiero pervertirla, ya me hacía falta algo más "fuerte".
Las parejas serán variadas, acepto peticiones.
Las historias trataran de que uno de los personajes amara tanto a alguien hasta rayar a la locura, lo cual desencadenara que termine matando a un, o tal vez varios personajes o inclusive matando a la persona que aman. Y sí, si existe algo así, personas que tiende a "amar" demasiado a alguien y sus celos psicópatas terminan dañando a su ser querido.
Sin más los invito a leer en este capitulo como Alfred pierde sus estribos.
Desclaimer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen si no a Himaruya que si pusiera romance en su serie yo no estaría escribiendo esto.
Aclaración:Este Fic Puede variar de universo, OCC marcado en los personajes, variaran las parejas.
Advertencias: Parejas Hombre x Hombre, Muerte de personajes, falta de estabilidad mental en varios protagonistas.
Dedicatoria:LadyAlex04 Quien esta revisando mis atrocidades sin editar a lo que yo llamó Fic, gracias mi pequeña saltamontes, y como te prometí seguiras revisando esto.
Tócame y te demostraré qué tan cercanos podemos llegar a ser.
Tócame y olvidaré todas esas emociones que no te permiten estar a mi lado.
Ven, siénteme e inúndate en el juego del placer que te brindo yo.
¿Conoces algo llamado "La enfermedad del amor"?
Yo sí… porque yo, Alfred F. Jones, la he visto, la he sentido y la he sufrido.
Baja sus manos lentamente, llenas de sangre y misteriosos rastros blancos, alza su vista centrándola en la cama del lugar. Aquel cuerpo inerte postrado en la cama le hace recordar mil y un cosas que su siniestra mente goza, de seguro lo hace; su fría mirada azul danzaba llena de malicia.
Se acerca lentamente a la cama. Mirando ahí el cuerpo casi desfigurado de aquel hombre, sonríe con sorna y patea sin alguna emoción el reciente cadáver.
Mira por última vez la putrefacta habitación; sonríe una última vez abandonando el lugar, pero no sin antes tomar la bolsa con todos los objetos que lo implicarían.
No mira atrás, no muestra alguna expresión ni nada que pueda delatarlo de aquel mal que hace unas horas cometió. Retoma camino a la ciudad donde mucha gente ya se encontraba en las calles, entra a un baño público donde tira sus guantes y zapatos, sin que nadie lo sepa o siquiera lo note.
Saca la bolsa que llevaba y de ella extrae un cambio de ropa. Cuando por fin termina de arreglarse, toma todo y se retira del lugar, llega la esquina de un barrio chino y tira la bolsa sin dejar ya ningún rastro de su persona.
Sigue caminando hasta tomar el tren subterráneo que lo llevará a una zona residencial de lo más lujosa; toma sus llaves y entra a una de las privadas más costosas del lugar.
Llega al estacionamiento y quita la alarma de ese convertible último modelo. Entra en el auto con su porte de ejecutivo y su sonrisa arrogante que no mostraba que fuera capaz de cometer tales atrocidades.
Condujo por el amplio lugar hasta llegar a una mansión. Metió las llaves de la casa en la cerradura y con una cálida sonrisa anunció su llegada. En seguida un hombre de ojos verdes y pelo rubio apareció con unas notables ojeras y los ojos rojos. Fingiendo preocupación el rubio de ojos azules formuló la pregunta, a la que obviamente ya sabia la respuesta.
—Arthur, ¿Qué paso? Creí que no te vería hasta la noche.
El mencionado agacha la cabeza con cierta molestia.
—¿Dónde estabas?
Preguntó cambiando el tema; cosa que obviamente no funcionó.
—¿Qué sucedió con John? Pensé que anoche sería tu cita soñada con él.
El tono de su voz no demostraba algún rastro de enojo o ira, pero por dentro se mordía la lengua y apretaba sus puños.
—No… no llegó. No me ha regresado las llamadas ni nada.
Pequeñas lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos. Alfred mostró aquella sonrisa infantil y tierna que ya le salía tan real de tanto que la había utilizado.
—Te lo dije. Ese hombre no era para ti, mi querido Arthie.
—Al igual que todos lo demás, ya lo sé Alfred. No me lo eches en cara, no me siento muy alegre, ¿Sabes? Pero aun no me has contestado: ¿Dónde estabas que no llegaste a dormir?.
—Aproveché que no ibas a estar para terminar de arreglar unos asuntos de la empresa. No me iba a quedar solo y abandonado en esta gran casa solo porque tú irías a juguetear con ese chico.
Mostró una muestra de desinterés dirigiéndose a la cocina.
—Alfred…— detuvo al menor con cierto nerviosismo— Tengo sueño.
El mencionado se encogió de hombros sin darle importancia.
—Me siento solo… ¿Podrías dormir conmigo?
—Después de que te prepare tu té favorito, mi querido Iggi.
Muestra su sonrisa infantil causando un sonrojo en el inglés.
—En otro momento te hubiera golpeado por llamarme así.
Se quedó callado esperando a que el americano saliera de la enorme cocina.
—Yo sé que te encanta, bébelo.
Acto seguido el inglés bebió rápidamente ese exquisito líquido que tanto le encantaba.
Segundos después se pudo oír cómo la taza se quebraba y el joven de descendencia inglesa caía en los brazos del americano.
—Sabía que te encantaría.
Tomó al hombre en sus brazos mientras lo cargaba hasta su habitación, admirando sus facciones mientras este yacía inconsciente.
Con delicadeza lo postró en la cama mientras con sus manos delineaba el contorno de sus labios, saboreándolos con la mirada mientras su verdadero yo salía a la luz.
—Oh, mi querido Arthur ¿creías que dejaría que ese patético hombre te tuviera? Tú eres sólo mio y de nadie más.
Tomó su mentón y plantó un sonoro beso lamiendo sus labios y mordiéndolos, deleitándose de ese placer que solo en esos momentos podía tener.
Cargado de pasión, y con la excitación del momento claramente vivido, comenzó a desnudar al inglés.
Tocó su cuerpo mientras lo desnudaba, cada poro de su piel expuesto ante su persona era debidamente marcado como pertenencia del americano.
Lo tocaba, lamia y besaba, dejaba pequeños chupetones en su cuello. Fijó la vista en su reloj mientras una siniestra sonrisa aparecía en sus labios.
Ató las manos del inglés a la cama mientras su mano comenzaba a tocar la intimidad del británico, quien lentamente comenzaba a despertar.
Arthur comenzaba a abrir los ojos mientras unos cosquilleos irradiaban de su cuerpo, causándole escalofríos; placenteros escalofríos cabe destacar.
Intentó mover sus manos para averiguar qué era lo que causaba aquellas exquisitas sensaciones. Su subconsciente comenzó a mandar señales de alarmas a su mente: no podía mover sus manos.
Agilizando el proceso de recobrar al cien porciento la consciencia, e intentar entender en qué situación se encontraba, abrió los ojos por fin.
Cuál fue su sorpresa al observar cómo su amigo, su compañero de siempre, su Alfred… no, esa bestia no podía ser su querido Alfred, no podía ser aquel sujeto que movía seductoramente su mano sobre su miembro. El mencionado notó la mirada del inglés y con una sonrisa divertida movió más rápido su mano haciendo que Arthur se arqueara por el placer que le estaban provocando.
—Hola Iggi, ya era hora que despertaras.
Soltó por fin la gran erección que había causado en el rubio de menor tamaño y se acercó a su rostro para pasar la lengua por su mejilla.
—¿Qué rayos te pasa, Alfred?
Chilló espantado el inglés, tenía miedo, ese no era su querido Alfred.
—Te amo, te amo demasiado, tanto que duele.
Los ojos de Alfred comenzaron a perder aquel brillo infantil e inocente que era característico en él, sus ojos azul cielo tomaron un color más opaco, mostrando el monstruo que portaba.
—¿Por qué no puedes ser sólo mio?—preguntó al tiempo que llevaba sus manos al cuello de Arthur— Dime Arthur, ¿Por qué me obligas a cometer todas esas atrocidades?
Arthur estaba sin aliento, las manos de Alfred apretaban su cuello asfixiándolo, pequeñas lágrimas salían de sus ojos.
—¿Por qué lloras, mi pequeño conejo? Si sólo aceptaras ser sólo mio esto no estaría pasando—quitó las manos del fino cuello para pasar a tocar su abdomen—. Pero antes que nada te poseeré, dejare mi esencia en ti.
Su boca pasó a morder el blanco cuello dejando puntos rojos por donde tocaba. Arthur cerró los ojos, extasiado por aquellas caricias que le otorgaban, dejándose llevar alzó las caderas buscando más contacto con el estadounidense, el cual gustoso comenzó a quitarse la ropa.
—Di que me amas— susurró en la oreja del inglés— Dilo…
—Alfred, suéltame— suplicó dejándose llevar por el placer—, quiero tocarte.
Alfred se levantó de la cama para terminar de desvestirse. Se recostó en la cama tomando entre sus manos las piernas del inglés poniéndolas en sus hombros.
Introdujo dos dedos en la entrada de Arthur, quien al sentir la intromisión soltó un sonoro gemido mientras se retorcía en la cama.
Alfred comenzó a mover sus dedos lenta y pausadamente hasta que creyó que era suficiente.
—Alfred, su-sueltam… mm agh
—Arthie, lo haré cuando sea el momento indicado.
Lentamente comenzó a invadir el cuerpo postrado en la cama, sin delicadeza y lleno de deseo entró en una sola embestida, haciendo que el cuerpo invadido se moviera frenéticamente en la cama.
Alfred empezó a dar suaves embestidas haciendo lentamente crujir la cama, Arthur se entregó por completo al placentero sufrir que Alfred causaba en su cuerpo.
El estadounidense al notar como su querido se dejaba llevar, alzó las manos hasta la cabecera de la cama soltando por fin las manos del cuerpo más chico.
Al momento que lo hacia aumentó las embestidas, más rápido, más fuerte. Arthur ni siquiera fue consciente de su libertad dada, estaba tan sumergido en esos placenteros movimientos que el de ojos azules hacía que, por acto de reflejo, pasó sus manos al cuello del rubio de mayor tamaño, rozando más sus cuerpos, jadeando y suplicando por un mayor roce, un mayor gozo.
Alfred quien también poco a poco perdía su autocontrol comenzó a arremeter contra el inglés como una bestia. Dejándose dominar por el placer ambos cuerpos se movían frenéticamente sobre la cama, haciéndola crujir demostrando así la fuerza en la que sus cuerpos se hundían.
Acabaron con un grito ahogado por un beso. Ambos cuerpos estaban bañados en sudor y en un líquido blanco.
Sin fuerzas y completamente agotado, Arthur cerró los ojos cayendo inconscientemente en la cama, una vez más, el cuerpo de Alfred cayó encima de este con la respiración agitada.
Posó su mirada en el cuerpo que dormía. Dios cómo lo amaba, tanto, tanto.
Tanto que no podía permitir, ahora que ya por fin lo había poseído, que nadie lo viera o lo tocara, no…
Sus fuertes y musculosos brazos regresaron al cuello del inglés, ¡No!...
No podía acabar como su padre, no quería ser un monstruo como él.
—Ves Alfred, yo la amaba, la amaba tanto—
Hablaba su padre mientras sostenía un cuchillo manchado en sangre delante del cuerpo de su madre…
El cuerpo de Arthur se removió lentamente, mientras en un suspiro seguido de una sonrisa mencionaba su nombre, quitó sus manos de cuello para pasarlos por la cintura recostándose al lado de su adorado amor. Sólo por hoy no sería como su padre…
Y así acaba, ¿qué les pareció?
Segunda actualización de la semana.
Si alguien por aquí lee "Proyecto cultural APH fujoshi" ¿me ayudaría con los países Latinos? es ahí donde estoy estancada.
Espero y les haya gustado, si más me despido, nos vemos en la próxima ;D
Porque yo apoyo a:
"Un mundo con un Alfred más salvaje grr~"
Y:
"A un mundo por un Matthew más grr ~.
