Bueno, aquí vengo con una nueva historia. La verdad es que la empecé a escribir antes que la mayoría de los fics y shot que tengo (excepto Cosas que pasan, que ese sí que es de tiempos inmemoriales) y me dije a mi misma que lo tenía que terminar, sí o sí, así que aquí está.

Espero de todo corazón que les guste. Pretendo subir los capis cada 3 días, pero todo depende de la aceptación que tenga la historia, así que espero sus críticas, para ver si sigo... o lo borro.

Saludos, los dejo leer.

~Pachi


Cap.1: La confusión en persona

Vamos, Ron, debemos continuar la ronda. No te quedes ahí parado – dijo Hermione a su amigo.

No me gusta nada que Ginny esté ahí a solas con ese Thomas – Ron observaba fijamente mientras su hermana y el novio de ésta se besaban.

¿'Ese Thomas'? ¡Es tu amigo! – comentó divertida.

¡No es mi amigo mientras esté con mi hermana! ¡Sólo míralos!

Ron, es suficiente. Dales un poco de privacidad. Vamos, debemos terminar la ronda antes de descansar – la chica lo tomó del brazo y lo llevó a la salida del vagón.

Los chicos continuaron su ronda. Recorrieron algunos vagones informando a los alumnos que ya faltaba poco para llegar, por lo que debían cambiarse de ropa. Iban de paso por un vagón relativamente vacío, cuando se toparon con Draco Malfoy y Pansy Parkinson, quienes también cumplían, por alguna milagrosa razón, con sus labores de prefecto. Cuando el Slytherin notó la presencia de Ron y Hermione, hizo un gesto muy extraño que confundió a esta última. ¿Era su idea, o se la había comido con la mirada? La chica sintió que los ojos grises que la miraban se ablandaban durante una fracción de segundo.

¿Qué haces aquí, sangre sucia? – le preguntó Draco a la joven Gryffindor.

Lo mismo que tú, Malfoy. Estoy haciendo mi ronda – lo había imaginado; seguía sendo el mismo Malfoy de siempre.

¿Desde cuándo los sangre impura y los traidores a la sangre hacen rondas por los vagones? – cuestionó Pansy rodeando a ambos amigos -. Este vagón es de Slytherin, nosotros nos encargamos aquí.

Hasta donde yo entiendo, los prefectos debemos rondar por todo el tren, no solo donde están los de nuestras respectivas casas – le respondió Ron entre dientes, tratando de controlar su enojo. Ya de por sí no soportaba hablar con los Slytherin, menos aún si lo insultaban.

Y hasta donde yo entiendo, tú eres un pobre perdedor – dijo Parkinson – que no tiene ni un knut para com…

¡Furúnculus! – Ron la atacó, sin embargo el hechizo nunca llegó a tocarla.

Impedimenta – dijo Malfoy con tranquilidad –. Pobre y lento. Estás perdido, Weasley.

Incarcerus – Pansy Parkinson apuntó a Ron, Malfoy a Hermione, y ambos Gryffindor quedaron atados desde los hombros hasta los tobillos con fuertes cuerdas mágicas.

Hasta la vista, bobos – Malfoy y Parkinson se retiraron riendo.

¡Eres un imbécil, Malfoy! – gritó Hermione.

Algunos Slytherin se asomaron de sus compartimentos para ver qué sucedía, pero al ver a los chicos ahí atados y tirados en el suelo, sólo reían y volvían a sus lugares.

Esto es el colmo, no puedo creer aún que estos idiotas sean prefectos – exclamó Ron mientras intentaba en vano soltar las cuerdas -. ¿No puedes hacer algo con esto, Hermione? – preguntó fastidiado.

Espera, tengo la varita en la mano. Déjame intentar moverla para apuntar hacia las cuerdas y no a mi muslo – la joven hizo un esfuerzo –. Diffindo. ¡Oh, rayos, mi túnica se descosió! ¡Reparo! – dijo apuntando el desgarro de su túnica –. Sí, así está mucho mejor…

¡Ejem! Sigo amarrado aquí, ¿podrías ayudarme?

Lo siento, Ron – la chica deshizo rápidamente las ataduras y liberó a su amigo.

¡Me aburrí! Ya hice suficientes rondas por hoy. Me voy al compartimento – Ron comenzó a caminar, sin embargo la chica se quedó parada, pensativa, en la mitad del pasillo -. ¿Vienes conmigo, Herms?

Sí, claro, al compartimento – Hermione parecía salida de una ensoñación –. Vamos.

Mientras caminaban por los pasillos, Ron despotricaba contra Malfoy y todos los Slytherin que han habido, hay y habrán en este mundo. Una vez en el compartimento los chicos se acomodaron junto a Harry y tomaron algunos dulces que había sobre el asiento.

Qué bien, muero de hambre – dijo Ron, mordiendo una rana de chocolate.

Como siempre – comentó Hermione.

No me pidas tanto. Después de encontrarme con Malfoy debo recuperar fuerzas – se justificó el pelirrojo,

¿Encontrarte con Malfoy? – se interesó Harry - ¿Qué sucedió?

Nos encontramos en el pasillo mientras hacíamos la ronda. Estaba con esa Parkinson – comenzó Ron –. Por supuesto, nos insultaron, y yo la ataqué…

¿Tú perdiendo el control contra un Slytherin? No lo creo – ironizó Harry –. Bueno, ¿qué pasó luego?

… yo la ataqué – continuó, haciendo caso omiso a la interrupción –, le lancé un hechizo furúnculos, pero Malfoy la protegió…

Y luego nos ataron con cuerdas mágicas y se fueron del lugar. Algunos imbéciles se asomaron a ver qué sucedía, pero eran todos de slytherin, por lo que se rieron y se volvieron a entrar – terminó Hermione.

Son unos imbéciles – dijo Harry acomodándose en su asiento -. Malfoy y todos esos slytherin. Ya me gustaría encontrarme con él cara a cara y a solas.

No te metas en problemas, Harry, no te conviene – lo aconsejó Hermione -. No sabemos quién podría llegar a Hogwarts este año para hacernos la vida imposible. ¿No te bastó con la cicatriz que te dejó Umbridge el año pasado?

Eso fue algo diferente – se defendió Harry -. Además tú sabes que esto – dijo mostrando el dorso de su mano donde tenía inscrito en la piel 'No debo decir mentiras' como finas líneas blancas – no fue para nada justo.

Sí, lo sabemos, Harry, pero las cosas van cada vez peor; y quién sabe qué maniaco podría llegar este año al colegio – respondió su amiga.

Los chicos continuaron su conversación mientras que fuera de las ventanillas del tren oscurecía y se acercaban cada vez más a Hogwarts.

Harry, deberías cambiarte ya – dijo Hermione -. Llegaremos pronto a la estación.

Harry se puso la túnica y pocos minutos después llegaron a la estación de trenes de Hogsmeade. Cuando bajaron del tren vieron, metros más allá, a Malfoy, tan altanero como siempre, que llevaba abrazada por los hombros a Pansy Parkinson.

Hacen buena pareja – comentó Harry -. Son tal para cuál.

Sí, cuál de los dos es más imbécil que el otro – consintió Ron.

Sin embargo, Hermione se quedó en silencio, no emitió ningún comentario y tuvo una extraña sensación en el estómago. Los tres amigos se dieron vuelta y se encaminaron hacia los carruajes tirados por thestrals que los llevarían al castillo. Justo un momento después que se voltearan, Draco Malfoy miró en su dirección. Si alguien se hubiese dado cuenta, hubiese visto unos ojos grises, pero de un gris cálido, como plata derretida, y pese a todo pensaría que lo había imaginado, pues sólo duró un pequeño momento.

¡Hagrid! ¿Qué tal? – saludó Ron al semi gigante que se encontraba a escasos pasos de ellos.

¿Qué tal, chicos, cómo estuvieron las vacaciones?

Muy bien, gracias – respondió Hermione.

¡Cuánto me alegro! Ahora, los dejo. Ya me voy con los de primero al lago.

Nos vemos en el castillo – dijeron los chicos.

Hasta pronto – respondió Hagrid, quien, dándose vuelta, llamó a los rezagados - ¡Los de primero, por aquí! ¡Ya vamos a partir!

Los chicos se acomodaron en uno de los últimos carruajes, en el cuál se encontraron con Luna Lovegood. La muchacha los saludó con afecto. Se fueron durante todo el trayecto hablando de las vacaciones y otros temas de interés. Una vez en Hogwarts, se despidieron de la chica y se ubicaron en tres asientos libres en la mesa de Gryffindor. Pocos minutos más tarde llegaron los alumnos de primero y comenzó la selección. Cuando ésta finalizó, Dumbledore se puso de pie e hizo un gesto para pedir silencio.

Buenas noches a todos los presentes, bienvenidos a un nuevo año escolar – dijo el director en un tono de bienvenida -. Sé que no quieren escucharme decir un montón de tonterías en este momento, por lo que dejaré que disfruten el banquete. ¡A comer!

En las fuentes y jarras que se encontraban en el centro de las mesas, aparecieron una gran variedad de exquisitas comidas y el más fresco y delicioso jugo de calabaza. Todos y cada uno de los presentes en el Gran Salón, exceptuando a los fantasmas, llenaron sus platos y comenzaron a comer tolo lo que tuviesen en frente. A la comida le siguió el postre: todas las delicias que los elfos domésticos les pudieron ofrecer. Una vez que terminaron de comer, los platos se limpiaron por arte de magia. Dumbledore se puso de pie para, ahora sí, realizar el discurso y advertencias pertinentes al comienzo del nuevo año escolar.

Queridos estudiantes, nuevamente les digo: bienvenidos. Bienvenidos otra vez a Hogwarts, al castillo. Espero que sus vacaciones hayan sido placenteras y hayan tenido tiempo de vaciar sus lindas cabecitas para poder nuevamente llenarlas de conocimientos este año – el anciano profesor mantenía los brazos abiertos en un gesto de recibimiento -. En primera instancia quiero presentar a la nueva profesora de Defensa contra las artes oscuras. La señorita Florence Sloper – tanto Dumbledore, como los otros profesores y estudiantes aplaudieron cortésmente a la recién llegada, la cual sonrió y regresó a su asiento -. Ella nos acompañará al menos durante este año y les enseñará todo lo que sabe de la defensa, tan necesaria hoy en día. Por otro lado, quiero recordarles a todos ustedes que no pueden ingresar al bosque prohibido, a menos que sea con un profesor, dentro de un horario de clase.

Es decir, con Hagrid, ya que nadie más está tan chalado para entrar ahí – comentó Ron en voz baja a sus amigos, quienes rieron.

Por último, les informo que debido a los tiempos en que nos encontramos, los alumnos no podrán salir de sus salas comunes después de las nueve de la noche, por su seguridad, y los prefectos y premios anuales realizarán rondas de vigilancia por el castillo hasta las once de cada noche. Además, quienes estén interesados en saber las muchas prohibiciones del castillo y terrenos pueden acercarse a la conserjería del señor Filch, quien amablemente se las dará a conocer. Ahora, a la cama, ¡buenas noches!

Todos los estudiantes se pusieron de pie para dirigirse a sus respectivas salas comunes. Ron y Hermione se dirigieron hacia los alumnos de primer año para guiarlos. Estaban llegando a las puertas del Gran Salón, cuando se encontraron frente a frente con Malfoy, quien les lanzó una mirada envenenada a cada uno y pasó delante de ellos con una fila de pequeños Slytherin a sus espaldas.

Idiota insufrible – murmuró Ron.

Una vez que subieron muchas escaleras y tomaron varios atajos, por fin llegaron al retrato de la Dama Gorda que custodiaba la entrada a la sala común de Gryffindor.

¿Contraseña? – preguntó la mujer del retrato.

Lumos de lune – contestó Hermione, y la Dama los dejó pasar.

Una vez dentro de la sala, redonda y acogedora, con tapices dorados y escarlatas en las paredes, mostraron a los nuevos estudiantes el camino a sus habitaciones: hombres por un lado, mujeres por el otro.

Buenas noches, chicos – se despidió Hermione de Harry y Ron y subió a su propia habitación.

La chica se puso pijama y se metió en la cama. Estaba agotada. Rápidamente comenzó a caer en un apacible sueño, y lo último que pasó por su mente antes de dormirse fue: Draco Malfoy.