Iron and Gold
Capítulo I Escape
"Cada pensamiento es un eslabón en la cadena interminable de causas y efectos, en la que cada efecto se convierte a su vez en causa y cada causa ha sido una vez efecto...En esta cadena infinita cada eslabón está constituido por una aleación de tres elementos: deseo, pensamiento, actividad. Un deseo estimula un pensamiento; el pensamiento se manifiesta a sí mismo en la acción. El acto constituye la trama del destino"
Swami Sivananda
En este mundo existe algo conocido como "marcas", que son literalmente una marca que todos tienen en la mano derecha desde su nacimiento y todas son diferentes.
Algunas son parecidas, como la de padres e hijos, pero no son como el color de cabello o los ojos, un padre tiene una marca y un hijo tiene otra diferente, nunca iguales.
Nadie sabe la causa de tenerlas, aunque las consideramos lo más cercano que se puede a un alma, porque cuando te unes a una persona es para siempre y el vínculo es tan fuerte que algunas emociones se pueden transmitir de una persona a otra.
Para unirte a una persona hay un ritual que se hace durante las bodas, cortas la palma de la mano de ambos y dejas que la sangre se mezcle, al finalizar las dos marcas crearán un diseño hermoso exclusivamente para la pareja.
El ritual no es sólo una muestra de que estás casado con alguien, es algo más profundo, como dije antes, puedes sentir las emociones más fuertes de la otra persona como si fueran tuyas, dolor, amor, alegría, odio…
La unión es inquebrantable, no existe magia capaz de romper lo que se hizo, la muerte no es tan fuerte como se cree, porque aun cuando una parte se desvanece, en la otra queda la blanca cicatriz de lo que hubo antes, recordando lo que se perdió para siempre.
Es raro ver una mujer con la cicatriz blanca, por lo regular si un hombre está harto de su esposa la mata y queda libre de nuevo. En algunos lugares esto es completamente normal, en otros se p aga con la misma brutalidad del crimen.
Un esclavo puede unirse a otra esclava si sus amos lo permiten y por lo regular lo aceptan, hijos de esclavos nacen esclavos, para ellos eso es una ganancia.
Es curioso... un esclavo puede elegir con quien unirse, pero una princesa no, es vendida al mejor postor, en ese aspecto todas las mujeres son esclavas del hombre.
Así empieza mi historia… Mi nombre es Alibaba Saluja tercera princesa del reino de Balbadd.
Hija de una prostituta que se embarazó del Rey, nací en los barrios pobres, pero al morir mi madre, el Rey me llevó al palacio donde aprendí todo sobre ser una princesa.
No era feliz, pero como toda mujer no tenía voz ni voto y no podía hacer nada para cambiar eso, sólo atendía mis clases y caminaba en los jardines, mi único amigo en el mundo era Kassim.
Él era mi única conexión con el exterior, me contaba que aunque Balbadd tenía una economía estable por el comercio con otros países, la gente no era feliz; la discriminación de los nobles hacia los comunes cada día eran más notorios y la pobreza aumentaba en un ritmo alarmante.
Yo viví la pobreza y sabía lo que sentían los comunes, entendía su odio hacia los nobles y querían un cambio radical.
Odio sonar pretenciosa, pero a diferencia de los demás nobles yo disfrutaba de la compañía de la gente común, un ejemplo de ello es mi más preciado amigo Kassim, que todas las noches se infiltraba en el castillo sólo para platicar conmigo unas cuantas horas.
Le podía contar todo a él, mis sueños, miedos, celos… y él nunca me juzgaba.
-hoy soñe que yo era la reina de Balbadd y hacia ese cambio radical en mi país para que todos fueran felices- aunque era un sueño imposible- se que ninguna mujer ha gobernado Balbadd y las posibilidades de que yo sea reina son muy escasas.
-Deberíamos hacer una revolución
-¿Contra mi padre? Es una locura, nos matarían a todos, incluyéndome, además no me gusta la violencia- Kassim mordió una manzana desesperado.
-Busquemos un método más pacífico entonces, coméntale a tu padre lo que pasa en los barrios pobres.
-Mi padre no me toma en cuenta, soy una mujer y ni siquiera soy una noble "pura" estaría loco si me escuchara
-Tu padre te adora, estoy seguro que te pondrá al mando del Reino, eres lista, diplomática, sabes usar la espada y eres muy guapa
-Tus halagos no me convencen, además no está en el castillo en estos momentos, fue a Sindria en una "misión diplomática"
-Entonces ¿puedo quedarme a dormir hoy?- siempre se me había insinuado de esa manera, aunque sabía que lo tenía que rechazar. Él me gustaba y mucho, pero no podía unirme a él sin estar casados, luego estaba el hecho de que mi padre nunca lo aceptaría.
-No puedo traicionar a mi padre así, lo siento Kassim
-Sabes que te amo Alibaba, pero odio no poder estar contigo
-Lo sé perfectamente y yo también te quiero, pero estoy confundida.- la expresión de Kassim cambio totalmente.
-¿Por qué estás confundida?
-Porque una parte de mí dice que me largue de este lugar y otra me dice que tengo que cumplir mi deber, casarme para poder ampliar el comercio en Balbadd y hacer feliz a mi padre
La idea de casarme con un desconocido me deprimía, yo sólo quería una cosa y era estar con Kassim.
-Le pediré al Rey tu mano- miré a Kassim desconcertada.
-Jamás estaría de acuerdo y no quiero poner tu vida en peligro- el Rey era bastante temperamental cuando se trataba de mí. Muchas veces decía que yo era su tesoro más preciado, pero no sabía cómo tomarlo si como algo bueno o algo malo.
-Me volveré el hombre más rico de Balbadd y nos casaremos- sonreí, la imagen mental que se creó en ese momento fue perfecta. Kassim era mi mejor amigo y la persona que amaba, no me imaginaba la vida sin él.
-Tendrás que trabajar y ahorrar mucho
-Si es por ti no me importa - agarró uno de mis mechones de cabello rubio y se lo llevó a la nariz disfrutando de su aroma. -tu cabello huele a flores.
-Sabes, cada vez que te despides me agarras el cabello - él sonrió sorprendido.
-Nunca me di cuenta- su mano izquierda acarició mi cuello mientras que él se acercaba a mi rostro lentamente para terminar en un beso que no quería que parara, lo rodeé con mis brazos y nos quedamos unos minutos así, disfrutando la calidez del cuerpo del otro.
Cada vez que se iba sentía un hueco en el corazón, salía de mi fantasía y regresaba a la realidad. Kassim no juntaría dinero suficiente para poder impresionar a mi padre, me casaría con algún Príncipe que no conocía y me alejaría de mi tierra y del hombre que amo.
Tres semanas más tarde regresó mi padre de su viaje y poco después ya no podía seguir gobernando, estaba demasiado débil para levantarse de su cama.
No sentía amor por el Rey, pero tampoco soy un ser sin corazón, me entristecía verlo tan viejo y débil sabiendo que en algún momento fue un hombre fuerte.
No obstante había algo que me atormentaba más, ¿quién de mis dos hermanos sería coronado? las dos opciones era terriblemente malas para el Reino y para mí.
Sabía del desprecio de mis hermanos, no soy idiota, creían que era una especie de animal rabioso que invadía su hogar. Eso me resultó muy triste la primera vez que lo supe, después me fue indiferente hasta ahora. ¿Qué pasaría conmigo? ¿Me echarán a la calle? ¿Me venderán al mejor postor? O mucho peor ¿Pedirán mi cabeza? Sólo rogaba que mi padre aguantara un poco más y las cosas se calmasen solas, aún que eso era casi imposible.
Tenía que hablar con mi padre no importa que fuera inútil, teníamos que bajar impuestos, hacer más seguras las calles o algo para que el pueblo estuviera feliz y que la sucesión al trono estuviera lo más tranquilo posible.
Tres veces toque la puerta de mi padre con la mirada atenta de los guardias.
-Adelante.
-Padre soy yo, Alibaba.
Un pequeño grupo de artistas estaba en el suelo tocando una melodía alegre para mi padre.
Cuando me acerque a él, vi su rostro más demacrado, desprendía un extraño aroma dulce. Estaba delineando su marca con el dedo, el diseño también se estaba palideciendo, el color negro se acercaba cada vez más al color blanco como el de la cicatriz de la reina que había muerto hace dos años atrás, ahora el Rey se aproximaba a su muerte.
-Llegaste en un buen momento, hay un asunto importante del que tenemos que hablar.
-Mi Rey disculpe, pero me gustaría hablar primero- el Rey sonrió y movió la cabeza para asentir
-Estamos cerca de una guerra civil, la gente cada día está más enojada con nosotros, podríamos calmar los ánimos si bajamos un poco los impuestos y así la gente disfrute más su dinero con eso el comercio puede crecer mas, además…- el Rey levantó una mano para que parara.
-Eso es de lo que quería hablar, te preocupa la gente y sin duda eres buena diplomática, cualidades que no todo mundo tiene -hizo una pequeña pausa por la dificultad de respirar - por eso hice un trato, mañana vendrá un barco para que te lleve a Sindria, te casarás con el Rey Simbad y él te enseñará cómo gobernar un país
- No necesito saber cómo gobernar un país padre - mi tono de voz era casi desesperado, sabía que pasaría esto en algún momento, pero nunca pensé que tan pronto
-Sí lo necesitas, tomé mi decisión. Tú serás mi heredera al trono, tus hermanos son idiotas que no piensan más que en ellos mismos. También piensa en el pueblo, tus hermanos provocarán una guerra que nos puede costar todo a este país.
Estaba temblando, esto no es lo que quería, no así. Mis pensamientos egoístas nublaron mi juicio, en esos momentos sólo pude pensar en una cosa. Kassim
-Me niego
-Ya está hecho, no puedes cambiarlo
-No me importa, no lo haré- diciendo esto salí de la habitación de mi padre y corrí lo más rápido que pude al único lugar donde podía desahogarme, en mi habitación.
Como todas las noches Kassim estaba recargado en el balcón fumando un tabaco, cuando me vio entrar a la habitación jadeando y llorando su rostro palideció.
-¿Qué paso? ¿Estás bien?
- Mi padre quiere que sea la Reina de Balbadd- la mirada de Kassim cambió a una más relajada y alegre
-Eso es estupendo Alibaba podrás…- no lo dejé terminar.
-El problema es que mañana me voy a Sindria para casarme- fue en ese momento que entendió todo
-No podré estar nunca contigo Kassim, no quiero eso
Lloraba como una niña pequeña en su pecho, desesperada por mi destino.
-No lo permitiré- hizo que levantara el rostro y me besó - toma lo más importante y vámonos
-¿Ahora? ¿Lo dices en serio?
-Si no es ahora, nunca podremos estar juntos
Miré a mi habitación, tomé lo único importante que tenía
-¿Es lo único?- dijo Kassim refiriéndose a la espada en mi mano
-Es lo único
Kassim me tomó de la cadera y saltó desde el balcón, a pocos metros del suelo había unos tendederos donde él se colgó con facilidad, todo en absoluto silencio.
-¿Así es como bajas siempre?
-Y como subo, es muy fácil la verdad
A pocos metros de donde caímos había una cuerda, subimos sin alertar a los guardias y a pocos segundos estábamos fuera del castillo.
-¿A dónde vamos ahora?- dije sin aliento
- A casa - los dos sonreímos felices.
- Eso es perfecto Kassim- ahora fui yo quien tomó la iniciativa para besarlo.
