** HASTA QUE LA COPA NOS SEPARE **
Por. JulietaG.28
Disclaimer: Todos los personajes de Captain Tsubasa pertenecen a su creador Yoichi Takahashi y SHEISHUA. No me pertenecen en lo más mínimo. Esta es historia es solo por entretener y no contiene ningún fin de lucro.
—PRIMERA PARTE—
** ELLAS CONTRA… ELLAS **
=PRÓLOGO=
=Los seleccionados=
—PARÍS, FRANCIA—
—Apartamento de Taro—
El reloj terminó por marcar las 5 de la mañana, de un día domingo del mes de Junio. A tan solo una semana de que el Campeonato Mundial de Futbol Soccer diera comienzo, jugadores de todo el mundo y de todos los equipos, habían comenzado a prepararse para el día lunes de la siguiente semana en que el tan esperado torneo diera al fin inicio.
Desde los soleados y exóticos lugares de América, hasta las frías y viejas ciudades de Europa, pasando por los desérticos y penetrantes calores de África y sin excluir las bellezas naturales de Asia; personajes reconocidos por su talento en el futbol, comenzaban a viajar a sus respectivos lugares de origen, aunque el destino final, fuera nada más y nada menos que las islas del Japón, donde el país del sol naciente se encargaría de recibirlos y darle seguimiento al mundial de aquel año.
Justo en esos momentos, en el interior de la habitación, uno de los 22 seleccionados para el combinado nacional de Japón, Misaki Taro, trataba por todos los medios de mantenerse sereno y terminar el equipaje. El reloj corría en su contra, mientras el pobre castaño de ojos chocolate, pasaba un mal rato tratando de no olvidar ni el más mínimo detalle para viajar.
Muy concentrado estaba en sus cavilaciones personales, cuando la puerta principal se abrió y se cerró, un par de pasos comenzaron a sonar, originados por los tacones que se acercaban a la habitación. Cuando la puerta de la recámara se abrió, una figura femenina hizo su aparición.
Alta y esbelta, de cabellos castaños como el chocolate y ojos tan claros y dulces como las avellanas que les daban color, Jaqueline Balizari, novia del centrocampista japonés, miraba a su novio, alternado las observaciones entre el chico y la maleta que yacía en la cama.
— Dime que estás bromeando— le pidió la chica con voz dulce, tratando de no reír. Taro, se pasó una mano por el cabello, antes de girarse y acercarse a la dama. Pasando una mano por su cintura y otra por sus largos cabellos castaños, depositó un casto beso en sus labios, antes de alejarse y volver en redondo a mirar la maleta.
— Siento que olvido algo…— le respondió el chico, pensativo.
— Bueno, sí… yo también lo creo…— se mofó la castaña, ya sin poder seguir ocultando su risa. Taro, la miró con el ceño fruncido, antes de volver a observar la maleta.
Un balón, su antiguo uniforme de la selección, espinilleras, calcetas y un par de tacos para césped. ¿Qué más faltaba?
— Los chicos y el soccer…— suspiró Jaqueline, antes de acercarse a su novio, besarle la mejilla y decirle— ¿Podrías buscar tú pasaporte? He dejado los boletos de avión en la mesa. Tenemos hora y media para llegar—
Taro suspiró y asintió con la cabeza, mientras veía como su novia, se acercaba a la maleta para sacar el balón, los tacos y comenzar a imponer un nuevo orden. En la maleta que solía llevar al complejo del París Saint Germain, su equipo en Francia, Jaqueline introdujo el uniforme, las calcetas, un par de espinilleras, los tacos y también la indispensable venda que Taro llevaba solo por si las dudas. Dentro de la maleta en la cama, metió jeans, camisetas, un par de chaquetas y sudaderas y otros pares de zapatos.
Antes de salir del departamento camino al aeropuerto, donde ambos abordarían un avión con rumbo a Japón, Taro echó un último vistazo al apartamento, rememoró lo que llevaban, papeles, maletas y demás y finalmente, sonrió.
— No sé qué haría sin ti…— le dijo a Jaqueline, antes de cerrar la puerta y abandonar el departamento.
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—MUNICH, ALEMANIA—
—Apartamento de Genzo—
— ¡Mierda!— exclamó Genzo llevándose un dedo a la boca. Con la mano libre, empujó el cajón de la cocina hacia adentro, dejando en el interior el arma punzocortante que le habían pinchado el dedo. ¡Malditos fueran los cuchillos de cocina! Acto seguido y con el dedo índice aún en los labios, el portero japonés siguió abriendo cajones a diestra y siniestra en la búsqueda de aquello que no lo dejaba seguir la mañana en paz, como la había llevado antes de caer en su predicamento.
De un instante a otro, la puerta se abrió y el sonido de unas diminutas ruedas, siguió a los pasos de aquellos tenis tipo Converse que tanto le agradaban a su dueña. Extrañada porque el portero nipon no se hubiera girado a recibirla, Allison Mondragón, pianista y novia de Genzo, frunció el ceño con curiosidad, mientras observaba a su novio.
— Página 30, de Orgullo y Prejuicio, tonto— le dijo entonces, cuando Genzo cerró el último cajón que tenía en la cocina. Como si las palabras de Allison lo hubieran abofeteado, el japonés se detuvo y se giró en seco.
— Ya lo…— comenzó a decir, pero la imagen de Allison, lo atrapó por completo.
Alta y delgada, de cabellos negros como si de carbón se tratara y de unos ojos tan plateados como el metal, Allison vestía de jeans claros y Converse negros, pero su blusa, resultaba nueva. Negra y con franjas, con el escudo de Japón en el lado superior derecho y podía apostarlo, el número 1 en la espalda, la chica se había presentado en su apartamento con maleta en mano, para restregarle su nueva playera.
— Y bien ¿te gusta?— le preguntó la pelinegra en una sonrisa. Genzo, se acercó a ella entonces para abrazarla y besarla, como si la vida se le fuera en ello. Tras separarse y aún con la chica entre sus brazos, el portero respondió.
— Me encanta—
— Ja, ja, ja, lo sabía, tenía que ser. Pero ahora… no me digas que ya lo sabías, Wakabayashi— le respondió ella, regresando la conversación a la búsqueda interminable que Genzo había estado realizando.
— Tal vez lo olvide…— murmuró el chico, soltándola y viendo como ella tomaba rumbo al librero que yacía en la sala. En el espacio superior, entre los pocos libros que ahí había y con letras blancas, se leía "Orgullo y Prejuicio" AUSTEN.
— "Lo dejaré aquí, es tú libro favorito, así jamás olvidaré dónde lo puse"— le dijo la chica, imitando la voz del portero, grave y gruesa. Genzo, suspiró resignado, cuando Allison abrió el libro por la página 30 y sacó lo que tanto buscaba el portero: dos boletos de avión con destino a Japón.
— Justo donde los dejé— dijo el portero en una sonrisa, mientras ella rodaba los ojos.
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—TURÍN, ITALIA—
—Aeropuerto de Turín—
La cámara se encendió y la imagen de poco en poco comenzó a volverse nítida. En una de las muchas salas de espera del aeropuerto, los pasajeros con destino a Japón, aguardaban con impaciencia a que se les permitiera el abordaje. Al fondo de la sala, una intrépida pareja, había logrado pasar desapercibida entre los demás pasajeros, hasta ese preciso momento en que la cámara se había encendido.
— Bien, bien, grabando…— espetó Aimeé con una radiante sonrisa. Sus ojos ámbar, claros y de algunos rasgos felinos, brillaron al verse en la cámara de mano que sostenía y una radiante sonrisa se instaló en sus labios al admirar al chico detrás de ella— Oh, vamos, sonríe— le pidió Aimeé.
— No sé porque me esforcé en que los periodistas no vinieran aquí el día de hoy, si te traigo a ti— le dijo el chico en una sonrisa, sus ojos negros brillaron y sus cabellos oscuros se movieron cuando comenzó a reír.
— Qué bueno que recuerdes que soy reportera. Ahora, por favor, esto irá directo a televisión nacional— le respondió ella. A sus espaldas, Kojiro Hyuga, delantero de la selección de Japón, se puso de pie y cubrió la cámara con su mano, en cuanto la hubo abrazado por la espalda y besado su mejilla.
— Ya deja eso— le pidió, Aimeé negó con la cabeza, le gustaba molestarlo—
— Solo si prometes no volver a humillarme en público— dijo ella entonces, Kojiro volvió a reír al tiempo que se alejaba.
— De acuerdo— aceptó— Pero no te humille— le recordó, al dejar un casto beso en su cabello.
— ¡Le revelaste a la prensa que te perseguí día tras día para enamorarte! Y la verdad, es que lo hice por conseguir una entrevista— reclamó Aimeé, haciendo un mohín.
— Tan solo les conté la verdad, no fue ninguna mentira— repuso el tigre alzando los hombros, como quién le resta importancia al asunto.
— Claro que lo fue, yo jamás te perseguiría. Era por trabajo, no por…— un beso logró acallar sus réplicas, cuando Kojiro le cerró la boca.
— Con intención o sin ella, me enamoré de ti. Y aclaré el asunto a la prensa— le recordó en cuanto se separaron. Aimeé sonrió con resignación y volvió a besarlo.
— Pero sigo siendo el hazme reír en el periódico— se quejó ella. Otra carcajada escapó de labios del chico, justo en el momento en que se anunciaba el abordaje.
Aún emberrinchada y con un novio que no hacía más que reírse de ella, la pareja continuó con su camino hasta que la azafata principal les pidió los boletos de abordaje. Acababan de cruzar el túnel hacía en avión, cuando Kojiro le dijo:
— Pero sí querías enamorarme—
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—SAITAMA, JAPÓN—
—Estación de trenes—
El tren que se dirigía a Hokkaido partió con 5 minutos de anticipo, por lo que, si corrían con suerte, los pasajeros con destino a Yokohama, tal vez pudieran decir lo mismo de su viaje. Y entre esos mismos pasajeros en espera, se hallaban seis interesantes chicos, que por más que intentaban pasar por alto su presencia en la estación, sentían con intensidad, las miradas de sus admiradores y los flashes que se disparaban cuando alguno los fotografiaba.
— Más vale que el tren se dé prisa— espetó Ken Wakashimazu mirando el reloj. A su lado, su novia, Lee Hye Sun, pequeña y esbelta, de cabellos negros azulados por el tinte y ojos azul cielo, rasgados por su procedencia coreana, lo miró con una sonrisa, mientras reía.
— Seguro que no es buena idea desesperarte— se mofó. Ken, frunció el ceño, al tiempo que sus amigos, Takeshi Sawada y Kazuki Sorimachi, reían con ganas.
—Les doy tres segundos para que dejen de reírse— advirtió el arquero japonés. Y entonces, las risas de su novia, Lorean Risse y Naoko Fukushima se unían a las de sus amigos.
— Ya Ken, no te enojes— le dijo Lorean con una sonrisa, mientras sus ojos azul cielo brillaban y sus cabellos negros volaban por el viento.
— No me enojo, es solo…—comenzó a explicarse el arquero.
— Es solo que eres un amargado— le recordó Sorimachi, entre risas— Pero todo esto es tú culpa. Si no hubieras golpeado a Yusuke, no te haríamos burla sobre tu explosivo carácter— le recordó.
— Ha de ser por eso que no se ha acercado nadie a pedirnos un autógrafo o una foto— siguió Sawada; a su lado, la pequeña Naoko Fukushima de cabellos castaños y ojos negros, rió dulcemente, mientras Ken comenzaba a hartarse de las burlas.
Justo en ese momento, el tren con rumbo a Yokohama llegó y los seis se vieron en la necesidad de abordar, por lo que Hye Sun depositó un dulce beso en la mejilla de su novio, para ablandar sus defensas.
— No te enojes, a mí me gusta que seas explosivo— le recordó, por un momento, Ken trató de resistirse y no sonreír, pero apenas Hye dio un paso al frente, el arquero se permitió sonreír, enamorado como se sentía.
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—YOKOHAMA, JAPÓN—
—Departamento de Izawa—
Mientras se besaban, parecía como si el tiempo no estuviera corriendo, como si en realidad, no se estuviera haciendo tarde y él aún no hubiera terminado de acomodar el equipaje. Se besaban y parecía como si en realidad ahí, en medio de ese beso, de ese dulce abrazo, se detuviera el tiempo.
Y aunque en realidad, el tiempo si importaba, aunque en realidad, Izawa aún no hubiera terminado su equipaje y aún no hubiera buscado si quiera la convocatoria que Katagiri les había hecho llegar; aún con todo eso, el centrocampista japonés, no tenía prisa por concluir ese beso.
Con Cho Nakamura entre sus brazos, con sus labios dulces sobre los de él, sus cabellos castaños escociéndole de vez en vez el puente de la nariz y sin poder observar sus bellos ojos cobrizos; Izawa no tenía ningún tipo de apuro por cortar ese contacto.
— Izawa… Izawa…— le dijo Cho, tratando de separarse, consciente de que si él se tardaba más, se le haría realmente tarde.
— Cho… Cho…— le susurró él entre risas, cortando un beso solo para iniciar otro.
— Se va a hacer tarde…— le recordó ella luego de un par de besos más. Finalmente, el pelinegro se separó de ella, sonriente y finalmente resignado a terminar con los besos, para acabar de hacer el equipaje y salir del apartamento.
Según las especificaciones de la selección, los 22 jugadores convocados se reunirían en el Complejo de Concentración, cercano al estadio principal, localizado en Yokohama y permanecerían en él, durante el mes que se desarrollara el Mundial. Dormirían, comerían y entrenarían en el complejo, con las excepciones en que no jugaran o las fechas que Hikaru anunciara necesarias para llevar a cabo su boda el día de la reunión con los directivos, tal y como se había hecho en el mundial en que Tsubasa contrajo nupcias.
La gran diferencia, radicaba en el favor especial que Katagiri había hecho a los jugadores nipones, pues se había encargado de encontrar un hotel perfecto, para las visitas que viajarían con los respectivos jugadores. De modo tal, que Yoshiko, Sanae, Yayoi, Yukari y las nuevas chicas que viajarían a Japón, pudieran permanecer en un solo lugar para moverse en grupo y ayudar a la respectiva novia a planear su evento en ausencia de su prometido, además de facilitar el que los jugadores las contactaran.
— Vale, vale y ya que no me quieres besar, ¿puedo pedirte un favor?— espetó Izawa poniéndose de pie. Cho rió.
— Sí quiero besarte, pero no quiero que se te haga tarde— le respondió— ¿Qué favor?
— Este yo… ¿me ayudas a encontrar mis espinilleras? Es que están perdidas— dijo el chico, levemente sonrojado. Cho volvió a reír, antes de asentir y comenzar a buscar por todo el departamento las dichosas espinilleras.
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—MILÁN, ITALIA—
—Aeropuerto de Milán—
— Baja, baja, baja, baja…— apuró Aoi a su acompañante mientras el mismo bajaba del taxi y se apresuraba a abrir la cajuela y desembarcar las maletas. Habían perdido mucho tiempo encontrando el boleto de avión y el pasaporte extraviado que había sido engullido por la masa de ropa que habían metido en la maleta de Aoi, además, la misma maleta se había abierto a medio bajar las escaleras del edificio y habían demorado volviendo a meter el contenido, solo para subir las escaleras y buscar en el apartamento otra maleta.
Finalmente, Jin Hou Wang, novia de Aoi y voleibolista profesional, bajó del taxi y ayudó a su novio a sacar las maletas de la cajuela. Dos maletas y una mochila de deportes, fueron desembarcadas y finalmente, con apuro, ambos chicos se apresuraron a entrar y buscar la sala de despegue de donde su avión partiría.
Para su buena o su mala fortuna, su viaje, coincidía con el viaje de una famosa cantante italiana que desembarcaría una sala antes de la ellos, pero aun así, Aoi y Jin tardaron un poco en lograr traspasar el gentío que se había aglomerado. Cuando lo lograron, llegaron a su sala, lograron entregar sus respectivos boletos antes de que el abordaje terminara y una vez en el avión, les fue sencillo tomar un lugar:
— Uf… ¡lo logramos!— comentó Aoi con un suspiro de alivio.
— Ja, ja, ja te dije que lo lograríamos— le respondió Jin guiñando un ojo. Sus ojos verdes brillaron con picardía, mientras añadía— Pero a la otra, sería una buena idea que aceptáramos la ayuda de papá— entonces, la radiante sonrisa de Aoi, se esfumó, y en su lugar una pequeña trompa que anunciaba el inicio del mismo berrinche que había estado haciendo en esas últimas fechas, apareció.
— ¡¿Cuándo olvidará que nos perdimos en España?!— Exclamó — Ay no ¡mi suegro jamás me dejará olvidar!— se quejó.
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—BARCELONA, ESPAÑA—
—Aeropuerto de Barcelona—
Era temprano, bastante temprano. Los aeropuertos habían comenzado a llenarse, las tiendas, vendían productos calientes y eran pocos los niños que en compañía de sus padres, no dormían mientras esperaban su vuelo. Pero si la hora podía anunciar que él podría escapar de la prensa, se equivocaban. Tsubasa Ozhora, caminaba de la mano de su esposa, con una maleta en la mano cada uno, con una mochila deportiva al hombro de él y con los boletos de avión en posesión de Sanae.
Detrás de ellos, la prensa trataba de seguirles el paso, pues estaban bastante ansiosos de conseguir una entrevista con el Genio del Soccer de la época. Antaño, al término de la Champions League, el capitán del Barcelona había ofrecido una muy agradable entrevista a los medios, donde expresaba la alegría de la victoria y donde le habían cuestionado sobre el próximo mundial. Claramente, aquella pequeña entrevista no iba a saciar a los reporteros y mucho menos a tan poco de que el torneo comenzara.
— Recuérdame, que debo cerrar la boca de vez en cuando— se quejó Tsubasa, cuando finalmente, llegaron a su sala de espera, con unos minutos de tranquilidad, antes de que los reporteros les dieran alcance.
— "Partiré en punto de las 7, el domingo, a Japón"— le imitó Sanae con voz grave antes de comenzar a reír.
— No puedo creer de verdad, que nos hayan seguido— siguió quejándose el capitán.
— Bueno, ¿qué esperabas? Eres el capitán de la selección, seguro que será peor al llegar— suspiró la pelinegra. Tsubasa, se acercó a su esposa dulcemente, poniendo una mano en el mentón y la otra en su cintura.
— Sanae, lo siento, de verdad. Sé que es difícil para ti soportar todo esto y el embrollo que causa la prensa pero…— su esposa sonrió con cariño y besó sus labios antes de responder.
— Me he acostumbrado, desde la escuela elemental tenías ya muchos fans y aun así, me impuse y me case contigo— le recordó, el pelinegro sonrió y la volvió a besar, antes de suspirar.
— Y por lo que sabemos, las cosas no van a cambiar luego del Mundial…
— Bueno, pensaremos en eso después— aseguró la chica. Entonces, el poco silencio que reinaba en la sala se perdió, cuando la prensa entró y rápidamente ubico a Tsubasa. Con cuidado de que Sanae no fuera empujada, el capitán puso detrás de él a su esposa y recibió a los reporteros con una amable sonrisa.
— Tsubasa, Tsubasa… ¿qué le dirías a tus compañeros de la selección si estuvieran viendo esta transmisión?
— ¿Qué pasará con…?
— ¿Acaso jugarán en…?
— Hey, hey, tranquilos amigos— pidió el japonés— Bueno, si supiera que mis amigos están viendo esto, yo, les diría que estoy muy emocionado por volver a jugar un Mundial con ellos y que me siento en verdad feliz de poder volver a verlos en cuestión de horas. Quisiera también, expresar que estoy muy ansioso de conocer a sus respectivas parejas y felicitar a Hikaru por las nuevas noticias que publicó a la prensa— dijo. Los reporteros, parecieron tener todavía una muy larga lista de preguntas, pero se vieron en la necesidad de callarse cuando el abordaje comenzó. Tsubasa y Sanae, abordaron el avión con rumbo a Japón, donde no se habían equivocado, la prensa, también les esperaba.
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—TOKIO, JAPÓN—
—Edificio de Hikaru—
Cerró la puerta con cuidado, rodeó el auto por enfrente hasta el lado del conductor y echó un vistazo al edificio frente al auto, no estaría ahí durante un tiempo, así que extrañaría poder vivir en el mismo lugar que Yoshiko. Entró al auto y encendió el motor; a su lado, la linda castaña de ojos chocolate jugaba entretenida en su celular mientras reía. Hikaru imitó su sonrisa, sin dar cuenta que Yoshiko ya había advertido su mirada:
— Yo también te voy a extrañar— le dijo ella, sin despegar los ojos del celular.
— Oye, podrías decirme que deje de mirarte en lugar de responder a mis pensamientos privados— comentó el castaño con una sonrisa, arrancando finalmente.
— No es tan divertido como responder a tus dulces pensamientos, cariño. No te preocupes, estaremos bien— le aseguró ella.
— Sobre la boda…
— Ya hablamos de ello, Yayoi y Sanae me ayudarán a organizarlo todo. Sobre todo la boda por el civil y mi madre y tú madre también. Cuando no entrenes seguiremos juntos, los chicos también te ayudarán a que planees tu parte, todo saldrá bien— le aseguró ella.
— Aun así, se supone que las bodas se planean en pareja y yo… no quiero que sientas que lo hago a un lado, porque no es así…
— Lo sé Hikaru, no tienes que explicármelo. He sido tu novia durante años y te conozco desde que éramos niños… está bien, de verdad. Si en algún punto llegas a olvidar la boda, te juro que buscaré la manera de que te enteres y recuerdes lo que estamos haciendo— le prometió ella.
— Bueno, en verdad espero que no tengas que llegar a ello— respondió el con una sonrisa, justo cuando el auto se unía a la fila de la avenida principal con rumbo al hotel donde Yoshiko se hospedaría en ausencia de Hikaru y dónde de poco en poco, las chicas de los jugadores comenzarían a unirse. ¿Qué depararía aquel primer encuentro?
Continuará…
N/F:
*Todos los personajes de Captain Tsubasa son propiedad de Yoichi Takahashi y SHEISHUA, no me pertenecen en lo más mínimo. Esta historia es solo por entretenimiento.
*Todo OC reconocible en esta colección, pertenece en su totalidad a JulietaG.28 y son utilizados tanto en nombre e historia para ambientación de la colección.
*"Un Mundial de Locos" abre la segunda fase del proyecto homónimo, que comenzó en sus sub-apartados "Rumbo al Mundial" y "Europa de Amor" en Enero del 2015 y es como todas las historias de su categoría, propiedad de invención de JulietG.28 —Di no al plagio—
*La portada de esta historia, como la de las demás de la colección fue realizada por JulietaG.28, con ayuda de un programa para avatares y los dibujos clásicos de Takahashi.
N/A:
¡Muy buenos días a ti, lector! Si esta nueva historia ha llegado a tu pantalla (PC, Tablet o dispositivo Android), quisiera hacer de tu conocimiento la inmensa alegría que me da el poder regresar a Fanfiction con esta nueva historia que contrario a sus predecesoras, contendrá 20 capítulos de comedia, emoción, drama y romance, sin descontar claro, todo el soccer de este anime. Espero de corazón que esta historia sea de tu agrado y que te animes a seguirme, leerme y comentarme, no olvides que tus palabras son el pago y aliento de esta humilde autora. Con una actualización semanal (en la mayoría de las ocasiones), nos estaremos leyendo.
GRACIAS POR LEER.
Con cariño, JulietaG.28
—¡El balón es nuestro amigo!—
