Sanguineus Noctiluca

By Ichia

En la creciente Inglaterra, las oportunidades crecían al igual que la población, y numerosas familias emigraban de distintos lugares pero, Inglaterra contaba con una oscura maldición.

Aquellas leyendas de las criaturas de la noche que se alimentaban de la sangre de sus presas eran ahora algo temido y cuestionado. Recientemente personas habían muerto misteriosamente a mitad de la noche, con dos curiosos orificios en sus cuellos.

Nadie sabía quien era el o los responsables de estos asesinatos, sin embargo ahora los habitantes temen de aquellas criaturas que según dicen, si te encuentras con una, serás lo último que veras.

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La luna iluminaba las nubes en el cielo de Inglaterra que yacía en la oscuridad, el Big Ben ya marcaba las 11:45 de la noche y los faroles ya ardían en las calles y en las cercanías del puerto.

El puerto del sur... donde numerosos barcos llegaban con nuevas familias, y numerosos zarpaban con bienes hacia las demás esquinas del mundo.

Sin embargo, un barco que acababa de llegar llamaba la atención, era el más grande del puerto aquella noche, seguramente de una poderosa familia. Los ayudantes del puerto y del barco, auxiliaron en bajar las propiedades.

Un joven llegó a tierra firme, llevaba una manta negra de terciopelo para cubrirse del aire frío de Inglaterra, su pelo era dorado como el oro, su piel era pálida y pura, pero no más que sus ojos color aqua.

Su dulce pelo bailaba con el viento, la pureza de aquel joven era imprescindible, tanta pureza, que el inocente no se percato de estar siendo observado desde la oscuridad.

Ojos verdes amenazantes le seguían, cada paso, y cada sutil movimiento.

"Amo Quatre, háganos el favor de subir al carruaje, nosotros nos encargaremos de las pertenencias" ordeno dulcemente un señor ya dejando la mediana edad. Tenía el pelo café oscuro y una corta barba.

"si, gracias Rashid" respondió Quatre con una amable sonrisa.

El carruaje ya estaba esperándolo en el puerto, Quatre se dirigió a el, Rashid seguramente llevara las maletas a la nueva casa. El carrocero haló las riendas de los dos caballos.

"¡Esperen!" gritó Rashid y el carrocero inmediatamente se detuvo.

"dime Rashid" dijo Quatre volteándose hacia él confundido.

"Bichara te acompañara, estuve hablando con algunos del puerto, las calles no son muy seguras a estas horas de la noche"

"Si Rashid" respondió Quatre obedientemente.

Bichara caminó hacia el carruaje, Quatre le hizo espacio, su sonrisa aún presente. El carrocero haló las riendas nuevamente y los dos caballos comenzaron a andar en una rápida caminata.

Las calles solo estaban ocupadas por la neblina que era despejada por donde el carruaje pasaba. No se escuchaba sonido alguno, solo el andar de los caballos.

Nuevamente, aquellos ojos verdes seguían el carruaje desde un callejón al final de la calle. Tenía la piel increíblemente pálida, hermosos ojos color bosque, y un pelo castaño que cubría uno de aquellos ahora interesados ojos.

Una sonrisa se formó en sus pálidos labios mientras que el carruaje se acercaba. Ya estaban lo suficientemente lejos del puerto.

La cabeza del joven Quatre se asomó por la ventana del carruaje, curioso mirando su nueva ciudad. Aquella figura oculta ansiosa en las sombras lo pudo apreciar mejor. Aquel joven era...

Era...

Era suyo.

La figura estaba decidida a conseguirlo, el carruaje ya estaba más cerca, aquella figura tenía una larga capa negra que se amarraba del cuello con dos botones al igual que el resto de la capa, dando paso a su hermosa figura masculina. Sus brazos estaban bajo la capa, y solo sobresalían sus botas negras.

El joven Quatre miró a su alrededor asombrado, este lugar era muy diferente a como era Arabia, Rashid le había contado que este lugar normalmente estaba nublado, cuando en Arabia, no había hora en que el sol no se diera la bienvenida, a excepción de la noche, claro esta.

Los hogares eran muy distintos, tenían las luces de sus casas encendidas en algunos cuartos, y era obvio que la gente de aquí era muy distinta a la de Arabia, aquellos pensamientos vagaban por su mente.

"Esta entusiasmado, ¿no amo Quatre?"

"si... este es un lugar muy distinto... estoy ansioso por que amanezca"

Súbitamente el carruaje se tambaleo violentamente "¡¿que ocurre!" grito Quatre preocupado.

Los caballos relincharon y el carrocero grito en un llanto de desesperación y temor.

De pronto el silencio tomó el control de la situación, solo se escuchaban las respiraciones de los pasajeros.

"¿Señor Collins?" pregunto Bichara.

No hubo respuesta alguna.

"Bichara..." murmuró Quatre preocupado.

"No se preocupe amo Quatre, saldré para verificar que es lo que ocurrió"

"¡¡No! Por favor, no me deje solo...

"solo será por un momento" le aseguró.

"No...

Bichara abrió cuidadosamente la puerta del carruaje, estaba oscuro, se percató de que las luces de las casas estaban ahora extintas, lo cual le pareció muy extraño. Miró a su alrededor y vio nada. Se acerco hacia el frente del carruaje donde estaban los caballos y...

"¿Señor Collins?" pregunto Bichara.

El señor Collins yacía 'inconciente'. Bichara se le acerco para revisarlo, y descubrió que sus ojos se enfocaban a la nada, su boca esta media abierta, y en el cuello, había dos orificios de donde brotaba un poco de sangre.

"¿pero que es esto?" se cuestionó Bichara, "esta... muerto..." murmuró Bichara, rápidamente, algo atrapó su mirada, volteó a su alrededor.

Algo brillante capturó sus ojos, un objeto en un callejón, Bichara comenzó a caminar hacia él. Entro al callejón, detrás de una pila de basura, y unas cuantas ratas, ahí se encontraba el objeto.

Bichara se hincó y lo tomó.

"¿Un anillo?" se cuestionó Bichara. Era color azul, con el aro de oro. "que curioso..." murmuró Bichara.

"esto es mío" murmuró una fría voz detrás de Bichara.

Bochara se volteo lentamente, ojos temerosos por lo que vería.

Fríos ojos azules, como el color del anillo y una capa negra que se mecía con el viento.

Al segundo siguiente, Bichara yacía en el suelo, la fuerte criatura sobre él. Nunca pudo quitar sus ojos de aquella luz azul, una sonrisa se formó en esos pálidos labios, que se partieron rápidamente, mostrando dos largos colmillos, que se dirigieron a su cuello.

Ambos colmillos se enterraron en su cuello, y la sangre rápidamente corrió. La boca y los ojos de Bichara se abrieron. No podía gritar, y ya casi no podía respirar.

Segundos después, la criatura se levanto, una pequeña línea de sangre quedaba en la esquina de su labio, la retiro con su dedo índice y lo chupo.

"Sangre extranjera..." murmuró.

El cuerpo de Bichara yacía sin vida frente aquella criatura, el anillo aún en sus manos. Heero se hincó y lo retiró de la fría mano de Bichara.

Heero se levantó y cuando hizo esto, accidentalmente golpeo una pila de madera que yacían en callejón, la pila inmediatamente se derrumbó, Heero temiendo que alguien hubiera escuchado el alboroto, brincó hacia el techo de una casa y desapareció en la noche.

Dentro del carruaje, Quatre no sabia que hacer, mirando a su alrededor paranoico y temeroso. Fijó su mirada en la ventana, esperando ver algo, pero sin éxito, miro hacia la otra ventana cerca de la puerta por donde Bichara había salido, nada.

Quatre escuchó algo desde fuera del carruaje o quizás fue su imaginación.

"¿hola...?" preguntó Quatre hacia la nada, aún mirando a su alrededor.

Quatre fijo su mirada a la ventana, algo increíblemente rápido cruzó. Quatre se alarmó.

"¿que fue eso?" se cuestionó Quatre. "¿Bichara?" la voz de Quatre estaba ahora temblorosa.

"¡¿Bichara!" Quatre grito preocupado, nuevamente algo cruzó por la otra ventana, Quatre tenía ya los ojos vidriosos de miedo. 'hay algo haya afuera... ¡quizás tiene a Bichara...!' pensó Quatre, ya no queriendo hacer más ruido.

Armado de valor, y curioso por lo sucedido, abrió la puerta del carruaje y salió.

"um... ¿Señor Carrocero?" preguntó Quatre. "¡wah!" gritó petrificado al ver el cadáver del Señor Collins.

"No deberías de estar aquí a estas horas" dijo una amable voz detrás de Quatre.

Quatre se volteó, para encontrarse con un hermoso muchacho oji-verde.

"Quien... ¿Quien es usted?" preguntó Quatre asustado.

"Mi nombre es Trowa... ¿cual es el suyo, joven?" preguntó caballerosamente el hombre que se hacia llamar Trowa.

"Quatre..."

"Quatre..." repitió Trowa, "hermoso"

Quatre se quedó mirándolo, como su estuviese en un tipo de trance. Sentía como aquellos ojos verdes lo desnudaban con la mirada.

"Bichara..." murmuro Quatre.

"¿Como dijo?"

"Bichara... mi..."

Quatre fue interrumpido por un sonido que se escucho del callejón.

"¿que fue eso?"

"sonó como si algo hubiese caído"

Quatre corrió al callejón, temeroso y a la vez curioso por saber que había ocurrido.

"¡¡Bichara!" grito Quatre asustado, viendo el cuerpo sin vida de su acompañante.

"Mm... otro ataque..." comentó Trowa detrás del árabe.

"A… ¿A que se refiere?" preguntó Quatre sosteniendo

"Su cuello" murmuró Trowa.

Quatre volteó ligeramente la cabeza del cadáver y notó dos pequeños agujeros.

Quatre quedó perplejo al ver esto.

"Al parecer, es nuevo en esta cuidad, ¿donde es que vive? Es peligroso estar afuera a estas horas de la noche"

Quatre pensó si le debía de responder. "bueno... vivo en..." Quatre descansó el cuerpo sobre el suelo, y se levanto, y miró a aquella misteriosa persona.

Se pregunto que hacia él afuera, a estas horas de la noche si era tan peligroso como él decía.

Quatre abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por el sonido de unos caballos andando, Quatre salió del callejón. Y se topó con un carruaje, parecido al anterior pero un poco más grande.

Trowa se quedo mirando a esa dulce criatura, miró sus delicados y elegantes movimientos, cada cosa que él hacia parecía perfecta.

"¡Amo Quatre!" gritó una voz ambiguamente familiar, Quatre miró como aquel hombre, a quien llamaba Rashid, bajo acelerado del carruaje antes de que éste mismo se detuviera por completo.

" ¿Se encuentra bien, amo Quatre?" preguntó Rashid.

"si, estoy bien, pero..." murmuró Quatre, Quatre se volteó hacia atrás, mirando a Trowa, después al callejón y finalmente a Rashid nuevamente.

Rashid noto el cadáver de Bachira, y temeroso miró el carruaje, donde también apreció el cuerpo sin vida del carrocero.

"OH dios..." murmuro Rashid bajo su aliento.

"Este amable joven me…" comenzó Quatre mirando hacia atrás, pero no terminó la frase, ya que aquella misteriosa figura ya había desaparecido.

"¿Como dijo, amo?"

"nada..."

"suba al carruaje, amo Quatre, que los demás se encargaran de este desastre."

"er... si" murmuró Quatre aun cuestionándose sobre aquel hombre llamado Trowa.

Subió al carruaje, con más ayudantes, más espacio y se sintió más seguro.

El viaje hacia su nueva casa fue rápido, Quatre ni se percato de lo que ocurría a su alrededor, aquel joven seguía en su mente, aquellos ojos verdes lo devoraban con esa mirada.

'¡Esos ojos!' pensó Quatre frustrado.

El carruaje llegó a su nueva casa. Era grande, no tanto como la de Arabia, pero si una de las más grandes del lugar.

Al frente, tenia un enorme portón, dejando la afuera la vista de los curiosos, aquellas enormes puertas se abrieron mientras el carruaje se internaba.

Había dos jardines a los lados y en medio, la gran casa. Tenía aquel estilo ingles, largas ventanas, y estilos bizarros.

Quatre bajó del carruaje y admiró aquel lugar, dejo salir un suspiro, de cansancio, de asombro y de felicidad.

Quatre caminó hacia la puerta, con Rashid a su lado, quien le abrió la puerta y él entró. Las luces ya estaban encendidas y Quatre notó que los demás ayudantes ya habían acomodado el lugar. Todo estaba en su lugar.

"Sígame, amo Quatre" dijo Rashid.

Quatre lo siguió, subieron las escaleras, y siguieron hasta parar a una puerta. Rashid la abrió y entraron.

"wow..." murmuró Quatre al ver su nueva habitación.

"le agrada, amo Quatre?" Preguntó Rashid.

"si... mucho" murmuró Quatre sentándose en la cama mientras Rashid seguía en la puerta.

"sus pertenencias ya están en el armario, que descanse, amo Quatre. Mañana por la noche habrá un baile de disfraces." le dijo Rashid retirándose dejando Quatre solo en su nuevo cuarto.

Quatre no respondió, sabia que de todas maneras debía ir.

Quatre se recostó en la cama, y miró hacia el techo, y después su mirada se dirigió hacia la ventana, pensando aún en aquel oji-verde hasta caer en un profundo sueño.

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La habitación estaba oscura, Tenía ese aroma colonial. Trowa entró a la oscura habitación. Sus ojos cerrados. Perdidos en sus pensamientos. Perdido en aquel muchacho árabe.

"Espero que te hayas divertido" dijo Trowa, su voz resonando en el silencio sepulcral de la habitación.

Una lámpara se encendió desde la esquina del lugar, y un hombre sostenía un fósforo, mientras que una sonrisa se formó.

"sangre extranjera..." murmuró aquel misterioso hombre.

Trowa se sentó en uno de los sillones de la habitación. Sus ojos fijados en la mesa frente a él.

"...me muero por probar al muchacho" siguió la figura.

"aléjate de él, Heero." Respondió Trowa, mirando aquellos ojos azules. "Quatre es mío"

"Quatre... interesante nombre"

'no más que él mismo' pensó Trowa.

"No te divertiste lo suficiente... aquel carrocero fue nada para ti" le dijo el tal Heero.

"fue suficiente" dijo simplemente Trowa levantándose del sillón y salió de la habitación. "son casi las 5 de la mañana"

"necesitas una buena noche de sexo" le dijo Heero.

"mañana en la noche habrá una fiesta de disfraces" escuchó la voz de Trowa, "tal vez ese chico Duo este ahí"

Los ojos de Heero se iluminaron y se dirigió a su sarcófago. "más le vale"

El día pasaba rápido para aquellos dos inmortales, la noche era su día, y el día era su maldición. Ninguno de los dos escogió su destino, alguien lo hizo por ellos. Nadie sabe desde cuando estas maldiciones han caminado por la faz de la tierra.

Al menos ellos dos se tenían, no creyeron poder hacerlo solos. Ambos ya habían perdido la cuenta de cuantos años tenían, pero para el resto de los inocentes, solo eran unos buenos mozos de entre 18 y 20 años.

Los ojos de Trowa se abrieron lentamente, cuidadosamente abrió su sarcófago y se levantó. Miro desde lejos hacia fuera de la ventana, el sol ya estaba por ocultarse. Trowa caminó hacia la sala principal. El reloj ya marcaba las 7 de la noche.

Trowa se dirigió hacia un 'armario' lo abrió y encontró numerosas botellas, tomó una y se sentó en una de los sillones, el mismo de la anoche para ser exacto, colocó dos copas en la mesa de estar y vació algo de liquido de la botella.

Las copas se llenaron de un liquido de rojizo oscuro. Heero entro en la habitación, y miró sorprendido a Trowa quien ya le estrechaba una copa llena. Heero le sonrió. Murmuró un 'gracias' aceptando la copa.

Ambos se sentaron en silencio, tomando aquel espeso liquido rojo lentamente. Cuando ambos terminaron, Trowa se dirigió a su sarcófago y tomó una máscara que le cubría solo los ojos. Era de color negro, con plumas de tonos grises, al igual que su traje.

Heero hizo lo mismo, pero su máscara era de color negro con plumas blancas mientras que su traje era de color negro.

Ambos salieron de su casa. Trowa cerró con llave detrás suyo.

"¿ansioso?" preguntó Heero.

"una buena noche de sexo, ¿no?" le respondió Trowa con una sonrisa.

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El enorme salón ya estaba lleno, hombres y mujeres de la alta sociedad se encontraban ahí. Todos con diferentes máscaras, una más extravagante que la otra. Los meseros sirviendo aperitivos con alto detalle y calidad.

Quatre estaba sentado en uno de los sillones que se encontraban en una de las esquinas. Traía puesto un traje de color azul grisáceo, una máscara de un color azul más fuerte con brillantina y lentejuelas alrededor de color oro.

Miró a su alrededor con esperanzado.

"¿Buscas a alguien?" preguntó un joven sentándose al lado del rubio.

"no exactamente" le respondió Quatre.

La persona se sentó, tenía una larga trenza y unos ojos de tono azulado pero con un toque de morado.

"Muchas gracias por invitarme a Inglaterra, Duo"

"no hay de que, además las familias deben estar unidas, ¿no, hermanito?"

Quatre rió, no había duda de que Duo no era su hermano real, simplemente se amaban como tal, después de todo, Quatre solo tenía unas 29 hermanas y era el único varón, así que Duo como su hermano no estaba tan mal como parecía.

"¿Esperabas que alguien viniese?" preguntó Duo.

Quatre se sonrojo y asintió con la cabeza lentamente, "si..."

"¿puedes decirme quien es? Tal vez lo conozca"

Quatre lo miró sorprendido, "su nombre es Trowa"

"mmm... si... creo saber quien es, ¿alto? ¿Pelo castaño? ¿Ojos verdes? Con un cuerpazo que..."

"Duo!" Quatre grito sonrojado.

"se quien es" le dijo Duo riéndose. "¿como es que lo conoces?" preguntó Duo curioso.

"bueno, ayer que llegué, ocurrió algo muy extraño, el carrocero fue asesinado y Bichara igual, pero... este tal Trowa, salió de la nada, y me acompañó, pero... después desapareció."

"¿asesinados? No me digas que tenían dos agujeros en sus cuellos"

"si, exactamente... el caso es, que lo conocí la noche pasada, y... quiero encontrarlo de nuevo" le dijo sonriente Quatre.

Duo lo miró, un poco sorprendido.

"Sígueme"

Duo se levantó del sillón. Quatre obedeció.

Ambos pasaron por el salón, caras conocidas y amables desconocidas. Quatre y Duo llegaron hasta otro sillón que se encontraba hasta el otro lado del salón.

"Buenas noches Heero, Buenas noches Trowa" dijo Duo sentándose al lado de Heero dejando a Quatre parado frente al sillón y a las tres.

"Quatre él es Heero" le dijo Duo recargándose en Heero. Quatre asintió lentamente. "este... buenas noches" respondió temeroso.

"y ya conoces a Trowa..."

Quatre se sonrojó volteándose hacia Trowa, quien ya estaba levantado. El corazón de Quatre se aceleró, y aún más cuando vio que Trowa tomó su mano y le besó.

'Sus manos son muy suaves' pensó Quatre y sonrió. Aun sonrojado.

Duo se rió al ver a Quatre sonrojado. "es tan tierno" le murmuró a Heero al oído y besándolo un poco.

"no comiences algo que no piensas terminar" le murmuró Heero.

"pues tu eres el que siempre termina jodiéndome" le respondió Duo con la misma voz baja.

"Quatre, Trowa... les... daremos un poco de privacidad" les dijo Duo tomando de la mano a Heero y desaparecieron entre la multitud.

"ellos eran quienes la necesitaban" comentó Trowa. Quatre solo sonrió. "¿Quieres sentarte?"

Quatre asintió con la cabeza, aun estaba nervioso y no se diga sonrojado.

"No sabía que conocías a Duo"

"él... es mi mejor amigo" le respondió Quatre sonriendo.

'que bella sonrisa, no cabe duda que es todo un ángel' pensó Trowa, entonces lo golpeó, la ironía del asunto, 'un ángel y un vampiro, un mortal y un inmortal'

Esto le hizo reflexionar acerca de la relación de Heero y Duo. Un humano y un inmortal. Lo suyo era más como amor-odio. Aunque ambos no buscaban algo serio, al parecer el amor que se tenían se estaba apoderando de su asunto.

A Trowa realmente le gustaba este muchacho, pero no podrían llegar a nada, después de todo, toda persona que había caído por Trowa y viceversa, debía morir tarde o temprano.

Trowa disfrutaría cada momento con aquel muchacho. Le recordaba mucho a una joven que conoció una década atrás. Nunca olvidaría su nombre. Middi Une. Probablemente fue a la única persona que verdaderamente amó.

Pelo dorado y ojos azul cielo, justo como Quatre.

"Nunca he ido a Arabia" comentó Trowa intentando sacar un tema de conversación.

"Deberías, si quieres... algún día, podrías ir conmigo..."

Trowa le sonrió. Miró aquellos labios, algo sonrojados, que brillaban por ser tocados. Trowa se acercó, mirando aquellos ojos azules que ahora parecían indecisos y algo temerosos.

Sus labios se unieron, encajaban perfectamente como si hubiesen sido destinados a estar juntos. Quatre se sonrojo.

'y... pensé que sus manos eran suaves... ojala y pudiese tocar el resto de él'

Quatre sintió aquella suavidad, para después sentir su dulce lengua explorando. Quatre no se percató de haber abierto su boca. Sus lenguas bailaron. Sus ojos cerrados. Quatre dejo salir un pequeño gemido al sentir ese placer. El beso se volvió más y más apasionado. Los brazos de Quatre rodearon el cuello de Trowa.

Ambos se recostaron en el sillón, Trowa sobre Quatre. Las manos de Trowa fueron explorando el cuerpo del árabe sobre su ropa. Los brazos de Trowa se detuvieron de pronto y terminó el beso.

Quatre abrió los ojos curioso, para encontrarse con el oji-verde mirándolo. Quatre aún seguía sonrojado. Una de las manos de Trowa fue a la de Quatre.

"ven" murmuró Trowa.

Ambos se levantaron del sillón. Ojos curiosos mirándolos por la sesión que acababan de tener. Quatre evadió las miradas mirando la mano de Trowa sobre la suya.

'a donde me llevará' pensó Quatre.

Ambos subieron unas escaleras que estaban hasta el otro lado del salón. Llegaron a un largo pasillo, con pinturas y estatuas lo adornaban. Había numerosas puertas a los lados. Trowa paró frente a una.

"realmente te deseo" dijo en el oído del árabe. El corazón de Quatre se aceleró y se dio cuenta del asunto. Al ver que Trowa esperaba su respuesta, entendió que él no lo obligaría hacer algo que no quisiese.

Quatre sonrió. Se sentía feliz por tal oferta. Quería sentir más de él. Quería estar con él. Quatre asintió con la cabeza lentamente. Trowa parecía aliviado.

Trowa le dio un beso en la mejilla y giró la perilla. La puerta se abrió lentamente, dentro, había una enorme cama bien hecha.

Quatre avanzó unos pasos hacia dentro, mientras que Trowa se quedó atrás.

"vaya" suspiró Quatre al ver la belleza, y la arquitectura del cuarto.

Unos brazos fuertes lo rodearon desde detrás. Trowa comenzó a besarle el cuello. Quatre cerró los ojos para concentrarse en sentir.

Trowa podía oler esa dulce sangre correr por las venas en el cuello. No... No podía… No podía atacar a tal dulzura de persona. Al menos no aún.

Debía resistirse a tal tentación. Sin embargo, con que esta persona que le perteneciera será suficiente... por ahora.

Sus besos vagaron de su cuello, hasta sus labios, sus brazos aún alrededor del árabe. Se dirigieron a la cama.

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La luz del sol comenzó a entrar la habitación, su mundo se despertó, los ojos de Quatre se abrieron, y notó que había dos fuertes brazos alrededor de él. Quatre sonrió al recordar lo que había ocurrido esa noche.

Los brazos de Trowa lo abrazaron un poco mas fuerte, y Quatre se dio cuanta que estaba que Trowa recién había despertado. .

"mmm..." murmuró Trowa adormilado.

"buenos días" dijo Quatre. Los ojos de Trowa se abrieron un poco más, entonces, lo sintió, una abrasadora luz. Una calcinadora luz. Una mortal luz. Los ojos se Trowa se abrieron de sorpresa y saltó afuera de la cama agitado.

"¿que pasa?" preguntó Quatre alarmado.

Trowa rápidamente se puso su ropa. Trowa miró a su ángel maldito. Bañado con la luz del sol. ¡Ese sol!

"lo siento" murmuró Trowa, tomando su antifaz y saliendo de la habitación apresurado.

"es... ¡espera!" grito Quatre. Rápidamente salió de la habitación en busca de su nuevo amante, pero cuando del cuarto no había nadie.

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"¡Mierda! ¡¿Donde carajo esta Trowa!" gritó Heero en la sala, si, era de día, pero no había ventana alguna en su casa.

Heero estaba preocupado, Trowa no es tan tonto como para quedarse dormido y olvidar irse antes del amanecer. Pensó Heero.

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Trowa se puso su capa, cubriendo su cara para darse sombra, sin embargo, el solo apenas y estaba saliendo y sería difícil esconderse de él. Al menos su casa no estaba tan lejos y llegaría en menos de cinco minutos.

Corrió rápidamente por las calles, era de mañana, no había mucha gente. Podía sentir el sol perforando su piel, y sus ojos siendo calcinados por la luz. Rápidamente llegó a su casa.

Cerró la puerta detrás de él y fue bienvenido con un aire fresco y lo más importante sin sol, sin embargo ese alivio fue interrumpido con rápidos pasos que provenían del pasillo.

Rápidamente Heero entró llegó a frente a Trowa, quien pensó que sus ojos estarían llenos de rabia, ira, enojo, sin embargo, se encontró con algo que nunca había visto en los ojos de Heero.

Expresaba preocupación, incluso Trowa casi podía decir que sus ojos estaban algo vidriosos. Heero caminó hacia Trowa, la tensión aumentaba más. Trowa se quedo ahí congelado. Trowa se perdió en los ojos de Heero, se perdió del resto del mundo.

Una cachetada en su mejilla derecha lo despertó y miró a Heero. Tenía lágrimas en sus ojos. Trowa quedó perplejo, su boca moviéndose para pedir disculpas pero no salió sonido alguno.

"¡NUNCA VUELVAS...! ¡¡6NUNCA VUELVAS A HACERME ESO!" gritó Heero.

La mano de Trowa se dirigió hacia su mejilla que ardía y había obtenido color rojizo.

"Heero..." murmuró Trowa, pero fue interrumpido al sentir unos labios colapsar fuertemente sobre los suyos, y después una lengua en su boca. El movimiento fue brusco e inesperado.

Los labios de Heero dejaron los de Trowa.

"Nunca... vuelvas a hacer eso" murmuró Heero nuevamente.

"perdona..." murmuró Trowa.

Heero se volteó, escondiendo sus emociones nuevamente.

"¿y como estuvo el pequeño? Estoy seguro que no esta muerto, o... al menos no bebiste ni una gota de él" le dijo Heero.

"¿como sabes tanto?"

"estas más pálido que la nieve" le dijo Heero.

Es verdad, sin beber sangre, su piel se volvería más pálida, y además Trowa comenzaba a sentirse mareado.

Trowa siguió a Heero lentamente hasta la sala, Trowa se sentó en el sillón y cerró los ojos por un momento, cuando los abrió, se encontraba solo en la sala. Tenía una manta sobre él y estaba recostado.

Trowa miró el reloj, ya las ocho de la noche. Trowa hizo un esfuerzo por levantarse del sillón, pero fue envano. Heero entro a la sala. Algo en sus brazos. Trowa no podía distinguir bien, su visión estaba borrosa.

Heero aventó el cuerpo hacia el suelo. La visión de Trowa se volvió un poco más clara. Era un muchacho, rápidamente la memoria de Trowa trabajó, no, no era posible que Heero háyase matado a Quatre, pero después notó que este joven ni siquiera era güero.

"Heero..."

"come, esta dormido"

Trowa se levantó lentamente, y cayó al lado del cuerpo. Trowa se dirigió hacia su cabeza y después a su cuello.

La mente de Trowa se borró por completo. Solo había una palabra, un color, y un pensamiento.

Sangre.

Trowa remojó sus labios, abrió su boca, y enterró sus dos colmillos en el cuello del muchacho. La sangre corrió rápidamente. El deseo consumió a Trowa, tan rápido como el consumía el liquido.

Trowa siguió bebiendo, estaba conciente de que Heero seguía en la sala, pero no le importó. Siguió bebiendo. Heero corrió hacia él asustado. Separándolo del cuerpo justo a tiempo antes de que el muchacho muriera. Trowa lamió las últimas gotas que quedaban en sus labios.

"Queda toda una noche" murmuró Heero en el oído de Trowa. La piel de Trowa comenzó a tomar un tono más aperlado. Se levanto del suelo lentamente, aún la mirada de Heero sobre él.

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TSUGUKU

Pueden leer el fic completo con todo y lemon jujuju en mi pagina

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