Advertencias: lenguaje ofensivo, violación y violencia implícita.
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ᴼᴼᴼ Dark intentions ᴼᴼᴼ
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Broken
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"Satán es uno de nosotros, mucho mas que Adán o Eva"
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Llovía, bastante, a un nivel tal, que podía escuchar el martilleo de las gotas golpeando contra el techo, y eso era extraño, pues ella se encontraba en el sótano, o al menos eso parecía, ya que estaba en el piso mas bajo de aquella construcción, en un recóndito cuarto oscuro, sin ventanas o rendijas por las cuales pudiera obtener un poco de luz, o tal vez esperanza.
Ahí, recostada en la inmensa penumbra, sentía cada parte de su piel erizarse gracias al frío suelo. Del uniforme escolar pulcro y recién planchado, seguro ya no quedaba huella, intuía que la mayoría de los botones de su blusa habían sido arrancados en el primer encuentro, y los tableados de aquella falda a cuadros que pasaban del gris al negro, ya ni se distinguían de lo arrugada que estaba. Con sus golpeadas manos la estiraba de cada extremo, quería cubrir sus piernas todo lo posible, claro, que como esta no le llegaba ni a cuatro dedos por encima de la rodilla –sería un trabajo muy difícil, por no decir imposible–. Estaba descalza, sus zapatos desde un principio salieron disparados a Dios sabe que rumbo, y las largas calcetas, se las había arrebatado después del acto –fue un detalle morboso, pero a él le encendió mas dejárselas puestas mientras la mancillaba de aquella manera depravada–, su cabello era una maraña, menos mal lo tenía corto, un par de días atrás había decidido hacerse ese cambio radical, justo para perder esa imagen de niña bonita, y verse menos llamativa.
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"Prefería tu cabello largo, es tan sedoso", expresó mientras le tomaba un corto mechón y se lo llevaba a la nariz. "Aunque, admito que también así te ves hermosa", murmuró en su oído con esa voz tan grave que poseía.
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Recordar aquello la ponía enferma, habían pasado aproximadamente dos días, le pareció una eternidad, ¿acaso su madre no estaría buscándola con desesperación?, su padre no, ya que él vivía en otra ciudad, era el motivo por el cual ellas se habían mudado a Konoha con su abuelo, para estar lejos de aquel desentendido y egoísta hombre. Su abuelo, el corazón se le encogió aun mas, él la adoraba, era su pequeña niña, su única nietecita, la luz de sus opacos ojos. Un sollozo salió de sus lastimados labios a la vez que cerraba fuertemente sus parpados, conteniendo las lágrimas que todavía le quedaban. De repente su espina dorsal se fue encorvando, asumiendo una pose fetal, no lo hubiera hecho, los probables moretones que su cuerpo albergaba, la hicieron soltar un chillido de dolor, respiró profundamente, inhalando todo el aire que pudo y soltándolo después, logró serenarse un poco.
Volvió a instalarse en ella la misma pregunta, ¿Por qué yo?. ¿Qué había hecho para merecer semejante suplicio?, regresó en el tiempo, tratando de recordar cualquier posible pista que la hubiera traído hasta aquí, pero no lo consiguió. En el mes que llevaba en esa escuela, jamás lo trató mal, jamás lo ofendió o le ocasionó algún problema, es mas, no intentaba mirarlo siquiera, de hecho, ella era la única que no lo consideraba el centro del Universo –como ocurría con el resto de las chicas–, pero era imposible entonces que tuviera algo contra su persona, además, él era como un Dios, tampoco reparaba en ella, ¿Por qué pues súbitamente le hacía algo así?.
La brumosa capa de confusión, mezclada con el dolor de sus heridas, le dificultaba un claro pensamiento, aun así, se resistía a caer en la locura y abrazar la tormentosa realidad que estaba atravesando. Palpó su rostro, como queriendo sentir algo mas que no fuera malestar, seguro su mejilla estaría roja, él le había impactado su palma cuando quiso gritar, se estremeció nuevamente, ¿Cuánto mas estaría en esa incertidumbre?, ¿Qué otras cosas le haría aparte de las que ya le había hecho?, ¿mas golpes, mas amenazas, mas miradas escalofriantes, y sobretodo, mas abusos?, ¿o ya solo le esperaría la muerte?, era obvio que no la dejaría salir viva de allí. Después de reconocerlo y poder acusarlo con la policía, él no le daría las gracias por haberse portado tan sumisa y la dejaría salir por la puerta principal, claro que no, la borraría del mapa, probablemente escogería una muerte que él estuviera ansioso por ejecutar –si es que no se moría antes por las lesiones que seguía causándole cada vez que entraba por aquella pequeña puerta–, después la enterraría en algún paramo desolado, donde los gusanos se tragarían cualquier prueba de su identidad, o la quemaría y esparciría sus cenizas por todo el pueblo, ¿sería acaso tan retorcido y despiadado?, "si", aceptó con pesar que él no era humano, era una maldita bestia salida de los avernos, la cual sentía placer lastimando y torturando a quienes se cruzaran a su paso.
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"Arrodíllate", pidió arrogante, todas las miradas de la cafetería puestas en aquella situación tan dantesca, incluso ella observaba con espanto la sonrisa siniestra que el precioso ángel caído –como algunas lo llamaban– mostraba. El chico que ya estaba en el suelo, como pudo fue incorporándose, se veía que sufría bastante, acababa de ponerle una paliza, y todavía le exigía que se arrodillara, eso era ser un maldito sádico aprovechado.
Rock Lee, tuvo el infortunio de topar con él y tirarle el refresco encima, no pudo ni articular su disculpa, cuando ya estaba siendo golpeado violentamente, ni tiempo le dio de reaccionar y por lo menos cubrirse un poco, después de tremenda oleada de puñetazos, cayó al suelo con la nariz sangrante, escupiendo tres dientes, y el ojo izquierdo cerrado a punto de hemorragia. Nadie hizo o dijo algo para frenar al chico, que enfurecido, dio todavía una patada al abdomen del caído, esto mas bien, ocasionó aun mas risas y burlas al joven que casi chillaba en el piso.
"Pídeme perdón, y límpiame los zapatos", ordenó con una mueca siniestra, sus ojos parecían brillar de anticipación, ya que Lee se acercó mas a sus pies y agachó la cabeza.
No lo pensó, corrió no importándole la advertencia de Tenten de mantenerse al margen, se metió entre la victima y su victimario y lo encaró envalentonada, odiaba las injusticias, y empezaba a odiarlo a él por ser tan hijo de puta.
"¡Ya basta, déjalo en paz, no fue su culpa!", exclamó casi a gritos, la furia ante tal acto deshumanizante la abrumó, sentía que vomitaría del asco que le generaban todos esos alumnos que la veían como si les hubiera estropeado la diversión. Lo mas raro, fue que él paró, la contempló serio de arriba abajo, y viceversa, hasta que reparó en sus ojos, negro versus jade, ella centellando cólera, y él, él solo mirándola sin emoción alguna, al menos eso parecía, luego volteó hacia abajo y con repulsión le echó la última ojeada al pobre chico que temblaba de miedo, se dio la vuelta y le indicó a la jauría de perros arrastrados que lideraba, que lo siguieran, así desapareció de su vista.
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Esa no fue la primera vez que atestiguó como él hacía de las suyas, hubo muchas otras ocasiones donde presenció de lo que era capaz, aunque eso se quedaba corto con lo que ella llevaba viviendo estos dos días. Su mente se iluminó por un segundo, ¿sería por eso que la había tomado contra ella?, ¿era una especie de venganza por su intromisión al rescatar a Lee?, de ser así, le pediría perdón, claro que en el fondo no se arrepentía, aquel chico merecía que alguien lo ayudara, de estar en la misma situación lo volvería a hacer, pero él no tenía porque saberlo, así que se humillaría y le pediría absolución, le imploraría clemencia y le juraría arrepentimiento, ojala la escuchara –aunque en el fondo sabía que no sería así–, la última vez que la visitó, cuando trató de hablar con él, le tapó la boca y le susurró que callara, solo le gustaba escuchar sus gemidos, no sus suplicas.
El cansancio se presentó sin avisar, los parpados le pesaron, aunque debido a la constante oscuridad, no sabía si ya los tenía cerrados, o aun estaban abiertos. Su respiración se volvió acompasada, y ella se sumergió en un profundo sueño, con la esperanza de que se volviera eterno.
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El instituto permanecía en silencio, dos horas fue su atraso debido al castigo impuesto por la profesora de Matemáticas. No había sido su culpa, Karin empezó a insultarla sin motivos y ella se defendió, jamás imaginó que a la que le llamarían la atención sería a ella, y mucho menos esperó acabar en detención, donde el profesor encargado, se fue 45 minutos antes de terminar el castigo dejándola sola.
Viéndola así, la escuela lucía algo siniestra, caminaba rápidamente por los pasillos sintiendo que tenebrosas sombras la seguían –para su mala suerte, no se equivocaba–. Casi corría, pero su sentido de la lógica le gritaba que se portara como mujer madura y no se asustara por tonterías. Al girar al pasillo que la llevaría a la planta baja, su corazón casi se detuvo, escuchó un fuerte portazo proveniente del salón por el que estaba a punto de pasar, solo dos puertas mas y llegaría a el, ¿no estaría sola?, lo mas probable era que aun quedara por ahí algún profesor, o el encargado de la limpieza, si eso era, trató de serenarse inútilmente, se detuvo completamente, sus piernas empezaron a sentirse como gelatina.
"¿Hay alguien ahí?", preguntó insegura, pasándose la mochila al hombro derecho y tomándola fuertemente con la mano, en caso de peligro, podría lanzársela al posible agresor y salir corriendo. Recuperó la movilidad de sus piernas y dio dos pasos precavidos. "Buenas tardes, ¿Quién esta ahí?", los nervios se la comían y la cabeza empezó a dolerle del espanto, si fuera un maestro o el intendente ya le habrían respondido, ¿no?, entonces, porque seguía con ese presentimiento en su pecho de que algo andaba mal. Volvió a dar otro par de pasos y se pegó al lado contrario de aquel salón, intentando alejarse lo mas posible, continuó andando pegada a la pared, siempre alerta de cualquier cosa que pudiera pasar.
Cuando llegó al inicio de las escaleras, suspiró un poco mas tranquila, tal vez fue el viento, seguro una de las ventanas estaba abierta –tranquilizaba a su inquieto corazón–. Tomó el pasamanos para bajar cuidadosamente, cuando lo sintió, dos poderosas manos la tomaban desde atrás, una afianzada a su cintura, mientras la otra le cubría la boca impidiendo que gritara, y a la vez sofocándola. Se sacudió como pez fuera del agua, pero el que la sostenía poseía mucha mas fuerza que ella, y la levantó del piso para azotarla contra la pared de atrás. Su cuerpo golpeó violentamente contra el blanco muro, cayó de rodillas, mareada y sin saber muy bien lo que acontecía, gateó tratando de esquivar la figura que seguía de pie, como burlándose de su incapacidad de respuesta. No tuvo el valor para alzar la mirada y ver de quien se trataba, su cuerpo timbro contra la baldosa fría al sentir el pie de su atacante presionar su espalda, pero ni eso impidió que siguiera arrastrándose en la búsqueda de su salvación.
Seguro lucía como actriz mala de película de terror, el pánico se apoderó de cada uno de sus sentidos, estaba lista para recibir la puñalada en cualquier momento, quien fuera el que estuviera haciendo esto, no bromeaba. Llegó de nuevo al filo del primer escalón, fue bajando agarrada de los barandales, continuaba tendida y descendía en picada, escuchaba como el sonido seco de sus pasos la seguía de cerca, pero no volteaba a verlo, que tal si al verle el rostro él decidía matarla de una buena vez. A mitad de escalera, su brazo se acalambró y su cuerpo perdió el poco control que poseía, rodó cuesta abajo golpeándose el cuerpo innumerables ocasiones, llego semi- inconsciente al fondo, sintió una mano en su mejilla, y antes de desmayarse, escuchó claramente lo que él le dijo: no puedes escapar de mi Sakura.
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Despertó como si una descarga eléctrica le recorriera la espina dorsal, soñar con ese momento la atormentaba muy frecuentemente, si tan solo no la hubieran castigado, no debió contestar a las provocaciones de su compañera, se culpaba por haberse puesto en bandeja de plata. Pero no era su culpa, era ese loco quien era el responsable de su desdicha, lloriqueó víctima de la desesperación, se sentía tan sucia, tan avergonzada, ni una ducha de una semana podría hacerla sentir limpia de nuevo, sus manos estaban tatuadas en cada parte de su piel, sus mordidas y marcas evidenciando el abuso del que era objeto. Escuchó como los candados al otro lado de la puerta iban siendo retirados, ¿tan pronto regresaba?, no supo cuanto durmió, ni cuantas horas pasaron desde la ultima vez que lo vio, pero podía jurar que no eran muchas, temblaba notablemente y en su mente se formó una plegaria: por favor, Dios, no permitas que vuelva a tocarme, por favor, pedía con fervor.
La puerta se abrió, no le sorprendió la falta de iluminación, su presencia fue llenando la fría habitación, cerró de nueva cuenta y caminó delicadamente hacia ella, la capacidad que tenía para verla en aquella oscuridad le reiteraba que él no era humano. Cuando por fin llegó hasta donde se encontraba, se agachó y su respiración le erizó los cabellos de la nuca, su mano empezó a recorrer con prudencia desde su pie hasta la pierna, era un toque suave, apenas y se percataba del frágil roce, se sentó, y con la mano que le quedó libre, comenzó a retirarle los mechones rosados del rostro, parecía la caricia de un fiel amante –aunque siempre comenzaba así, y terminaba convirtiéndose en una pesadilla–. Se fue inclinando, logró recostarse encima de ella, abrazándola con algo que se asemejaba a la dulzura, paseó su nariz por el lóbulo de su oreja.
"Hola Sakura, ¿me extrañaste?", tomó su mentón haciendo girar su cabeza, como si quisiera encontrarse con su mirada –algo imposible debido a la falta de luz–. "Yo si te extrañé, la gente sigue hablando de ti, tu madre no deja de llorar", le contó haciendo que su pecho se inflara con un dolor punzante, él seguía acariciándola. "¿Sabes quién mas sufre por tu ausencia?", esperó a que ella respondiera, así lo hizo, movió su cabeza de un lado a otro en señal de negación, pareció bastarle con eso, ¿Cómo podía percatarse de sus reacciones?, volvió a preguntarse la chica. "Ese maldito bastardo", soltó con furia, apretando sus mejillas y haciéndola gemir.
No pudo contenerse, empezó a gimotear como una pequeña a la que le han dado una tunda, el miedo, el dolor, todo se agolpó en su ser. Él recobró un poco el control, lamió sus lágrimas con delicadeza y besó su frente.
"No llores ma petit cerise, sé que no es tu culpa que ese idiota te desee, eres tan perfecta", susurró besando sus agrietados labios. "Debí matarlo cuando tuve oportunidad", murmuró mas para si mismo, "aun estoy a tiempo".
"No, por favor, no le hagas daño a alguien mas", de donde pudo sacó valor para lanzar aquel ruego, descubrió que su voz apenas y se escuchaba.
"¡Te importa lo que le pase al bastardo!", rugió iracundo tomándola por el cabello y acercándola a su rostro.
"¡No!, por favor…no me importa él, me importas tu, me importas tu…Sasuke…me importas tu", repitió la mentira que esperaba que él creyera.
"Entonces, demuéstramelo Sakura, muéstrame cuanto te importo", atacó sus labios con brutalidad.
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Muy bien estén todos ustedes…
Dirán que no actualizo las otras historias pero ya estoy escribiendo una nueva, pues si. No me pude resistir, la idea me asaltó de la nada y la escribí, la verdad no esta planeada para ser un long fic.
Como ven, con esto incursiono en otro genero que es el angst, de una vez anticipo que este fic es algo mas serio y oscuro, ¿Por qué?, pues ni yo se, les digo que surgió de repente la necesidad y así salió, ya había pensado antes en hacer algo como esto, solo que el tema no lo tenía definido, la idea no es súper original pero me atrajo. Respeto a quien no le guste, por supuesto que comprenderé si rechazan la trama, además de que los tengo acostumbrados a otras cosas, por eso advierto que al que no le guste ver a los personajes involucrados en situaciones de este tipo, se mantenga al margen, la clasificación pues es M, obviamente, porque se trataran temas delicados, claro que intentare manejarlos adecuadamente, no soy partidaria de usar mucho vocabulario soez ni relatar escenas de sexo explícitas, ojo, no porque crea que es malo, pero la verdad no estoy acostumbrada, soy algo pudorosa (mas bien por eso).
Bueno, después de esta especie de advertencia, los invito a comentarme su opinión, sería de ayuda saber si para este tipo de relatos tengo potencial. Cuídense mucho, les mando un cordial saludo, y un fuerte abrazo, nos leemos pronto!
